sábado, 19 de diciembre de 2015

Capitulo siete.

El comienzo de semana fue un desastre, debería haber invertido algún que otro día del fin de semana para ponerme al día con casi todas las asignaturas, ya que me encontraba delante de una semana repleta de exámenes. Por suerte ese lunes no me sorprendió ninguno, mañana martes, matemáticas. Esta tarde me lo miraría por encima, no se me dan mal los números. El miércoles economía e ingles y castellano para el jueves. Que estrés y que agobio después de un fin de semana de diez. Me auto convencí, mientras llegaba a casa, de que me pondría a estudiar en la tarde para evitar acabar suspendiendo gran parte de las materias este trimestre. 
"María, mañana me ayudarás a estudiar economía?" -el sonido estridente de una notificación en el whatsapp me dejó casi sorda, ya que llevaba puestos los auriculares en los oídos. Marcos cada vez me hablaba antes, acababa de estar con él en clase y aún no había llegado a casa para comer y ya me estaba buscando. Sonreí satisfecha.
"Sí, mañana te ayudo a entender lo principal y deberías hacer el dossier que te subirá algún que otro punto en la medía." -le escribí adentrándome en el portal de mi bloque.
"Te parece si después de comer me paso por tu casa y me bajas tu dossier?" -me preguntó.
Acepté y le dije que me avisara cuando estuviese de camino para no hacerle esperar. Abrí la puerta de casa y me encontré a mi madre sentada en una de las sillas de madera del comedor. Hablaba por teléfono y con solo dos frases supe de que se trataba. Sus expresiones eran tensas y notaba un cierto resquemor y decepción en su hablar. Di por hecho que llevaba rato pegada al teléfono, ya que ni el mantel estaba sobre la mesa. Cuando llego de clase la comida tiende a estar ya puesta, como mínimo, los cubiertos y los vasos. Saludé a mi madre por lo bajo, me miró y pude darme cuenta lo poco que le gustaba esta situación. Si algo me dolía de verdad en esta vida era ver a esa mujer pasarlo mal. Me dirigí a mi cuarto y me desvestí para ponerme el pijama. Ya sabéis, manías mías. Volví a salir al comedor y me alegré cuando mi madre ya no hablaba por teléfono. Seguía sentada en la misma posición dándole vueltas al asunto.
-¿Quien era mamá? -pregunté queriendo saber.
-Tu prima Judith. -me contestó. Mi prima ya tenía sus treinta y pico de años. Vive con su marido y con su hija, Ruth. Ruth, es la niña más pequeña, alegre y bonita que veré nunca. Siempre va de un lado a otro con su enorme sonrisa y embrujando-te con su risa. Mi prima Judith era abogada, fue ella misma la que nos busco un abogado, amigo suyo, para solucionar el conflicto con mi familia paterna. Cuando la madre de mi padre murió, mi tío y en resumidas cuentas, todos los miembros de esa familia, salvo mi abuelo, nos jugaron una mala pasada con la herencia. A mi me daba igual el dinero, me afectaba el vinculo que se había roto definitivamente con esas personas que solía llamar familia. Aún más me dolía el poco afecto que le habían tenido a mi padre, ya que no estaba en vida. Pero sin lugar a duda, lo peor era mi madre. Ella no se merecía nada de esto, suficiente había tenido que pasar ya como para sumar jueces, abogados y cero relación con su familia política. 
-¿Y que te ha dicho? -le pregunté.
-Nada, mañana iré con ella al banco a ver si conseguimos las cuentas bancarias del abuelo. -me explico. No quise preguntar nada más y me limite a poner la mesa.  
Mi madre había hecho puré de cala-bacín y carne rebozada, comimos en silencio, echándole un ojo a la televisión de vez en cuando. Mi hermana de doce años, acababa de empezar educación de secundaria obligatoria, y salía mucho más tarde de clase. Por esa razón primero comíamos mi madre y yo, y más tarde, mi hermana. "En dos minutos llego a tu portal, niña. ¿Estás comiendo?" tenía el móvil presente ya que sabía que Marcos vendría en cualquier momento a por el dossier de economía. "Sí, estaba comiendo pero te lo bajo en un momento, pichu." Me levanté de la mesa, me calcé y cogí la funda de plástico con quince o dieciséis paginas que formaban un perfecto dossier de economía. Abrí la puerta de mi casa y baje las escaleras saltando-las de dos en dos. Delante de mi portal había una furgoneta blanca, la sorpresa fue cuando me acerqué a la puerta, la abrí y reconocí un Marcos sonriente subido en ella. Mi expresión de sorpresa le hizo reír.
-¿Ahora una furgoneta? ¿Pero tú de donde has salido? -le dije acercándome a la ventanilla del enorme vehículo. De por sí, Marcos tenía pinta de gitano, pues metido en esa furgoneta blanca, daba el pego totalmente. Si no le conociera pensaría que se ganaba el sueldo repartiendo melocotones por la provincia. Sonreí. 
-¿Pero que te pensabas? Soy un hombre con recursos. -nos reímos al unisono y le acerque el dossier.
-Hazlo entero, eh. No seas perezoso.
-Como usted mande, señorita. -me dijo sin borrar la sonrisa y depositando el dossier en el asiento del copiloto. 
-Imbécil... -refunfuñé-. No hagas esperar a los coches de detrás, anda. ¡Hasta mañana! -dije adentrándome de nuevo en el portal, solo tuve que empujar la puerta, ya que no la había cerrado del todo.
 -Adiós niña. -escuché. 
Cuando acabé de comer no me permití estirarme un rato en el sofá, cogí mis cosas y me fui a la autoescuela. Hoy no estaría mucho rato en ella, tenía que estudiar  para el examen de matemáticas de mañana. Saludé a Maite, la mujer que me ayudaba a entender todo aquel mundo del automóvil. Que ganas de sacarme de encima el examen teórico. Cogí un lápiz, una carpeta repleta de cuestionarios y mi libreta. Durante largo rato no paré de realizar test tras test, de corregir las preguntas que había fallado e intentar recordar la corrección para la próxima vez que me encontrara delante de la misma pregunta. Seis y media. Notaba mis ojos cansados y decidí que era suficiente por hoy.

Salí de la autoescuela y rescate mi móvil del fondo de mi bolso. Aroha; "hola beba, ¿hoy iras a la autoescuela?, saldré del gimnasio a las siete, si quieres dime y al salir nos hacemos un cigarro juntas." Casi. Le escribí a mi amiga que acababa de salir de la autoescuela y me iba hacía casa a repasar un poco para el examen de mañana. Vi la conversación con Marcos, él había sido el último en hablarme, así que decidí escribirle. "Hola holita, ¿que haces?" 

Llegué a casa y después de ducharme y ponerme el pijama, desarme todas las hojas que tenía de matemáticas sobre la mesa y me puse a practicar, era fácil. Hice dos ejercicios por sentirme realizada y asegurarme de que mañana lo haría bien. Iba a suspender alguna asignatura, por lo menos ingles, así que no estaba mal asegurar matemáticas como aprobada. Marcos no había ido a trabajar, se pasó media tarde en repaso con Roger, una chica les ayudaba en matemáticas. La otra media tarde la invirtió en acabar el dossier de economía. Por impresionante que parezca lo acabo entero, insistió en pasarme fotos para que me lo creyera. Acordamos que mañana estudiaríamos en mi casa,  al chico le costo ceder, le daba vergüenza, pero mi insistencia resulto eficiente.

Al día siguiente me levanté de la cama cuando sonó el despertador, tenía el examen de matemáticas a primera hora y no me apetecía llegar tarde. El día estaba apagado, hacía mucha humedad y más frío del habitual. Cuando llegue al centro me uní a Aroha y a Xavi, los cuales terminaban de fumar el cigarro de primera hora de la mañana en los bancos de enfrente, cuando acabaron, entramos juntos al aula. Aún quedaban cinco minutos para que empezara la clase, Naira ya había llegado, Darius también y algunas personas más con las cuales no mantenía relación alguna estaban sentadas observando el libro de matemáticas, intentando entender algo a ultima hora. Vi también a Marcos, sentado en su mesa, con la cabeza agachada y la vista perdida en los apuntes de matemáticas. Me acerque a él con una sonrisa en el rostro.
-Buenos días, nene. ¿Como lo llevas? -le pregunté. Levantó la cabeza, mirándome, nada más escucho mi voz. 
-Muy bien, me lo sé todo. Soy el mejor. -me respondió con un tono chulesco-. ¿Tú lo sabes hacer? -me preguntó cambiando la expresión de prepotente. 
-Sí, ¡no es un examen difícil, así que deja de echarte flores! -exclamé y me di media vuelta, dirigiéndome a Naira. 
-Hola, reina. ¿Como estás? -saludé a mi amiga. 
-Bien, tengo frío, hace un día de mierda. -me contestó ella, aún con la chaqueta. 
-Me lo dirás a mi que vengo desde el pueblo. 
-Y yo porque me he encontrado a Marcos por el camino y me ha traído en coche, que si no me muero congelada. -intenté mantener la misma expresión de tranquilidad con la que había venido, por mucho que me irritara lo que acababa de escuchar. 
-Ya ves, venir en coche en invierno es un regalo. -dije yo mientras separaba una de la mesas y me sentaba, sacando el bolígrafo, la calculadora y la regla que necesitaba para hacer el examen. 
A los pocos minutos de sentarme, apareció Feredico por la puerta de clase, con prisas ordenándonos que separáramos las mesas y nos colocáramos para realizar el examen. No quería que dejáramos cosas por hacer solo porque no nos diera tiempo. Cuando tuve el examen delante lo analicé por encima y empecé a escribir y teclear en la calculadora sin parar, pero con tranquilidad para no equivocarme, ya que era bastante fácil sumar en vez de restar o no introducir bien los números en la calculadora. Cuando acabe de hacer el examen, faltaban ocho minutos para que sonara el timbre. Repasé las dos hojas que había rellenado de números  y observé a mi derecha. Ana ya había dejado de escribir, también había terminado. Naira y Aroha seguía escribiendo. Ahora puse la mirada hacía mi izquierda y observé a Marcos, percibió mi mirada y me devolvió el gesto. Le pregunté en voz baja como lo llevaba  y me contesto que ya estaba. Me sonrió y le mande un beso arrugando mi cara que le hizo reír. Sonó el timbre que finalizaba la clase. Cuando Feredico sé fue recogí mis cosas y las traslade al final de la clase, tocaba economía.
-¿Tienes el dossier? -le pregunté a Marcos una vez sentada a su lado. 
-Aquí no, pero te lo llevaré esta tarde cuando vayamos a estudiar. -me respondió. Quería asegurarme de que tendría el dossier, ya que Marcos era una cabeza loca. Necesitábamos el dossier para estudiar y, sobretodo, para entregarlo mañana. En ese momento, Edu, cruzó la puerta de clase.
-Como ya sabéis mañana tenemos el examen. Ahora sacar una hoja nueva que vamos a empezar tema nuevo.  -dijo la profesora depositando su mochila encima de su mesa. 
-Podríamos invertir esta clase en repasar para mañana, en vez de darnos teoría nueva. -propuse yo en voz alta. 
-María, hay mucha materia que dar y si no nos ponemos las pilas no nos dará tiempo.  El examen de mañana esta suficiente repasado ya. -evité contestarle y acepté sacando una hoja a cuadros sin utilizar. 
-Mmmm... que bien huele... -dijo de pronto Marcos. Le miré y vi como sostenía con sus dos manos mi bufanda, debajo de su nariz. Me hizo gracia la cara que puso y me reí sin hacerme notar demasiado. 
-¿Te gusta como huelo? -le pregunté sonriendo-. Mira, huele aquí. -le dije evitando reírme, acercándole mi cuello y apartando mi pelo. Se lo pensó por un momento, por un pequeñísimo instante pero se acercó a mi cuello, rozando su nariz en mi piel. Un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando sentí su respiración en mi cuello. 
-Me encanta como hueles... -dijo exagerando un tono de voz seductor de película, cuando se separo rozo lentamente sus labios por mi cuello. Lo hizo queriendo. Vi su sonrisa juguetona cuando se poso de nuevo delante mío. Volví a sentir esa sensación, esas cosquillas en la tripa, mas bien, un poco más abajo. Quería continuar con el juego. Emití un gemido pequeño, imitando su voz. Él sonrió y me lo devolvió, está vez más alto. Me gustaban estás cosas, cero vergüenza, ningún reparo en hacer el payaso. Volví a gemir en broma, ahora un poco más largo y subiendo el volumen. Nos miramos y empezamos a reírnos sin poder parar. 
 -María y Marcos, si no vais a prestar atención, podéis iros. -dijo Edu, cuando no quisimos dar cuenta, medía clase mantenían los ojos puestos en nosotros.
-¿Y si nos vamos al lavabo? -me dijo Marcos. No esperaba tal cosa y me volví a reír, intentando controlar mis carcajadas. 
-Liberar tensiones ya, en serio. Tenéis un problema. -nos dijo Aroha, la cual estaba sentada delante nuestro con Ramón. 
-¡Que es todo en broma! -exclamamos Marcos y yo riéndonos. 
No era plan que nos echaran de clase, intenté mantener las formas y llevé mi dedo índice a mis labios, haciendo callar a Marcos. Abrí el libro por la pagina que tocaba e intenté leer el primer párrafo para tener una ligera idea de que iba este tema, pero era imposible, la voz de mi profesora de economía se alejaba cada vez más, hasta el punto de no escucharla. No tenía ganas de empezar un tema nuevo sin antes haberme quitado el examen de mañana de encima, de todas formas, todo perdía interés si tenía al lado a Marcos. Inconscientemente toda mi atención era para él. Abandoné una vez más la idea de aplicarme en clase y miré a mi amigo, mantenía entre sus manos el móvil, acerqué la vista a la pantalla y vi como ojeaba una pagina de motos. Hundí dos de mis dedos en sus costillas, haciendo que pegara un bote asustado.
-Ay, ¡morcillita! -dije no muy alto, imitando la voz de una niña pequeña y sonriendo por la cara que se le había quedado. 
-¡Que tengo cosquillas, inútil! -me dijo enfadado. 
-¿Tienes cosquillas? -le pregunté sin dejar de sonreír y hundiendo de nuevo mis dedos en su punto débil del costado. 
-¡Para ya! -está vez dejo escapar su risa. 
-Morcillita guapa. -volví a decir con tono de voz de cría tonta.
-Que no me llames gordo. -me miro con mala cara-. Morcilla esta de aquí. -siguió diciendo mirando hacía su entrepierna. 
-Mmm que rica. -dije totalmente en broma. 
-Eres una cerda, no había conocido nunca a una chica tan como tú. Tan como yo. -me dijo riendo. Lo mismo hice yo. 
Sonó  el timbre que daba por finalizada la clase y daba paso a la media hora de recreo. Después de salir del instituto nos dirigimos a la esquina habitual, Marcos se había dejado el bocadillo en casa, así que no vino con nosotros, almorzaría en su casa.
-Chicas, para fin de año hemos dicho de ir a carpas. ¿Vosotras queréis venir? -nos dijo Javi. 
-Seguramente yo tenga que trabajar en el bar toda la noche, no contéis conmigo. -dijo Aroha cabizbaja. 
-¿Que dices, tía? Te vas a pasar la noche de fin de año amargada en el bar? -le pregunté yo. Quería que viniera con nosotros. Era necesaria para mi. 
-No puedo dejar al tío del Dani colgado, tengo que ir, ya lo sabéis... -dijo ella sin ganas.
-Yo por mi sí. -dijo Naira. 
-Yo también.. total, todo sea por no quedarse en casa. -no me gustaba en absoluto la navidad, pensar en las cenas, en los días puntuales, en las calles repletas de luces me amargaba bastante. Mucho más pasar la noche de fin de año en una discoteca, entradas más caras de lo normal, aglomeraziones de personas en un mismo recinto, tener que buscar un vestido para salir esa noche, con lo poco que me gustaban esas prendas y por si fuera poco, aguantar horas y horas encima de unos tacones. Prefería no pensarlo, pero más grande se me hacía todo si me quedaba en casa una noche como aquella. Pasará rápido, pensé.  
-Pues mañana traerme veinte euros, que irán ya a comprarlas. -nos dijo Javi a Naira y a mi.  
Sin a penas darme cuenta, las dos siguientes y ultimas clases pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Ya estábamos en la puerta del instituto fumándonos un cigarro todos juntos antes de irnos cada uno a su casa.  Ana y yo no tardamos en despedirnos, para poner rumbo hacía el pueblo, las tripas empezaban a rugir por el hambre.
-Luego nos vemos. -le dije a Marcos despidiéndome. 
-Ya veremos. -me contesto él. Que toca huevos es cuando quiere. 
-Tú mismo, cuando suspendas el examen de economía no me llores.  -le contesté ya de espaldas a él, sin mirarle. 
-Que si... luego nos vemos. Hasta luego chicas. -acabo diciendo. Todos los demás nos dijeron adiós. 
Me despedí de Ana a medio camino y me coloque los auriculares, escuchando El Barrio llegué a casa. Cuando abrí la puerta me encontré a mi madre haciendo posturas yóguicas.
-¿Que haces mamá? -le pregunté mirándola fijamente.
-¡Mira, mira! ¡Ya me sale! -me exclamó contenta-. ¿Te lo enseño? -acepté y observe como se colocaba  en la alfombra del salón, con la cabeza entre sus brazos. Me sorprendí cuando impulsó todo su cuerpo hacía arriba, quedándose totalmente recta en el aire, las piernas junto con los pies estirados y el torso inmóvil. 
-Joder, algún día de estos te romperás en dos. -le dije riendo. Me encantaba ver a mi madre con esas ganas y esa ilusión, ella no trabajaba, pero daba clases de yoga en un centro. Le hacía feliz y estaba contenta y eso me hacía estar bien y tranquila. 
-Lo enseñare en la clase de hoy, a ver si se atreven. -me dijo incorporándose.  
-A ver si te vas a cargar a alguien. ¿Has hecho la comida? -le pregunté ya que no estaba ni la mesa puesta. 
-Espaguetis. -contesto mientras se dirigía a la cocina y extendía el mantel sobre la mesa. 
-Oh, eres la mejor madre del mundo. -tenía mucha hambre y los espaguetis eran mi plato favorito-. Después a la tarde se vendrá Marcos a estudiar, que mañana tenemos examen de economía, ¿vale? -mi madre apenas conocía al chico, solo de mencionarlo alguna vez cuando he bajado de noche a estar un rato con él y algún comentario que le he contado sobre clase. Aceptó sin preguntar nada más y nos pusimos a comer prestando atención a la tele-. Mamá, ¿me puedes dejar veinte euros? Mañana tengo que pagar la entrada de fin de año. Iremos a una discoteca. ¿Sabes si cenaremos en algún lado esa noche? 
-Cenaremos en casa de la Ana. -Ana era la mejor amiga de mi madre desde pequeñas, casi bien era mi madre segunda, ya que desde que nací he pasado momentos con ella. Ana y su ex marido eran muy amigos de mis padres, desde jóvenes iban a todos lados juntos. Basta con abrir uno de los álbumes de fotos que hay por casa para ver fotos mías con ellos cuatro en cualquier lugar, playas, montañas, campos, apartamentos, hoteles...-. Vendrán todos y después nos iremos al polideportivo como cada año. -este dato me relajo bastante, no celebraríamos año nuevo solas en casa, si no que todos los amigos de mi madre se iban a juntar y eso me puso feliz. 
Cuando acabé de comer y como rutina, me estiré en el sofá y me cubrí un poco con la manta. Desbloqueé el móvil y le escribí a Marcos."¿Que haces pollito?" Pasaron varios minutos hasta que me contesto, los cuales invertí en mirar la tele y relajarme un poco.
"Acabo de comer, ¿y tú xoxo?"
"He acabado de comer hace un ratito y ahora estoy en el sofá viendo la tele." -le escribí. 
"¿A que hora quieres que vaya a tu casa? -me prenguntó. 
"Cuando quieras, yo ya no tengo nada que hacer."
"Pero dime a que hora, ¡que es tu casa!" -me escribió. 
"Te estoy diciendo que cuando estés listo y hayas hecho todo lo que tienes que hacer, por mí puedes venir ya, tontico." 
"Pero le has dicho a tu madre que voy?" - sonreí, se notaba que le daba respeto. 
"Sí, no sufras que esta todo controlado. No tomes café, ahora te hago uno y nos lo tomamos juntos."
"Joe, me da vergüenza." -me admitió de nuevo.
"Que no pasa nada, solo somos dos amigos que tienen que estudiar, ¡espabila!" -puse los ojos en blanco y le dí a enviar. 
"Ya sabes que no suelo entrar en casa de chicas." -me volvió a recordar. 
"Me estoy cansando de esperar. Trae el dossier, no te lo vayas a dejar. Y no tardes que es largo el tema." -le escribí con intenciones de finalizar la conversación. 
"Vale, vale. Ya voy..." -al fin se dio por vencido. Sonreí. 
Me levanté del sofá para ir a mi habitación antes de que viniera Marcos. Ya me había puesto el pijama cuando llegué a casa y no tenía ningunas ganas de vestirme con ropa de calle. Las mallas grises ya estaban lo suficientemente decentes y la sudadera quedaba bien combinada. ¿Me tenía que poner sujetador? ¿O no? Sonreí ante mi pensamiento. Mejor sí, no es cuestión de exponerse tanto, de momento, claro. Volví a sonreír delante del espejo mientras me deshacía de las mangas de la sudadera para colocarme de nuevo la pieza de ropa interior. ¿Que estaba pasando con este chico? A veces me desconcertaba mi manera de pensar o de actuar en cuanto a mi nuevo amigo. No era ningún misterio la atracción física que sentíamos el uno por el otro. Pero tenía bastante claro, o por lo menos intentaba que fuera así, que no quería nada con él, ni lo más mínimo. Me lo pasaba bien y habíamos creado un vinculo y una confianza en tan poco tiempo que era de valorar. ¿Y si llegara a tener algo serio con él? Podría estar bien. ¿Pero que dices María? Yo con novio. Reí a carcajada en la soledad de mi habitación. Céntrate. A veces mi mente hacía de las suyas y se replanteaba cosas ilógicas para mí. Pero me costaba poco devolverla al sitio. Marcos era un culo de mal asiento, acababa de salir de una relación muy larga y sus planes ahora eran aprovechar el tiempo perdido, pasárselo bien y estar tranquilo. ¿Y yo? ¿Yo en una relación? ¿Yo preocupada por algo relacionado con tíos? Demasiado bien estaba con mi vida ahora mismo. A demás, habría que estar loca para ilusionarse lo más mínimo con Marcos, en cualquier momento podría volver con su ex novia, ya que por estadística pura, toda pareja que dura largo tiempo, acaba volviendo, dejándolo, volviendo, y así sucesivamente. Y no nos olvidemos de la extensa lista de chicas equis. Las equis me daban igual. No me importaba que Marcos se tirará a cualquiera una noche de fiesta o algún día aburrido para él. Sabía como era. Lo que si me molestaba era lo de Naira. ¿Por qué? No lo sé. 
"Ya estoy aquí, pero baja a por mi, por fa." -me escribió Marcos. Pensando en el rey de Roma, por Whatsapp asoma. Me reí sin querer. Me levante al interfono, que estaba al lado de la puerta y descolgué. 
-¿Hola? ¿Morcillita?  -dije seria, intentando esconder la sonrisa. 
-Ábreme. -escuche al otro lado.
-No sé... deja que me lo piense. Ahora te digo, ¿vale? Un momento. -dije con tono serio. 
-¡María! Ábreme la puerta, ya. -me reí y presioné el botón azul que abría la puerta de abajo. Salí al rellano y me asomé por encima dela barandilla. Vi a mi amigo abajo, mirándome y me reí fuerte-. Baja a por mi... -dijo no muy fuerte, para evitar que mi madre lo escuchará. 
-No voy a bajar a por ti para volver a subir, yo te espero aquí y te vigilo que no te pase nada. -le dije graciosa. No le quedo otra que acceder, vi como empezaba a subir las escaleras y como, cada vez, se acercaba más a mi rellano.
- Gilipollas. -me dijo cuando le faltaban pocas escaleras. 
-Quiéreme. -le dije riéndome.
-Mas quisieras. -le molestaba esta situación pero acabe por contagiar-le la sonrisa-. Tu primera. -me dijo cuando le hice señas para que entrara en casa.
-Que vergonzoso eres cuando quieres, quien lo iba a decir. -dije cruzando la puerta. Cuando estuvo dentro, la cerré.
-¿Donde dejo las cosas? -me pregunto refiriéndose a la chaqueta y a la mochila. 
-En el suelo, por favor. 
-Estás graciosa hoy, eh. -me respondió.  
-Es que tienes cada pregunta... La mochila déjala encima de la mesa y la chaqueta en el sofá o en la habitación.
-Toma, déjala en tu habitación. -me dio la chaqueta y la lleve a mi cuarto resoplando-. Tú dossier. -me dijo cuando volví al salón. Ya había sacado su libreta y su estuche y estaba sentado en uno de las sillas de madera. 
-¿Quieres un café? -le ofrecí a lo que me dijo que sí. Saqué dos vasos después de encender la cafetera y vertí leche en ellos, para a continuación, meterlos en el microondas. 
-Que culo te hacen esas mallas... -escuché como decía Marcos detrás mío. Sin contestarle moví mi cadera de un lado a otro. Sonreí al escuchar su risa. Vi como se levantaba y volteaba la barra que utilizábamos como mesa  hasta llegar al costado de la cocina. Sin prestarle atención, presioné el botón de la cafetera y observé como caían gotas de café en el pequeño vaso. Marcos pasó por detrás mío, dejando que su mano se deslizara por mi culo levemente. 
-No puedes resistirte, ¿eh? -le dije. 
-Y lo que te gusta, ¿qué? -le miré sonriendo como respuesta. Saqué los vasos del microondas y acabe de preparar los cafés. Cuando escuche como mi madre se acercaba a la cocina. 
-Hola mama, esté es Marcos. Mi madre Elena. -los presente creyendo que era lo más normal, aunque sintiéndome un poco extraña. Después de que mi madre dijera algún que otro comentario se volvió a ir a su habitación-. ¿Que pasa? 
-Nada, muy serio esto. -me dijo Marcos. 
-Venga anda, siéntate. Vamos a empezar a estudiar. -cada uno se sentó en cada lado de la barra, uno delante del otro. Así sería más fácil concentrarnos en economía-. Saca una hoja y un bolígrafo. -le ordené mientras abría el libro buscando un ejercicio completo.
-¿Como vamos a estudiar? -me preguntó. 
-Vamos a hacer el ejercicio en el que salga todo lo que tienes que saber para aprobar este examen, así con solo hacer uno, tenemos suficiente. Vamos a hacer este. -dije, cuando encontré el ejercicio que buscaba. 
-Lo puedes hacer tú y yo te observo mientras me lo explicas. 
-No, que tanta belleza te hipnotiza y no te enteras de nada. -dije sonriendo.
-¡Ala! ¿Pero como eres tan flipada? -exclamo. 
-Venga Marquitos. Empieza por hacer las lineas de los asentamientos. -vi como intentaba hacerlo, pero no tenía ni la más rebota idea de como, que manco es cuando quiere. Le arrebate la hoja e hice dos lineas en horizontal mal hechas y otras dos en vertical-. Vale, aquí dice que este señor ha formado una empresa con veinticinco mil euros en una cuenta bancaria, unos diez mil en caja y ciento treinta mil entre terrenos y construcciones. Todo esto supone una perdida de dinero para él, ¿no? Pues todo esto irá en el activo, en el lado izquierdo. Y en el pasivo, en el lado derecho, pondremos capital por el total. Para que el asentamiento cuadre. 
-¿Y como lo hago? -me pregunto concentrado.  Le volví a quitar la hoja y escribí en ella lo que le había explicado, volviendo a decir en voz alta que estaba haciendo, para que lo entendiera mejor-. Ah, vale. Ya lo entiendo, creo. 
-Vale, pues ahora el siguiente asentamiento. Dice que ha comprado mercaderías por valor de quince mil euros. Si compras, pierdes dinero, ¿no? Pues la compra de mercaderías ira en el activo. Y en el pasivo pondremos proveedores por el mismo valor, para que cuadre el asentamiento. ¿Sí? -acepto y escribió. Durante largo rato invertimos el tiempo en realizar casi todo el ejercicio.  Algunos anunciados costaban más que otros, pero a duras penas, lo iba entendiendo. 
-Ya me he cansado... -dijo Marcos cuando faltaban dos asentamientos por acabar.  
-Venga ya, no queda nada. Quiero que apruebes. Ahora está vendiendo mercaderías, ¿como lo harías? -le insistí. Me miro con ojos cansados y cara de cachorro suplicando una galletita-. Venga.. Queda muy poco. -dije otra vez, levantándome de mi silla y sentándome al lado de Marcos. Cogí el bolígrafo e hice yo misma el asentamiento, explicándolo en voz alta para que me prestara atención. Cosa que supe que no conseguiría cuando sentí la mano de Marcos en mi pierna. Agache la mirada para posar los ojos en la mano de Marcos, hasta su mano me activaba por dentro. Una mano grande, con fuerza, deslizándose por mi muslo, queriendo pararla y a la vez deseando que siga su recorrido-. Para va.. -acabé diciendo. 
-¿No te gusta? -me preguntó mirándome fijamente. 
-No juegues que sales perdiendo. -no me hizo caso alguno y su mano me presiono con fuerza-. ¿Quieres ver como pierdes? -le pregunté a la misma vez que mi mano se dirigía a la nuca de este, deslizando la yema de mis dedos por su cabeza, su cuello, por el lóbulo de su oreja. No hizo falta mucho más. 
-Mira, ya has perdido la batalla. -le dije riendo y observando su entrepierna donde daba lugar ese bulto al cual me estaba acostumbrando demasiado. 
-Será que tu no estás húmeda. -me dijo apartando su mano de mi pierna pero sin borrar su sonrisa. 
-¿Quien sabe? -le mandé un beso vía aire y me levante recogiendo los vasos de la mesa. 
El móvil del chico empezó a sonar. Escuche detenidamente la conversación mientras le daba un agua a los vasos. Vale, estaba estudiando pero ya he acabado, ahora iré a buscarla. Supuse que al otro lado del teléfono estaba su padre o su madre. No me equivoqué, Marcos debía ir a buscar a su hermana a basquet en cuestión de un cuarto de hora. Recogimos la mesa, los apuntes y los bolígrafos. Aprovecho que tenía que ir a mi habitación a por la chaqueta para observar detenidamente algunas de las fotos que tenía colgada en la habitación. En uno de los marcos salía yo con unas antiguas amigas, una de las cuales había tenido algo con Marcos, ¿una antigua equis? Puede ser. Se divirtió con esa foto, también en otra donde salía toda mi clase de tercero de la ESO, allí estaba Darius. No salio de la habitación sin antes hacerle una foto a la cara del chico y pasarla por el grupo que teníamos todos los de la clase. Mi madre me pidió que fuera a por el pan, me calcé y baje con Marcos. El chico insistió en acercarme a la panadería, ya que le pillaba de camino. Al subirnos al coche, pasó un vecino mío, el cual había sido también amigo no hace mucho tiempo atrás. Tanto yo como Marcos le saludamos. Baje del coche en la esquina de mi calle, después de despedirme de Marcos y compre dos barras de pan. Antes de llegar a mi portal me volví a encontrar con mi vecino, después de preguntarle como le iba todo, intentó averiguar que hacía con Marcos en mi casa. Vamos a la misma clase y mañana tenemos examen de economía, ayudando-le a estudiar un poco. Lo típico. Me despedí y subí a casa.

Me sentía agotada, tenía ganas de meterme en la cama y dormir hasta mañana. Me limité a cenar un poco de ensalada que había hecho mi madre y un trozo de lomo a la plancha. En mi casa siempre se cenaba muy pronto, a eso de las ocho ya estábamos en la mesa, mi madre dice que cenar tarde e irse a la cama a dormir con el estomago lleno es malo. No tarde en volver a coger mi sitio en el sofá, pero el sueño se hacía notar y decidí trasladarme a la cama hasta que el cuerpo aguantara. "Me ha gustado estudiar contigo." Marcos me hablo por Whatsapp. Sonreí y le contesté; "a mi también, es una buena manera para hacer del estudio algo divertido." Sin hacerme esperar, contesto; "siempre me río mucho contigo." Muy pocas veces Marcos y yo nos decíamos cosas de este tipo por Whatsapp, las veces que pasaba me hacía sentir bien. Siguió escribiendo; "tienes una felicidad que es difícil de encontrar." Volví a sonreír detrás de la pantalla. "No siempre soy feliz, pero eso lo reservo para cuando estoy sola en casa, fuera me gusta estar bien." Vi como escribía al instante; "no sé, me pegas tu felicidad, es imposible estar mal cuando estás cerca." Joder, ¿esto era muy bonito o soy yo que estoy demasiado gilipollas? ¿Que le contestaba ahora? "Me encantan estás cosas, la vida esta para ser feliz y hacer feliz a los de tu alrededor." Me escribió; "compartimos muchas maneras de ver la vida, de pensar y de actuar. Eres la amiga perfecta." Me reí como una niña pequeña entre mis sabanas. "No me lo creo, ¿tu diciéndome que soy perfecta? Algo falla pollito." Seguido de iconos divertidos. Me respondió; "cállate imbécil, no te acostumbres." La conversación no duro mucho más, ya que por más que evitará cerrar los ojos y luchara contra el sueño, me quedé dormida.

Me desperté antes de que lo hiciera el despertador, era pronto. Hoy, miércoles, entraba una hora más tarde, la primera clase era economía, examen. Pensé en aprovechar para repasar un poco, pero me lo sabía todo de pe a pa, no valía la pena. Me revolví en la cama y alcancé mi móvil que se encontraba en una esquina de la cama, me volví a dormí con él. Lo desbloqueé y abrí el chat de Marcos. "Uy, te abandoné.. Espero que me perdones. Si estuvieses despierto, nos tomaríamos un café en el bar antes de entrar a clase...". Pocas veces daba yo esté paso, pero hoy... "Me apetece". Enviar. No estaba segura de que se levantará más pronto de lo debido, aún así, me levanté de la cama con energía e invertí el tiempo en elegir la ropa que me iba a poner hoy. A maquillarme sin pasarme y a alisar-me el pelo. Desde el baño percibí la vibración de mi móvil, salí dejando la plancha del pelo en la pica y con esperanza de que fuera Marcos fui en busca del móvil. "No debería, ayer me dejaste solo." Había un segundo mensaje que me hizo sonreír. "Pero estás de suerte, me he levantado animado." Quedamos en que me pasaría a buscar en un rato.

El miércoles paso rápido y entretenido. El café con Marcos repleto de risas y bromas de buena mañana. El examen que me salió perfecto. Marcos no estaba igual de convencido que yo, pero confiaba en que las horas de ayer delante del libro hubiesen servido para algo. Las demás clases acabaron sin apenas darme cuenta y sin quererlo ya estaba en una de las mesas de la autoescuela empapándome de test y señales viales. Igual de rápido paso el jueves, mi examen de ingles fue un desastre, nada nuevo. El de castellano se podía hacer con los pies. La profesora de catalán volvió a faltar y fue la excusa perfecta para pasarnos en el bar de al lado del instituto las horas restantes. Safa cada día estaba más loca, era increíble lo que me podía llegar a reír con ella, era la nueva amiga perfecta que podía llegar a mi vida. Xavi tuvo que dejar el trabajo en el supermercado, su hombro le volvió a jugar una mala pasada y ahora estaba con rehabilitación esperando la próxima operación. Roger, seguía sin conocer mucho de este chico, no daba a ver como era realmente. Custo y Ramon, como siempre, fumando porros a cada hora del día y los demás bebiendo cerveza como si no hubiese un mañana. Me encantaban esos momentos, cero preocupaciones y toda la tranquilidad y bienestar del mundo.

Por la tarde quedé con Aroha y Naira para tomarnos algo en el bar de la plaza, pero antes, me estire en la cama un rato, ya sabéis, la cerveza me causa somnolencia. No llegue a dormirme porque en menos de una hora debía salir de casa o mis amigas acabarían conmigo. Aproveche ese rato de descanso para hablar con Marcos por Whatsapp hasta que se fue a trabajar y para echarle un ojo al grupo que tenía con mis amigos del pueblo de Teruel. Eric y Dani, los dos que eran también de Barcelona preguntaban por las fiestas de febrero. En el mes de febrero hacen fiestas en mi pueblo, hacía dos años que iba y esté pretendía hacer lo mismo. Cesar, Sonia y Ana, los que eran de Teruel, decían que caían para el primer fin de semana de febrero y Borja, el de valencia, nombraba la posibilidad de que nevara, como algún año atrás, y no se pudiera entrar al pueblo. Algún otro le contestaba que no llamará al mal tiempo. Sonreí, les echaba de menos y tenía ganas de verles de nuevo. Los consideraba mi familia, esa que solo puedes ver de tanto en tanto pero que siempre están presentes. A demás, mi pueblo era como subir al cielo, cada rincón me recordaba a mi abuelo y estar allí, beber de ese agua tan limpia o respirar ese aire tan puro me hacía sentirme mucho más cerca de mi abuelo, al que echaba mucho de menos. No les contesté porque se me echaba el tiempo encima, me arreglé por encima y salí a la calle, dirección la plaza.
-Hola chicas, ¿hace mucho que estáis aquí? -saludé a mis amigas, sentándome al lado de Naira y en frente de Aroha. 
-No, acabamos de llegar. -dijo Aroha. 
-¿Te pasa algo? -le pregunté a mi amiga, la note decaída.  
-Dentro de medio año Dani se ira con su prima a China. -nos contó tajante. Tanto Naira como yo nos quedamos con la boca abierta. Su novio se iba a tropecientos kilómetros-. Se va a estudiar y a trabajar allí, me lo ha contado este medio día, le he dicho que le echaré mucho de menos y que lo pasaré mal, pero que no puedo retenerlo aquí ante algo tan decisivo para su futuro. 
-Joder... ¿durante cuanto tiempo se va? -le preguntó Naira. 
-Durante seis meses, de momento. Aún no es seguro, tiene que mirar que pueda irse y ordenar todos los papeles para que no les pongan impedimentos una vez allí. 
-Bueno, dentro de lo que cabe... No es tanto tiempo, al principio te costara y a él también pero como tú dices, tiene que aprovechar esto. No estés mal, aun queda para saber si se va o no, ahora sigue disfrutando de él y lo que venga, vendrá. -le dije yo intentando quitarle importancia al asunto.
-Ya, eso mismo he pensado yo, y estoy bien eh. Solo quería contároslo.  
También hablamos de la noche de fin de año, que nos íbamos a poner, si íbamos a comprar bebidas y otras tantas cosas por las cuales tenía poco interés.  Aroha se tendría que quedar aquí en fin de año, pero cuando saliera de trabajar podría pasarse por el polideportivo con algunos amigos que tampoco salían a ningún sitio. Entre cervezas, conversaciones y alguna que otra risa, se hicieron las ocho de la tarde. Empezaba a oscurecer. Hacía un rato Marcos me envió un mensaje; "salgo antes de trabajar, ¿nos hacemos un cigarro juntos?" Acepte y quedamos en que me avisaría cuando llegara.
-Hola pichuqui. -saludé a Marcos cuando llegué al callejón. Me esperaba apoyado en un muro de cemento. 
-¿Que horas son estas? -me dijo sin miramientos. 
-Oye, que solo he llegado tres minutos más tarde que tú. -nos quedamos en silencio sin saber muy bien por qué, fumando. Yo sentada en el muro y el apoyado-. ¿Que harás para fin de año? -le pregunté por preguntar algo, resopló.
-Hace tiempo mi ex y yo reservamos en un hotel para pasar fin de año, en la montaña. Justo el otro día me escribió preguntándome por ello. Me dijo que me fuera solo o con alguien, pero no sé. Todos mis amigos tenían ya planes, me iré con ella y que sea lo que tenga que ser. -me explicó. 
-Bueno, tomate-lo como amigos y pásate-lo bien. Disfrutarlo sin tener que pelear. -le contesté.
-La acabaré dejando en la habitación y me bajaré al bar a emborracharme solo. -me dijo a lo que solté una sutil carcajada-. ¿Tú que harás?
-El capullo. He pagado ya la entrada para ir a carpas, no me apetece en absoluto pero mejor que quedarse en casa... -le dije sin ganas. 
-¿Que te pasa? -me preguntó. 
-Nada, odio la navidad. Tengo ganas de que pasé y sea febrero para irme al pueblo un par de días y desconectar. 
-¿En febrero a tu pueblo? -me pregunto. Le expliqué que eran fiesta y que el año pasado también fui. 
-¿Te quieres venir? -le pregunté. 
-Ojala, me encanta hacer cosas a la locura e irme de un lado a otro. -durante unos minutos estuvimos fantaseando con viajar y recorrer mundo, sin que nada importara. A los dos nos motivaba esa idea y hablábamos de cumplirlo algún día. 
-Bueno, nos vamos a ir, ¿no? -le dije a Marcos, empezaba a tener frío y hambre y por alguna extraña razón Marcos y yo no estábamos como siempre. Le notaba más borde de lo normal y yo no encontraba esas ganas de seguir estando con él. 
-¿Estas ya cansada? -me preguntó.
-Aún no he pasado por casa, vengo de estar en la plaza con Aroha y Naria. -le expliqué.
-Mmm.. Naira.. Algún día quedaré con ella. -me sorprendió. No lo dijo para joderme, ya que él no tenía ni idea de que me molestaba este tema, ni se iba a enterar nunca.
-Pues ya tardas, ¡ataca pichu! -y le sonreí. Ahora si que no me apetecía en absoluto quedarme ahí. 
-Era broma, eh. 
-No era broma, no te engañes. -me reí y pegando un salto caí en el suelo-. Bueno, hablamos luego feo. -le dije. 
-Vale, hasta ahora tonta. -escuche cuando me dí la vuelta para irme hacía casa. 
"¿Estas enfadada? Has estado un poco rara hoy." -me dio tiempo a cenar algo y a meterme en la cama, cuando vi el mensaje de Marcos.  No tenía razones para estar enfadada pero algo hizo que mi estado anímico cambiara, en cuanto a Marcos y en cuanto a todo en general. Preferí no darle demasiadas vueltas y echarle toda la culpa a la navidad y a las fechas señaladas que se acercaban. Tuve que esforzarme un poco en no hablarle demasiado borde o seca a Marcos para que dejara de preguntarme que me pasaba. Hablamos sobre la época de la navidad, el porque me ponía tan mal y poca cosa más. No tarde en dejar el móvil y dormirme inmersa en mis pensamientos, esta noche algo más amargos que otras.

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