domingo, 21 de febrero de 2016

Capitulo diez.

La primera semana del año dos mil quince me la tome totalmente de descanso, durante las fiestas había comido como una verdadera cerda de granja y me sentía pesada, con tres o cuatro quilos de más. Me propuse volver a comer decentemente y a salir a correr algún rato, esto ultimo lo conseguí a medias, solo fueron dos días los que rescaté las bambas de deporte del fondo de mi armario. Marcos empezó de nuevo a trabajar, así que nos vimos más bien poco, aunque todos y cada uno de los días hablábamos por Whatsapp, sobretodo por las noches. También aproveche las rebajas de invierno para pasar un entretenido día con Aroha en Plaza Catalunya. El resto del tiempo lo deposite en hacer compañía al sofá y a la televisión de mi casa. 
"¿Que vas a hacer hoy?" -me preguntó Marcos después de darme los buenos días-. "Hoy vienen los reyes magos, que ilusión." -me dijo a continuación. 
"Eres como un crío pequeño." -le contesté riéndome.
"No hay que perder nunca el niño que llevamos dentro, además, me lo dice la chica más madura que se me ha cruzado nunca." -me dijo irónico.  
"Que gracioso. Esta noche cenaré en casa de mi abuela con mi familia materna." -le contesté a la primera pregunta.
"Hostia, ¿lo celebras hoy? Yo tengo comida familiar mañana." -la gran mayoría de familias celebraban estas cosas a la mañana siguiente, en mi caso siempre había sido por la noche. Al igual que los regalos, tanto de los reyes como de papa noel, yo los recibía por las noche-. "¿Iras a la cabalgata de reyes?" -no había pensado en la cabalgata que se hacía en mi pueblo esa misma tarde, 
"Supongo que me daré una vuelta. ¿Tú que harás hoy? -le contesté, seguidamente quité su chat y busqué el de Aroha.
"Tía, ¿vas a hacer algo hoy? Podríamos salir a ver a los reyes y a coger caramelos." -le propuse añadiendo caritas perversas. 
"Creo que saldré de fiesta." -escribió Marcos mientras hablaba con Aroha-. "Oye, con quien hablas, eh." -me dijo en broma al ver que los tics del primer mensaje no le salían en azul y deduciendo que había salido de su conversación. 
"Estaba hablando con Aroha para dar una vuelta esta tarde, controlador. -le escribí riendo-. "¿Donde iras de fiesta?" -le pregunté. 
"Era broma imbécil." -me dijo-. "Nos iremos a Mataro que seguro que hay ambiente y chicas guapas." -me contestó. 
"Tu alcoholizado desvarías, te acaba dando igual que sean feas." -le dije seguido de un largo "jajaajjaajjajaajajajajaja". 
"No te pases, estás hablando con un chico calité." -me contestó al instante. 
"Sí tía, yo también iba a decirte de hacer algo esta tarde, ¿quedamos sobre las cinco en la gasolinera? Así pillamos la cabalgata ahí y la seguimos hasta la plaza." -me contestó Aroha. Acepté y volví al chat de Marcos. 
"Lo que tu digas, voy a recoger un poquito la habitación y a ducharme nene, luego te hablo." -le escribí mientras me levantaba de la cama. 
"Ahí ahí, a limpiar como buena mujer que eres." -no tiene remedio, pensé-. "Yo voy a seguir trabajando que como me vea mi padre voy a flipar." me contestó al instante-. "Hasta luego, nena."
Soy bastante ordenada pero también tiendo a ser muy perezosa, durante estas fiestas se ha ido acumulando montones de ropa y otras muchas cosas en cada rincón de mi habitación, realmente ya me daba grima entrar en ella y verla en esas condiciones. Abrí de par en par la ventana de mi cuarto para que se ventilara, clasifiqué la ropa sucia y la limpia, esto a la lavadora, esto al armario. Con música estás cosas eran más divertidas, así que no dude en reproducir la primer carpeta que vi. Quité el polvo de los muebles y barrí un poco. Hice la cama y quedé satisfecha, que bien se sentía una cuando hacía algo de provecho. Me adentré en la ducha y disfruté del agua caliente cayendo sobre mi cabeza.
-Hola reina, ¿como estás? -saludé a Aroha nada más llegar a la gasolinera. Me costó encontrarla por la cantidad de personas que habitaban las calles de mi pueblo por la cabalgata de los reyes. Niños ilusionados cogiendo caramelos del suelo y saludando a sus majestades, padres locos de un lado a otro intentando no perder a sus hijos.
-Bien, no hace mucho frío hoy, se esta bastante bien. -me contestó mi amiga después de propinarme un beso en cada mejilla.
De la gasolinera fuimos bajando a ritmo pausado hacía el pueblo, siguiendo los grandes camiones que paseaban a los reyes magos por varias calles, desenvolviendo caramelos e introduciendo-los en nuestras bocas. Me producía melancolía ver a todos esos niños felices y entusiasmados, me recordaba a cuando era pequeña y nos juntábamos todos los primos en casa de mi abuela, nos daba velas a cada uno para sacarlas a la calle a ver pasar los reyes. Volvíamos a casa con bolsas llenas de caramelos de colores. Nos esperaba una cena familiar y después lo que más ansiábamos, los regalos. Mis padres y mis tíos traían todos los regalos envueltos a casa de mis abuelos y los escondían en la terraza, para después de cenar abrirlos todos juntos. Esto se había perdido en el tiempo, ahora cada uno tenía sus regalos en casa.

Cuando llegamos a la plaza del pueblo, las cabalgatas pusieron fin a su recorrido. Los reyes magos se colocaron en un gran escenario que había montado en medio de la plaza, para que los niños hicieran una larga cola para darles sus cartas a los reyes. A lo lejos vi a mis tíos y tías, con todos mis primos. Me acerqué a ellos y les saludé. Me alegraba verles juntos. Las reuniones familiares me encantaban. Ahora no tenía nada que hacer aquella noche, le propuse venir a cenar a casa de mi abuela con toda mi familia y aceptó encantada.
-Hola abuela, ¿como esta la mujer más bonita del mundo? -saludé a mi abuela nada más llegar a su casa acompañada de toda la familia, incluyendo a Aroha.
-Hola corazón. -me respondió ella devolviendo-me el abrazo. Quería a mi abuela por encima de todas las cosas. No me imaginaba la vida sin ella. 
Mi abuela ya tenía la mesa puesta, platos con berberechos, almejas, mejillones. Pan tostado con tomate y aceite, platos con todo tipo de embutido, patatas de bolsas y miles de cosas más para picar antes de sacar la especialidad de la casa. Canalones. Cada uno ya estaba sentado en sus respectivos sitios de la mesa. Todos mis primos en la esquina, yo era la grande de todos. A mi lado estaba Pablo, mi primo más pequeño y al que más aprecio tenía, a su lado Diego, su hermano. Luego estaba Raquel, la hija de mi tío Julio y Oscar, su hermano pequeño. Nos pusimos al día entre todos, mi familia materna es una familia de verdad, aquella que te pregunta como estas, como te va y se preocupa por lo más mínimo que ocurra en tu vida, no como la parte paterna. De todo se puede sacar algo bueno y en este caso, aprendí a valorar por todo lo alto la familia que me había tocado, adoraba pasar tiempo con ellos. Reír y disfrutar juntos. Aroha también se adapto muy bien con todos ellos, durante largo rato explicó su situación en el bar del tío de su novio, de lo amargada que estaba en ese trabajo y varias cosas más. Café, postre, bombones y turrones.
-Mamá, ¿hay regalos en casa? -preguntaba mi hermana caminando hacía a casa. Nos despedimos de mi familia y de Aroha, ya empezaba a ser tarde. 
-Ahora lo veremos, impaciente. No se si a los reyes les habrá dado tiempo a llegar a nuestra casa.. -contestaba mi madre.
-Pero si los reyes no existen mamá. -desde hacía varios años en mi familia ya se había descubierto para todos la verdadera identidad de los reyes magos. 
Subimos las escaleras de nuestro piso entre risas y comentarios, me sentía feliz de ver a mi madre y a mi hermana sonriendo y con ganas. Estaba orgullosa de ellas, sobretodo de mi madre, una mujer fuerte capaz de sacar a sus dos hijas adelante en los momentos más difíciles de la vida. Con esta noche finalizaba la navidad, esa época que tantas preocupaciones me crea cuando llega y empieza pero que no resulta ser tan mala cuando acaba. Al entrar en casa, debajo del árbol, habían cuatro regalos. Nos sentamos en el sofá mientras mi hermana, con toda la ilusión que era capaz de exteriorizar repartía uno a cada una. Una colonia para mí, un libro para mi hermana que pedía desde hacía tiempo y pulseras y collares para mi madre. Teníamos poco pero ese poco nos llenaba de felicidad. Las navidades ya no tenían todo el sentido que habían tenido pero las cosas cambiaban y era algo que se tenía que entender y asimilar, a veces costaba un poco más, pero por lo general, no lo llevábamos nada mal. El cansancio y el sueño me superaba, ponerme el pijama y sumergirme bajo mis sabanas y mantas fue un placer insuperable. ¿Que hará Marcos? Pues que iba a hacer, de fiesta, bebiendo, disfrutando y haciendo todas y cada una de las locuras que le pasará por la cabeza.


Corría como si se me fuese la vida en ello, me perseguían dos enormes perros por un valle verde, mis piernas no daban más de sí, mi corazón iba a escapar por mi boca en cualquier momento, lagrimas sofocadas mantenían mis mejillas húmedas. Sin saber como y por qué, un barranco bastante pronunciado se presentó delante mío, por el cual me precipité, cerrando mis ojos y sintiendo el aire en mi cara. A pocos segundos de caer, desperté sudando entre mis sabanas. Joder. Bebí agua de la botella que se encontraba en la mesita de noche y alcancé el móvil. 5:42 de la madrugada. Respiré recuperando el aliento y deslicé las notificaciones de Whatsapp. Marcos me había escrito no hacía mucho rato. "Hola, la he cagado mucho, ¿estás despierta?" Me pensé dos veces si entrar en la aplicación y contestarle, por una parte me cansaba que me hablara cada madrugada que se iba de fiesta diciéndome que la había liado pero por el otro me gustaba que recurriera a mí.  Sin saber si iba a contestarme, si ya estaría durmiendo o haciendo alguna de sus burradas, le contesté. Total, no iba a poder conciliar el sueño. 
"Tú cagando-la cuando sales de fiesta? Joder, que raro." "Es broma tonto, ¿que ha pasado?" -bloqueé el móvil y me cubrí con las sabanas hasta arriba. 
"Tengo que dejar de salir de fiesta, María." -me contestó mucho antes de lo que esperaba.
"Y no crees que es suficiente con que te controles un poquito más?" -le dije retoricamente.  
"No sé hacer eso, he bebido mucho, encima me he encontrado con mi ex novia y ha montado un espectáculo que flipas al verme bailando con otra, ahora no deja de darme el coñazo por whatsapp, no me acuerdo ni de mitad de las cosas." -me explicó. Suspire, menuda vida lleva esté. 
"¿Estás en casa ya?" -le pregunté.
"Sí, hace rato que he llegado pero en estas condiciones no puedo dormir, me apetecía estar un rato contigo pero no estabas despierta.." -leí sorprendida. 
"La gente normal estamos durmiendo a las 5 de la madrugada, listo." -le escribí. "Intenta dormir un poco y mañana lo veras todo de otra manera, tampoco es para tanto." -le seguí escribiendo un poco seca.
"¿Y como que te has despertado ahora?" -me preguntó seguidamente. 
"Me he despertado porque estaba soñando cosas feas, ahora se me hará difícil dormir." -le expliqué. 
"Oh, ¿que ha soñado la nena?"-me preguntó. En realidad le echaba algo de menos. No me importaba estar hablando con él a esas horas y más con la desagradable sensación que me había dejado el sueño en el cuerpo. 
"Tonterías, me perseguían dos perros y acababa cayendo por un precipicio." -le expliqué por encima. 
"¿Y has pasado mucho miedo?" -me preguntó añadiendo caritas pervertidas. 
"Me he despertado asustada, gilipollas. Pero estoy bien, por lo menos no he hecho el capullo toda la noche por ahí." -le escribí enviando las mismas caritas que él.  
"Eh, que me lo he pasado de puta madre también, eh."
"No lo dudo, pero mírate, hasta cuando vuelves de fiesta necesitas saber de mi." -le contesté mientras sonreía detrás de la pantalla.  
"Pero serás subnormal..." -vi como seguía escribiendo algo y lo borraba al instante. 
"Era broma, si a mi me encanta en el fondo." -le escribí. 
"Dime cosas que no sepa, anda." -me escribió algo rencoroso. "¿Como ha ido la noche de reyes?" -me preguntó al momento. 
"Bien, he cenado con mi familia y también se ha venido Aroha, ha sido una buena noche. Se acabó la navidad, ahora vuelta a la normalidad." -le contesté. "Tú te tendrás que levantar en poco para ir a comer con tu familia." -le dije. 
"Cierto." -siguió escribiendo. "Por qué tantas ganas a que acabará la navidad?" -me preguntó sin esperarlo. 
"Mis navidades no son las mismas que hace unos años, ahora todo es más feo. Pero no pasa nada." -le contesté. "Quizás deberías dormir o mañana no te va a levantar nadie de la cama." -le escribí. 
"¿Ya te has cansado de hablar conmigo?" -preguntó el chico. 
"No, no es eso, lo decía por ti. A mi me ha venido bien que estuvieses activo para olvidarme de mi mal sueño." -le dije sincera. 
"Vaya, que solo me has utilizado, eh." -me dijo con tono de broma.  
"Como tú, que me buscas cuando la noche te va mal." -se la devolví no muy segura por la reacción que iba a tener.
"Eh, eso si que no. ¿De veras piensas eso?" -me escribió indignado. Se lo había tomado algo mal. 
"No, pienso que nos apoyamos uno en el otro cuando lo necesitamos y eso me hace sentir bien, así que no dejes de hacerlo." -le contesté.
"Buena respuesta, eres la mejor." -sonreí. 
"Tk pollito." 
"Duérmete nena, en un rato hablamos otra vez. Descansa y sueña conmigo." -me dijo. 
"No quiero tener más pesadillas..." -le escribí. 
"Que gilipollas llegas a ser." -me contestó seguido de un largo "jajajajaja"
"Venga nene, duérmete tranquilo y descansa lo poco que puedas. Hasta luego tonto." 
"Tk imbécil." -bloqueé el móvil.
Me acurruqué de nuevo entre las sabanas de mi cama, estaba a gusto. Conté los días que quedaban para volver a las clases, dos días. Echaba de menos mi día a día. A la gran mayoría de personas de mi clase, a Safa y a los chicos. Las risas y las historias en clase. Echaba de menos a Marcos, aunque habláramos todos los días por Whatsapp y nos viéramos algún que otro rato, no era lo mismo que tenerle en clase todas y cada una de las mañanas. Notaba como me iba acostumbrado a la presencia de ese chico. Sonreí sin querer, abrazando a mi osito de peluche, al recordar algún que otro momento con Marcos en ese primer trimestre. Las vacaciones de navidad me habían consumido al completo, necesitaba un poco de normalidad. También pensé en mi pueblo de Teruel antes de quedarme dormida otra vez, soló quedaba un mes para las fiestas de febrero, tenía muchas ganas de volver a pisar aquellas tierras y me llenaba de ilusión pensar en mi gente y en mis amigos, los cuales había tratado desde siempre como hermanos. Decidí que a la mañana siguiente llamaría a Sonia, mi mejor amiga en Teruel. Me dormí feliz. 

********************
"Hola reina, te bajas a la plaza a echar un café?" -me despertó la vibración de mi móvil. Era Aroha. 
"Buenos días, me acabo de despertar, dame quince minutos y estoy en el bar. Te quiero."  -le escribí levantando-me de la cama. 
"Buenos días imbécil, ¿como estás? ¿mas tranquilo?" -antes de bloquear el móvil aproveche para darle los buenos días a Marcos. 
Me vestí y me arreglé decentemente en tiempo récord. Me despedí de mi madre después de explicarle que me iba a la plaza con Aroha y que volvería para comer. Aprovecho para decirme que por la tarde ella iría a ver a mi prima Judith, la que nos ayuda con el problema judicial con mi familia materna. En realidad no es mi prima, es prima de mi madre pero en está familia todos somos primos o tíos de todos. La acompañaría, me apetecía ver a mi prima y a la pequeña Ruth. 
-Buenos días madrugadora. -saludé a mi amiga nada más llegar a la plaza de mi pueblo. Ya estaba sentada en una de las mesas, daba un poco el sol, por lo tanto no se notaba tanto el frío. 
-Buenos días, ¿como estás? -noté a Aroha un poco rara, poco sonriente y desanimada para lo que era ella.
-Yo bien, pero tu no puedes decir lo mismo, ¿que te pasa? -le pregunté directa mientras le pedía dos cafés con leche al camarero. 
-¿Tanto se nota? -me preguntó extrañada. 
-¿Es sobre Dani? -le pregunté refiriéndome a su novio.  
-No, es sobre mi casa. He tenido bronca con mi madre y con mi padrastro. No dejan de trabajar, llevan días sin venir a dormir a casa. -me explicó. 
-¿Y que ha pasado? -le pregunté.
-Mi padrastro me ha echado una bronca monumental por no tener la casa en condiciones, y eso que no dejo de limpiar en todo el día. Nada es suficiente para ellos. Mi madre no se ha querido poner entre los dos y se ha mantenido al margen. -me siguió explicando.  
-Bueno, pero entiende que están cansados y se sentirán con el agua al cuello tanto trabajar.  No lo tienen que pagar contigo, ni mucho menos, pero también debes entenderlo y no darle tanta importancia. 
-Pero es que yo también estoy trabajando en el bar para sacarme un dinero y no tenerles que pedir siempre, más que nada porque no pueden darme y también me critican que esté trabajando en el bar del tío del Dani. Me he tenido que ir de casa porque no soportaba más gritos. -me acabo de relatar.
-Estoy segura que ha sido todo por el estrés que llevan ellos, después hablaran contigo porque se sentirán mal y ya está. No empieces a agobiarte tu también, estás haciendo las cosas bien, trabajas, estudias y sobrevives por ti sola. No dejes de hacerlo y aunque sean tus padres no dejes que te quiten las ganas de seguir haciéndolo. -le dije bebiendo de mi taza. 
-Ya... Por lo menos tengo una buena noticia. -me dijo dejando asomar esa sonrisa que caracteriza tanto a Aroha.  
-¿Y a que esperas para contarme-la? -le pregunté, sonriendole también.   
-Al final Dani no se va con su prima a China. Necesitan unos papeles y son imposibles de conseguir, así que se va su prima sola.
-¿Ves? ¡Tanta preocupación para nada! Me alegro mucho xoxona.
Durante un rato más estuvimos hablando de varios temas más, no tarde en llegar a casa ya que tenía que comer y no nos iríamos muy tarde a ver a mi prima.  Me despedí de una Aroha mucho más relajada y me dirigí hacía casa. 
"Sí, mucho más tranquilo, ahora estoy en Barcelona, en casa de mi abuela con toda la familia." -me escribió Marcos. 
"Pues ahora a disfrutar de la familia!!!" 
A los cinco minutos de llegar a casa ya tenía en la mesa un buen plato de caldo y de segundo atún a la plancha con ajo y perejil. Después de comer como una reina y fumarme el cigarro correspondiente de después de la comida me adentré en la ducha, aunque no lo estaba, me sentía un poco sucia. No hay nada como disfrutar de una ducha bien caliente. Cuando acabé de arreglarme mi madre ya estaba preparada delante de la puerta de casa con las llaves del coche en mano. Que mujer.
-¿Donde está la pequeña de la casa? -exclamó mi madre nada más entrar en casa de mi prima. Ruth apareció de detrás de la puerta del comedor con esa peculiar sonrisa. Era la niña más feliz que habían visto mis ojos. Saludé a mi prima Judith y seguidamente le arrebaté a mi madre la niña. 
-¿Dónde esta Laia? -mi prima pregunto por mi hermana. La cual había quedado esta tarde con unas amigas y no se había querido venir con mi madre y conmigo.  
 -Laia ya va a su royo, no sé con quien había quedado está tarde. -contestó mi madre. 
-Ya tiene la edad. -dijo mi prima. En realidad mi hermana ya tenía sus doce años-. ¿Queréis tomar algo? ¿Un café? -mi madre y yo aceptamos. 
-Le di las cuentas bancarias de tu suegro al abogado, de momento no me ha dicho nada, pero se ve claramente reflejado la entrada y salida del dinero. -me quedé en el salón con Ruth mientras mi madre y mi prima hacían los cafés en la cocina. No dude en poner la oreja cuando me di cuenta de que estaban hablando.  Por lo visto mi tío, hermano de mi padre, aún no tenía idea de hasta donde había llegado mi madre, estaban esperando a tener todos los papeles en orden para hacerle llegar la notificación a mi tío, esperaba con ansias ese momento, pero también me causaba respeto. Mi familia materna nos había tratado de tontas, creían que no nos íbamos a enterar de nada ni mucho menos creían capaz a mi madre de llevarles a juicio. Perdiéramos o ganáramos, nosotras nos íbamos a quedar a gusto, me gustaba llamarlo dignidad. 
Comimos galletas para acompañar el café, hablamos de mis estudios, de como me iba todo y que pretendía estudiar más adelante. Mi prima y mi familia materna al completo se interesaban de todo. Daba gusto tener una familia así y sobre todo, valorarla como lo hacía. Dedicamos gran parte del tiempo a Ruth y sus juguetes. En mi futuro quería y deseaba una hija como ella. Tan buena, era alegría en estado puro. A ratos iba revisando el móvil, Marcos me explicaba que estaba haciendo, que había comido y otras tantas cosas, en general, chorradas, en los pocos ratos que cogía el móvil. 
"Yo me voy ya a casa." -le escribí a Marcos poco después de despedirme de mi prima Judith y de Ruth. 
"Yo también estoy en camino. Mañana clases ya..." -me contestó al rato.  
"Pues no sé tú, pero yo ya tengo ganas." -le dije mientras me subía al coche. 
"Tú solo tienes ganas para verme todos los días, no nos engañemos." -me dijo sacando su lado más prepotente. 
"Simplemente estoy un poco cansada de no hacer nada. Me aburro demasiado en casa y esté año los horarios de clase son un regalo.  -le dije ignorando-le. 
"Y porque te lo pasas bien conmigo."
"Que pesado, hasta que no lo acepte no vas a parar, ¿eh? A ver si vas a ser tú el que desea verme todos los días. -le contesté seguido de un guiño. 
"Es que te cuesta mucho aceptar lo evidente!!!" -me contestó Marcos. "¿Como ha ido con tu prima, nena? -me preguntó. 
"Bien, he estado jugando con mi primita pequeña." -aunque no fuese mi prima yo la trataba como tal. "También he escuchado a mi madre y a mi prima abogada hablar sobre el juicio ese que tendré en unos meses con la familia de mi padre. 
"Ah sí, lo que me contaste del piso de tus abuelos, ¿no? No me acuerdo bien."
"Sí, la prima de mi padre le comió la cabeza a mi abuela poco antes de que ella muriera para que le vendiera su casa y así ella poder hacer reformas, dejando a mi abuelo en la calle. Así mi abuela le podría dar todo ese dinero a mi tío. Cuando murió nos encontramos con que la parte del piso que nos pertenecía a mi hermana y a mi, no estaba. La cuestión es que lo hicieron a escondidas, pero bueno." -le expliqué por encima. 
"Da mucho asco las herencias y este tipo de personas." -me contestó Marcos. 
"Pues sí, ni de tu familia te puedes fiar."
"Pero tampoco lo llevas tan mal, no?" -me preguntó. 
"No, a mi ellos me dan igual, no tengo interés en volver-les a tratar de familia, pero me da asco que mi madre tenga que estar metida en todo esto después de haber pasado lo que ha tenido que pasar, y sobretodo, el poco respeto que le han tenido a mi padre. Si mi padre estuviese en vida nada de esto hubiese pasado. Pero por lo demás, me da igual. -que fácil se me hacía expresarme con Marcos. 
"Eres una niña muy muy fuerte y con un interior inmenso, debes estar muy orgullosa de ti misma." -me escribió haciéndome sonreír.  
"Jo, gracias inútil."  
 "Uy, a mi no me des las gracias, te las debería dar yo por aguantar todas mis rayas sea la hora que sea." -escribió
"Me gusta tener un amigo como tú, y los amigos hacen eso." 
"Te quiero." -era la primera vez que mis ojos leían esas dos palabras de parte de Marcos. Una especie de adrenalina se instalo en mi pecho. Reí por mi extraña reacción. 
"Olo olo olo, ¿me has dicho te quiero bien escrito? No me lo creo..." -escribí riendo-me.  
"No hagas que me arrepienta..." -me reí aún más.
"Tranquilo, tranquilo... no se lo contaré a nadie..." -le escribís seguido de un oso tapándose los ojos.  
"Que subnormal eres, en serio." 
"Oye. ¿Que día es tu cumpleaños?" -no sé porque me dio por pensar en el cumpleaños de Marcos, lo quería tener presente.  
"El 34 de mayo." -me respondió. 
"Ala.. ¡pues no queda tanto!" -le escribí pensando en la forma de acordarme. 
"jajajajajjajajjajajajajjajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajaja" -envió el chico.  
"¿De que te ríes?"
"Piensa un poco anda... ¿Puedes mirarme en que día de la semana cae el 34 de mayo?" -cuando quise darme cuenta me morí de vergüenza.  Que tonta llegas a ser a veces Maria.
"Hostia.. que imbécil soy y que subnormal eres. Que te den."  -dije queriéndome hacer la enfadada. Pero no pude evitar la risa en mi habitación. Se lo demostré a base de "jajajajajajajajjajajajjaja"
No despedimos escasos minutos para cenar, yo aproveche para lavarme también los dientes y la cara. Para ordenar por encima la habitación y sacar un pantalón y una camiseta para ponerme mañana. Así podría dormir algo más sin temor a llegar tarde a clase. Me acomodé en la cama y volví a coger el móvil. Marcos también había vuelto ya a su habitación. 
 "¿Que has cenado?" -me preguntó. 
"Una ensalada que ha hecho mi madre y una pechuga a la plancha." -le contesté-. "¿Y tú?
"Yo me he hinchado a tostadas, he comido demasiado."
"Morcillita..." -le dije en broma. 
"Que no me llames gordo, tonta del culo." -me reí detrás de la pantalla. 
"Que era broma cara pan. Me voy a fumar un cigarro."
"No, espérame a que me ponga el pijama y nos lo fumamos a la vez." -acepté. "Venga va, ya puedes fumar." -me dijo a los pocos minutos. 
"Descarga-té el triviados ese y jugamos juntos." -le propuse mientras disfrutábamos del cigarro de después de cenar. 
"¿Que es eso?" -me preguntó.  
"Un juego de preguntas, como el trivial." -le explique. 
"Pero que friki eres..." -
"Tienes miedo de que sea más lista que tú, ¿o qué?"  
Estuvimos jugando y hablando hasta tarde, como gran parte de las noches. Me dormí feliz, contenta, riendo y sonriendo, como gran parte de los momentos que compartía con ese chico.