domingo, 1 de noviembre de 2015

Capitulo tres.

Eran casi las dos de la madrugada. Tenía el móvil en las manos, leyendo una vez tras otra esas palabras. ¿Pretendía que bajara ahora? ¡Estaba en pijama! Una pequeña sensación de nerviosismo se apoderó de mi. ¿Y por que no? Tampoco tenía otra cosa mejor que hacer y el sueño aún no había aparecido en mi. "Vale, un cigarro y me subo que ya estaba en pijama." le escribí. No tardo en contestarme; "en diez minutos te espero en el callejón que está girando la esquina de tu calle." No era un callejón, era una pequeña carretera, habían arboles y hierbas a ambos lados de la calle y estaba oscuro. Por esa razón daba la sensación de adentrarse en un callejón. Nunca me había dado buena espina pasar por aquí de noche. A cada paso buscaba a lo lejos a Marcos. Me había colocado unas mayas y una sudadera encima de una camiseta de tirantes, cogí el tabaco, el móvil y las llaves de casa. "No te veo y me da miedo" le escribí. "Sigue caminando"; contesto al segundo. Y eso hice, me encontré a Marcos saliendo del interior de su coche, con su particular sonrisa. Nos sentamos en la acera, desde allí se veía una pequeña parte del pueblo, un gran bosque situado al lado del polideportivo y a lo lejos varias montañas. Hacía buena noche pero se empezaba a notar que las temperaturas iban descendiendo, algo normal, teniendo en cuenta que en pocos días noviembre haría acto de presencia. 
-¿De donde vienes? -le pregunte mientras sacaba de mi paquete de tabaco un cigarro. 
-Llevo toda la tarde en el bar con unos amigos, he perdido la cuenta de las cervezas que me he bebido. -me respondió. Durante largo rato me contó historias diversas relacionadas con sus amigos; las motos, el alcohol y las tías les mantenían unidos. Marcos me contaba y revelaba algunas de sus experiencias pasadas mientras yo prestaba atención, ya que en ese pequeño pueblo nos conocíamos todos y la mitad de las cosas que decía eran sobre personas, sobretodo chicas, que yo conocía y no tenían desperdicio ninguno. Marcos hizo cosas muy feas, como llevarse a la cama a algunas de las novias de sus amigos, entre otras tantas cosas. 
-Ala, ¡pero que asco das! -exclamé mirándole sorprendida y riéndome para que no se lo tomará en serio-. Pero bueno, de todo se aprende. -aporté  para no hacerle sentir mal.
-Ya, he hecho cosas que no me gusta recordar y sé que están mal. Ahora que ya no estoy en una relación quiero hacer las cosas bien y pensar en mi. Hace unos años estaría de fiesta y tirándome a una diferente cada día. -seguía bebiendo cerveza. Se había traído dos latas que estaba compartiendo conmigo. 
-En el momento te lo pasas bien y olvidas, pero al día siguiente te sientes una mierda. -continué yo. 
-Si, totalmente cierto. Tiendes a sentirte vació sumandole la resaca del día después, por eso quiero centrarme un poco  y dejar de hacer las cosas tan a lo loco.  -tenía buen fondo. Me gustaba pasarme las horas hablando con él, me estaba aficionando a conocer cada vez más facetas de Marcos.
De un momento a otro me vi a mi hablándole del momento más duro de mi vida; cuando mi padre murió. Nunca me había pasado eso de abrirme tan rápido a alguien. Contar y hablar sobre este tema para mi era dejarme totalmente desnuda. No me gustaba darme a conocer, ni me gustaba ni me sentía con la fuerza de hacerlo. Pero con Marcos salía todo solo. Él se confío y me hablo sobre el golpe mas duro que había tenido que sufrir. Su manera de hablar sobre estas cosas tan graves me hizo devolverle el voto de confianza y dar a conocer esa parte de mi que pocos conocían. Marcos hablaba desde la fuerza y la superación. Desde la madurez y el amor. Era un chico con un corazón enorme y me sentí totalmente a gusto con él, incluso hablando de sentimientos que normalmente me costaba mucho sacar. Con él podía ser yo al cien por cien. 

Algún que otro abrazo para calmar la nostalgia y muchas tonterías para sacar la risa hicieron que nos animáramos de nuevo y sin saber muy bien como descubrimos algo mas que manteníamos en común; el lugar donde solíamos veranear. Yo me pasaba los veranos en el pueblo de mi abuelo, en Teruel. El pueblo de Marcos se encontraba en Valencia, pero bastante mas cerca de Teruel que de la Comunidad Valenciana. Nos entretuvimos hablando de las gamberradas típicas que se llevaban a cabo en un pueblo cuando éramos pequeños. De una historia salía otra que comentar. Tanto uno como el otro recordamos viejos tiempos y a la vez nos empezábamos a conocer más. 
-Me gusta pasar tiempo contigo, ¿sabes que nunca he tenido una amiga? -me dijo mientras me sonreía y me miraba fijamente.
-Viniendo de ti me lo creo todo. -contesté yo entre risas.
-Eres mi única amiga.
-Joder, me siento afortunada. -dije elevando la voz y los dos empezamos a reír.
-Es verdad, una mujer y un hombre nunca pueden ser amigos. Ley de vida. -dijo.
-Pero que dices, eso son mitos. 
-No te engañes, normalmente te haces amigo de alguien que te llama la atención y si te llama la atención te la acabas follando. Después de esto vienen las discusiones y la supuesta amistad acaba. -dijo mientras lanzaba la lata de cerveza vacia entre las hierbas. 
-Eso tú, que no ves más allá del sexo. -no estaba de acuerdo con aquel pensamiento. 
-A ti te quiero como amiga, me gusta invertir mi tiempo hablando contigo. -me hizo sonreír. Eran cerca de las cinco de la mañana, ¿como podía pasar tan rápido el tiempo cuando estaba con Marcos? Empezaba a hacer mas frío del habitual. 
-Vamos a irnos a dormir, ¿no crees? -le dije mientra bostezaba.
-Oh, que la nena tiene sueño ya... -me hablo como si fuese una niña pequeña y soltó una carcajada.
-¡Imbécil! -le empuje riéndome yo también-. Mañana viene un amigo de Valencia a pasar el fin de semana en mi casa, con un amigo suyo. Tendré que levantarme pronto para ir a buscarles a la estación. -se me había olvidado por completo
-¿Y por que no me lo has dicho antes? -me preguntó-. ¡No vas a dormir nada!
-Da igual. Me apetecía estar un rato contigo y no tenía  sueño. -le dije. 
-Gracias por evitar que haya acabado esta noche vete tu a saber donde y con quien, me siento mejor así. -dijo riendo. 
-Pues ya sabes donde estoy, inútil. -le conteste sonriendo le-. Buenas noches. -le dije sin dejar de sonreír y yéndome hacía mi casa. 
-Buenas noches, amiga. -escuché y supuse que mantenía la sonrisa en la cara.
Dormí más bien poco. Había quedado con Naira para que me acompañara a Barcelona a buscar Borja y a su amigo. Borja era un amigo de mi pueblo de Teruel, vivía en Valencia y este fin de semana libraba en el trabajo. Le propuse venir a Barcelona y acepto encantado. 
-¿Ayer donde fuiste, Maria? -me dijo mi madre cuando iba a salir ya de casa con el tiempo justo para llegar a la estación de mi pueblo.
-Aquí abajo, con un amigo para echar el rato. -contesté yo. La puerta de mi casa hace ruido cada vez que se cierra o se abre, ya que del pomo de la puerta cuelgan unos cascabeles de metal que al tocar uno con otro es capaz de despertar a medio vecindario. Con mis dieciocho años mi madre me dejaba toda la libertad del mundo, de hecho, siempre había sido así-. Ahora me voy a buscar a estos dos que llego tarde y Naira debe estar esperándome ya. Adiós mamá. -y salí a toda prisa. 
"Ya estoy llegando a la estación, ¿tu donde estás?" le escribí a Naira. Mi móvil vibro a los pocos minutos, "yo acabo de llegar, date prisa o perdemos el tren". Aligere mi paso y llegue hasta donde estaba mi amiga sin aire. "Próxima circulación dirección  Hospitalet del Llobregat. Vía 2." Con el tiempo justo bajamos las escaleras y corrimos hacía el tren que ya tenía las puertas abiertas y nos sentamos cogiendo aire. No habíamos pagado billete, como otras tantas veces.
-¡Que cara tienes Maria! -exclamó Naira.
-¿Por que? ¿Que le pasa a mi cara? -dije extrañada.
-Tienes unas ojeras que te llegan al suelo... -río. 
-Joder, que susto. He dormido tres horas. Ayer estuve con Marcos hasta las cinco de la mañana. -le expliqué.
-¿Hablando por Whatsapp? -me pregunto cambiando la expresión de su cara. 
-No, me dijo de bajar a echarme un cigarro. 
-¿Os liasteis? -¿le preocupaba tanto este tema? ¡Si no hacía nada que conocíamos a Marcos!
-Que va, solo somos amigos. ¿A ti te gusta mucho? -le pregunté. 
-Me llama la atención. Solo me enrollaría con él. Es el típico que esta con cinco diferente a la semana y eso no me gusta. -me incomodaba un poco hablar sobre esto con mi amiga. 
-¿Te molesta que me lleve bien con él? -le pregunté.
-¿Como? -dijo mirándome fijamente. 
-No sé, que quede con él o hablemos tanto. 
-Que va, ¿pero a ti te gusta? -me pregunto. Notaba que mi amiga estaba preocupada y realmente si le molestaba un poco. 
-Me gusta mucho como persona. Me gusta su personalidad, que pueda hablar con él de todo, me gusta sentirme a gusto y sobretodo que no me aburro lo más mínimo cuando estoy con él. Pero ya esta. -le aclaré. 
-Mira -me dijo sacando su móvil del bolso. Me enseño una conversación de Whatsapp con Marcos. Leí llena de curiosidad. Sin lugar a duda había tonteo. Me sorprendió un poco. Pero al fin y al cabo se trataba de Marcos, ya sabía como era, que buscaba y que le gustaba.
-No sé, ya sabemos como es este chico. -le dije devolviendo le el móvil. Antes la incitaba a que se lanzara pero ahora ya no me salía hacer tal cosa. Si Naira y Marcos se enrollaban me molestaría. No por nada, Marcos me lo cuenta todo, incluso las veces que no se ha podido contener y a quedado con su ex novia para pecar o algunas de las veces que ha recurrido a alguna de las chicas equis para aliviarse y no le he dado la más mínima importancia. Pero Naira era mi amiga y esto era distinto. 
-Ya, por eso no quiero confiarme. 
Decidí abandonar el tema después de casi veinte minutos hablando sobre ello. Quedaban dos estaciones para llegar. Naira se entretenía explicándome el nuevo tratamiento que se estaba aplicando a su precioso pelo. Era una chica muy presumida, muy coqueta y muy quejica con todo. Le encantaba comprar ropa, cuidarse con sus cremas y de más. Era una buena amiga y la quería mucho a pesar de las diferencias que teníamos en cuanto a personalidad, carácter y gustos. Últimamente tenía ganas de encontrar a un chico con el que distraerse, hacía unas semanas había conocido a un chico y parecía que todo iba bien, a ella le gustaba y el la hacía sentir a gusto, pero Naira quería algo más serio y el chico resulto tener una mentalidad de quince años. Mi amiga le costo un par de días darse cuenta que no era lo que buscaba y puso fin a esos encuentros. Entre Aroha y yo la convencimos de que no tenía que pensar tanto las cosas, que en tres días no iba a encontrar la persona adecuada. La solución era divertirse un poco más y esperar a que llegara todo solo. Se lo tomo en serio y puso sus ojos en Marcos. Mi amiga con este ultimo chico con el que había estado durante poco más de un mes, intimo, pero intimo lo justo, ella era virgen y le costaba entregarse al completo, aún así, se quedo con ganas de llegar más lejos y ahora no se quitaba de la cabeza esa necesidad, por decirlo de alguna manera.

"Próxima parada Plaza Cataluña" Nos levantamos y esperamos a que el tren se parara y se abrieran las puertas. Durante quince minutos recorrimos la estación para encontrar la vía donde llegaba el tren proveniente de Valencia. Y allí estaba, Borja con su amigo. Le dí un gran abrazo a mi amigo, me causaba mucha ilusión volver a verle, ya que a mis amigos de Teruel los podía ver muy pocas veces al año. Era como una gran familia. Los quería mucho y los echaba de menos. Saludé a su amigo Sergio y lo mismo hizo Naira con los dos. Ya que estábamos allí, decidimos pasar el día en Barcelona. Vivir en la ciudad día tras día no me llamaba nada la atención, prefería y me gustaba más vivir en ese pequeño pueblo a veinte minutos de Barcelona, con su naturaleza y tranquilidad. Pero la ciudad era increíble, pasear entre montones de personas, edificios enormes por todo mi alrededor, los turistas y el ambiente ajetreado que se respira en una ciudad como Barcelona me recargaba energía. Me gustaba mucho. Paseamos y visitamos tiendas durante toda la mañana mientras nos poníamos al día, comentábamos historias pasadas y nos divertíamos los cuatro juntos. Comimos en el McDonnal's y después de recorrer algunas calles de la gran ciudad volvimos a mi pequeño pueblo. Se nos habían hecho casi las nueve de la noche cuando el tren paro en la estación donde teníamos que bajarnos.
-Oye, ¿y si vamos a ver a Aroha al bar? Ya que esta noche nos vamos de fiesta y ella no puede venir, vamos a hacerle una visita corta. -dije yo. De camino a mi casa estaba el bar donde trabaja mi amiga, este noche lo habíamos organizado todo para poder irnos a una discoteca pero Aroha no podía venir porque trabajaba. Tanto Naira, como Borja  y su amigo estuvieron de acuerdo. 
Nos tomamos una cerveza cada uno, excluyendo a Naira que había pedido un Aquarius. No había clientela en el bar así que Aroha pudo estar por nosotros. Conoció a los valencianos, estaban muy a gusto con mis amigas, se reían todos y para nada resultaba incomodo. Nos despedimos de ella al poco rato, ya que era bastante tarde y nos fuimos a casa, cenamos, organizamos las camas donde iban a dormir ellos, y después de arreglarnos para la noche que nos esperaba, nos fuimos a encontrarnos con Naira, Javi y los demás.

Ya estábamos esperando para poder entrar a la discoteca. DNI y dinero en mano llego nuestro turno. Nada más entrar fuimos al guardarropas a deshacernos de los bolsos y abrigos. Y seguidamente a por nuestra primera consumición. Beffeter naranja. Borja y su amigo estaban en su salsa con los míos, se adaptaban bien y no dejaban de bailar y beber.

-María, Javi no me deja tranquila, no me deja bailar con otros tíos. -me gritaba Naira en la oreja para lograr escucharla entre la música y el alboroto que había ahí dentro. Javi y Naira eran amigos, muy buen amigos. Nunca había pasado nada entre ellos y a mi amiga no le gustaba Javi para nada más.
-Serán cosas tuyas.. -le dije extrañada y riéndome.
-¿Cosas mías? Atenta. -Naira se fue de mi lado para acercarse al grupo. Empezó a bailar con otro de nuestros amigos, Alex. Intenté observar si Javi hacía algo fuera de lo normal, solo les miraba sin dejar de bailar. Pero entonces se acerco a ellos y cogió a Naira de la mano para alejarla de Alex. Se abrazaron y Naira me miro haciendo gestos con la mano sin que Javi se diera cuenta-. Javi, voy al baño con María. -le dijo mi amiga desprendiéndose de sus brazos.
-Vale, tienes razón. -dije riéndome.
-Pero no te rías, ¿que hago yo ahora? 
-Pues líate con él, eso que te llevas... -no podía evitar las carcajadas por ver la cara de mi amiga.
-Estas loca, solo es mi amigo, no quiero nada con el... -me dijo entrando al baño.
Después de cuatro consumiciones empecé a sentirme mareada, cada vez me costaba mas bailar manteniendo el equilibrio, decidí irme a la sala de arriba, allí habían sofás y el único lugar donde se podía fumar. Necesitaba respirar tranquila un rato, Borja me acompaño mientras Sergio, su amigo, seguía bailando con los demás.  Sergio tenía novia en Valencia, aún así, llevaba toda la noche detrás mío. No me gustaba en absoluto ese chico, a parte de pesado, no era muy agraciado físicamente. Por así decirlo llevaba más de dos horas huyendo de él. Borja se reía al ver la situación.

-En el viaje me decía que iba a conseguir tener algo contigo. -me explicaba Borja ya sentados en uno de los sofás de la planta de arriba. 
-Me agobia mucho este chico, hace nada le he dicho que me dejara tranquila y parece que lo ha entendido. Ya no se me acerca, no quería resultar desagradable pero a estás horas y en mi estado soy incapaz de aguantar  la paciencia. -dije fumándome un cigarro. Borja se reía al verme mareada. 
Al poco rato nos encontraron Naira y todos los demás, era hora de volver a casa. Volvimos en tren, tuvimos que hacer transbordo en Barcelona para llegar a mi pueblo. La mitad del camino, por no decir todo, me lo pase con la cabeza apoyada en Naira, durmiendo. Tenía que recuperar horas de sueño, ya que la pasada noche no había dormido nada por culpa de Marcos. Cuando por fin llegamos, ya era de día. Mi aspecto era horrible, deseaba quitarme esa ropa y meterme en la cama.

Me desperté en la cama de mi madre, cuando llegamos mi madre ya no estaba en casa. Las sabanas estaban todas revueltas. Que dolor de cabeza. Me levante y después de lavarme la cara asome la cabeza en mi cuarto. Borja y Sergio seguían durmiendo. Me tome un ibuprofeno y me hice un café con leche para despejarme. Ya eran las cuatro de la tarde. Mi madre había dejado espaguetis hechos para cuando nos levantáramos, me entro apetito al verlos. Metí el bol de espaguetis en el microondas y desperté a los ocupas que invadían mi habitación.  
-¿Os apetece hacer algo? -les dije a Borja y Sergio. Después de haber comido y recogido nos estiramos en el sofá a ver un poco la tele. La resaca ya casi había desaparecido y estaba aburrida.
-¿Vamos a tomar algo? -propuso Borja. A Sergio y a mi nos pareció buena idea y aceptamos.
Bajamos al bar de la plaza del pueblo, hacía un poco de frió, me gustaba ese aire fresco. Me despejaba y me espabilaba. Tenía ganas de que llegara el frió típico de enero. Decidimos sentarnos dentro, en una de las mesas pegadas al cristal.

-¿Os lo habéis pasado bien estos días a mi vera? -les pregunté a los chicos. En dos horas tenían que coger el tren que les llevaría a Valencia. 
-Yo me lo he pasado muy bien pero se me ha hecho corto también. Aunque la fiesta en Valencia es mejor, nano. -dijo Borja riéndose mientras intentaba picarme.
-Nano nano, siempre con el nano en la boca. -les imite.
En un acto reflejo gire la cabeza y a mis espaldas estaba Marcos con otro chico en la barra del bar. ¿Le saludaba? Que vergüenza, mi imagen no era muy aceptable en esos momentos. Salieron del bar y tras el cristal vi como se alejaban y cada uno cogía su moto. Al poco rato pagamos nosotros y nos fuimos a casa a que Sergio y Borja recogieran sus maletas. Les acompañe a la estación de tren, me notaba agotada, estaba deseando llegar ya a casa para acurrucarme entre mis sabanas. "Hola niña". Vi que Marcos me había hablado por Whatsapp, típico, ya era domingo tarde noche. Bloqueé el móvil y me despedí de Borja con un buen abrazo, pasarían meses para volver a verle. A Sergio le despedí con dos besos en la mejilla. Se subieron al tren y yo me dí media vuelta hasta llegar a casa. Me puse el pijama y me estire en mi cama. "Hola feoncio, te he visto en la plaza" le contesté a Marcos. "Ala, anda que saludas, muy feo lo tuyo"; me respondió. "Es que ya te ibas..."; le puse como excusa. Me pregunto como había ido el fin de semana con los chicos de valencia. Le explique por encima y le pregunté por su fin de semana. "Mucha fiesta, mucho alcohol, estoy muy cansado."; escribió. "La he liado."; siguió escribiendo. "Ayer quede con mi ex por que se puso pesada y bueno, ya sabes..." Me siguió contando que ahora la chica se había hecho ilusiones y no dejaba de hablarle y llamarle enfadada. Marcos no quería ya nada con ella. Estaba en el momento que dejas una relación y llegan las idas y venidas. "Si sabes como reacciona ella, no te la tires. Es mucho tiempo el que has estado con ella, y no debe ser fácil".; le dije. Durante un rato estuvimos hablando del tema. Me gustaba que confiara en mí para contarme estás cosas y todo lo que le preocupaba. "Gracias por aguantar el sermón, tienes toda la razón del mundo."; acabo diciendo él. Sonreí. No tarde en despedirme de él para irme a dormir. Mañana lunes.

Hacía diez minutos que debía estar en clase, sentada y escribiendo lo que vete tu a saber que profesor estaba apuntando en la pizarra. No sabía ni que asignatura me tocaba. Toque la puerta de clase y abrí. Federico. Matemáticas. Vi como Marcos estaba sentado en primera fila, delante de la mesa del profesor. Sonreía mientras le comentaba algo en voz baja a la chica que tenía al lado, Naira. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario