sábado, 19 de diciembre de 2015

Capitulo siete.

El comienzo de semana fue un desastre, debería haber invertido algún que otro día del fin de semana para ponerme al día con casi todas las asignaturas, ya que me encontraba delante de una semana repleta de exámenes. Por suerte ese lunes no me sorprendió ninguno, mañana martes, matemáticas. Esta tarde me lo miraría por encima, no se me dan mal los números. El miércoles economía e ingles y castellano para el jueves. Que estrés y que agobio después de un fin de semana de diez. Me auto convencí, mientras llegaba a casa, de que me pondría a estudiar en la tarde para evitar acabar suspendiendo gran parte de las materias este trimestre. 
"María, mañana me ayudarás a estudiar economía?" -el sonido estridente de una notificación en el whatsapp me dejó casi sorda, ya que llevaba puestos los auriculares en los oídos. Marcos cada vez me hablaba antes, acababa de estar con él en clase y aún no había llegado a casa para comer y ya me estaba buscando. Sonreí satisfecha.
"Sí, mañana te ayudo a entender lo principal y deberías hacer el dossier que te subirá algún que otro punto en la medía." -le escribí adentrándome en el portal de mi bloque.
"Te parece si después de comer me paso por tu casa y me bajas tu dossier?" -me preguntó.
Acepté y le dije que me avisara cuando estuviese de camino para no hacerle esperar. Abrí la puerta de casa y me encontré a mi madre sentada en una de las sillas de madera del comedor. Hablaba por teléfono y con solo dos frases supe de que se trataba. Sus expresiones eran tensas y notaba un cierto resquemor y decepción en su hablar. Di por hecho que llevaba rato pegada al teléfono, ya que ni el mantel estaba sobre la mesa. Cuando llego de clase la comida tiende a estar ya puesta, como mínimo, los cubiertos y los vasos. Saludé a mi madre por lo bajo, me miró y pude darme cuenta lo poco que le gustaba esta situación. Si algo me dolía de verdad en esta vida era ver a esa mujer pasarlo mal. Me dirigí a mi cuarto y me desvestí para ponerme el pijama. Ya sabéis, manías mías. Volví a salir al comedor y me alegré cuando mi madre ya no hablaba por teléfono. Seguía sentada en la misma posición dándole vueltas al asunto.
-¿Quien era mamá? -pregunté queriendo saber.
-Tu prima Judith. -me contestó. Mi prima ya tenía sus treinta y pico de años. Vive con su marido y con su hija, Ruth. Ruth, es la niña más pequeña, alegre y bonita que veré nunca. Siempre va de un lado a otro con su enorme sonrisa y embrujando-te con su risa. Mi prima Judith era abogada, fue ella misma la que nos busco un abogado, amigo suyo, para solucionar el conflicto con mi familia paterna. Cuando la madre de mi padre murió, mi tío y en resumidas cuentas, todos los miembros de esa familia, salvo mi abuelo, nos jugaron una mala pasada con la herencia. A mi me daba igual el dinero, me afectaba el vinculo que se había roto definitivamente con esas personas que solía llamar familia. Aún más me dolía el poco afecto que le habían tenido a mi padre, ya que no estaba en vida. Pero sin lugar a duda, lo peor era mi madre. Ella no se merecía nada de esto, suficiente había tenido que pasar ya como para sumar jueces, abogados y cero relación con su familia política. 
-¿Y que te ha dicho? -le pregunté.
-Nada, mañana iré con ella al banco a ver si conseguimos las cuentas bancarias del abuelo. -me explico. No quise preguntar nada más y me limite a poner la mesa.  
Mi madre había hecho puré de cala-bacín y carne rebozada, comimos en silencio, echándole un ojo a la televisión de vez en cuando. Mi hermana de doce años, acababa de empezar educación de secundaria obligatoria, y salía mucho más tarde de clase. Por esa razón primero comíamos mi madre y yo, y más tarde, mi hermana. "En dos minutos llego a tu portal, niña. ¿Estás comiendo?" tenía el móvil presente ya que sabía que Marcos vendría en cualquier momento a por el dossier de economía. "Sí, estaba comiendo pero te lo bajo en un momento, pichu." Me levanté de la mesa, me calcé y cogí la funda de plástico con quince o dieciséis paginas que formaban un perfecto dossier de economía. Abrí la puerta de mi casa y baje las escaleras saltando-las de dos en dos. Delante de mi portal había una furgoneta blanca, la sorpresa fue cuando me acerqué a la puerta, la abrí y reconocí un Marcos sonriente subido en ella. Mi expresión de sorpresa le hizo reír.
-¿Ahora una furgoneta? ¿Pero tú de donde has salido? -le dije acercándome a la ventanilla del enorme vehículo. De por sí, Marcos tenía pinta de gitano, pues metido en esa furgoneta blanca, daba el pego totalmente. Si no le conociera pensaría que se ganaba el sueldo repartiendo melocotones por la provincia. Sonreí. 
-¿Pero que te pensabas? Soy un hombre con recursos. -nos reímos al unisono y le acerque el dossier.
-Hazlo entero, eh. No seas perezoso.
-Como usted mande, señorita. -me dijo sin borrar la sonrisa y depositando el dossier en el asiento del copiloto. 
-Imbécil... -refunfuñé-. No hagas esperar a los coches de detrás, anda. ¡Hasta mañana! -dije adentrándome de nuevo en el portal, solo tuve que empujar la puerta, ya que no la había cerrado del todo.
 -Adiós niña. -escuché. 
Cuando acabé de comer no me permití estirarme un rato en el sofá, cogí mis cosas y me fui a la autoescuela. Hoy no estaría mucho rato en ella, tenía que estudiar  para el examen de matemáticas de mañana. Saludé a Maite, la mujer que me ayudaba a entender todo aquel mundo del automóvil. Que ganas de sacarme de encima el examen teórico. Cogí un lápiz, una carpeta repleta de cuestionarios y mi libreta. Durante largo rato no paré de realizar test tras test, de corregir las preguntas que había fallado e intentar recordar la corrección para la próxima vez que me encontrara delante de la misma pregunta. Seis y media. Notaba mis ojos cansados y decidí que era suficiente por hoy.

Salí de la autoescuela y rescate mi móvil del fondo de mi bolso. Aroha; "hola beba, ¿hoy iras a la autoescuela?, saldré del gimnasio a las siete, si quieres dime y al salir nos hacemos un cigarro juntas." Casi. Le escribí a mi amiga que acababa de salir de la autoescuela y me iba hacía casa a repasar un poco para el examen de mañana. Vi la conversación con Marcos, él había sido el último en hablarme, así que decidí escribirle. "Hola holita, ¿que haces?" 

Llegué a casa y después de ducharme y ponerme el pijama, desarme todas las hojas que tenía de matemáticas sobre la mesa y me puse a practicar, era fácil. Hice dos ejercicios por sentirme realizada y asegurarme de que mañana lo haría bien. Iba a suspender alguna asignatura, por lo menos ingles, así que no estaba mal asegurar matemáticas como aprobada. Marcos no había ido a trabajar, se pasó media tarde en repaso con Roger, una chica les ayudaba en matemáticas. La otra media tarde la invirtió en acabar el dossier de economía. Por impresionante que parezca lo acabo entero, insistió en pasarme fotos para que me lo creyera. Acordamos que mañana estudiaríamos en mi casa,  al chico le costo ceder, le daba vergüenza, pero mi insistencia resulto eficiente.

Al día siguiente me levanté de la cama cuando sonó el despertador, tenía el examen de matemáticas a primera hora y no me apetecía llegar tarde. El día estaba apagado, hacía mucha humedad y más frío del habitual. Cuando llegue al centro me uní a Aroha y a Xavi, los cuales terminaban de fumar el cigarro de primera hora de la mañana en los bancos de enfrente, cuando acabaron, entramos juntos al aula. Aún quedaban cinco minutos para que empezara la clase, Naira ya había llegado, Darius también y algunas personas más con las cuales no mantenía relación alguna estaban sentadas observando el libro de matemáticas, intentando entender algo a ultima hora. Vi también a Marcos, sentado en su mesa, con la cabeza agachada y la vista perdida en los apuntes de matemáticas. Me acerque a él con una sonrisa en el rostro.
-Buenos días, nene. ¿Como lo llevas? -le pregunté. Levantó la cabeza, mirándome, nada más escucho mi voz. 
-Muy bien, me lo sé todo. Soy el mejor. -me respondió con un tono chulesco-. ¿Tú lo sabes hacer? -me preguntó cambiando la expresión de prepotente. 
-Sí, ¡no es un examen difícil, así que deja de echarte flores! -exclamé y me di media vuelta, dirigiéndome a Naira. 
-Hola, reina. ¿Como estás? -saludé a mi amiga. 
-Bien, tengo frío, hace un día de mierda. -me contestó ella, aún con la chaqueta. 
-Me lo dirás a mi que vengo desde el pueblo. 
-Y yo porque me he encontrado a Marcos por el camino y me ha traído en coche, que si no me muero congelada. -intenté mantener la misma expresión de tranquilidad con la que había venido, por mucho que me irritara lo que acababa de escuchar. 
-Ya ves, venir en coche en invierno es un regalo. -dije yo mientras separaba una de la mesas y me sentaba, sacando el bolígrafo, la calculadora y la regla que necesitaba para hacer el examen. 
A los pocos minutos de sentarme, apareció Feredico por la puerta de clase, con prisas ordenándonos que separáramos las mesas y nos colocáramos para realizar el examen. No quería que dejáramos cosas por hacer solo porque no nos diera tiempo. Cuando tuve el examen delante lo analicé por encima y empecé a escribir y teclear en la calculadora sin parar, pero con tranquilidad para no equivocarme, ya que era bastante fácil sumar en vez de restar o no introducir bien los números en la calculadora. Cuando acabe de hacer el examen, faltaban ocho minutos para que sonara el timbre. Repasé las dos hojas que había rellenado de números  y observé a mi derecha. Ana ya había dejado de escribir, también había terminado. Naira y Aroha seguía escribiendo. Ahora puse la mirada hacía mi izquierda y observé a Marcos, percibió mi mirada y me devolvió el gesto. Le pregunté en voz baja como lo llevaba  y me contesto que ya estaba. Me sonrió y le mande un beso arrugando mi cara que le hizo reír. Sonó el timbre que finalizaba la clase. Cuando Feredico sé fue recogí mis cosas y las traslade al final de la clase, tocaba economía.
-¿Tienes el dossier? -le pregunté a Marcos una vez sentada a su lado. 
-Aquí no, pero te lo llevaré esta tarde cuando vayamos a estudiar. -me respondió. Quería asegurarme de que tendría el dossier, ya que Marcos era una cabeza loca. Necesitábamos el dossier para estudiar y, sobretodo, para entregarlo mañana. En ese momento, Edu, cruzó la puerta de clase.
-Como ya sabéis mañana tenemos el examen. Ahora sacar una hoja nueva que vamos a empezar tema nuevo.  -dijo la profesora depositando su mochila encima de su mesa. 
-Podríamos invertir esta clase en repasar para mañana, en vez de darnos teoría nueva. -propuse yo en voz alta. 
-María, hay mucha materia que dar y si no nos ponemos las pilas no nos dará tiempo.  El examen de mañana esta suficiente repasado ya. -evité contestarle y acepté sacando una hoja a cuadros sin utilizar. 
-Mmmm... que bien huele... -dijo de pronto Marcos. Le miré y vi como sostenía con sus dos manos mi bufanda, debajo de su nariz. Me hizo gracia la cara que puso y me reí sin hacerme notar demasiado. 
-¿Te gusta como huelo? -le pregunté sonriendo-. Mira, huele aquí. -le dije evitando reírme, acercándole mi cuello y apartando mi pelo. Se lo pensó por un momento, por un pequeñísimo instante pero se acercó a mi cuello, rozando su nariz en mi piel. Un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando sentí su respiración en mi cuello. 
-Me encanta como hueles... -dijo exagerando un tono de voz seductor de película, cuando se separo rozo lentamente sus labios por mi cuello. Lo hizo queriendo. Vi su sonrisa juguetona cuando se poso de nuevo delante mío. Volví a sentir esa sensación, esas cosquillas en la tripa, mas bien, un poco más abajo. Quería continuar con el juego. Emití un gemido pequeño, imitando su voz. Él sonrió y me lo devolvió, está vez más alto. Me gustaban estás cosas, cero vergüenza, ningún reparo en hacer el payaso. Volví a gemir en broma, ahora un poco más largo y subiendo el volumen. Nos miramos y empezamos a reírnos sin poder parar. 
 -María y Marcos, si no vais a prestar atención, podéis iros. -dijo Edu, cuando no quisimos dar cuenta, medía clase mantenían los ojos puestos en nosotros.
-¿Y si nos vamos al lavabo? -me dijo Marcos. No esperaba tal cosa y me volví a reír, intentando controlar mis carcajadas. 
-Liberar tensiones ya, en serio. Tenéis un problema. -nos dijo Aroha, la cual estaba sentada delante nuestro con Ramón. 
-¡Que es todo en broma! -exclamamos Marcos y yo riéndonos. 
No era plan que nos echaran de clase, intenté mantener las formas y llevé mi dedo índice a mis labios, haciendo callar a Marcos. Abrí el libro por la pagina que tocaba e intenté leer el primer párrafo para tener una ligera idea de que iba este tema, pero era imposible, la voz de mi profesora de economía se alejaba cada vez más, hasta el punto de no escucharla. No tenía ganas de empezar un tema nuevo sin antes haberme quitado el examen de mañana de encima, de todas formas, todo perdía interés si tenía al lado a Marcos. Inconscientemente toda mi atención era para él. Abandoné una vez más la idea de aplicarme en clase y miré a mi amigo, mantenía entre sus manos el móvil, acerqué la vista a la pantalla y vi como ojeaba una pagina de motos. Hundí dos de mis dedos en sus costillas, haciendo que pegara un bote asustado.
-Ay, ¡morcillita! -dije no muy alto, imitando la voz de una niña pequeña y sonriendo por la cara que se le había quedado. 
-¡Que tengo cosquillas, inútil! -me dijo enfadado. 
-¿Tienes cosquillas? -le pregunté sin dejar de sonreír y hundiendo de nuevo mis dedos en su punto débil del costado. 
-¡Para ya! -está vez dejo escapar su risa. 
-Morcillita guapa. -volví a decir con tono de voz de cría tonta.
-Que no me llames gordo. -me miro con mala cara-. Morcilla esta de aquí. -siguió diciendo mirando hacía su entrepierna. 
-Mmm que rica. -dije totalmente en broma. 
-Eres una cerda, no había conocido nunca a una chica tan como tú. Tan como yo. -me dijo riendo. Lo mismo hice yo. 
Sonó  el timbre que daba por finalizada la clase y daba paso a la media hora de recreo. Después de salir del instituto nos dirigimos a la esquina habitual, Marcos se había dejado el bocadillo en casa, así que no vino con nosotros, almorzaría en su casa.
-Chicas, para fin de año hemos dicho de ir a carpas. ¿Vosotras queréis venir? -nos dijo Javi. 
-Seguramente yo tenga que trabajar en el bar toda la noche, no contéis conmigo. -dijo Aroha cabizbaja. 
-¿Que dices, tía? Te vas a pasar la noche de fin de año amargada en el bar? -le pregunté yo. Quería que viniera con nosotros. Era necesaria para mi. 
-No puedo dejar al tío del Dani colgado, tengo que ir, ya lo sabéis... -dijo ella sin ganas.
-Yo por mi sí. -dijo Naira. 
-Yo también.. total, todo sea por no quedarse en casa. -no me gustaba en absoluto la navidad, pensar en las cenas, en los días puntuales, en las calles repletas de luces me amargaba bastante. Mucho más pasar la noche de fin de año en una discoteca, entradas más caras de lo normal, aglomeraziones de personas en un mismo recinto, tener que buscar un vestido para salir esa noche, con lo poco que me gustaban esas prendas y por si fuera poco, aguantar horas y horas encima de unos tacones. Prefería no pensarlo, pero más grande se me hacía todo si me quedaba en casa una noche como aquella. Pasará rápido, pensé.  
-Pues mañana traerme veinte euros, que irán ya a comprarlas. -nos dijo Javi a Naira y a mi.  
Sin a penas darme cuenta, las dos siguientes y ultimas clases pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Ya estábamos en la puerta del instituto fumándonos un cigarro todos juntos antes de irnos cada uno a su casa.  Ana y yo no tardamos en despedirnos, para poner rumbo hacía el pueblo, las tripas empezaban a rugir por el hambre.
-Luego nos vemos. -le dije a Marcos despidiéndome. 
-Ya veremos. -me contesto él. Que toca huevos es cuando quiere. 
-Tú mismo, cuando suspendas el examen de economía no me llores.  -le contesté ya de espaldas a él, sin mirarle. 
-Que si... luego nos vemos. Hasta luego chicas. -acabo diciendo. Todos los demás nos dijeron adiós. 
Me despedí de Ana a medio camino y me coloque los auriculares, escuchando El Barrio llegué a casa. Cuando abrí la puerta me encontré a mi madre haciendo posturas yóguicas.
-¿Que haces mamá? -le pregunté mirándola fijamente.
-¡Mira, mira! ¡Ya me sale! -me exclamó contenta-. ¿Te lo enseño? -acepté y observe como se colocaba  en la alfombra del salón, con la cabeza entre sus brazos. Me sorprendí cuando impulsó todo su cuerpo hacía arriba, quedándose totalmente recta en el aire, las piernas junto con los pies estirados y el torso inmóvil. 
-Joder, algún día de estos te romperás en dos. -le dije riendo. Me encantaba ver a mi madre con esas ganas y esa ilusión, ella no trabajaba, pero daba clases de yoga en un centro. Le hacía feliz y estaba contenta y eso me hacía estar bien y tranquila. 
-Lo enseñare en la clase de hoy, a ver si se atreven. -me dijo incorporándose.  
-A ver si te vas a cargar a alguien. ¿Has hecho la comida? -le pregunté ya que no estaba ni la mesa puesta. 
-Espaguetis. -contesto mientras se dirigía a la cocina y extendía el mantel sobre la mesa. 
-Oh, eres la mejor madre del mundo. -tenía mucha hambre y los espaguetis eran mi plato favorito-. Después a la tarde se vendrá Marcos a estudiar, que mañana tenemos examen de economía, ¿vale? -mi madre apenas conocía al chico, solo de mencionarlo alguna vez cuando he bajado de noche a estar un rato con él y algún comentario que le he contado sobre clase. Aceptó sin preguntar nada más y nos pusimos a comer prestando atención a la tele-. Mamá, ¿me puedes dejar veinte euros? Mañana tengo que pagar la entrada de fin de año. Iremos a una discoteca. ¿Sabes si cenaremos en algún lado esa noche? 
-Cenaremos en casa de la Ana. -Ana era la mejor amiga de mi madre desde pequeñas, casi bien era mi madre segunda, ya que desde que nací he pasado momentos con ella. Ana y su ex marido eran muy amigos de mis padres, desde jóvenes iban a todos lados juntos. Basta con abrir uno de los álbumes de fotos que hay por casa para ver fotos mías con ellos cuatro en cualquier lugar, playas, montañas, campos, apartamentos, hoteles...-. Vendrán todos y después nos iremos al polideportivo como cada año. -este dato me relajo bastante, no celebraríamos año nuevo solas en casa, si no que todos los amigos de mi madre se iban a juntar y eso me puso feliz. 
Cuando acabé de comer y como rutina, me estiré en el sofá y me cubrí un poco con la manta. Desbloqueé el móvil y le escribí a Marcos."¿Que haces pollito?" Pasaron varios minutos hasta que me contesto, los cuales invertí en mirar la tele y relajarme un poco.
"Acabo de comer, ¿y tú xoxo?"
"He acabado de comer hace un ratito y ahora estoy en el sofá viendo la tele." -le escribí. 
"¿A que hora quieres que vaya a tu casa? -me prenguntó. 
"Cuando quieras, yo ya no tengo nada que hacer."
"Pero dime a que hora, ¡que es tu casa!" -me escribió. 
"Te estoy diciendo que cuando estés listo y hayas hecho todo lo que tienes que hacer, por mí puedes venir ya, tontico." 
"Pero le has dicho a tu madre que voy?" - sonreí, se notaba que le daba respeto. 
"Sí, no sufras que esta todo controlado. No tomes café, ahora te hago uno y nos lo tomamos juntos."
"Joe, me da vergüenza." -me admitió de nuevo.
"Que no pasa nada, solo somos dos amigos que tienen que estudiar, ¡espabila!" -puse los ojos en blanco y le dí a enviar. 
"Ya sabes que no suelo entrar en casa de chicas." -me volvió a recordar. 
"Me estoy cansando de esperar. Trae el dossier, no te lo vayas a dejar. Y no tardes que es largo el tema." -le escribí con intenciones de finalizar la conversación. 
"Vale, vale. Ya voy..." -al fin se dio por vencido. Sonreí. 
Me levanté del sofá para ir a mi habitación antes de que viniera Marcos. Ya me había puesto el pijama cuando llegué a casa y no tenía ningunas ganas de vestirme con ropa de calle. Las mallas grises ya estaban lo suficientemente decentes y la sudadera quedaba bien combinada. ¿Me tenía que poner sujetador? ¿O no? Sonreí ante mi pensamiento. Mejor sí, no es cuestión de exponerse tanto, de momento, claro. Volví a sonreír delante del espejo mientras me deshacía de las mangas de la sudadera para colocarme de nuevo la pieza de ropa interior. ¿Que estaba pasando con este chico? A veces me desconcertaba mi manera de pensar o de actuar en cuanto a mi nuevo amigo. No era ningún misterio la atracción física que sentíamos el uno por el otro. Pero tenía bastante claro, o por lo menos intentaba que fuera así, que no quería nada con él, ni lo más mínimo. Me lo pasaba bien y habíamos creado un vinculo y una confianza en tan poco tiempo que era de valorar. ¿Y si llegara a tener algo serio con él? Podría estar bien. ¿Pero que dices María? Yo con novio. Reí a carcajada en la soledad de mi habitación. Céntrate. A veces mi mente hacía de las suyas y se replanteaba cosas ilógicas para mí. Pero me costaba poco devolverla al sitio. Marcos era un culo de mal asiento, acababa de salir de una relación muy larga y sus planes ahora eran aprovechar el tiempo perdido, pasárselo bien y estar tranquilo. ¿Y yo? ¿Yo en una relación? ¿Yo preocupada por algo relacionado con tíos? Demasiado bien estaba con mi vida ahora mismo. A demás, habría que estar loca para ilusionarse lo más mínimo con Marcos, en cualquier momento podría volver con su ex novia, ya que por estadística pura, toda pareja que dura largo tiempo, acaba volviendo, dejándolo, volviendo, y así sucesivamente. Y no nos olvidemos de la extensa lista de chicas equis. Las equis me daban igual. No me importaba que Marcos se tirará a cualquiera una noche de fiesta o algún día aburrido para él. Sabía como era. Lo que si me molestaba era lo de Naira. ¿Por qué? No lo sé. 
"Ya estoy aquí, pero baja a por mi, por fa." -me escribió Marcos. Pensando en el rey de Roma, por Whatsapp asoma. Me reí sin querer. Me levante al interfono, que estaba al lado de la puerta y descolgué. 
-¿Hola? ¿Morcillita?  -dije seria, intentando esconder la sonrisa. 
-Ábreme. -escuche al otro lado.
-No sé... deja que me lo piense. Ahora te digo, ¿vale? Un momento. -dije con tono serio. 
-¡María! Ábreme la puerta, ya. -me reí y presioné el botón azul que abría la puerta de abajo. Salí al rellano y me asomé por encima dela barandilla. Vi a mi amigo abajo, mirándome y me reí fuerte-. Baja a por mi... -dijo no muy fuerte, para evitar que mi madre lo escuchará. 
-No voy a bajar a por ti para volver a subir, yo te espero aquí y te vigilo que no te pase nada. -le dije graciosa. No le quedo otra que acceder, vi como empezaba a subir las escaleras y como, cada vez, se acercaba más a mi rellano.
- Gilipollas. -me dijo cuando le faltaban pocas escaleras. 
-Quiéreme. -le dije riéndome.
-Mas quisieras. -le molestaba esta situación pero acabe por contagiar-le la sonrisa-. Tu primera. -me dijo cuando le hice señas para que entrara en casa.
-Que vergonzoso eres cuando quieres, quien lo iba a decir. -dije cruzando la puerta. Cuando estuvo dentro, la cerré.
-¿Donde dejo las cosas? -me pregunto refiriéndose a la chaqueta y a la mochila. 
-En el suelo, por favor. 
-Estás graciosa hoy, eh. -me respondió.  
-Es que tienes cada pregunta... La mochila déjala encima de la mesa y la chaqueta en el sofá o en la habitación.
-Toma, déjala en tu habitación. -me dio la chaqueta y la lleve a mi cuarto resoplando-. Tú dossier. -me dijo cuando volví al salón. Ya había sacado su libreta y su estuche y estaba sentado en uno de las sillas de madera. 
-¿Quieres un café? -le ofrecí a lo que me dijo que sí. Saqué dos vasos después de encender la cafetera y vertí leche en ellos, para a continuación, meterlos en el microondas. 
-Que culo te hacen esas mallas... -escuché como decía Marcos detrás mío. Sin contestarle moví mi cadera de un lado a otro. Sonreí al escuchar su risa. Vi como se levantaba y volteaba la barra que utilizábamos como mesa  hasta llegar al costado de la cocina. Sin prestarle atención, presioné el botón de la cafetera y observé como caían gotas de café en el pequeño vaso. Marcos pasó por detrás mío, dejando que su mano se deslizara por mi culo levemente. 
-No puedes resistirte, ¿eh? -le dije. 
-Y lo que te gusta, ¿qué? -le miré sonriendo como respuesta. Saqué los vasos del microondas y acabe de preparar los cafés. Cuando escuche como mi madre se acercaba a la cocina. 
-Hola mama, esté es Marcos. Mi madre Elena. -los presente creyendo que era lo más normal, aunque sintiéndome un poco extraña. Después de que mi madre dijera algún que otro comentario se volvió a ir a su habitación-. ¿Que pasa? 
-Nada, muy serio esto. -me dijo Marcos. 
-Venga anda, siéntate. Vamos a empezar a estudiar. -cada uno se sentó en cada lado de la barra, uno delante del otro. Así sería más fácil concentrarnos en economía-. Saca una hoja y un bolígrafo. -le ordené mientras abría el libro buscando un ejercicio completo.
-¿Como vamos a estudiar? -me preguntó. 
-Vamos a hacer el ejercicio en el que salga todo lo que tienes que saber para aprobar este examen, así con solo hacer uno, tenemos suficiente. Vamos a hacer este. -dije, cuando encontré el ejercicio que buscaba. 
-Lo puedes hacer tú y yo te observo mientras me lo explicas. 
-No, que tanta belleza te hipnotiza y no te enteras de nada. -dije sonriendo.
-¡Ala! ¿Pero como eres tan flipada? -exclamo. 
-Venga Marquitos. Empieza por hacer las lineas de los asentamientos. -vi como intentaba hacerlo, pero no tenía ni la más rebota idea de como, que manco es cuando quiere. Le arrebate la hoja e hice dos lineas en horizontal mal hechas y otras dos en vertical-. Vale, aquí dice que este señor ha formado una empresa con veinticinco mil euros en una cuenta bancaria, unos diez mil en caja y ciento treinta mil entre terrenos y construcciones. Todo esto supone una perdida de dinero para él, ¿no? Pues todo esto irá en el activo, en el lado izquierdo. Y en el pasivo, en el lado derecho, pondremos capital por el total. Para que el asentamiento cuadre. 
-¿Y como lo hago? -me pregunto concentrado.  Le volví a quitar la hoja y escribí en ella lo que le había explicado, volviendo a decir en voz alta que estaba haciendo, para que lo entendiera mejor-. Ah, vale. Ya lo entiendo, creo. 
-Vale, pues ahora el siguiente asentamiento. Dice que ha comprado mercaderías por valor de quince mil euros. Si compras, pierdes dinero, ¿no? Pues la compra de mercaderías ira en el activo. Y en el pasivo pondremos proveedores por el mismo valor, para que cuadre el asentamiento. ¿Sí? -acepto y escribió. Durante largo rato invertimos el tiempo en realizar casi todo el ejercicio.  Algunos anunciados costaban más que otros, pero a duras penas, lo iba entendiendo. 
-Ya me he cansado... -dijo Marcos cuando faltaban dos asentamientos por acabar.  
-Venga ya, no queda nada. Quiero que apruebes. Ahora está vendiendo mercaderías, ¿como lo harías? -le insistí. Me miro con ojos cansados y cara de cachorro suplicando una galletita-. Venga.. Queda muy poco. -dije otra vez, levantándome de mi silla y sentándome al lado de Marcos. Cogí el bolígrafo e hice yo misma el asentamiento, explicándolo en voz alta para que me prestara atención. Cosa que supe que no conseguiría cuando sentí la mano de Marcos en mi pierna. Agache la mirada para posar los ojos en la mano de Marcos, hasta su mano me activaba por dentro. Una mano grande, con fuerza, deslizándose por mi muslo, queriendo pararla y a la vez deseando que siga su recorrido-. Para va.. -acabé diciendo. 
-¿No te gusta? -me preguntó mirándome fijamente. 
-No juegues que sales perdiendo. -no me hizo caso alguno y su mano me presiono con fuerza-. ¿Quieres ver como pierdes? -le pregunté a la misma vez que mi mano se dirigía a la nuca de este, deslizando la yema de mis dedos por su cabeza, su cuello, por el lóbulo de su oreja. No hizo falta mucho más. 
-Mira, ya has perdido la batalla. -le dije riendo y observando su entrepierna donde daba lugar ese bulto al cual me estaba acostumbrando demasiado. 
-Será que tu no estás húmeda. -me dijo apartando su mano de mi pierna pero sin borrar su sonrisa. 
-¿Quien sabe? -le mandé un beso vía aire y me levante recogiendo los vasos de la mesa. 
El móvil del chico empezó a sonar. Escuche detenidamente la conversación mientras le daba un agua a los vasos. Vale, estaba estudiando pero ya he acabado, ahora iré a buscarla. Supuse que al otro lado del teléfono estaba su padre o su madre. No me equivoqué, Marcos debía ir a buscar a su hermana a basquet en cuestión de un cuarto de hora. Recogimos la mesa, los apuntes y los bolígrafos. Aprovecho que tenía que ir a mi habitación a por la chaqueta para observar detenidamente algunas de las fotos que tenía colgada en la habitación. En uno de los marcos salía yo con unas antiguas amigas, una de las cuales había tenido algo con Marcos, ¿una antigua equis? Puede ser. Se divirtió con esa foto, también en otra donde salía toda mi clase de tercero de la ESO, allí estaba Darius. No salio de la habitación sin antes hacerle una foto a la cara del chico y pasarla por el grupo que teníamos todos los de la clase. Mi madre me pidió que fuera a por el pan, me calcé y baje con Marcos. El chico insistió en acercarme a la panadería, ya que le pillaba de camino. Al subirnos al coche, pasó un vecino mío, el cual había sido también amigo no hace mucho tiempo atrás. Tanto yo como Marcos le saludamos. Baje del coche en la esquina de mi calle, después de despedirme de Marcos y compre dos barras de pan. Antes de llegar a mi portal me volví a encontrar con mi vecino, después de preguntarle como le iba todo, intentó averiguar que hacía con Marcos en mi casa. Vamos a la misma clase y mañana tenemos examen de economía, ayudando-le a estudiar un poco. Lo típico. Me despedí y subí a casa.

Me sentía agotada, tenía ganas de meterme en la cama y dormir hasta mañana. Me limité a cenar un poco de ensalada que había hecho mi madre y un trozo de lomo a la plancha. En mi casa siempre se cenaba muy pronto, a eso de las ocho ya estábamos en la mesa, mi madre dice que cenar tarde e irse a la cama a dormir con el estomago lleno es malo. No tarde en volver a coger mi sitio en el sofá, pero el sueño se hacía notar y decidí trasladarme a la cama hasta que el cuerpo aguantara. "Me ha gustado estudiar contigo." Marcos me hablo por Whatsapp. Sonreí y le contesté; "a mi también, es una buena manera para hacer del estudio algo divertido." Sin hacerme esperar, contesto; "siempre me río mucho contigo." Muy pocas veces Marcos y yo nos decíamos cosas de este tipo por Whatsapp, las veces que pasaba me hacía sentir bien. Siguió escribiendo; "tienes una felicidad que es difícil de encontrar." Volví a sonreír detrás de la pantalla. "No siempre soy feliz, pero eso lo reservo para cuando estoy sola en casa, fuera me gusta estar bien." Vi como escribía al instante; "no sé, me pegas tu felicidad, es imposible estar mal cuando estás cerca." Joder, ¿esto era muy bonito o soy yo que estoy demasiado gilipollas? ¿Que le contestaba ahora? "Me encantan estás cosas, la vida esta para ser feliz y hacer feliz a los de tu alrededor." Me escribió; "compartimos muchas maneras de ver la vida, de pensar y de actuar. Eres la amiga perfecta." Me reí como una niña pequeña entre mis sabanas. "No me lo creo, ¿tu diciéndome que soy perfecta? Algo falla pollito." Seguido de iconos divertidos. Me respondió; "cállate imbécil, no te acostumbres." La conversación no duro mucho más, ya que por más que evitará cerrar los ojos y luchara contra el sueño, me quedé dormida.

Me desperté antes de que lo hiciera el despertador, era pronto. Hoy, miércoles, entraba una hora más tarde, la primera clase era economía, examen. Pensé en aprovechar para repasar un poco, pero me lo sabía todo de pe a pa, no valía la pena. Me revolví en la cama y alcancé mi móvil que se encontraba en una esquina de la cama, me volví a dormí con él. Lo desbloqueé y abrí el chat de Marcos. "Uy, te abandoné.. Espero que me perdones. Si estuvieses despierto, nos tomaríamos un café en el bar antes de entrar a clase...". Pocas veces daba yo esté paso, pero hoy... "Me apetece". Enviar. No estaba segura de que se levantará más pronto de lo debido, aún así, me levanté de la cama con energía e invertí el tiempo en elegir la ropa que me iba a poner hoy. A maquillarme sin pasarme y a alisar-me el pelo. Desde el baño percibí la vibración de mi móvil, salí dejando la plancha del pelo en la pica y con esperanza de que fuera Marcos fui en busca del móvil. "No debería, ayer me dejaste solo." Había un segundo mensaje que me hizo sonreír. "Pero estás de suerte, me he levantado animado." Quedamos en que me pasaría a buscar en un rato.

El miércoles paso rápido y entretenido. El café con Marcos repleto de risas y bromas de buena mañana. El examen que me salió perfecto. Marcos no estaba igual de convencido que yo, pero confiaba en que las horas de ayer delante del libro hubiesen servido para algo. Las demás clases acabaron sin apenas darme cuenta y sin quererlo ya estaba en una de las mesas de la autoescuela empapándome de test y señales viales. Igual de rápido paso el jueves, mi examen de ingles fue un desastre, nada nuevo. El de castellano se podía hacer con los pies. La profesora de catalán volvió a faltar y fue la excusa perfecta para pasarnos en el bar de al lado del instituto las horas restantes. Safa cada día estaba más loca, era increíble lo que me podía llegar a reír con ella, era la nueva amiga perfecta que podía llegar a mi vida. Xavi tuvo que dejar el trabajo en el supermercado, su hombro le volvió a jugar una mala pasada y ahora estaba con rehabilitación esperando la próxima operación. Roger, seguía sin conocer mucho de este chico, no daba a ver como era realmente. Custo y Ramon, como siempre, fumando porros a cada hora del día y los demás bebiendo cerveza como si no hubiese un mañana. Me encantaban esos momentos, cero preocupaciones y toda la tranquilidad y bienestar del mundo.

Por la tarde quedé con Aroha y Naira para tomarnos algo en el bar de la plaza, pero antes, me estire en la cama un rato, ya sabéis, la cerveza me causa somnolencia. No llegue a dormirme porque en menos de una hora debía salir de casa o mis amigas acabarían conmigo. Aproveche ese rato de descanso para hablar con Marcos por Whatsapp hasta que se fue a trabajar y para echarle un ojo al grupo que tenía con mis amigos del pueblo de Teruel. Eric y Dani, los dos que eran también de Barcelona preguntaban por las fiestas de febrero. En el mes de febrero hacen fiestas en mi pueblo, hacía dos años que iba y esté pretendía hacer lo mismo. Cesar, Sonia y Ana, los que eran de Teruel, decían que caían para el primer fin de semana de febrero y Borja, el de valencia, nombraba la posibilidad de que nevara, como algún año atrás, y no se pudiera entrar al pueblo. Algún otro le contestaba que no llamará al mal tiempo. Sonreí, les echaba de menos y tenía ganas de verles de nuevo. Los consideraba mi familia, esa que solo puedes ver de tanto en tanto pero que siempre están presentes. A demás, mi pueblo era como subir al cielo, cada rincón me recordaba a mi abuelo y estar allí, beber de ese agua tan limpia o respirar ese aire tan puro me hacía sentirme mucho más cerca de mi abuelo, al que echaba mucho de menos. No les contesté porque se me echaba el tiempo encima, me arreglé por encima y salí a la calle, dirección la plaza.
-Hola chicas, ¿hace mucho que estáis aquí? -saludé a mis amigas, sentándome al lado de Naira y en frente de Aroha. 
-No, acabamos de llegar. -dijo Aroha. 
-¿Te pasa algo? -le pregunté a mi amiga, la note decaída.  
-Dentro de medio año Dani se ira con su prima a China. -nos contó tajante. Tanto Naira como yo nos quedamos con la boca abierta. Su novio se iba a tropecientos kilómetros-. Se va a estudiar y a trabajar allí, me lo ha contado este medio día, le he dicho que le echaré mucho de menos y que lo pasaré mal, pero que no puedo retenerlo aquí ante algo tan decisivo para su futuro. 
-Joder... ¿durante cuanto tiempo se va? -le preguntó Naira. 
-Durante seis meses, de momento. Aún no es seguro, tiene que mirar que pueda irse y ordenar todos los papeles para que no les pongan impedimentos una vez allí. 
-Bueno, dentro de lo que cabe... No es tanto tiempo, al principio te costara y a él también pero como tú dices, tiene que aprovechar esto. No estés mal, aun queda para saber si se va o no, ahora sigue disfrutando de él y lo que venga, vendrá. -le dije yo intentando quitarle importancia al asunto.
-Ya, eso mismo he pensado yo, y estoy bien eh. Solo quería contároslo.  
También hablamos de la noche de fin de año, que nos íbamos a poner, si íbamos a comprar bebidas y otras tantas cosas por las cuales tenía poco interés.  Aroha se tendría que quedar aquí en fin de año, pero cuando saliera de trabajar podría pasarse por el polideportivo con algunos amigos que tampoco salían a ningún sitio. Entre cervezas, conversaciones y alguna que otra risa, se hicieron las ocho de la tarde. Empezaba a oscurecer. Hacía un rato Marcos me envió un mensaje; "salgo antes de trabajar, ¿nos hacemos un cigarro juntos?" Acepte y quedamos en que me avisaría cuando llegara.
-Hola pichuqui. -saludé a Marcos cuando llegué al callejón. Me esperaba apoyado en un muro de cemento. 
-¿Que horas son estas? -me dijo sin miramientos. 
-Oye, que solo he llegado tres minutos más tarde que tú. -nos quedamos en silencio sin saber muy bien por qué, fumando. Yo sentada en el muro y el apoyado-. ¿Que harás para fin de año? -le pregunté por preguntar algo, resopló.
-Hace tiempo mi ex y yo reservamos en un hotel para pasar fin de año, en la montaña. Justo el otro día me escribió preguntándome por ello. Me dijo que me fuera solo o con alguien, pero no sé. Todos mis amigos tenían ya planes, me iré con ella y que sea lo que tenga que ser. -me explicó. 
-Bueno, tomate-lo como amigos y pásate-lo bien. Disfrutarlo sin tener que pelear. -le contesté.
-La acabaré dejando en la habitación y me bajaré al bar a emborracharme solo. -me dijo a lo que solté una sutil carcajada-. ¿Tú que harás?
-El capullo. He pagado ya la entrada para ir a carpas, no me apetece en absoluto pero mejor que quedarse en casa... -le dije sin ganas. 
-¿Que te pasa? -me preguntó. 
-Nada, odio la navidad. Tengo ganas de que pasé y sea febrero para irme al pueblo un par de días y desconectar. 
-¿En febrero a tu pueblo? -me pregunto. Le expliqué que eran fiesta y que el año pasado también fui. 
-¿Te quieres venir? -le pregunté. 
-Ojala, me encanta hacer cosas a la locura e irme de un lado a otro. -durante unos minutos estuvimos fantaseando con viajar y recorrer mundo, sin que nada importara. A los dos nos motivaba esa idea y hablábamos de cumplirlo algún día. 
-Bueno, nos vamos a ir, ¿no? -le dije a Marcos, empezaba a tener frío y hambre y por alguna extraña razón Marcos y yo no estábamos como siempre. Le notaba más borde de lo normal y yo no encontraba esas ganas de seguir estando con él. 
-¿Estas ya cansada? -me preguntó.
-Aún no he pasado por casa, vengo de estar en la plaza con Aroha y Naria. -le expliqué.
-Mmm.. Naira.. Algún día quedaré con ella. -me sorprendió. No lo dijo para joderme, ya que él no tenía ni idea de que me molestaba este tema, ni se iba a enterar nunca.
-Pues ya tardas, ¡ataca pichu! -y le sonreí. Ahora si que no me apetecía en absoluto quedarme ahí. 
-Era broma, eh. 
-No era broma, no te engañes. -me reí y pegando un salto caí en el suelo-. Bueno, hablamos luego feo. -le dije. 
-Vale, hasta ahora tonta. -escuche cuando me dí la vuelta para irme hacía casa. 
"¿Estas enfadada? Has estado un poco rara hoy." -me dio tiempo a cenar algo y a meterme en la cama, cuando vi el mensaje de Marcos.  No tenía razones para estar enfadada pero algo hizo que mi estado anímico cambiara, en cuanto a Marcos y en cuanto a todo en general. Preferí no darle demasiadas vueltas y echarle toda la culpa a la navidad y a las fechas señaladas que se acercaban. Tuve que esforzarme un poco en no hablarle demasiado borde o seca a Marcos para que dejara de preguntarme que me pasaba. Hablamos sobre la época de la navidad, el porque me ponía tan mal y poca cosa más. No tarde en dejar el móvil y dormirme inmersa en mis pensamientos, esta noche algo más amargos que otras.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Capitulo seis.

La alarma de mi móvil interrumpió el placido sueño en el que me encontraba. Levanté la cabeza para echar un vistazo al rededor de la cama. Me alegré cuando se cumplieron mis expectativas de encontrar una botella de agua lo suficientemente cerca como para no levantarme. No me dolía la cabeza pero la necesidad de hidratar mi cuerpo se hacía notar. Maldita resaca. Con la tontería anoche llegué a la cama medio mareada. Subí la persiana estirando mi cuerpo en toda su totalidad para evitar retirar el edredón que me cubría, un rayo de sol me cegó obligándome a estampar la cara contra la almohada. María, levántate o no llegaras a tiempo. Primero una pierna, un escalofrió recorrió mi cuerpo, al sacar la otra pierna me replanteé seriamente el volver a taparme hasta las orejas pero me armé de valor. 
-María, ¿te hago el café con leche? -me gritó mi madre desde la cocina. 
-Sí, ¡y sácame un ibuprofeno! -le contesté entrando al lavabo. 
Después de asearme, peinarme, aplicarme una ligera capa de rimel y de vestirme, desayune sin olvidarme de la pequeña pastilla y salí corriendo de casa. Auriculares en los oídos y manos a los bolsillos. Odiaba el frío de las mañanas, ese que se te cala en los huesos. La humedad la detestaba aún más. Llegué a clase, pero tarde. Busqué a Marcos, ya que no estaba en su mesa habitual. Cerré la puerta del aula y me dirigí a mi sitio. Pereira estaba explicando como hacer un resumen en condiciones, con sus típicas bromas de por medio. Vi a un Marcos divertido, mirándome mientras depositaba mis cosas en mi mesa y me desprendía de la chaqueta, estaba en la ultima mesa de mi misma fila, detrás de Naira y al lado de Roger. Aroha y Ana conversaban en voz baja mientras Naira se entretenía y reía con los dos chicos. 
-¡Hola María! -me saludó Aroha con un ligero beso en la mejilla. Le devolví el gesto sacando la libreta y el dossier de castellano junto el estuche. Durante largo rato me centré en acabar un resumen de un texto lo suficientemente largo como para distraerme, cosa no muy difícil cuando solo hacía que escuchar a Naira y la risa de Marcos. 
-Naira, siéntate bien mirando hacía delante. Y Marcos y Roger poneros a hacer el resumen. -les llamó la atención mi profesor de castellano. Respira María. Me giré buscando la mirada de Marcos y lo conseguí, me sonrió y me dijo algo que no logré entender, ya que en vez de hablar, vocalizaba. Extendí mis brazos a cada lado, haciéndole ver que no había comprendido nada. 
-Te tengo que contar una cosa, después.  -me dijo más alto. Acepté con la cabeza y me volví a sentar bien, mirando al frente. Sonreí, Marcos empezaba a tratarme como amiga incondicional y me gustaba esa confianza entre los dos. 
-¿Has visto lo provocativa que ha venido hoy Naira? -Aroha me hablaba en voz baja, la miré y me reí, no esperaba ese comentario de mi amiga. 
-Yo también voy escotada, y tú  igual, guarrona. -le dije sonriendo-. Déjala que se cantoneé delante de Marcos y los demás. 
-Como te molesta, eh. -me guiñó el ojo.
-Pero tu flipas pepinillos, tía. -le dije mirándola mal para soltar una risa al instante. Lo de mi amiga era caso a parte. Sal de mi mente ya Arohita.
Las clases fueron pasando de esta misma manera, ya que exceptuando una hora, la de economía, Marcos mantuvo el nuevo sitio. Me molestaba darle importancia a estas cosas tan simples, me molestaba que me irritara el comportamiento de Naira con Marcos, y que él le siguiera el juego o que fuese el mismo quien lo iniciaba. Me enfadaba conmigo misma y me proponía una vez tras otra ignorarles a los dos. Funcionó a medias. Llegó la ultima hora de la jornada del miércoles. Economía.
-¿Que tenías que contarme? -le pregunté a Marcos acabando un ejercicio que tenía a medias. 
-Pero aquí no, ya te lo contaré cuando estemos solos, es algo que no puedes decir a nadie. -me dijo sonriendo y al instante se levanto de su silla para dirigirse al principio del aula, donde se encontraba la papelera. Vi como Naira tenía intenciones de hacer lo mismo, los dos se cruzaron en el camino y Marcos empujó a mi amiga haciendo que esta perdiera el equilibrio riéndose. Naira le pegaba en el brazo sin quitar la sonrisa de su cara. Agache mi cabeza hacía mi libreta y me concentre en hacer el ejercicio que tenía delante sin prestarles ya atención a ellos dos. 
-¿Te vas a pasar toda la hora haciendo deberes? -me pregunto al llegar de nuevo a su mesa. 
-Sí, quiero tener el dossier acabado, la semana que viene es el examen. -le contesté sin mirarle. 
-¿Que te pasa, eh? 
-¿Que me tiene que pasar? -esta vez si deje de escribir para mirarle por un pequeño instante. Me contestó con una mueca de pocos amigos y seguí escribiendo en mi libreta y tecleando en la calculadora-. ¿No piensas hacer nada? -le pregunte a Marcos cuando finalicé el ejercicio. Tenía el móvil en la mesa y mantenía la cabeza agachada, observando la pantalla del aparato fijamente. Estaba pensativo y pego un bote al escuchar mi pregunta. 
-No tengo ganas. -me contestó seco. 
-¿Que te pasa a ti ahora? -le pregunté extrañada. 
 -Mi ex no deja de hablarme por Whatsapp, quiere volver. -me explicó resoplando.
-¿Y que pasa? -le pregunté interesándome por él.
-Que me sabe mal por ella. Quiere quedar esta tarde y no se que decirle. -me contestó con la cabeza agachada. 
-¿No quieres verla? -le pregunté. Debe ser muy difícil alejarse de una persona con la que has compartido tanto tiempo, no me he perdido nada del otro mundo no habiéndome enamorado nunca. Mi dinámica de pasármelo bien y disfrutar de mi corta edad era acertada. 
-Quedar con ella es seguir dándole vida a esto y a mi no me apetece, necesito alejarme y dejar de pensar tanto en esto. -me contestó. 
-Para ella, aunque ahora no lo vea así, también es bueno no verte. Tenéis que aprender a vivir por uno mismo sin la costumbre de tener el apoyo del otro. -dije creyendo que era la respuesta más correcta. 
-Esta loca, siempre me hace sentir mal cuando no consigue lo que quiere y es una de las pocas personas que logra hacerme sentir mierda, siempre me he visto inferior a ella y me afecta lo que llega a decirme. -me explicó templado. 
-Marcos, no tienes que dejar que nadie te haga sentir mal, ni mucho menos inferior a nadie. Con lo poco que te conozco y te puedo decir que eres una persona con un fondo increíble y que debajo de toda esa coraza de subnormal hay un corazón enorme. Si esta chica te hacia sentir mal siempre que no lograba lo que quería, has hecho bien en decidir romper con todo y empezar a pensar en ti. A veces las cosas se acaban y tardas en acostumbrarte a vivir por y para ti de nuevo, pero con los días estarás bien, relajado y feliz. -le dije con toda la sinceridad del mundo, sonriendo al ver que él empezaba a hacer lo mismo. 
-Me centras cuando más descontrolada tengo la cabeza. -me admitió.
-Para una amiga que tienes y te toca la mejor, tienes una suerte pichuqui... -le dije riéndome
-Cállate imbécil. -me dijo sonriendo y volvió a agachar la cabeza hacia la pantalla de su móvil encendida-. ¿Entonces quedo con ella, o no?
-¿Te apetece? -le miré.
-No. 
-Tienes que hacer lo que te apetezca. Se trataba de mirar por ti y no por los demás, ¿no? -aceptó con la cabeza y sonrió. Contesto algo rápido a la chica y bloqueó el móvil para prestarme a mi todas sus tonterías y buen humor. Se arruino mi intención de mantener distancia con Marcos por el hecho del tonteo que se traía con mi amiga, no podía resistirme a nuestros juegos tontos y se me hacía imposible no reírme con este chico. 
De la misma manera transcurrió el jueves. El viernes me levanté animada, una semana menos, fin de semana por delante. Las clases del esperado viernes se hicieron amenas, la profesora de catalán volvió a faltar así que aprovechamos para hacer lo típico en las horas muertas, directos a la terraza del bar. 
-¿Donde veréis mañana el partido, chicos? -preguntó Safa al grupo mientras esperaba a que se enfriará su café con leche. Mañana jugaba el Madrid contra el Barça, ya no me acordaba. 
-No sé, en cualquier bar. En el Irlandes o en el Quibus. -dijo Marcos nombrando algunos de los bares del pueblo. Le siguió Xavi quien había quedado con unos amigos suyos para verlo en un pueblo cercano. 
-Yo trabajo. -dijo Aroha sin muchas ganas-. ¿Vosotras que haréis? -se dirigió a Naira y a mi.  
-No sé, Javi y los demás han dicho de ir al Irlandes, para así estar contigo también. Pero no se que haremos al final. -contestó Naira. 
-Yo no sé si lo veré con mi madre y sus amigos o me iré con estos, luego os digo algo. -dije yo-. ¿Tú donde lo veras reina mora? -decidí llamar de está manera a mi amiga musulmana, ya que la empezaba a tener un cariño sobrenatural para tratarse de mi, solía pensar que Safa era una persona a la que no se le podía contar las cosas porque se enteraría medio mundo, pero poco a poco se fue ganando esa confianza en mi y a día de hoy la trataba como una más de mis escasas amigas. 
-He quedado con el chico morito, este. -contestó la chica. 
-¿Y donde habéis quedado? Porque a tu casa no puedes llevar tíos. -dijo Aleix riéndose. 
-No seas envidioso. -dijo Safa guiñándole un ojo. Estos dos se iban a acabar pillando mutuamente, se veía venir. 
-Me han pillado para trabajar en el supermercado de la Maquinista. -dijo Xavi, apartando la mirada de su móvil y con especial emoción.
-Y yo trabajo en la Samsung. -dijo Jose.
-Joder, ¡que bien Xavi! -felicito Aroha al chico. 
-A ver cuanto te dura. -le dije yo riéndome.
Me sentía especialmente bien con mi grupo de clase, congeniábamos todos a la perfección y aunque a veces se creara mal rollo entre unos y otros, siempre se acababa solucionando con risas y bromas. Estaba orgullosa de los compañeros que me había encontrado en este curso. Después de un buen rato y unas cuantas cervezas, abandonamos la terraza de ese bar para irnos a casa. Empezaba a ser la hora de comer y algunos de ellos, la mayoría, vivían en otros pueblos. Nos despedimos y nos deseamos un buen fin de semana. El camino hacía casa lo hice sola, Ana no quiso quedarse en el bar con los demás y decidió irse a casa nada más salir de clase. Al llegar a mi casa comí sin mucha hambre y caí rendida en el sofá, beber cerveza me producía somnolencia. Dormí durante gran parte de la tarde, apenas eran las siete y ya era de noche, hacía frío y la idea de salir a la calle me producía escalofríos. Abandoné la idea de salir y decidí invertir lo que quedaba de viernes en vaguear por casa. Alcancé mi móvil que se encontraba en el sofá y revise las notificaciones. Whatsapp; habían siete mensajes de Naira, cliqué en su chat y vi que todos los mensajes eran audios que la mayoría duraban bastante. Salí de su conversación sin contestarle ni escuchar lo que me había explicado mi amiga hacía algo menos de media hora y escribí a Aroha; "hola beba, iba a ir a verte al bar pero me acabo de despertar de la siesta y me da mucha pereza, pero te quiero mucho!" Marcos me había escrito también; "hola xoxo". Sonreí y escribí "hola imbécil, me he pasado toda la tarde durmiendo, a ver quien me duerme esta noche." Enviar. Volví al chat de Naira, escuché todos los audios que me había enviado, resumiendo, mientras yo dormía profundamente mi amiga se había enrollado con Javi, se habían pasado la tarde viendo películas en casa del chico, como de costumbre, pero esta vez él se lanzo a la boca de Naira y ella no lo rechazo. Mi amiga se sentía mal, estaba desconcertada, no quería nada con nuestro amigo Javi, pero sin saber muy bien como y el por qué, aquella tarde se dejo llevar. No le disgustó, pero cree que él siente más que un simple tonteo y no quiere hacerle daño, mucho menos dejar de ser amigos. Le contesté riéndome por el hecho de que se hubieran enrollado, ya que no me lo esperaba en absoluto, en mi opinión no pegaban ni por asomo. Pero también la consolé y le dije que tenía que decirle las cosas claras para evitar malentendidos.

Marcos; "las noches de viernes no están para dormir, nena."  Sonreí poniendo los ojos en blanco y le contesté; "eso tú, que vives en bares y discotecas." Seguido de los típicos iconos llorando de risa. Mi móvil vibró, Naria me había contestado, esta vez por escrito. "No sé, creo que la he cagado... Espero que esto no acabe con nuestra amistad. Por cierto, mañana al final no iremos al bar a ver el partido, ellos lo verán en casa de Javi que tiene Canal Plus, y yo me quedaré en casa." Definitivamente me iría con mi madre y sus amigos a ver el partido. Me siguió escribiendo; "pero en un rato iremos todos al bar donde trabaja Aroha, si quieres vente. Iremos sobre las ocho y media."  

Le contesté que quizás me pasaba, pero que no estaba segura. Seguía con la pereza en el cuerpo, aunque por otro lado, con todo lo que había dormido tenía el sofá aburrido.  Levanté mi culo de esté y conecte mi móvil en los altavoces que tenía al lado de la tele, estaba sola en casa, mientras echaba la siesta tanto mi hermana como mi madre se habían dado a la fuga, así que, que mejor que música a todo volumen para acabar de despertar. Voy a beber y se que voy a enloooooquecer y te llamaré después para hacerte mía mujeeer. Me hizo falta más bien poco para colocarme delante del espejo a mover el culo simulando la típica chica de algún videoclip de canciones latinas. Cualquiera que vea los espectáculos que suelo montar en el comedor de mi casa cuando me quedo sola...; pensé. Antes de adentrarme en el baño para arreglarme y maquillarme por aburrimiento, desboqué el móvil para ver si Marcos me había contestado, y así fue; "esta noche no saldré de fiesta, pero si me iré al bar de la plaza a echarme un par de cubatas." La plaza del pueblo estaba a pocas calles de mi casa, mi pueblo era realmente precioso, aún más la parte vieja, donde vivía yo. Era todo muy de pueblo para estar a viente minutos de una gran ciudad como es Barcelona. "Yo me voy un rato al Irlandes, pero nada, por hacer algo, en poquito rato para casa, que hace frío." le contesté y abandoné el móvil para vestirme, se me hacía tarde.

Tardé unos quince minutos en llegar al bar, entre que mi casa no esta cerca de esta zona y que me lo había tomado con calma, cuando llegué ya estaban todos sentado en una de las mesas del interior del establecimiento. Saludé a todos con dos ligeros besos en las mejillas y le lancé una mirada cómplice a Naira. Dejé el bolso y la chaqueta en la silla que me correspondía a mi y fui a la barra a saludar a Aroha, ella salio de la barra para darme un gran abrazo. Aroha es una chica increíble, es de esas personas que son todo corazón, de las que lo sienten todo mucho, de las que son agradecidas con cualquier detalle o gesto que le regales, de esas amigas que no te queda otra que confiar en ella con plenitud, por su sinceridad, por lo directa que es y porque se le nota por todos lados el apreció que te tiene. Me sentía orgullosa de haber parado los pies en el momento justo para centrarme en conocer a alguien como la persona que tenía delante. Aroha era mi mayor apoyo y la mejor amiga que podría llegar a tener nunca.
-¡Al final has venido! -exclamó sonriéndome y abrazándome. 
-Es que hace mucho frío y me ha costado la vida salir de casa, pero ya que me han dicho estos de salir un rato... A demás, así te hacemos compañía, ¿como lo llevas hoy? -le pregunté. 
-¡Ahora mucho más entretenida! Voy a seguir que se me acumulan los vasos, ¿te pongo una cerveza? -me preguntó ya adentrándose al otro lado de la barra. 
-Si, cuando puedas.  -iba a sentarme en la mesa con todos los demás cuando Naira me sorprendió por la espalda y me dirigió al baño. Una vez en el pequeño cuarto y con el cerrojo cerrado, estalle a reír por la cara que tenía mi amiga. 
-¡¿Pero porque te hace tanta gracia?! -elevó la voz todo lo que pudo para no llamar la atención fuera del baño. 
-No sé, tía. La cara que tienes... ¿Tú no querías un rollete así de vez en cuando? ¡Pues ya lo tienes! Deja que todo fluya y no te agobies... -le dije evitando la risa. 
-Pero que no es eso, es que no se, no me pone nada, no se porque me he dejado llevar, encima lo quiero mucho como amigo y si esto acaba mal, ¿qué? -se le veía algo preocupada, bastante. 
-¿Pero le has dicho todo lo que piensas? 
-Sí, le he dicho que yo no quiero nada serio con nadie y que no quiero que acabemos con la amistad por esto. -me explicó. 
-¿Y que te ha dicho él?
-Que piensa igual que yo.
-¿Y donde esta el problema, entonces? A disfrutar, reina. -le dije con una sonrisa picará y abriendo la puerta del baño. 
Llegamos a la mesa donde estaban sentados todos los demás, Aroha ya me había servido la cerveza junto con una copa. Últimamente no dejaba de beber cerveza, tampoco me preocupaba demasiado. Los chicos hablaban de un partido de fútbol, más que hablar discutían. Así que Naira y yo nos entreteníamos haciéndonos fotos y riéndonos de todo. También me preguntó que tal estaba con Marcos, a lo que conteste que bien, como siempre, evitando entrar en detalle.
-Voy a salir a fumar, chicos, ahora entro. -dije poniéndome la chaqueta y levantándome de la mesa. 
-María, si me das un cigarro salgo contigo a fumar... -me dijo Javi sonriendo tímido. Acepte y salimos los dos a la calle-. ¿Que, eh? ¿Que tal con Naira? -le pregunté descaradamente.
-Bueno, bien. Por mi perfecto el plan que llevamos. -me respondió sin darle mucha importancia.
-Pero, ¿tu quieres algo más con ella? -intenté sacarle información a mi amigo.
-Bueno, no. De momento no, pero esta claro que si se esta enrollando conmigo no me va a gustar si se enrolla con otro chico, aun que sea de fiesta. -acepte con la cabeza pensando en que mi amiga tenía muy presente que iba a hacer lo que le apeteciera cuando quisiera.
-Bueno, ante todo conservar la amistad por que sería una pena que os enfadarais si esto no sale bien. -dije echándole una mano a Naira.
-No, eso esta claro. -dijo Javi tirando la colilla al suelo. Lo mismo hice yo y nos adentramos en el bar para volver con los demás. Antes de llegar a la mesa vi a Marcos con otro chico en la barra del bar. Deje que Javi llegará solo a la mesa y aproveche para saludar a Marcos y pedir otra cerveza. 
-Hola pichuqui. -le saludé sonriendo. Me devolvió el gesto y le propiné dos besos en las mejillas-. Hola. -saludé también a su acompañante alegremente. 
-Hombre niña, ¿que haces por aquí? -me preguntó Marcos apoyado en la barra. 
-Como si no supieras que estaba aquí, inútil. -me reí-. Aroha, ¿me pones otra cerveza? -le pedí a mi amiga cuando la tuve cerca al otro lado de la barra de madera. 
-Como vuelan las cervezas, ¿eh? -dijo el amigo riendo. 
-Es viernes, hay que darse un descanso. -le conteste vaciando el botellin en la copa. 
-Se llama María, va conmigo a clase. -le explico Marcos. 
-Yo me llamo Marc. -dijo el chico. 
-Encantada. -dije sin dejar de sonreír-. Bueno chicos, que vaya bien. -me despedí y volví a la mesa con los demás. 
Compartí mi ultima cerveza con Naira, ya que ella no llevaba dinero y aunque no solía beber alcohol a no ser que fuéramos de fiesta, hoy le apetecía. Aroha se acercaba a nuestra mesa cada vez que podía y salía a fumarse un cigarro cuando no tenía mucho trabajo. Era un pena que no pudiera compartir en toda su totalidad esos momentos con nosotros por estar trabajando. Con ella sería todo mucho mas divertido. Pero necesitaba el dinero y al fin y al cabo no lo combinaba mal con los estudios. Se hicieron las doce en un abrir y cerrar de ojos, fuera ya era de noche y la humedad se notaba en el ambiente. Pagué a mi amiga las cervezas que me había bebido y salí con los demás del bar después de despedirme de ella. También le dije adiós con la mano a Marcos cuando pasé por su lado y puse rumbo hacía mi casa. Necesitaba comer algo para asentar todo el alcohol que hacía presencia en mi estomago. Cuando llegue todo estaba a oscuras, dí por hecho que mi madre y mi hermana ya estarían en sus camas durmiendo, así que me puse el pijama con tranquilidad y me senté en el comedor a cenar unas tostadas con jamón york. Encendí la televisión y me relajé. Con todo lo que había dormido en la tarde no tenía sueño ninguno. Durante largo tiempo me entretuve viendo Callejeros Viajeros en Tokio, me gustaba  conocer mundo, aunque de momento me conformará con hacerlo a través de la pantalla. Alcancé mi móvil, hacía rato que no le prestaba atención. Tenía notificaciones y para mi sorpresa eran mensajes de Whatsapp de Marcos; "que haces?". Hacía algo menos de veinte minutos que me había escrito. No estaba en línea pero de todos modos le contesté; "hace un rato largo que he llegado a casa, he cenado y ahora estoy en el sofá viendo la tele, tu que haces?". Bloqueé el móvil y volví a prestarle atención a la tele. Aunque ahora gran parte de mi mente estaba con Marcos. Era raro para mí eso de pensar en alguien varios momentos al día, en concreto, en algún chico. No consideraba amigo a cualquier persona, de hecho, casi todas las personas que conocía no me llamaban en absoluto la atención, ni les prestaba interés. Con el tiempo aprendí a pensar más en mi y dejar de volcarme tanto en los demás, todo esto fue a raíz de ir perdiendo a amigas que consideraba como hermanas. La gente te acaba fallando y a fin de cuentas pocas se merecen lo más mínimo. Pero Marcos había despertado ese interés y se había ganado casi toda mi confianza en muy poco tiempo. Otra de mis ideologías de vida trataba de aprovechar cuando aparecían personas de este calibré. Al fin y al cabo, todo el mundo necesitamos personas de confianza, aunque intente ignorar este dato.
"Creía que ya estabas dormida." 
"Que va, no encuentro mi sueño."
"Normal, te has pegado tres horas de siesta."
"Ya... jajajajajaja tú que haces?" -le pregunté. 
"Con unos amigos, pero voy a irme en nada a casa, empiezo a estar aburrido." -Marcos no cerraba la aplicación ni salía de mi conversación. Por lo tanto la conversación fue seguida. Me gustaba cuando sucedía esto.- "Siempre te tengo que hablar yo." -siguió escribiendo el chico. Me quedé pensativa al leer esta ultima frase. Tenía razón, siempre esperaba a que fuera él quien me hablara. 
"Pero por que es viernes y sé que estás por ahí, tonto!!!" -le dije excusándome. Me apetecía verle un rato, pero no iba a ser yo quien lo dijera. No me gustaba quedar mal con personas que empezaban a importarme, ni mucho menos dar a ver mi interés en ellas. Me sentía insegura con este tipo de cosas. Sí, soy un poco bastante orgullosa. 
"Te diría de quedar un rato, pero como siempre lo tengo que decir yo, pues ya no quiero." -sonreí. 
"Aunque no lo diga, sabes de sobras que siempre me apetece." -dije tímida pero contenta por el mínimo paso que acababa de dar el chico. "Sí quieres, vente y estamos un ratito juntos, que no tengo sueño." -me tocaba a mi acabar de dar el paso. Pero ya no me costaba tanto trabajo, solo necesitaba ver ese interés de Marcos por mi.
"En diez minutos donde siempre, niña." -sonreí  una vez más detrás de la pantalla. 
"Vale, pero bajo en pijama, eh." -acepto y bloqueó el móvil. 
Me calcé intentando no hacer mucho ruido, cogí la chaqueta del pomo de la puerta de mi habitación y cogí el paquete de tabaco de la estantería. Cerré la puerta y encendí la luz para echar un ojo al espejo. Llevaba puestas mis bambas nike blancas, las mallas grises y el anorak rosa encima de la camiseta de pijama. Di el visto bueno y caminé silenciosamente por el pasillo de mi casa. Me paré en seco y decidí que era mejor avisar a mi madre por si se despertaba al cerrar la puerta y se preocupaba. Di media vuelta y abrí ligeramente la puerta de la habitación de mi madre. Le dí un par de toquecitos en el brazo y cuando conseguí que se despertará le dije que me iba un rato y que no tardaría en volver. Acepto y me dirigí al comedor para revisar las notificaciones. Marcos me había escrito hacía dos minutos, diciéndome que en tres minutos llegaba. Baje las escaleras y salí a la calle. Hacia frío. Recorrí a paso lento el supuesto callejón intentando localizar al chico. Me eche a un lado ya que iba por en medio de la carretera y se acercaba un coche a mis espaldas. Este se paro cuando estuvo a mi lado y reconocí a Marcos, sonreí y me subí al coche.
-Me da muy mala espina esta calle por la noche. -dije nada más cerrar la puerta del copiloto. 
-Eres una miedosa... -empezó a reírse. 
-¿Aún vas bebiendo cerveza? -le pregunté al ver que sostenía una lata en la mano. 
-Sí, he traído una para ti también, para que luego digas, eh. -me acerco otra lata de cerveza.
-Me siento afortunada.. -dije entornando los ojos. Marcos aparcó casi al final del callejón, abrí la cerveza que me había cedido el chico y le di dos grandes tragos-. Pon música, ¿no? 
-Ponla tú que no tengo casi batería. -desbloqueé mi móvil y reproducí aleatoria mente el nuevo disco del Barrio. También compartíamos los mismos gustos musicales.
-¿De donde vienes, eh? -le pregunte dejando de tararear la canción que sonaba.
-De la plaza. Mira, te voy a enseñar un vídeo. -me dijo haciéndome apagar la música y desbloqueando su móvil.  Una vez en Youtube, busco un vídeo y me acerco el aparato para que lo pudiera ver bien. Durante largo rato reímos sin parar viendo vídeo tras vídeo, todos sobre tonterías, canciones chorras y parodias. Hasta que el móvil de este se quedo sin  batería y se apago.  Volví a retomar la cerveza y me encendí un cigarro bajando la ventanilla de mi asiento. Marcos me imitó y sacó el ultimo cigarro que le quedaba, tiró el paquete por la ventanilla y nos quedamos en silencio, disfrutando el cigarro con algún que otro trago de cerveza. No existían los silencios incómodos entre nosotros. Nos mirábamos de vez en cuando y nos sonreíamos. 
-Mira que luna más bonita... -le dije soltando el humo de mis pulmones y señalando al frente. 
-María, eso no es la luna, es una farola. -una vez más estallamos a reír a la misma vez. Marcos lanzo la colilla por la ventanilla y dejo la cerveza sobre el porta vasos. Acerco su mano al asiento del copiloto. Mire sus dedos cerca de mi pierna, le miré y reí por su cara. Empezaba a hacerle demasiado efecto la cerveza, se le notaba en los ojos, en la sonrisa, se ponía tonto. Aparté mi mirada y seguí fumando las ultimas caladas que quedaba de mi cigarro. Tiré la colilla y subí la ventanilla, hacía frío. Marcos había deslizado lentamente su mano por encima de mi muslo, me acurruque en el asiento mirando hacía el y atrapé su mano entre mis piernas. Sonrió y le devolví el gesto.  
-¿Que te pasa, eh? -le pregunté haciéndome la tonta. No me contestó e intento deslizar su mano dos dedos más arriba de donde la tenía. No le dejé y me senté bien apoyando mis piernas en el salpicadero del coche. Aparté su mano-. Para anda. 
-Pero si te encanta. -y volvió a acercar su mano a mi, pero esta vez al objetivo directo. Solté un pequeño grito ya que no me lo esperaba. Le miré quedándome quieta, no se borraba esa sonrisa de su cara mientras movía con fuerza su mano. No era de piedra, así que volví a apartar su mano. 
-Para ya o se nos ira de las manos a los dos.  
-¿Y que problema hay? -preguntó. 
-Que te iras a casa con las ganas. -esta vez se lanzó mi mano a su pierna, deslizándose sobre el pantalón del chico hasta que noto un pronunciado bulto. Apreté sobre él y retiré mi mano riéndome al ver la cara de Marcos. No eran raros estos momentos, sucedían en clase, porque no en el coche. 
-Joder, basta ya. -froto sus manos sobre su cara y rebusco en sus bolsillos buscando tabaco, cosa que no encontró. A mi tampoco me quedaba ni un solo cigarro-. ¿Vamos a la gasolinera del polígono a comprar tabaco? -acepté, puse mis pies en su sitio y me abroché el cinturón. Fuimos en silencio hasta que cruzamos una carretera situada al lado de la riera del pueblo-. Mira, ¿ves esa placa anclada en la tierra? -dirigí la mirada hacía donde me señalaba Marcos, estaba muy oscuro todo y no lograba localizarla-. En esa placa de piedra esta grabado con malas letras "lo que pasó aquí no fue un accidente, fue un sacrificio. 1986." ¿Quieres verlo? -me explico el chico. 
-¿De verdad? No, no quiero verlo. Vuelve a arrancar el coche, venga. -dije yo. Estas cosas me provocaban escalofríos. 
-Solo un momento. -dijo Marcos aparcando el coche a un lado de la carretera. Me hizo bajar del automóvil para acercarnos al lugar exacto donde se encontraba la placa. 
-Que me da miedo... ¡Dame la mano! -le grité acercándome a él y arrebatando-le su mano derecha. 
-Ya quieres ir cogida de mi mano por la calle, eh. -me dijo riéndose. Evité decirle algo, ya que estábamos delante de la placa escrita. Alumbré con mi móvil y comprobé que lo que me había contado Marcos era totalmente cierto.
-Que miedo... Vayámonos ya que luego no seré capaz de dormir.  -me desprendí de su mano y corrí al coche, a parte de la sensación que se había instalado en mi cuerpo al ver tal cosa, hacía un frío fuera de lo normal.
Llegamos a la gasolinera y Marcos me dejo sola en el coche para ir a la cabina que estaba abierta a estas horas  para pedirle un paquete de tabaco al dependiente. Alargue mi brazo al botón que cerraba todas las puertas del vehículo. Sí, soy un poco miedosa. Al volver, Marcos se río de mi al darse cuenta que había puesto todos los pestillos del coche. Le abrí la puerta y dejé que se metiera conmigo durante todo el trayecto de vuelta. Volvió a aparcar el coche en el mismo sitio del callejón, nos fumamos un cigarro cada uno y decidimos volver a casa, era tarde. Una vez más se había pasado el tiempo volando. Me acerco en coche al portal de mi casa, me despedí de él y subí a mi casa con una enorme sonrisa. ¿Por qué me llenaba tanto estar con Marcos? Pensando y reanimando momentos en mi cabeza, caí rendida sobre la cama y tapada hasta las orejas.

Desperté por los leves rayos de sol que traspasaban la persiana de mi habitación. Alcancé el móvil y comprobé que ya iban a ser las dos del mediodía. Había dormido mucho y aún así podría haber dormido mucho más, pero no me apetecía perder todo el sábado. Me levanté y vi a mi madre haciendo la comida, abandoné la idea de almorzar y comer directamente. Me lavé la cara y antes de volver al comedor, abrí la ventana de mi cuarto para que se ventilara la habitación. Me senté al lado de la chimenea, mi madre la había encendido y al salir de la cama el frío se había apoderado de mí. Me encantaba el calor que proporcionaba los troncos ardiendo en la chimenea, me recordaba al pueblo de mi abuelo cuando era una niña. Comí nada más mi madre me puso un buen plato de patatas fritas, con pollo asado y un huevo frito en la mesa. Sobredosis de calorías. Tenía mucha hambre y acabe llena cuando me metí en la boca la ultima patata. Me pasé toda la tarde tirada en el sofá, bajo la manta. Hablé un rato con Marcos por Whatsapp, entre otras tonterías y recordando momentos y frases dichas la noche pasada, aproveche para averiguar donde vería al final el partido de esta noche. "Supongo que iré al Irlandes con los amigos, y tú?" Le contesté al instante; "al final estos no van al bar a verlo así que me iré con mi madre y sus amigos." No tuve que esperar mucho para obtener respuesta del chico; "si quieres vente conmigo y con mis amigos." Me hizo reír; "pero que dices? ajajajajajjaa no pinto nada ahí. Iré al Llevant con mi madre que ya han reservado mesa." Me quedé dormida y no me desperté hasta que mi madre me aviso de que en poco la pasarían a buscar para ir al bar. Sin darme cuenta se me había ido el sábado. Ya eran las ocho y media de la noche, que desastre.
-Que mal esta jugando el Barça. -dijo Javi, el chico gay del grupo de amigos de mi madre. 
-Tranquilo, ahora remontan. -dijo Gustavo.  
A decir verdad no tenía gran interés en el fútbol. Siempre era alegría y una especie de ilusión cuando el Barcelona ganaba partidos importantes, por el ambiente y porque mi padre era un apasionado del FCB, de pequeña veía todos los partidos con él y de alguna forma sigo manteniendo esa pequeña ilusión cuando el Barça juega algún partido importante. Pero si perdían tampoco me suponía decepción ni me afectaba en nada. Iban dos a uno, el primer gol fue a favor del Barça y no dude ni un solo segundo en hacérselo saber a Marcos, ya que él era del Madrid; "uy, ¿que ha pasado? menudo golazo o qué." seguido de varios iconos de risa. No tardé mucho mas de quince minutos en comerme mis palabras cuando el Madrid marcó dos goles casi seguidos. "Te pasa por hablar antes de hora, mira, mira los blancos como remontan." El partido quedo tres a uno, victoria para el Madrid. Risas de Marcos. Durante el partido cene un bocadillo de hamburguesa juntos con varias cervezas. Cuando finalizó el partido los amigos de mi madre se pasaron a los gin tonics y yo les acompañe. Eran personas mayores, pero gran parte de ellos tenían mentalidad de adolescentes, con ellos me lo pasaba igual o mejor que con mis amigos.
"¿Que haces marquitos?" -el alcohol me había afectado demasiado y opté por averiguar que planes tenía Marcos. No quería irme ya a la cama y me apetecía una vez más pasar un rato con él, en poco rato mi madre y yo nos iríamos a casa.  
"Ahora estoy saliendo del bar ya, estos se van para casa pero imposible irme yo a la mía, he bebido como un condenao'." -cuando me contestó yo ya llevaba varios minutos en el sofá de mi casa. Decidí no ponerme el pijama hasta saber si vería a Marcos o no. Pensé en tardar un poco en contestarle, pero no valía la pena hacerse la dura ahora. 
"Buena indirecta para verme un rato." -le escribí. 
"No mientas, eres tu la que quiere verme." -me escribió al instante. 
"Quien sabe..." -escribí yo sonriendo. 
"Pero otra vez en el coche?" -fue una pregunta que me sorprendió bastante. Me quede pensativa durante unos minutos. 
"Sube a casa y estamos en el sofá viendo la tele, mi madre ya se ha ido a dormir." -aún no había estado en mi casa, no me lo había replanteado antes tampoco. Pero por que no, que tenía de malo. Al fin y al cabo lo prefería. Hacía menos frío en mi casa que en su coche. 
"Pero avísale antes, que me da vergüenza." 
"Ya se lo he dicho y me ha dicho que vale. No te preocupes, no vas a ver a nadie, ya están durmiendo." 
Decidí ponerme el pijama, se me hacía casi imposible estar en mi casa con ropa de vestir, aunque tuviera que vestirme y desvestirme cinco veces al día, por mi casa siempre iba con el pijama. Marcos ya me había visto en mis peores momentos y estar a su lado en pijama ya era una cosa normal. No tardo mucho en avisarme por Whatssapp que ya había llegado a mi portal. Le abrí la puerta de abajo y me asomé a las escaleras de mi bloque, observando como subía. Mi bloque no tiene ascensor y vivo en un ático, a mi ya no me suponía esfuerzo alguno pero a muchas personas que no solían subir a mi casa, llegaban sofocadas. Marcos era uno de ellos.
-Joder, si tuviera que subir estas escaleras todos los días más de una vez no me tendría que apuntar al gimnasio.   
-¿Por qué crees que tengo este culo? -le contesté sonriendo.
-Mira que eres prepotente cuando quieres, eh... -lo dijo con cara de asco para dejar salir su típica sonrisa mientras me revisaba de arriba abajo, centrándose un poco más en mi mallas.
-Para, imbécil. -me reí y le empuje hacía dentro. Se sentó en el sofá y resoplo, supuse que por culpa del mareo que llevaba por el alcohol, yo me sentía igual. 
-Que bonita tu casa. -dijo observando a su alrededor. La verdad es que el comedor de mi casa me encantaba hasta a mí. Era todo de madera que le daba un aire bastante rurar. La cocina no estaba cerrada, se empalmaba con el comedor, separada por una especie de barra de bar antiguo, algo mas ancha y también de madera que utilizábamos como mesa. Mi madre era profesora de yoga y le apasionaba la cultura budista, así que el comedor de mi casa estaba decorado con todo tipo de figuras budistas, como elefantes de maderas entre otras muchas cosas-. Inspira tranquilidad.
-Sí, es acogedor. -respondí sentándome también en el sofá.  Marcos cogió el mando y cambio de canal unas quinientas veces hasta dejar La que se avecina, ya que a estas horas no daban otra cosa más interesante.
-Me siento raro, nunca he estado en la casa de una chica. Nunca me ha gustado. -me dijo. 
-Hasta que me conociste no habías hecho muchas cosas. -le respondí sonriendo. 
-Tampoco te flipes tanto. -me estiré en el sofá poniendo mis piernas encima de las de Marcos. La relación con Marcos era un tanto extraña, me atraía mucho físicamente pero no tenía ningunas intenciones de llegar a nada más con él que esa peculiar amistad que teníamos. Así que nos pasamos gran parte de la noche viendo la tele y riéndonos de cualquier cosa en voz baja, para evitar despertar a mi madre o a mi hermana. Él tampoco dio píe a nada más y me alegró, no quería meterme en algo que no me llevará a buen puerto, me gustaba Marcos como persona y me apetecía mantenerlo como hasta ahora. Echaba de menos un amigo masculino con el que compartir tantas cosas. 
Cuando el sueño empezó a manifestarse tanto en mi como en el chico, Marcos decidió levantarse antes de quedarse en el sofá dormido, no le apetecía que mi madre nos despertará a la mañana siguiente. Y a mi, a decir verdad, tampoco. Aun que me apenaba que se fuera. Le acompañe a la puerta y salí con él al rellano.
-Nos estamos acostumbrando a vernos mucho. -me dijo medio dormido, enfrente mío.
-A mi no me desagrada. -respondí yo mirándole.
-A mi me gusta y me parece raro, nunca había tenido una amiga así y me encanta. -me confesó. Sonreí. 
-A mi también me gusta pasar tiempo contigo. -dije yo devolviendole la confesión. 
-Pero no te acostumbres nena, suelo cansarme de las cosas. -me dijo riendo y rompiendo el momento. 
-Tranquilo, se te olvida que hablas con alguien que esta hecha de tu misma materia. -le respondí guiñándole el ojo. 
-No puedes quedar por debajo de nadie nunca, ¿eh? 
-Buena observación. -no pude dejar de sonreír. Al igual que él. 
Me pasé gran parte del domingo recuperando horas de sueño, viendo películas y comiendo guarradas. Me planteé un par de veces hacer algo de provecho y coger algún libro o por lo menos enterarme de si se tenía que hacer algo de deberes. Pero algún que otro síntoma de resaca borraba esa intención, así que el lunes por la mañana, después de ducharme y vestirme, cogí la mochila tal y como la había dejado el viernes.