miércoles, 15 de junio de 2016

Capitulo once.

Un rayo de luz asomaba por mi ventana, ya que deje la persiana medio bajada. Quedaban menos de cinco minutos para que sonara el despertador. Vuelta a clase. Antes de levantarme dedique unos minutos a despejarme y estirarme dando vueltas en la cama. También a enviarle el correspondiente mensaje a Marcos; "buenos días cara pan". Borre las notificaciones que se habían acumulado durante la noche del juego de preguntas que me descargue ayer para jugar con Marcos. 

Antes de vestirme me asome a la cocina, mi madre estaba sentada en el sofá con su café con leche, le dí los buenos días y encendí la cafetera. Tanto mi madre como yo, cuando nos levantamos no solemos cruzar ni media palabra más de las necesarias, hasta que no nos tomamos el café y dejamos pasar un poco de tiempo no somos personas, mi casa es un tanto especial. 
-¡Maria! ¿A que hora entras a clase? -me pregunto mi madre desde el comedor. 
-Ya de ya, a las nueve, ¿por que?  -le contesté desde mi habitación mientras acababa de arreglarme. 
-Pues venga, date prisa que puedo llevarte, que me voy ya a Mollet. -"oh que bien", pensé. No tendré que caminar  hasta el colegio. 
Llegué cinco minutos antes de que sonará el timbre, la  gran mayoría de los de clase estaban en el banco donde siempre nos acomodamos antes de entrar. Aleix, Aroha, Naira, Ramón, Xavi y algunos más me saludaron al acercarme a ellos. Me encendí un cigarro aprovechando los minutos que quedaban antes de entrar y al poco rato apareció Marcos por su correspondiente esquina. Lo miré a lo lejos y le sonreí. Echaba de menos este buen royo entre unas cuantas personas que había conocido en escaso tiempo. Vi a Safa llegar con su enorme sonrisa y me abalancé a ella, la había echado de menos estos días. 

Castellano. Pereira entro por la puerta, firme y con una media sonrisa en la boca, nos echo un ojo a todos, al mismo tiempo que nos íbamos sentando cada uno en su sitio. Era el primer día de clase después de navidad, hacía semanas que no nos veíamos y ese lunes fue un completo desastre a ojos de los profesores. De hecho en el primer trimestre nos llamaron varías veces la atención y Edu nos dijo más de una vez que eramos la peor clase que había pasado por ese instituto. En la clase de castellano hicimos mas bien poco, a parte de hablar, reírnos y tirar bolas de papeles a diestro y siniestro.

El primer día pasó rápido, volví a esa pequeña clase de autoescuela a ahogarme entre test y haciéndome a la idea de que pronto me tendría que enfrentar al examen teórico, aún así, lo que más me estrésaba era pensar en el practico. Mi rutina había vuelto a las andadas, y dentro de lo que cabe, lo llevaba con ganas y fuerzas. Mi aplicación cuenta días indicaba un mes para escapar a mi pueblo de Teruel y eso me llenaba de elusión. Tener a Marcos en mi día a día también era una gran razón para sentirme positiva y con la autoestima por las nubes, ignorando las idas y venidas que me provocaba mi mente en cuanto al chico. Mi madre, a pesar del mal royo con mi familia paterna, estaba reluciente, enérgica y con un humor envidiable. Al fin tenía amigas normales y un grupo de gente con los que compartir risas y momentos increíbles todos los días. Empezaba a creer que me faltaba más bien poco en la vida. "Que conformista eres Maria." 

El primer mes de enero se evaporo en un abrir y cerrar de ojos, cuando quise darme cuenta quedaban escasos días para empezar un febrero que iba a marcar bastante mi vida.