domingo, 15 de noviembre de 2015

Capitulo cinco.

'Marcos: Nota de audio.' Abrí la aplicación de Whatsapp y reproducí el audio que me acababa de enviar Marcos, mientras cogía mi mochila y las llaves de casa, suponiendo que ya estaría en mi calle. "Venga espabila, todas las mujeres hacéis esperar.." Escuché sonriendo. Bajé las escaleras de mi piso. Abrí la puerta que daba a la calle y allí estaba Marcos, delante de mi portal. Aunque está no era la única vez que el chico esperaba a que yo bajará de mi casa, él ya sabía dónde vivía. Hace unos días, después de clase pasó por mi casa para que le bajará unos apuntes de economía. Me sorprendió que supiera donde vivía exactamente, '¿cómo sabías que este era mi portal?' le pregunté entregándole los apuntes por la ventanilla del coche. 'Intuición, por cierto, estás muy guapa con el pijama.' Me contestó aquél día. Sí, baje en pijama, que más da, no me vio nadie y que me viera Marcos en pijama no me preocupaba. Ese día apareció con un mercedes antiguo. Ahora llevaba un Renault Megane de color negro. ¿Pero cuántos coches tiene? Volteé el coche para subirme en el asiento de copiloto. 
-Buenos días, pichu. -cuando fuimos cogiendo confianza todos con todos en clase, solían llamar a Marcos pichula, cada cual que saque sus propias conclusiones. En cuanto a mi, acorte el sobrenombre. 
-Buenos días. -contestó con voz de recién levantado y con una sonrisa tímida. 
De mi casa al instituto habían cerca de cinco minutos, los cuáles invertimos en hablar de mis mallas, en quien se durmió antes la pasada noche y tarareando una canción que emitía Radio Ole
-Pide dos cafés con leche. -me dijo Marcos dirigiéndose a la terraza del bar, la cual ya estaba climatizada.
-¿Y por qué no vas tú? -le dije observándolo.
-¡Te toca a ti! -negué con la cabeza y me adentré en el bar para pedirle al hombre dos cafés con leche.
-¿Ya los has pedido? -me dijo Marcos al llegar a la mesa. 
-¿Tú que crees? -me senté delante suyo, sacando la cajetilla de tabaco de la mochila-. ¿Con quién hablas ya, eh? -le pregunté cuando le vi atento a su móvil.
-Ya estas celosa, ¿o qué? -apartó la mirada de la pantalla para posarla en mi y sonrió. 
-Más quisieras verme celosa. -le dije, apartando el cenicero y el servilletero de la mesa para que el hombre del bar pudiera dejar las tazas en la mesa-. Gracias. -le agradecí.
-Está chica, que me sigue mandando fotos desnuda, aunque no le hable o le hable mal. -me explicó-. Estoy borrando las fotos. 
-Ah, que bien. Envidio el amor propio de la gente. -dije riéndome y soplando mi café con leche. Estaba ardiendo.
-A todas les pasa lo mismo, las utilizó un poco y cuando me canso las dejo destrozadas. -dijo con aire chulesco.
-Das tanto asco cuando hablas así... -le dije despreciando su comentario.
-¡Que era broma!
-Sabes que no es broma, pero la culpa no es tuya, es de ellas. Yo te hubiese mandado a la mierda hace mucho tiempo. -me encendí un cigarro.
-Eso dicen todas. -respondió.
-¿Tienes que generalizar siempre?  Aunque no lo creas hay chicas con un par de dedos de frente y los pies en el suelo.
-Como tú, ¿no? Que te has puesto mallas para darme el gusto. -me recalcó riéndose mientras inhalaba el humo de su cigarro.
-Pero no escote, una de cal y otra de arena y no es por complacerte, a mi también me gusta jugar. -se quedó pensativo y sonriendo por lo que di mi respuesta como buena.
-Ay Maria, Maria... Tú solo eres mi amiga. -dijo.
-Sí, una amiga a la que le metes mano en clase. Pero tranquilo, conmigo no hay peligro, nunca me he pillado de nadie. -contesté.
-¿Y por qué me sigues el juego? 
-Diversión. -le guiñe el ojo y me centre en lo que quedaba de café en mi vaso.
-Es imposible que no te hayas enamorado nunca.
-¿Por qué? Tengo otras prioridades en la vida y enamorarse, al fin y al cabo, implica una preocupación más.
-También es algo muy bonito.
-No lo dudo, pero no lo busco. Ya vendrá, si tiene que venir. -di por finalizado el tema-. Venga, acaba con eso y pagamos, que ya es la hora de entrar a clase.
Entramos al aula y esperé sentada en la mesa a que llegaran mis amigas. Aún quedaban cinco minutos para que sonará el timbre así que éramos pocos en clase. Marcos se sentó en su silla con la mirada y los dedos en la pantalla de su móvil. Fueron llegando Xavi y Roger quienes hablaban de algo con entusiasmo. Las dos chicas de color junto con Safa, a la que recibí con un gran abrazo. Darius, quien se dejo caer en su silla con actitud cansada, Ramón dando los buenos días escandalosamente y Ana, a quién saludé con una gran sonrisa. Así llegó Aroha contenta y feliz. 
-¡Hola mi niña! -gritó tirándose a mis brazos. 
-¿A que se debe esta felicidad? -pregunté devolviendo le la sonrisa.
-Me he levantado resplandeciente...
-Sí, te han dado fiesta de buena mañana, que es distinto. -le respondí mirándola fijamente y con cierta envidia. ¿Cuanto hacía que yo no intimaba con ningún chico? ¡Muchísimo! Empezaba a necesitar un poco de alegría. Con mis dieciocho años no había experimentado todo lo que me hubiese gustado. Hasta hace cinco años solía ser una chica muy tímida y los chicos no era un tema que prevaleciera en mí. Y aunque todo aquello cambió y actualmente tener pareja tampoco era santo de mi devoción, si apareció en mí esa curiosidad por experimentar mi cuerpo, como cualquier adolescente con las hormonas revolucionadas. Aún así no había aprovechado todas las oportunidades que se me habían puesto por delante, ya que ni de lejos, era de las típicas chicas que se acuestan con el primero que pasa. 
-Si te contará... -dijo riéndose también y haciendo gestos exagerados. Aroha llevaba más de dos años con Dani, su novio. Era una relación muy sana, mantenían una confianza increíble y aunque existían rachas menos buenas, como en cualquier otra relación, se querían, se respetaban y se daban el espacio que necesitaban para que todo fuera sobre ruedas.   
Llegó Federico, por lo que todos nos sentamos en nuestro lugar. Naira solía llegar tarde todos y cada uno de los días y éste no iba a ser menos. Entró al aula cuando el profesor estaba ya explicando los diferentes tipos de ecuaciones que íbamos a estudiar las siguientes semanas. Sin darnos cuenta, ya quedaban pocos días para que diciembre hiciera acto de presencia. Que rápido había pasado el primer trimestre. Se acercaban las vacaciones de navidad y a decir verdad, no me apetecía nada. Desde hacía cuatro años la época navideña había perdido toda la gracia. A parte de la ausencia de mi padre, también me pesaba la de mi abuelo, el cual falleció un año más tarde y por si fuese poco motivo, perdí toda la relación con mi familia paterna. Así que la mitad de las cenas y comidas navideñas se anulaban y las que permanecían rodeada de mi familia materna, estaban incompletas y casi toda la magia de estos encuentros navideños, se había esfumado. Aún así ya había aprendido a sobrellevar esta época con más ganas que los años anteriores y me limitaba a vivirla con mi madre y mi hermana, a parte de mi abuela y los demás componentes de la familia de mi madre. Cuanto antes llegue, antes acabará. 
-Tía, te tengo que contar. -me susurró Naira al pasar por mi lado para sentarse en su lugar. 
-¿Que pasa? -me giré intentando no llamar la atención de Federico para averiguar de que se trataba lo que tenía que contarme mi amiga. 
-Te explico después. -me contestó. 
-¿Pero sobre que es? -insistí. Temía que fuese sobre Marcos y quería alejar las dudas cuanto antes. 
-Sobre Javi. -me respondió al fin.
-¿Os habéis liado? -le pregunté sorprendida. 
-María y Naira, si tenéis algo de lo que hablar podéis salir al pasillo. -nos sorprendió el profesor. 
-Perdón. -me disculpé, sentándome correctamente y siguiendo copiando la teoría en mi libreta. 
La clase de matemáticas finalizó, mi mirada se desvió hacía Marcos, el cual me miro y sonrió. Le saqué la lengua simulando un gesto de burla. Xavi y Aroha aprovecharon el descanso de cinco minutos para salir a la calle a fumarse un cigarro. Ahora nos tocaba castellano. En cuanto a mi, me acerqué a Naira para que me contará que había pasado con Javi. 
-Pues ayer estábamos en su casa viendo una película, como tantas otras veces hacemos. Siempre viene Alex pero ayer él se fue antes porque tenía entreno y nos quedamos Javi y yo solos. -me explicó. 
-¿Y que paso? -le pregunté con curiosidad.
-Pues que se me lanzo... 
-¿Y le seguiste el royo? -mis manos se posaron en mi boca mientras me reía flojo. 
-Joder, no te rías, le aparté la cara. Yo no quiero nada con él. No me gusta como algo más. -me dijo preocupada. 
-¿Pero esto a el se lo dijiste? 
-Sí, y me dijo que el pensaba igual que yo, que no quiere nada serio, pero que si le apetece liarse conmigo, lo va a hacer. Que la relación de amistad no va a cambiar. Pero yo creo que el siente más que eso y yo no quiero hacerle daño. 
-Pero no le des más vueltas, ¿habéis vuelto a hablar hoy? -le pregunté interesándome por mi amiga. 
-No sé, todo sigue como siempre, de momento. Pero por un momento me apeteció liarme con él, ya sabes, estoy sensible... -dijo riéndose.
-¡Eres una cerda! -exclamé riéndome con ella-. Pues si te apetece, hazlo. 
-No sé, no me gusta Javi, le quiere mucho como amigo. -me dijo ella como conclusión. En ese momento aparecieron Xavi y Aroha entrando al aula-. No le digas nada a Aroha, ya se lo contaré yo, si no se enfadará por no habérselo dicho antes. -me susurró. Acepte.  
Me tire sobre la mesa, haciendo colgar mi cabeza y mis piernas. Marcos se acercó a Naira para despeinarla, cosa que ignoré. Escuché a Aroha gritar desde el otro extremo de la clase, '¡que culo más bien puesto tiene la jodia!' y seguidamente una mano aterrizó en mi nalga izquierda para propinarme un buen cachete. Picaba.
-¡Pero que bruta eres, cabrona! -le grité a Naira, la cual estaba a mi lado. Se puso las manos en la boca y empezó a reírse, al igual que Aroha, Marcos, Xavi y Safa-. Pues no sé donde le veis la gracia. -les dije a todos sentándome en mi sitio. Pereira, mi profesor de castellano entro al aula a la misma vez que yo sacaba el libro de mi mochila. 
-María, no ha sido Naira la que te ha pegado en el culo. -me dijo Aroha en voz baja. 
-¿Y quien ha sido? -me sorprendí.
-Marcos. -me esforcé en inventar una cara de repugnancia mientras que en mi interior, se había formado una gran sonrisa.  Me giré y dirigí mi mirada a la esquina donde estaba el chico, me sonrió y negué con la cabeza. Intentó preguntarme el por qué a mi gesto pero me giré para mirar a mi amiga. 
-Está mañana me ha venido a buscar y hemos tomado un café en el bar. -le admití a Aroha.
Durante unos minutos expliqué a Aroha que habíamos hablado Marcos y yo y otras tonterías más, recalcándole otra vez que solos nos unía una bonita amistad, ya que mi amiga se ilusionaba cada vez que hablábamos sobre el tema.
 -¿A que esperas para meterlo en tu cama? -me preguntó al rato sonriendo. 
-Que no me lo voy a tirar Aroha, Marcos a la que intima con una chica, le faltan días para mandarla a la mierda, así son los tíos y en especial Marcos. A parte, ¿te haces una idea de la lista infinita que tiene este chico de "chicas equis"? ¿Me ves con cara de ser del montón?  Me gusta como es, es una persona con un fondo muy bueno y encaja perfectamente conmigo. Con pocas personas tengo esta confianza y este buen royo, le quiero como amigo y no voy a poner por delante un polvo. -le dije sería. 
-Tienes razón y entiendo lo que quieres decir, pero se ve desde lejos la atracción física. Solo hay que echaros un ojo en clase, o las conversaciones y comentarios que tenéis entre los dos. 
-También es cierto, pero porque somos muy iguales y la mayoría de las cosas es en broma y para hacer la gracia. Un tonteo que no va a llegar a nada más. -puse fin a la conversación y me dediqué a escribir una redacción que había pedido el profesor. 
Sonó el timbre y llego la media hora de recreo. Salimos del centro y juntos nos dirigimos a nuestro habitual sitió. Almorzamos entre risas y conversaciones diversas hasta que Xavi sacó del maletero de su coche un balón de fútbol. Entre Xavi, Roger, Darius, Safa, Marcos, Aleix y yo formamos un circulo en medio la carretera para pasarnos el balón. Aroha estaba con Dani, el cual había venido para estar ese rato con nosotros y para ver a su novia. Hacían muy buena pareja. Ana, Naira y Javi seguían almorzando y hablando de las clases entre otras tantas cosas. Observé la actitud de Javi cuando estaba cerca de Naira, no le quitaba el ojo de encima y a menudo se miraban para regalarse sonrisas cómplices.
-Marcos, ¡pásamela! -le grité al chico, el cual tenía el balón entre las piernas. 
-No quiero. -me contestó sonriendo. Me acerque a él con intenciones de arrebatarle la pelota. Pero me fue imposible. ¿A quien pretendo engañar? No hay persona más torpe que yo con un balón entre los pies. 
-Toma perrito... -me dijo Marcos acercándome la pelota. Cuando ya estaba a nada de conseguirla, me la quito de nuevo. 
-Que te den por culo. -le dije haciéndome la enfadada y dirigiéndome hacía donde estaban los demás. 
-Toma tonta, que era broma. -le escuché detrás mio. Le ignoré. 
Aproveché los pocos minutos que quedaban de recreo para sentarme en el suelo y fumarme un cigarro con tranquilidad. Safa se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro. A pesar del mes en el que estábamos, el cielo estaba totalmente despejado. Marcos me tendió la mano para levantarme del suelo cuando llegó la hora de volver a las clases. "¿Estás enfadada?"; me susurro flojo cuando estuve a su misma altura. "¿Por qué?"; me hice la loca. Me gustaba hacerme la enfadada con Marcos. "Por no pasarte la pelota y llamarte perrito."; me contestó él. Intenté no sonreír para seguir haciéndome la indignada; "te has pasado Marcos."  Me miró serio y me pidió perdón. Se sentía mal y me gustaba ver esta actitud de vez en cuando, sentía que le importaba, aunque fuese lo más mínimo. Entramos a clase todos juntos, allí ya estaban Marta y las demás hablando por lo bajo de algo que ni escuche ni tuve intención de escuchar. Me dirigí al final de la clase, ya que tocaba economía y me senté encima de la mesa, apoyada en la ventana de clase. Naira y Aroha vinieron hacía mí, nos entretuvimos haciéndonos fotos y haciendo tonterías entre risas hasta que apareció Edu.
-¿Que se tenía que hacer para hoy? -me preguntó Marcos rebuscando entre las hojas de su libreta. 
-Para que preguntas si llevas semanas sin hacer los ejercicios. -le dije yo. 
-Me tendrás que volver a dejar la libreta para copiar todos los ejercicios y poder entregarlo el día del examen. 
-Y también habrá que estudiar para que consigas aprobar esto. -le miré. 
-Ya nos iremos a la biblioteca un día. -propuso él.
-¿Que dices? ¡Nos metemos en mi casa y estudiamos allí!
-Nunca entró en casa de chicas. 
-¿Quieres aprobar o no? No pienso pisar una biblioteca. -sonrió. 
-¿Ya no estás enfadada? -me preguntó.
-No estaba enfadada, me gusta que vengas detrás mio. -le confesé sonriendo. 
-Eres una capulla. -apartó la mirada y abrió su estuche. 
-Sé que no ha sido Naira quien me ha dado el cachete en el culo está mañana. -le dije mirándole, esa sonrisa que tanto me gusta apareció en su cara. 
-Esas mallas te hacen un culo que da miedo. -me sorprendió y me reí. 
-La que tiene buen culo, lo tiene con mallas o sin ellas. 
-También es verdad. -le sonreí como respuesta y me puse a hacer la tanda de ejercicios que acababa de poner la profesora. 
-Deja de hacer deberes que me aburro. Divierte me. -me dijo Marcos quitándome el bolígrafo de la mano. 
-¿Como quieres que te entretenga? -le pregunté sin mirarle, cogiendo otro bolígrafo para seguir escribiendo en mi libreta. 
-Sorprendeme. -volvió a hacer lo mismo con el nuevo bolígrafo y lo tiro al suelo. 
-Estás gracioso, ¿o qué? -le dije mirándole-. Recógelo. -señalando el bolígrafo en el suelo. 
-¿Me vas a obligar? -cogí un rotulador que estaba en mi estuche y pinté una larga linea en el brazo de mi nuevo amigo-. ¿Pero que haces subnormal? -intentó quitarme el rotulador. 
-¡Para! -hundí mis dedos de la única mano que me quedaba libre en las costillas de Marcos, el cual empezó a reír sin poder parar. 
-¡Estate quieta María! Cosquillas no, que me da mucha rabia. -empezó a retorcerse en la silla.
-¡María y Marcos! Poneros a hacer los ejercicios, estamos en clase y no en el parque. -nos llamó la atención la profesora. Sin darnos cuenta estábamos haciéndonos notar más de lo necesario. 
-Estos dos acaban liándose. -dijo Xavi.
-Son muy monos... -le siguió Safa. 
-¡Más le gustaría! -les grité yo. 
-¡Solo somo amigos! -exclamó Marcos detrás mío.
Ya había pasado la hora entera y no había adelantado nada con los deberes, para variar. Los haría en casa. La siguiente clase, catalán.  Esta vez la profesora si asistió. Después de hacer un dictado nos repartió una fotocopia. Teníamos que leer un texto bastante largo que estaba escrito en catalán pero mezclando palabras valencianas. No entendía la mitad de las preguntas que debíamos responder sobre el texto, Marcos estaba aburrido, ni siquiera intento leerlo. Se pasó más de media hora paseando su mano por mi pierna para intentar llamar mi atención y dejará de prestarle mi tiempo al texto en catalán. Después de apartarle la mano un par de veces se dio por vencido y apoyo su cabeza en la mesa. Ahora la que se aburría, era yo. Cogí el estuche de Marcos sin que se diese cuenta, lo vacié y le dí la vuelta, para escribir en la tela inversa del estuche, con un rotulador blanco que había en el mío; "los que menos tenemos hacemos magia con poco." Sonreí y después de dejar que se secara la pintura del rotulador, lo volví a dejar todo como estaba. Le miré con la cabeza entre sus brazos y dirigí mi mano a su espalda, susurró sin moverse; "no no, ahora no quiero yo". Ignoré su comentario y con lentitud subí mi mano por la espalda del chico. La adentré por el interior de la sudadera azul marino que llevaba hoy y le acaricié la nuca con la yema de mis dedos. Marcos se retorció levemente en la silla, me hizo reír en silencio y repetí las caricias una vez tras otra, apoyando también mi cabeza en la mesa, con la mirada puesta en Marcos.
-Estate quieta... -con un pequeño movimiento giro su cabeza hacía mí. Sonriendo. 
-¿Por qué? -pregunté sin dejar de jugar con mis dedos en su nuca. Ignoro la idea de responderme y una vez más acerco su mano a mi pierna derecha. No me quejé y sonreí, a ver hasta donde es capaz de llegar. Mis dedos se deslizaron hacía el lóbulo de su oreja, provocando un pequeño escalofrió en su espalda. Marcos guió su mano hacía el interior de mi muslo, cerré los ojos y respiré profundo-. Para ya. -dije incorporándome sobre la silla y alejando mi mano de la nuca del chico. Lo mismo hizo él con la suya. 
La jornada de instituto llegó a su fin y volví a mi casa más contenta de lo habitual. Hacía varios días que no iba a la autoescuela y no estaba dispuesta a dejar colgado una vez más la teórica de coche. Después de comer y de haber estado un buen rato descansando sobre el sofá de mi salón entré por la puerta de la autoescuela. Saludé a la mujer que estaba en recepción, cogí un lápiz, el dossier ocho y me adentré en la pequeña clase para sentarme en mi habitual sitio y centrarme durante largas horas a completar todo aquel montón de preguntas. Durante toda la tarde me tomé dos descansos para salir a la calle y fumarme dos cigarros, para despejar la mente y respirar aire fresco. En una de esas veces, abrí la aplicación de Whatsapp. "Mensaje de Aroha: No podré pasarme por la autoescuela para fumarme un cigarro contigo, me han llamado para ir al bar a trabajar, me da mucha pereza..."; en ese bar tenían a mi amiga muy quemada, muy a menudo la llamaban con antelación de escasas horas para acudir a trabajar y eso agobiaba mucho a Aroha. "Saldré un poco antes de la autoescuela y te paso a ver, así te hago compañía un rato, no te agobies!!"; le respondí. De esa manera me daría una vuelta y estiraría las piernas antes de volver a casa. "Gracias, eres la mejor amiga del mundo."; me contestó. Sonreí. Llevaba más de tres horas delante de fotografías y preguntas sobre señales de trafico, de factores de la vía, humanas y sobre vehículos. Empezaba a dolerme la cabeza y decidí recoger e irme. Por hoy ya había cumplido y me apetecía saborear una buena cerveza. Me coloqué la chaqueta, los auriculares en mis oídos y caminé hasta el bar donde se encontraba mi amiga trabajando.
-Hola morena. -saludé animadamente a mi amiga nada más entrar en el establecimiento. 
-Menos mal que has venido, estoy muy aburrida. -no había casi gente y Aroha no tenía nada que hacer para distraerse. 
-Pon me una cerveza y te entretengo lo que quieras. -le sonreí.
-¿Como ha ido la autoescuela? -me preguntó mientras recorría la barra del bar para servirme una Estrella Damm.
-Bien, es agotador pero ya voy haciendo menos fallos, no creo que tarde en subir a examen, tengo muchas ganas de quitármelo de encima. -le explique volcando la cerveza en la copa. 
-Yo quería ir al gimnasio y al final nada, me ha dicho que tenía que venir a trabajar dos horas antes. -dijo resentida. 
-Bueno, tampoco te agobies, ya iras mañana al gimnasio. -intenté animarla. 
Aroha empezó a sacar vasos y platos del lavavajillas para secar los y colocarlos en sus correspondientes lugares. Para entretenerme saqué el móvil de mi bolso. Tenía notificaciones de Whatsapp. "Mensaje Marcos: Hola nena." Le contesté de inmediato; "hola inútil." Al instante vi como Marcos escribía. "Acabo de salir de trabajar bastante agobiado y nadie me contesta para ir a tomar algo." Sonreí. "Estoy en el bar donde trabaja Aroha, me tomaré una cerveza y me iré a casa, si quieres pásate."; le escribí yo seguido de un guiño. 
-Encima tengo que cerrar yo, tía. -me dijo Aroha. Mi amiga cada día estaba más desmotivada con este trabajo. 
-¿Viene Dani a estar contigo o vas a cerrar tu sola? -le pregunté. El dueño del bar era el tío de Dani, el novio de Aroha. Por esa razón estaba mi amiga detrás de esa barra. Los negocios familiares nunca fueron buenos, pero ella necesitaba el dinero, aunque fuera poco el que sacaba de ese trabajo. 
-Sí, vendrá luego, un poco más tarde. -me contestó. En ese mismo instante vibró mi móvil encima de la mesa, lo desbloqueé. "Quizás sí me paso un rato."; me escribió Marcos-. ¿Con quien hablas que sonríes tanto? -la pregunta me cogió de sorpresa. Deja el móvil sin contestar al chico.
-Marcos, quizás se pasa un rato ahora. -le respondí de manera concisa y cambié de tema para planear que hacer el fin de semana que se aproximaba.
Marcos llegó al poco rato, me bebí otra cerveza con él mientras me explicaba como había ido la tarde. También comentamos la mía en la autoescuela y de ahí me explico como se sacó todos y cada uno de los carnets que ya tiene. Se hacía tarde y Dani ya había llegado para estar con Aroha, Marcos y yo nos despedimos de ellos y nos fuimos. "¿Te llevo a casa, no?"; me preguntó. Y así fue. 
-¿Te apetece más cerveza? -me preguntó una vez ya en el coche. 
-Por apetecerme... -le miré desconcertada. 
-Yo no puedo beberme solo una. ¿Pasamos por el moro y compramos dos latas o quieres irte ya a casa? -propuso. Mañana había clases, pero realmente me apetecía más cerveza y sobretodo, compartir algo mas de tiempo con Marcos. 
-Venga, vamos al moro. -le sonreí. Paró el coche en frente de la tienda y me baje de el, con rapidez cogí dos latas de las grandes, se las pague al hombre y volví a adentrarme en el vehículo. Marcos aparcó en el callejón oscuro de al lado de mi casa, donde solíamos vernos siempre. 
-Me encanta tener una amiga que le gusté hacer estas cosas. 
-¿Que cosas? ¿Beber cerveza? -me reí abriendo una de las latas. 
-Por ejemplo, un martes a estas horas sin importar las clases de mañana. 
-Es que soy la mejor del mundo mundial. -le contesté sonriendo y presionando el botón de la ventanilla del coche.
-Y lo más creído que ha visto mis ojos, también. -me encendí un cigarro.  
-Después de ti, dirás... -me reí. 
Con este chico daba igual el momento, como y cuando. No existían los momentos incómodos, los silencios eternos. Siempre teníamos una conversación debajo de la manga, no se acababan los temas de los que hablar ni las experiencias que contar. En tan solo unos meses conocía casi toda la vida de Marcos, me sentía especial, ya que para él era una locura pensar en tener una amiga del sexo opuesto sin meterle la lengua hasta la campanilla. Nos pasamos las casi dos horas que estuvimos dentro de ese coche conversando entre bromas, viendo vídeos en YouTube de risa, cantando canciones de fondo flamenco a los cuatro viento, compartiendo carcajadas, bebiendo cerveza y fumando, como si no importará que mañana teníamos que madrugar. Empezaba a cogerle el gusto a tener un amigo con el que compartir tantas cosas, entre ellas, esta filosofía de vida, en el que el pilar fundamental era la cerveza, las risas y la desconexión. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

Capitulo cuatro.

-Hola chicas. -saludé a Aroha y a Ana mientras me sentaba en mi silla desprendiéndome de la chaqueta-. ¿Que hace Naira ahí delante? -pregunté entreteniéndome sacando la libreta, el estuche y el libro de matemáticas. 
-No veía bien la pizarra y se ha cambiado de sitió para copiar la teoría. -me respondió Ana. Miré de reojo hacía la esquina donde estaba sentada mi amiga y Marcos.
Me propuse copiar en mi libreta la teoría que estaba escrita en media pizarra. Me esforzaba en no darle importancia, ya que no la tenía, a los gestos que hacían Marcos y Naira. No tenia porque molestarme algo así pero realmente había algo dentro de mi que me mantenía inquieta. Mi mirada se desviaba hacía esa esquina donde estaban sentados, me cruce un par de veces con la mirada de Marcos, él me sonreía pero en ninguna de las veces le devolví el gesto y disimulaba escribiendo en mi libreta.

-¿Como ha ido el fin de semana? -me preguntó Aroha.
-Bien. ¿Y tú? -le respondí inmersa en mis pensamientos.
-¿Te pasa algo? -me preguntó.
-Solo tengo un poco de sueño, he llegado tarde y vengo agobiada. -le expliqué por encima de que había tratado mi sábado y domingo, el viernes nocturno con Marcos y la noche de fiesta con Naira, los valencianos y de más. Ella hizo lo mismo. Sin evitar comentar lo mío con Marcos. No nos habíamos visto desde el viernes, que había ido a verla al bar donde trabaja. Mi amiga había tenido comidas familiares y había invertido su tiempo libre en Dani, su novio. 
-Empezad a hacer el ejercicio ocho de la pagina quince. -dijo Federico al acabar de explicar la teoría. Naira se levantó y con su libreta y estuche en mano volvió a su habitual mesa. 
-María. -escuche a Naira llamarme en voz baja. Aroha y yo estábamos por acabar ya el ejercicio de matemáticas. Me gire, posando mi mirada en Naira-. Ayer Marcos, por la noche, me dijo de quedar un rato. -me explicó. Menos mal que Marcos había cambiado, pensé-. Le dije que no porque ya estaba en pijama y con la mascarilla en la cara. 
-No sé, tía. Ya sabes como es Marcos. Este fin de semana se ha tirado a su ex. Y no sé con cuantas se habrá llegado a enrollar, ya que se ha pasado todo el fin de semana de fiesta. Acaba de salir de una relación muy larga, lo que busca ahora es divertirse. -le dije sin demostrar esa supuesta molestia que me causaba el tema.
-¿En serio? Que asco. -contestó ella y cante victoria interiormente. Sin quererlo, mi intención pasó a ser la de intentar alejar a mi amiga del chico. 
-Sí, pero no sé, deja que pase el tiempo y si te apetece algún día pues te dejas hacer, tú también buscas divertirte, ¿no? -le guiñe el ojo y me di media vuelta para seguir con el ejercicio de matemáticas. 
Después de matemáticas, catalán. La profesora de catalán tendía a faltar. En el mes que llevábamos de curso la había visto tres veces. Estábamos deseando salir del centro para despejarnos y fumarnos un cigarro pero antes debía venir un profesor a pasarnos lista. Invertimos diez minutos en alborotar la clase. Marcos y Jose le cantaban y tocaban las palmas a otro chico, Darius, mientras los demás animábamos el espectáculo. Darius era una gran persona. Le conocía desde varios años atrás, ya que habíamos coincidido en otros cursos. Era un chico muy bueno, pero siempre se habían burlado de él. Ahora, en esta clase, todo era diferente, ya que todos nos reíamos de todos. Pero sin malas intenciones, después nos apreciábamos mutuamente. En este poco tiempo de curso las cosas habían evolucionado. Nos alejamos de Marta definitivamente, a día de hoy, cruzar un ridículo saludo con ella era demasiado. Creamos un buen grupo en clase, muchos de ellos empezaron a venir a las horas de recreo con nosotras, en nuestro rincón. Dejo de ser media hora aburrida para convertirse en un buen rato. Me dediqué a conocer mas a Safa, la chica musulmana. El acercamiento entre nosotras sucedió en el momento en que ella empezó a ver la verdadera intención de Marta y se alejo de ella. Safa era una chica con mucha personalidad, muy activa y alegre. De esas personas que me suelen llamar la atención y coinciden con mi forma de ser. Pasaba ratos muy divertidos con ella y con los días acabamos por entablar una confianza importante. Laia, la chica rubia, decidió dejar el curso ya que tenía oportunidad de trabajar y no podía combinar los estudios. Fue una pena, me parecía buena chica. 
-¿Queréis hacer el favor de comportaros? Se escuchan los gritos y el alboroto que estáis armando desde la sala de profesores. Considero que tenéis una edad para hacer este tipo de cosas. -el tono de voz grabe y con autoridad del director nos sorprendió, a unos cantando, a otros golpeando las mesas, a muchos otros sentados en ellas. Quedó todo en un absoluto silencio-. Ahora viene un profesor a pasaros lista y podréis iros. Mientras tanto conservar las formas y manteneros en silencio. -se fue cerrando la puerta. 
-¿Nos tomamos algo en el bar, chicos? -dijo Marcos. Por fin nos dejaron salir del centro. Teníamos una hora y media libre antes de empezar la siguiente clase, ya que sumábamos la media hora de recreo. 
-Por mi sí. -dijo Roger.
-Yo no llevo dinero... -dijo Xavi. Xavi es alto, rubio y delgado. Es dos años mayor que yo, como casi todos los chicos de mi clase.
-Tú nunca llevas dinero. -le contesto Safa haciéndonos reír a todos-. Vamos, va. -continuo diciendo mientras se dirigía hacía el bar que estaba al lado del instituto.
-Yo me apunto. -dijo Darius uniéndose. 
Hizo falta juntar tres mesas. Naira y Ana tomaban Aquarius. Safa un café. Aroha, Marcos, Roger, Darius y yo cerveza. Ramón se distraía haciéndose uno de sus típicos porros. Jose se distraía bebiendo de su coca-cola y escribiendo en su móvil . La clase se había dividido en dos, los demás iban a su aire sin prestarnos mucha atención, en cuanto a mí, me sobraba con el vínculo que habíamos creado los que estábamos sentados en esa terraza de bar. 
-Mira, ese chaval es el que estoy conociendo. Es muy guapo. -nos dijo Safa a mi y a Aroha señalando hacía la esquina. Se refería a un chico que no conocía.
-Safa, tu no le puedes gustar a nadie, eres mora. -dijo Aleix quien también estaba con nosotros. Sobre el comentario ofensivo hacia la persona de mi amiga musulmana, era broma. Como ya he dicho, nos pasábamos todo el tiempo atacándonos con cierto humor. 
-Safa, no hagas caso. Para ser mora era muy guapa. -dije yo sonriendo. 
-Para ser mora dice la otra. -agregó Ramón riéndose.
-¡Me diréis que no! -exclame.
-Es cierto, es de las pocas moras guapas que he visto. -dijo Marcos. Safa me parecía muy guapa, a demás, tenía buen cuerpo. Bien proporcionada, buenas delanteras y culo bien puesto. No os imaginéis una chica con velo ni mucho menos tapada hasta el cuello. 
-Tiene buenas tetas, si. -intervino Aleix-. Safa, ¿si apruebo este curso me dejaras tocarlas? -le preguntó haciéndonos reír a todos.
-Te queda mucho por aprender, Aleix. -le contestó ella. Todos nos animamos a abuchear a la pareja. Se gustaban y ninguno de los dos lo aceptaba. 
Aroha se pasó más de diez minutos imitando a personajes, la mayoría de telecinco. Me dolía la cara de tanto reír. Este era mi día a día, se me pasaban las semanas volando e ir a clase se había convertido en una diversión en vez de una obligación. Había conocido personas que encajaban conmigo, no me aburría ni me sentaba mal nada de nadie. No nos criticábamos a las espaldas y con los días nos íbamos conociendo mas profundamente. Todos eran buenos chicos, payasos e inmaduros a simple vista pero con muy buen fondo cada uno de ellos. Estaba a gusto y me hacían sentir bien. Marcos se estaba convirtiendo en un gran amigo para mí, le empezaba a valorar y a querer como persona, nos entendíamos, teníamos siempre buenas palabras para el otro, la confianza entre nosotros empezó a ser inmensa, nunca nos faltaban risas, momentos divertidos, muestras de cariño y sobretodo, y lo que más me gustaba de él, conversaciones profundas. Sentía que con el podía ser yo al completo. Nuestra forma de ser era muy parecida, me gusta definir a Marcos como mi alma gemela con polla. 
Llegó la hora de volver al instituto. Nos esperaba economía e ingles. Entre risas llegamos a clase y esperamos a que la profesora llegara. Yo ya estaba sentada al final del aula, al lado de Marcos. 
-Pero bueno, pollito. ¿Que te pasa con esa cara? -le pregunté a Marcos. Él estaba ausente, pensando en sus cosas.
-No me pasa nada. -desvió la mirada hacía mi y me sonrió. 
-A mi no me engañas, suéltalo va. -le propiné un pequeño golpe en el hombro.
-Lo de siempre, mi ex me agobia mucho, me anula. Me hace sentir mal. -me dijo por fin suspirando.
-Lo dejaste con ella por algo, quizás deberíais dejar pasar los días, es mucho tiempo y os tendréis que acostumbrar a estar sin el otro antes de intentar ser amigos. Si ella siente más, no puedes follártela. Se hace ilusiones... Lo estás haciendo bien, en todo momento le dices lo que quieres y lo que no, no dejes que te haga sentir mal. -le dije sin saber si estaba haciendo lo correcto. Pero me satisfacía que confiara y se abriera a mí. Intentaba hacerle sentir mejor.
-Tienes razón y me he propuesto mantener las distancias ya de una vez por todas. -me contestó-. Eres la mejor. -continuó algo tímido. Sonreí, me sorprendía estas cosas de la boca de Marcos. 
-Lo sé, ahora estate feliz y como tu eres que con este estado de ánimo me aburres. -le dije poniendo mala cara. Se río y le imite. Estaba activa, las dos cervezas me habían reanimado. Abri la cremallera del estuche de Marcos y lo tiré todo al suelo.
-¡¿Pero que haces inútil?! -me gritó recogiendo los bolígrafos del suelo. Aproveché para tirarle la libreta que tenía encima de la mesa sin poder dejar de reír. Me miro sonriendo y negando con la cabeza-. Si quieres jugar, juguemos. -dijo amenazante mientras se dirigía a coger mi mochila. Intenté evitarlo pero fue más rápido y la alcanzó. Se me escapó y corrió por alrededor de la clase.
-Marcos, ni se te ocurra... -le grité al ver que mi mochila estaba a poca distancia de la basura. Me miro y deje de correr tras el para fijar mi mirada asesina en él. Abrió la mochila y la puso boca abajo. Todo lo que llevaba en la mochila cayó dentro de la pequeña basura. 
-¿Que ha pasado? -dijo riendo. Todos los demás se divertían con nuestro juego y aclamaron a Marcos. Me puse sería y me di media vuelta para correr a la mesa y coger el móvil de éste, que por fallo suyo lo había dejado olvidado.
-No María, el móvil no. -me miró desafiante. Cuándo se quiso dar cuenta ya estaba casi cruzando la puerta de clase con su móvil en mano. Vino tras de mí queriendo evitar cualquier trastada que pasará por mi cabeza. La que reía ahora era yo. Abrí la puerta y salí corriendo-. ¿Pero donde vas? ¡Dame el móvil ya! -le escuchaba gritar detrás mío. 
-Cuando recojas mis cosas de la basura hablamos. -volteé la cabeza para mirarle y me alcanzó rodeándome por detrás con sus brazos, intentando coger su teléfono.
-Chicos, ¿que hacéis? Volver a clase. -nos sorprendió Edu y la acompañamos hasta el aula riéndonos por lo bajo. 
-Toma capullo. -le entregué el móvil a Marcos y recogí un par de libros y la libreta de la basura. 
-¿Que me miras? -Marcos me miraba fijamente mientras yo buscaba entre las hojas de mi libreta el ejercicio que íbamos a corregir-. Estoy enfadada. -continué sería.
-No sabes enfadarte conmigo, te gusto demasiado. -dijo sin borrar esa peculiar sonrisa. Será creído...
-No todo el mundo se muere por tus huesos, acostúmbrate a ello. -le guiñé el ojo.
-Date tiempo y acabaras como todas. -Marcos era muy prepotente y se lo tenía muy creído con las mujeres. De todas formas sonreí.
-No me compares con tus chicas equis
-Tienes razón, tu eres mi amiga. -dijo, poniendo fin al tira y afloja. Y a la vez, posando su mano en mi pierna y mirándome fijamente a los ojos.
-¿Que haces? -dije tímida sin evitar la sonrisa.
-Nada, ¿que te pasa? -y su mano se deslizo un poco más arriba.
-Estate quieto, anda. -cogí su mano y la coloqué en su mesa-. Ponte a corregir el ejercicio.
-Se nos acumulan los exámenes, menos mal que economía se nos da bien y no tenemos que estudiar. -me dijo Aroha cuando de repente se giró hacía nosotros.
-¿Cuando es? -pregunté.
-Lo acaba de decir, empanada. Es la semana que viene. -no había prestado atención a la clase en ningún momento.
-María, me tendrás que ayudar a estudiar. -me dijo Marcos.
-¿Y que recibo a cambio?
-Mi compañía, que sé que es más que suficiente para ti. -sonreí y me devolvió el gesto.
La siguiente clase se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. Aroha y yo no cambiamos de sitio, así que en ingles también me senté al lado de Marcos. Al salir del instituto, quedé con Aroha y con Naira para ir a mirar tiendas por la tarde, el jefe de mi amiga no la había llamado para trabajar hoy, así que aproveché para saltarme un día más de autoescuela. Llegué a casa acompañada de Ana, ella vivía un poco mas lejos que yo pero siempre hacíamos el mismo camino juntas. Mi madre ya me tenía en la mesa un buen plato de espaguetis, es mi comida favorita. Después de comer me estire en el sofá a ver un poco la tele y cogí el móvil para distraerme hasta que llegara la hora de ir a buscar a mis amigas. Vi el chat de Marcos, ayer noche fue él el ultimo en hablarme. Lo siguiente debía ser mio, después de barajar ciertas opciones lo deje para la noche. Marcos se pasaría la tarde trabajando y sin ánimos de coger el móvil. Empecé a arreglarme, me cambie de ropa, me peine y me aplique más rimel del que llevaba de está mañana. Mi pelo era rizado y castaño oscuro, pero siempre salía a la calle con el pelo liso. Me gustaba mucho más que mis rizos al natural. Después de largo tiempo mirándome al espejo, cogí el bolso y me dirigí a la estación donde me encontraría con Aroha y Naira. Íbamos a ir a un pueblo a una parada de estación del mío. Aunque Granollers no era como mi pueblo, era mucho más grande y tenía todas las tiendas necesarias.

-María, ¡aquí! -vi a Aroha cerca del andén balanceando su brazo de izquierda a derecha. Sonreí y fui hacía ella.
-¿A que hora pasa el tren? -le pregunte después de darle un gran abrazo. 
-En dos minutos. Naira está ya llegando. -contestó. Y al mismo instante vi a mi otra amiga llegar hacía nosotras sofocando.

Pasamos la tarde disfrutando del cálido sol, de un lado a otro. Nos sentamos en una terraza a tomar algo para coger fuerzas y remediar la boca seca de tanto andar. Nos recorrimos casi todas las tiendas, despreciando el dinero y pasándonoslo bien en cada probador. Colocándonos prenda que nunca nos compraríamos para hacer la gracia y escandalizar cada tienda con nuestras exageradas risas. Típica tarde de amigas. Acabamos en el Stradivarius, cogí un sombrero de paja que vi y me lo puse en la cabeza.
-¿Que tal me queda, chicas? -grite a mis amigas para que me prestaran atención. Al girarse me vieron haciendo posturas y gestos tontos, las dos empezaron a reír. Me propuse llegar hasta ellas y en el intento el asa de mi bolso se enredó con la mano de un maniquí, el cual cayó al suelo, causando que todas las miradas de todas esas personas que estaban dentro del establecimiento se posaran en mi. La vergüenza se apoderó de mi y mis amigas no tenían intenciones de ayudarme, ya que estaban casi en el suelo con dolor de barriga de tanto reír. 
-Muy graciosas y muy buenas amigas, sí. -salimos de la tienda después de haberle pedido perdón al dependiente. Naira y Aroha seguían riendo sin parar, abandone la idea de hacerme la enfadada y me uní a ellas. 
-Si no fuera por estos ratos... -dijo Naira. Es cierto, nos lo habíamos pasado en grande que es lo que importaba. 
Pusimos rumbo a la estación de tren ya que se había hecho tarde y debíamos volver a nuestras respectivas casas. El próximo tren pasaba dentro de veinte minutos, muy a nuestro pesar nos sentamos a esperar. Ya creía que Marcos no iba a participar en ninguna de nuestras conversaciones hasta que Naira empezó a contarle a Aroha que el chico le había dicho de quedar la noche pasada. En todo momento dejé que hablaran ellas sin intervenir en la conversación hasta que tanto una como la otra empezaron a calificar a Marcos negativamente, ya que Naira no se pudo callar el tema de Marcos con su ex novia.
-Marcos siempre lleva la coraza de tío chulo y duro pero os sorprendería como es realmente. Habrá hecho cosas mal, como todo el mundo, pero poneros en situación. Después de una relación tan larga, ¿como reaccionaríais vosotras? Es una de esas personas que llega a su casa y piensa las cosas muchas veces, le busca un por que a todo y sobretodo piensa en su bien pero de tanto pensar se acaba sintiendo mal por muchas cosas que ni de lejos tiene el la culpa. Es un trozo pan y durante mucho tiempo ha estado amargado por complacer a su ex novia cuando a él ya no le apetecía, porque realmente la quiere. Pero se dio cuenta que estaba poniendo la felicidad de una persona por delante de la suya y ha decidido empezar a pensar en si mismo. Yo lo veo lo más correcto del mundo y lo que debería hacer mucha gente cuando una relación se acaba, en vez de aguantar por miedo a estar solo en equis tiempo o confundir amor con rutina y costumbre. -dije yo casi sin respirar. 
-Pues sí, mirándolo desde ese punto de vista tienes toda la razón del mundo María. -me admitió Aroha mientras Naira asentía con la cabeza-. Como lo defiendes, ¿eh? -me dijo sonriéndome.
-No le defiendo, pero le entiendo. -contesté seca. 
-Se nota que os tenéis mucha confianza.  -dijo Naira. 
Llegó el tren y en cinco minutos ya estábamos en nuestro pueblo. Hicimos el mismo camino las tres, estábamos cansadas y con ganas de llegar a casa. Naira se desvió la primera, su casa estaba más cerca de la estación. Seguidamente fue Aroha la que me abandonó. Me coloqué mis auriculares y escuchando una de mis canciones favoritas llegué a casa. No tenía mucha hambre, metí un vaso de leche en el microondas y me puse el pijama después de saludar a mi hermana y a mi madre. Una cucharada de Nesquik y mi querido sofá.

"Hola tonto" -le escribí a Marcos. Estaba en línea. Echaba un poco en falta no saber nada de él. Soló un poco. 
"Hombre, ya creía que no me dirías nada." -no tardo en contestarme. 
"También podrías haberlo hecho tú." -escribí. 
"Te tocaba a ti" -sonreí. Marcos era mucho más orgulloso que yo, y ya es decir. 
"Estabas trabajando y no quería molestar. Yo acabo de llegar a casa, he estado en Granollers con Naira y Aroha." -le expliqué. 
"Hace poco que he llegado a casa." -le notaba más borde que otras veces. 
"¿Como ha ido?" -le pregunté.
"Como todos los días, agotado de escuchar a mi padre." -me respondió. 
"Estás tonto perdió, ¿que te pasa?" -le pregunté sin saber con certeza si le ocurría algo.
"¿Que tiene que pasarme?" -me contestó arisco.  "Estoy triste." -me confesó. 
"¿Triste por qué? ¿De que te vale estar triste?" -escribí. 
"No sé, llevo todo el día así."
"Mentira, en clase has estado como siempre." -le dije.
"Por que contigo es imposible no reírse, pero a la que tengo un poco de tiempo para pensar..." 
"Pues no me parece correcto, hay que estar feliz siempre. ¿O a caso necesitas a alguien para ser feliz?" -escribí-. "¿No eres capaz de ser feliz por ti mismo?" -pregunté.  
"No hay razones." -me respondió.
"Si las hay." -le escribí igual de seca que él.
"Sorprenderme." -¿y ahora que María? Piensa algo rápido.
"Vale, pero tienes que hacerme caso." -le dije al minuto. 
"¿En qué?"
"¿Quieres que te sorprenda, o no?" -no podía evitar pensar que se iba a reír de mi con la tontería que se me acababa de ocurrir. 
"Vale, te hago caso." -aceptó.
"Cierra tu mano izquierda." -le ordené.
"¿Y con qué escribo?" 
"Con la derecha, solo tienes que escribir para confirmarme que lo estás haciendo." -sonreí. 
"Vale, mano izquierda cerrada." -tardó algo más en enviar esto ultimo por lo que supuse que estaba haciéndome caso. 
"Observa tu puño cerrado. Ahí dentro tienes mi sorpresa. ¿Estás preparado?" -me reí flojo.
"Creo que si..." -escribió seguido de un "jajajaja" -ya había conseguido una risa, aunque fuera escrita. 
"Vale, pues ahora cuando yo te diga, vas a abrir  tu mano.."
"¿Preparado?"
"A la de tres, eh"
"Una..." "Dos..." "y...¡TRES!"
"ALA, ¿ES UNA SONRISA?"
"Corre, ¡cógela que no se escape..!" -le escribí sin poder dejar de sonreír yo sola por mi estúpida ocurrencia y con curiosidad por saber su respuesta. 
"Eres muy tonta..." -me contestó. "¿Como puedes ser así?" siguió escribiendo. 
"Pero la has cogido o no?" -pregunté.
"Claro que la he cogido." -eso quería decir que estaba sonriendo, me quede satisfecha. 
"Pues ya sabes, conservarla. Que suerte tienes, eh. Quien quisiera una mano que desprende sonrisas siempre que las necesitas." 
"Eres la mejor, en serio." -lo mejor de todo es que Marcos me seguía estos juegos y estás tonterías. Era capaz de ver mucho más allá de las cosas-. "Me encanta tu felicidad, eres muy fuerte y tienes una capacidad increíble de superación. Pocas personas conseguirían algo como lo haces tú."
 "Los que menos tenemos, hacemos magia con poco."  -sonreí al leer lo que escribía Marcos.
La conversación se prolongo algo más de media hora. Era pronto para irse a dormir pero hoy había caminado mucho y estaba agotada. Marcos se quedó dormido entre tres y cinco minutos antes que yo. A la mañana siguiente me desperté antes de que sonara el despertador, solía pasarme cuando me iba a dormir pronto y dormía mis ocho horas necesarias. Me levanté aprovechando el largo tiempo que tenía libre antes de tener que ir a clase para desayunar tranquilamente. "Buenos díaaaaaaas"; Marcos se había despertado ya. Me abandonó anoche por quedarse dormido y no le costó mucho escribirme por la mañana. "Buenos días, ¿como estamos hoy?"; le respondí animada. "Muy bien, he dormido de lujo y me siento feliz." Sonreí al leer. "Yo me he levantado pronto y me aburro bastante, solo me queda vestirme." Aún quedaba una hora y media para empezar la primera clase, ya que hoy entrabamos más tarde. "Nos tomamos un café en el bar?" propuso Marcos. Me pareció buena idea así que acepte. "En un cuarto de hora te paso a buscar, no me hagas esperar." Me escribió. "¡Pero que no sé que ponerme!"; le escribí rebuscando en mi armario. "Ponte mallas y escote, los martes se me hacen más amenos."; me escribió seguido de tres caritas pervertidas. Sonreí y le respondí; "¡No seas capullo!" Bloqueé el móvil y me vestí, mallas y camiseta ancha. Ni para ti, ni para mí, pensé.






domingo, 1 de noviembre de 2015

Capitulo tres.

Eran casi las dos de la madrugada. Tenía el móvil en las manos, leyendo una vez tras otra esas palabras. ¿Pretendía que bajara ahora? ¡Estaba en pijama! Una pequeña sensación de nerviosismo se apoderó de mi. ¿Y por que no? Tampoco tenía otra cosa mejor que hacer y el sueño aún no había aparecido en mi. "Vale, un cigarro y me subo que ya estaba en pijama." le escribí. No tardo en contestarme; "en diez minutos te espero en el callejón que está girando la esquina de tu calle." No era un callejón, era una pequeña carretera, habían arboles y hierbas a ambos lados de la calle y estaba oscuro. Por esa razón daba la sensación de adentrarse en un callejón. Nunca me había dado buena espina pasar por aquí de noche. A cada paso buscaba a lo lejos a Marcos. Me había colocado unas mayas y una sudadera encima de una camiseta de tirantes, cogí el tabaco, el móvil y las llaves de casa. "No te veo y me da miedo" le escribí. "Sigue caminando"; contesto al segundo. Y eso hice, me encontré a Marcos saliendo del interior de su coche, con su particular sonrisa. Nos sentamos en la acera, desde allí se veía una pequeña parte del pueblo, un gran bosque situado al lado del polideportivo y a lo lejos varias montañas. Hacía buena noche pero se empezaba a notar que las temperaturas iban descendiendo, algo normal, teniendo en cuenta que en pocos días noviembre haría acto de presencia. 
-¿De donde vienes? -le pregunte mientras sacaba de mi paquete de tabaco un cigarro. 
-Llevo toda la tarde en el bar con unos amigos, he perdido la cuenta de las cervezas que me he bebido. -me respondió. Durante largo rato me contó historias diversas relacionadas con sus amigos; las motos, el alcohol y las tías les mantenían unidos. Marcos me contaba y revelaba algunas de sus experiencias pasadas mientras yo prestaba atención, ya que en ese pequeño pueblo nos conocíamos todos y la mitad de las cosas que decía eran sobre personas, sobretodo chicas, que yo conocía y no tenían desperdicio ninguno. Marcos hizo cosas muy feas, como llevarse a la cama a algunas de las novias de sus amigos, entre otras tantas cosas. 
-Ala, ¡pero que asco das! -exclamé mirándole sorprendida y riéndome para que no se lo tomará en serio-. Pero bueno, de todo se aprende. -aporté  para no hacerle sentir mal.
-Ya, he hecho cosas que no me gusta recordar y sé que están mal. Ahora que ya no estoy en una relación quiero hacer las cosas bien y pensar en mi. Hace unos años estaría de fiesta y tirándome a una diferente cada día. -seguía bebiendo cerveza. Se había traído dos latas que estaba compartiendo conmigo. 
-En el momento te lo pasas bien y olvidas, pero al día siguiente te sientes una mierda. -continué yo. 
-Si, totalmente cierto. Tiendes a sentirte vació sumandole la resaca del día después, por eso quiero centrarme un poco  y dejar de hacer las cosas tan a lo loco.  -tenía buen fondo. Me gustaba pasarme las horas hablando con él, me estaba aficionando a conocer cada vez más facetas de Marcos.
De un momento a otro me vi a mi hablándole del momento más duro de mi vida; cuando mi padre murió. Nunca me había pasado eso de abrirme tan rápido a alguien. Contar y hablar sobre este tema para mi era dejarme totalmente desnuda. No me gustaba darme a conocer, ni me gustaba ni me sentía con la fuerza de hacerlo. Pero con Marcos salía todo solo. Él se confío y me hablo sobre el golpe mas duro que había tenido que sufrir. Su manera de hablar sobre estas cosas tan graves me hizo devolverle el voto de confianza y dar a conocer esa parte de mi que pocos conocían. Marcos hablaba desde la fuerza y la superación. Desde la madurez y el amor. Era un chico con un corazón enorme y me sentí totalmente a gusto con él, incluso hablando de sentimientos que normalmente me costaba mucho sacar. Con él podía ser yo al cien por cien. 

Algún que otro abrazo para calmar la nostalgia y muchas tonterías para sacar la risa hicieron que nos animáramos de nuevo y sin saber muy bien como descubrimos algo mas que manteníamos en común; el lugar donde solíamos veranear. Yo me pasaba los veranos en el pueblo de mi abuelo, en Teruel. El pueblo de Marcos se encontraba en Valencia, pero bastante mas cerca de Teruel que de la Comunidad Valenciana. Nos entretuvimos hablando de las gamberradas típicas que se llevaban a cabo en un pueblo cuando éramos pequeños. De una historia salía otra que comentar. Tanto uno como el otro recordamos viejos tiempos y a la vez nos empezábamos a conocer más. 
-Me gusta pasar tiempo contigo, ¿sabes que nunca he tenido una amiga? -me dijo mientras me sonreía y me miraba fijamente.
-Viniendo de ti me lo creo todo. -contesté yo entre risas.
-Eres mi única amiga.
-Joder, me siento afortunada. -dije elevando la voz y los dos empezamos a reír.
-Es verdad, una mujer y un hombre nunca pueden ser amigos. Ley de vida. -dijo.
-Pero que dices, eso son mitos. 
-No te engañes, normalmente te haces amigo de alguien que te llama la atención y si te llama la atención te la acabas follando. Después de esto vienen las discusiones y la supuesta amistad acaba. -dijo mientras lanzaba la lata de cerveza vacia entre las hierbas. 
-Eso tú, que no ves más allá del sexo. -no estaba de acuerdo con aquel pensamiento. 
-A ti te quiero como amiga, me gusta invertir mi tiempo hablando contigo. -me hizo sonreír. Eran cerca de las cinco de la mañana, ¿como podía pasar tan rápido el tiempo cuando estaba con Marcos? Empezaba a hacer mas frío del habitual. 
-Vamos a irnos a dormir, ¿no crees? -le dije mientra bostezaba.
-Oh, que la nena tiene sueño ya... -me hablo como si fuese una niña pequeña y soltó una carcajada.
-¡Imbécil! -le empuje riéndome yo también-. Mañana viene un amigo de Valencia a pasar el fin de semana en mi casa, con un amigo suyo. Tendré que levantarme pronto para ir a buscarles a la estación. -se me había olvidado por completo
-¿Y por que no me lo has dicho antes? -me preguntó-. ¡No vas a dormir nada!
-Da igual. Me apetecía estar un rato contigo y no tenía  sueño. -le dije. 
-Gracias por evitar que haya acabado esta noche vete tu a saber donde y con quien, me siento mejor así. -dijo riendo. 
-Pues ya sabes donde estoy, inútil. -le conteste sonriendo le-. Buenas noches. -le dije sin dejar de sonreír y yéndome hacía mi casa. 
-Buenas noches, amiga. -escuché y supuse que mantenía la sonrisa en la cara.
Dormí más bien poco. Había quedado con Naira para que me acompañara a Barcelona a buscar Borja y a su amigo. Borja era un amigo de mi pueblo de Teruel, vivía en Valencia y este fin de semana libraba en el trabajo. Le propuse venir a Barcelona y acepto encantado. 
-¿Ayer donde fuiste, Maria? -me dijo mi madre cuando iba a salir ya de casa con el tiempo justo para llegar a la estación de mi pueblo.
-Aquí abajo, con un amigo para echar el rato. -contesté yo. La puerta de mi casa hace ruido cada vez que se cierra o se abre, ya que del pomo de la puerta cuelgan unos cascabeles de metal que al tocar uno con otro es capaz de despertar a medio vecindario. Con mis dieciocho años mi madre me dejaba toda la libertad del mundo, de hecho, siempre había sido así-. Ahora me voy a buscar a estos dos que llego tarde y Naira debe estar esperándome ya. Adiós mamá. -y salí a toda prisa. 
"Ya estoy llegando a la estación, ¿tu donde estás?" le escribí a Naira. Mi móvil vibro a los pocos minutos, "yo acabo de llegar, date prisa o perdemos el tren". Aligere mi paso y llegue hasta donde estaba mi amiga sin aire. "Próxima circulación dirección  Hospitalet del Llobregat. Vía 2." Con el tiempo justo bajamos las escaleras y corrimos hacía el tren que ya tenía las puertas abiertas y nos sentamos cogiendo aire. No habíamos pagado billete, como otras tantas veces.
-¡Que cara tienes Maria! -exclamó Naira.
-¿Por que? ¿Que le pasa a mi cara? -dije extrañada.
-Tienes unas ojeras que te llegan al suelo... -río. 
-Joder, que susto. He dormido tres horas. Ayer estuve con Marcos hasta las cinco de la mañana. -le expliqué.
-¿Hablando por Whatsapp? -me pregunto cambiando la expresión de su cara. 
-No, me dijo de bajar a echarme un cigarro. 
-¿Os liasteis? -¿le preocupaba tanto este tema? ¡Si no hacía nada que conocíamos a Marcos!
-Que va, solo somos amigos. ¿A ti te gusta mucho? -le pregunté. 
-Me llama la atención. Solo me enrollaría con él. Es el típico que esta con cinco diferente a la semana y eso no me gusta. -me incomodaba un poco hablar sobre esto con mi amiga. 
-¿Te molesta que me lleve bien con él? -le pregunté.
-¿Como? -dijo mirándome fijamente. 
-No sé, que quede con él o hablemos tanto. 
-Que va, ¿pero a ti te gusta? -me pregunto. Notaba que mi amiga estaba preocupada y realmente si le molestaba un poco. 
-Me gusta mucho como persona. Me gusta su personalidad, que pueda hablar con él de todo, me gusta sentirme a gusto y sobretodo que no me aburro lo más mínimo cuando estoy con él. Pero ya esta. -le aclaré. 
-Mira -me dijo sacando su móvil del bolso. Me enseño una conversación de Whatsapp con Marcos. Leí llena de curiosidad. Sin lugar a duda había tonteo. Me sorprendió un poco. Pero al fin y al cabo se trataba de Marcos, ya sabía como era, que buscaba y que le gustaba.
-No sé, ya sabemos como es este chico. -le dije devolviendo le el móvil. Antes la incitaba a que se lanzara pero ahora ya no me salía hacer tal cosa. Si Naira y Marcos se enrollaban me molestaría. No por nada, Marcos me lo cuenta todo, incluso las veces que no se ha podido contener y a quedado con su ex novia para pecar o algunas de las veces que ha recurrido a alguna de las chicas equis para aliviarse y no le he dado la más mínima importancia. Pero Naira era mi amiga y esto era distinto. 
-Ya, por eso no quiero confiarme. 
Decidí abandonar el tema después de casi veinte minutos hablando sobre ello. Quedaban dos estaciones para llegar. Naira se entretenía explicándome el nuevo tratamiento que se estaba aplicando a su precioso pelo. Era una chica muy presumida, muy coqueta y muy quejica con todo. Le encantaba comprar ropa, cuidarse con sus cremas y de más. Era una buena amiga y la quería mucho a pesar de las diferencias que teníamos en cuanto a personalidad, carácter y gustos. Últimamente tenía ganas de encontrar a un chico con el que distraerse, hacía unas semanas había conocido a un chico y parecía que todo iba bien, a ella le gustaba y el la hacía sentir a gusto, pero Naira quería algo más serio y el chico resulto tener una mentalidad de quince años. Mi amiga le costo un par de días darse cuenta que no era lo que buscaba y puso fin a esos encuentros. Entre Aroha y yo la convencimos de que no tenía que pensar tanto las cosas, que en tres días no iba a encontrar la persona adecuada. La solución era divertirse un poco más y esperar a que llegara todo solo. Se lo tomo en serio y puso sus ojos en Marcos. Mi amiga con este ultimo chico con el que había estado durante poco más de un mes, intimo, pero intimo lo justo, ella era virgen y le costaba entregarse al completo, aún así, se quedo con ganas de llegar más lejos y ahora no se quitaba de la cabeza esa necesidad, por decirlo de alguna manera.

"Próxima parada Plaza Cataluña" Nos levantamos y esperamos a que el tren se parara y se abrieran las puertas. Durante quince minutos recorrimos la estación para encontrar la vía donde llegaba el tren proveniente de Valencia. Y allí estaba, Borja con su amigo. Le dí un gran abrazo a mi amigo, me causaba mucha ilusión volver a verle, ya que a mis amigos de Teruel los podía ver muy pocas veces al año. Era como una gran familia. Los quería mucho y los echaba de menos. Saludé a su amigo Sergio y lo mismo hizo Naira con los dos. Ya que estábamos allí, decidimos pasar el día en Barcelona. Vivir en la ciudad día tras día no me llamaba nada la atención, prefería y me gustaba más vivir en ese pequeño pueblo a veinte minutos de Barcelona, con su naturaleza y tranquilidad. Pero la ciudad era increíble, pasear entre montones de personas, edificios enormes por todo mi alrededor, los turistas y el ambiente ajetreado que se respira en una ciudad como Barcelona me recargaba energía. Me gustaba mucho. Paseamos y visitamos tiendas durante toda la mañana mientras nos poníamos al día, comentábamos historias pasadas y nos divertíamos los cuatro juntos. Comimos en el McDonnal's y después de recorrer algunas calles de la gran ciudad volvimos a mi pequeño pueblo. Se nos habían hecho casi las nueve de la noche cuando el tren paro en la estación donde teníamos que bajarnos.
-Oye, ¿y si vamos a ver a Aroha al bar? Ya que esta noche nos vamos de fiesta y ella no puede venir, vamos a hacerle una visita corta. -dije yo. De camino a mi casa estaba el bar donde trabaja mi amiga, este noche lo habíamos organizado todo para poder irnos a una discoteca pero Aroha no podía venir porque trabajaba. Tanto Naira, como Borja  y su amigo estuvieron de acuerdo. 
Nos tomamos una cerveza cada uno, excluyendo a Naira que había pedido un Aquarius. No había clientela en el bar así que Aroha pudo estar por nosotros. Conoció a los valencianos, estaban muy a gusto con mis amigas, se reían todos y para nada resultaba incomodo. Nos despedimos de ella al poco rato, ya que era bastante tarde y nos fuimos a casa, cenamos, organizamos las camas donde iban a dormir ellos, y después de arreglarnos para la noche que nos esperaba, nos fuimos a encontrarnos con Naira, Javi y los demás.

Ya estábamos esperando para poder entrar a la discoteca. DNI y dinero en mano llego nuestro turno. Nada más entrar fuimos al guardarropas a deshacernos de los bolsos y abrigos. Y seguidamente a por nuestra primera consumición. Beffeter naranja. Borja y su amigo estaban en su salsa con los míos, se adaptaban bien y no dejaban de bailar y beber.

-María, Javi no me deja tranquila, no me deja bailar con otros tíos. -me gritaba Naira en la oreja para lograr escucharla entre la música y el alboroto que había ahí dentro. Javi y Naira eran amigos, muy buen amigos. Nunca había pasado nada entre ellos y a mi amiga no le gustaba Javi para nada más.
-Serán cosas tuyas.. -le dije extrañada y riéndome.
-¿Cosas mías? Atenta. -Naira se fue de mi lado para acercarse al grupo. Empezó a bailar con otro de nuestros amigos, Alex. Intenté observar si Javi hacía algo fuera de lo normal, solo les miraba sin dejar de bailar. Pero entonces se acerco a ellos y cogió a Naira de la mano para alejarla de Alex. Se abrazaron y Naira me miro haciendo gestos con la mano sin que Javi se diera cuenta-. Javi, voy al baño con María. -le dijo mi amiga desprendiéndose de sus brazos.
-Vale, tienes razón. -dije riéndome.
-Pero no te rías, ¿que hago yo ahora? 
-Pues líate con él, eso que te llevas... -no podía evitar las carcajadas por ver la cara de mi amiga.
-Estas loca, solo es mi amigo, no quiero nada con el... -me dijo entrando al baño.
Después de cuatro consumiciones empecé a sentirme mareada, cada vez me costaba mas bailar manteniendo el equilibrio, decidí irme a la sala de arriba, allí habían sofás y el único lugar donde se podía fumar. Necesitaba respirar tranquila un rato, Borja me acompaño mientras Sergio, su amigo, seguía bailando con los demás.  Sergio tenía novia en Valencia, aún así, llevaba toda la noche detrás mío. No me gustaba en absoluto ese chico, a parte de pesado, no era muy agraciado físicamente. Por así decirlo llevaba más de dos horas huyendo de él. Borja se reía al ver la situación.

-En el viaje me decía que iba a conseguir tener algo contigo. -me explicaba Borja ya sentados en uno de los sofás de la planta de arriba. 
-Me agobia mucho este chico, hace nada le he dicho que me dejara tranquila y parece que lo ha entendido. Ya no se me acerca, no quería resultar desagradable pero a estás horas y en mi estado soy incapaz de aguantar  la paciencia. -dije fumándome un cigarro. Borja se reía al verme mareada. 
Al poco rato nos encontraron Naira y todos los demás, era hora de volver a casa. Volvimos en tren, tuvimos que hacer transbordo en Barcelona para llegar a mi pueblo. La mitad del camino, por no decir todo, me lo pase con la cabeza apoyada en Naira, durmiendo. Tenía que recuperar horas de sueño, ya que la pasada noche no había dormido nada por culpa de Marcos. Cuando por fin llegamos, ya era de día. Mi aspecto era horrible, deseaba quitarme esa ropa y meterme en la cama.

Me desperté en la cama de mi madre, cuando llegamos mi madre ya no estaba en casa. Las sabanas estaban todas revueltas. Que dolor de cabeza. Me levante y después de lavarme la cara asome la cabeza en mi cuarto. Borja y Sergio seguían durmiendo. Me tome un ibuprofeno y me hice un café con leche para despejarme. Ya eran las cuatro de la tarde. Mi madre había dejado espaguetis hechos para cuando nos levantáramos, me entro apetito al verlos. Metí el bol de espaguetis en el microondas y desperté a los ocupas que invadían mi habitación.  
-¿Os apetece hacer algo? -les dije a Borja y Sergio. Después de haber comido y recogido nos estiramos en el sofá a ver un poco la tele. La resaca ya casi había desaparecido y estaba aburrida.
-¿Vamos a tomar algo? -propuso Borja. A Sergio y a mi nos pareció buena idea y aceptamos.
Bajamos al bar de la plaza del pueblo, hacía un poco de frió, me gustaba ese aire fresco. Me despejaba y me espabilaba. Tenía ganas de que llegara el frió típico de enero. Decidimos sentarnos dentro, en una de las mesas pegadas al cristal.

-¿Os lo habéis pasado bien estos días a mi vera? -les pregunté a los chicos. En dos horas tenían que coger el tren que les llevaría a Valencia. 
-Yo me lo he pasado muy bien pero se me ha hecho corto también. Aunque la fiesta en Valencia es mejor, nano. -dijo Borja riéndose mientras intentaba picarme.
-Nano nano, siempre con el nano en la boca. -les imite.
En un acto reflejo gire la cabeza y a mis espaldas estaba Marcos con otro chico en la barra del bar. ¿Le saludaba? Que vergüenza, mi imagen no era muy aceptable en esos momentos. Salieron del bar y tras el cristal vi como se alejaban y cada uno cogía su moto. Al poco rato pagamos nosotros y nos fuimos a casa a que Sergio y Borja recogieran sus maletas. Les acompañe a la estación de tren, me notaba agotada, estaba deseando llegar ya a casa para acurrucarme entre mis sabanas. "Hola niña". Vi que Marcos me había hablado por Whatsapp, típico, ya era domingo tarde noche. Bloqueé el móvil y me despedí de Borja con un buen abrazo, pasarían meses para volver a verle. A Sergio le despedí con dos besos en la mejilla. Se subieron al tren y yo me dí media vuelta hasta llegar a casa. Me puse el pijama y me estire en mi cama. "Hola feoncio, te he visto en la plaza" le contesté a Marcos. "Ala, anda que saludas, muy feo lo tuyo"; me respondió. "Es que ya te ibas..."; le puse como excusa. Me pregunto como había ido el fin de semana con los chicos de valencia. Le explique por encima y le pregunté por su fin de semana. "Mucha fiesta, mucho alcohol, estoy muy cansado."; escribió. "La he liado."; siguió escribiendo. "Ayer quede con mi ex por que se puso pesada y bueno, ya sabes..." Me siguió contando que ahora la chica se había hecho ilusiones y no dejaba de hablarle y llamarle enfadada. Marcos no quería ya nada con ella. Estaba en el momento que dejas una relación y llegan las idas y venidas. "Si sabes como reacciona ella, no te la tires. Es mucho tiempo el que has estado con ella, y no debe ser fácil".; le dije. Durante un rato estuvimos hablando del tema. Me gustaba que confiara en mí para contarme estás cosas y todo lo que le preocupaba. "Gracias por aguantar el sermón, tienes toda la razón del mundo."; acabo diciendo él. Sonreí. No tarde en despedirme de él para irme a dormir. Mañana lunes.

Hacía diez minutos que debía estar en clase, sentada y escribiendo lo que vete tu a saber que profesor estaba apuntando en la pizarra. No sabía ni que asignatura me tocaba. Toque la puerta de clase y abrí. Federico. Matemáticas. Vi como Marcos estaba sentado en primera fila, delante de la mesa del profesor. Sonreía mientras le comentaba algo en voz baja a la chica que tenía al lado, Naira.