miércoles, 15 de junio de 2016

Capitulo once.

Un rayo de luz asomaba por mi ventana, ya que deje la persiana medio bajada. Quedaban menos de cinco minutos para que sonara el despertador. Vuelta a clase. Antes de levantarme dedique unos minutos a despejarme y estirarme dando vueltas en la cama. También a enviarle el correspondiente mensaje a Marcos; "buenos días cara pan". Borre las notificaciones que se habían acumulado durante la noche del juego de preguntas que me descargue ayer para jugar con Marcos. 

Antes de vestirme me asome a la cocina, mi madre estaba sentada en el sofá con su café con leche, le dí los buenos días y encendí la cafetera. Tanto mi madre como yo, cuando nos levantamos no solemos cruzar ni media palabra más de las necesarias, hasta que no nos tomamos el café y dejamos pasar un poco de tiempo no somos personas, mi casa es un tanto especial. 
-¡Maria! ¿A que hora entras a clase? -me pregunto mi madre desde el comedor. 
-Ya de ya, a las nueve, ¿por que?  -le contesté desde mi habitación mientras acababa de arreglarme. 
-Pues venga, date prisa que puedo llevarte, que me voy ya a Mollet. -"oh que bien", pensé. No tendré que caminar  hasta el colegio. 
Llegué cinco minutos antes de que sonará el timbre, la  gran mayoría de los de clase estaban en el banco donde siempre nos acomodamos antes de entrar. Aleix, Aroha, Naira, Ramón, Xavi y algunos más me saludaron al acercarme a ellos. Me encendí un cigarro aprovechando los minutos que quedaban antes de entrar y al poco rato apareció Marcos por su correspondiente esquina. Lo miré a lo lejos y le sonreí. Echaba de menos este buen royo entre unas cuantas personas que había conocido en escaso tiempo. Vi a Safa llegar con su enorme sonrisa y me abalancé a ella, la había echado de menos estos días. 

Castellano. Pereira entro por la puerta, firme y con una media sonrisa en la boca, nos echo un ojo a todos, al mismo tiempo que nos íbamos sentando cada uno en su sitio. Era el primer día de clase después de navidad, hacía semanas que no nos veíamos y ese lunes fue un completo desastre a ojos de los profesores. De hecho en el primer trimestre nos llamaron varías veces la atención y Edu nos dijo más de una vez que eramos la peor clase que había pasado por ese instituto. En la clase de castellano hicimos mas bien poco, a parte de hablar, reírnos y tirar bolas de papeles a diestro y siniestro.

El primer día pasó rápido, volví a esa pequeña clase de autoescuela a ahogarme entre test y haciéndome a la idea de que pronto me tendría que enfrentar al examen teórico, aún así, lo que más me estrésaba era pensar en el practico. Mi rutina había vuelto a las andadas, y dentro de lo que cabe, lo llevaba con ganas y fuerzas. Mi aplicación cuenta días indicaba un mes para escapar a mi pueblo de Teruel y eso me llenaba de elusión. Tener a Marcos en mi día a día también era una gran razón para sentirme positiva y con la autoestima por las nubes, ignorando las idas y venidas que me provocaba mi mente en cuanto al chico. Mi madre, a pesar del mal royo con mi familia paterna, estaba reluciente, enérgica y con un humor envidiable. Al fin tenía amigas normales y un grupo de gente con los que compartir risas y momentos increíbles todos los días. Empezaba a creer que me faltaba más bien poco en la vida. "Que conformista eres Maria." 

El primer mes de enero se evaporo en un abrir y cerrar de ojos, cuando quise darme cuenta quedaban escasos días para empezar un febrero que iba a marcar bastante mi vida. 

domingo, 21 de febrero de 2016

Capitulo diez.

La primera semana del año dos mil quince me la tome totalmente de descanso, durante las fiestas había comido como una verdadera cerda de granja y me sentía pesada, con tres o cuatro quilos de más. Me propuse volver a comer decentemente y a salir a correr algún rato, esto ultimo lo conseguí a medias, solo fueron dos días los que rescaté las bambas de deporte del fondo de mi armario. Marcos empezó de nuevo a trabajar, así que nos vimos más bien poco, aunque todos y cada uno de los días hablábamos por Whatsapp, sobretodo por las noches. También aproveche las rebajas de invierno para pasar un entretenido día con Aroha en Plaza Catalunya. El resto del tiempo lo deposite en hacer compañía al sofá y a la televisión de mi casa. 
"¿Que vas a hacer hoy?" -me preguntó Marcos después de darme los buenos días-. "Hoy vienen los reyes magos, que ilusión." -me dijo a continuación. 
"Eres como un crío pequeño." -le contesté riéndome.
"No hay que perder nunca el niño que llevamos dentro, además, me lo dice la chica más madura que se me ha cruzado nunca." -me dijo irónico.  
"Que gracioso. Esta noche cenaré en casa de mi abuela con mi familia materna." -le contesté a la primera pregunta.
"Hostia, ¿lo celebras hoy? Yo tengo comida familiar mañana." -la gran mayoría de familias celebraban estas cosas a la mañana siguiente, en mi caso siempre había sido por la noche. Al igual que los regalos, tanto de los reyes como de papa noel, yo los recibía por las noche-. "¿Iras a la cabalgata de reyes?" -no había pensado en la cabalgata que se hacía en mi pueblo esa misma tarde, 
"Supongo que me daré una vuelta. ¿Tú que harás hoy? -le contesté, seguidamente quité su chat y busqué el de Aroha.
"Tía, ¿vas a hacer algo hoy? Podríamos salir a ver a los reyes y a coger caramelos." -le propuse añadiendo caritas perversas. 
"Creo que saldré de fiesta." -escribió Marcos mientras hablaba con Aroha-. "Oye, con quien hablas, eh." -me dijo en broma al ver que los tics del primer mensaje no le salían en azul y deduciendo que había salido de su conversación. 
"Estaba hablando con Aroha para dar una vuelta esta tarde, controlador. -le escribí riendo-. "¿Donde iras de fiesta?" -le pregunté. 
"Era broma imbécil." -me dijo-. "Nos iremos a Mataro que seguro que hay ambiente y chicas guapas." -me contestó. 
"Tu alcoholizado desvarías, te acaba dando igual que sean feas." -le dije seguido de un largo "jajaajjaajjajaajajajajaja". 
"No te pases, estás hablando con un chico calité." -me contestó al instante. 
"Sí tía, yo también iba a decirte de hacer algo esta tarde, ¿quedamos sobre las cinco en la gasolinera? Así pillamos la cabalgata ahí y la seguimos hasta la plaza." -me contestó Aroha. Acepté y volví al chat de Marcos. 
"Lo que tu digas, voy a recoger un poquito la habitación y a ducharme nene, luego te hablo." -le escribí mientras me levantaba de la cama. 
"Ahí ahí, a limpiar como buena mujer que eres." -no tiene remedio, pensé-. "Yo voy a seguir trabajando que como me vea mi padre voy a flipar." me contestó al instante-. "Hasta luego, nena."
Soy bastante ordenada pero también tiendo a ser muy perezosa, durante estas fiestas se ha ido acumulando montones de ropa y otras muchas cosas en cada rincón de mi habitación, realmente ya me daba grima entrar en ella y verla en esas condiciones. Abrí de par en par la ventana de mi cuarto para que se ventilara, clasifiqué la ropa sucia y la limpia, esto a la lavadora, esto al armario. Con música estás cosas eran más divertidas, así que no dude en reproducir la primer carpeta que vi. Quité el polvo de los muebles y barrí un poco. Hice la cama y quedé satisfecha, que bien se sentía una cuando hacía algo de provecho. Me adentré en la ducha y disfruté del agua caliente cayendo sobre mi cabeza.
-Hola reina, ¿como estás? -saludé a Aroha nada más llegar a la gasolinera. Me costó encontrarla por la cantidad de personas que habitaban las calles de mi pueblo por la cabalgata de los reyes. Niños ilusionados cogiendo caramelos del suelo y saludando a sus majestades, padres locos de un lado a otro intentando no perder a sus hijos.
-Bien, no hace mucho frío hoy, se esta bastante bien. -me contestó mi amiga después de propinarme un beso en cada mejilla.
De la gasolinera fuimos bajando a ritmo pausado hacía el pueblo, siguiendo los grandes camiones que paseaban a los reyes magos por varias calles, desenvolviendo caramelos e introduciendo-los en nuestras bocas. Me producía melancolía ver a todos esos niños felices y entusiasmados, me recordaba a cuando era pequeña y nos juntábamos todos los primos en casa de mi abuela, nos daba velas a cada uno para sacarlas a la calle a ver pasar los reyes. Volvíamos a casa con bolsas llenas de caramelos de colores. Nos esperaba una cena familiar y después lo que más ansiábamos, los regalos. Mis padres y mis tíos traían todos los regalos envueltos a casa de mis abuelos y los escondían en la terraza, para después de cenar abrirlos todos juntos. Esto se había perdido en el tiempo, ahora cada uno tenía sus regalos en casa.

Cuando llegamos a la plaza del pueblo, las cabalgatas pusieron fin a su recorrido. Los reyes magos se colocaron en un gran escenario que había montado en medio de la plaza, para que los niños hicieran una larga cola para darles sus cartas a los reyes. A lo lejos vi a mis tíos y tías, con todos mis primos. Me acerqué a ellos y les saludé. Me alegraba verles juntos. Las reuniones familiares me encantaban. Ahora no tenía nada que hacer aquella noche, le propuse venir a cenar a casa de mi abuela con toda mi familia y aceptó encantada.
-Hola abuela, ¿como esta la mujer más bonita del mundo? -saludé a mi abuela nada más llegar a su casa acompañada de toda la familia, incluyendo a Aroha.
-Hola corazón. -me respondió ella devolviendo-me el abrazo. Quería a mi abuela por encima de todas las cosas. No me imaginaba la vida sin ella. 
Mi abuela ya tenía la mesa puesta, platos con berberechos, almejas, mejillones. Pan tostado con tomate y aceite, platos con todo tipo de embutido, patatas de bolsas y miles de cosas más para picar antes de sacar la especialidad de la casa. Canalones. Cada uno ya estaba sentado en sus respectivos sitios de la mesa. Todos mis primos en la esquina, yo era la grande de todos. A mi lado estaba Pablo, mi primo más pequeño y al que más aprecio tenía, a su lado Diego, su hermano. Luego estaba Raquel, la hija de mi tío Julio y Oscar, su hermano pequeño. Nos pusimos al día entre todos, mi familia materna es una familia de verdad, aquella que te pregunta como estas, como te va y se preocupa por lo más mínimo que ocurra en tu vida, no como la parte paterna. De todo se puede sacar algo bueno y en este caso, aprendí a valorar por todo lo alto la familia que me había tocado, adoraba pasar tiempo con ellos. Reír y disfrutar juntos. Aroha también se adapto muy bien con todos ellos, durante largo rato explicó su situación en el bar del tío de su novio, de lo amargada que estaba en ese trabajo y varias cosas más. Café, postre, bombones y turrones.
-Mamá, ¿hay regalos en casa? -preguntaba mi hermana caminando hacía a casa. Nos despedimos de mi familia y de Aroha, ya empezaba a ser tarde. 
-Ahora lo veremos, impaciente. No se si a los reyes les habrá dado tiempo a llegar a nuestra casa.. -contestaba mi madre.
-Pero si los reyes no existen mamá. -desde hacía varios años en mi familia ya se había descubierto para todos la verdadera identidad de los reyes magos. 
Subimos las escaleras de nuestro piso entre risas y comentarios, me sentía feliz de ver a mi madre y a mi hermana sonriendo y con ganas. Estaba orgullosa de ellas, sobretodo de mi madre, una mujer fuerte capaz de sacar a sus dos hijas adelante en los momentos más difíciles de la vida. Con esta noche finalizaba la navidad, esa época que tantas preocupaciones me crea cuando llega y empieza pero que no resulta ser tan mala cuando acaba. Al entrar en casa, debajo del árbol, habían cuatro regalos. Nos sentamos en el sofá mientras mi hermana, con toda la ilusión que era capaz de exteriorizar repartía uno a cada una. Una colonia para mí, un libro para mi hermana que pedía desde hacía tiempo y pulseras y collares para mi madre. Teníamos poco pero ese poco nos llenaba de felicidad. Las navidades ya no tenían todo el sentido que habían tenido pero las cosas cambiaban y era algo que se tenía que entender y asimilar, a veces costaba un poco más, pero por lo general, no lo llevábamos nada mal. El cansancio y el sueño me superaba, ponerme el pijama y sumergirme bajo mis sabanas y mantas fue un placer insuperable. ¿Que hará Marcos? Pues que iba a hacer, de fiesta, bebiendo, disfrutando y haciendo todas y cada una de las locuras que le pasará por la cabeza.


Corría como si se me fuese la vida en ello, me perseguían dos enormes perros por un valle verde, mis piernas no daban más de sí, mi corazón iba a escapar por mi boca en cualquier momento, lagrimas sofocadas mantenían mis mejillas húmedas. Sin saber como y por qué, un barranco bastante pronunciado se presentó delante mío, por el cual me precipité, cerrando mis ojos y sintiendo el aire en mi cara. A pocos segundos de caer, desperté sudando entre mis sabanas. Joder. Bebí agua de la botella que se encontraba en la mesita de noche y alcancé el móvil. 5:42 de la madrugada. Respiré recuperando el aliento y deslicé las notificaciones de Whatsapp. Marcos me había escrito no hacía mucho rato. "Hola, la he cagado mucho, ¿estás despierta?" Me pensé dos veces si entrar en la aplicación y contestarle, por una parte me cansaba que me hablara cada madrugada que se iba de fiesta diciéndome que la había liado pero por el otro me gustaba que recurriera a mí.  Sin saber si iba a contestarme, si ya estaría durmiendo o haciendo alguna de sus burradas, le contesté. Total, no iba a poder conciliar el sueño. 
"Tú cagando-la cuando sales de fiesta? Joder, que raro." "Es broma tonto, ¿que ha pasado?" -bloqueé el móvil y me cubrí con las sabanas hasta arriba. 
"Tengo que dejar de salir de fiesta, María." -me contestó mucho antes de lo que esperaba.
"Y no crees que es suficiente con que te controles un poquito más?" -le dije retoricamente.  
"No sé hacer eso, he bebido mucho, encima me he encontrado con mi ex novia y ha montado un espectáculo que flipas al verme bailando con otra, ahora no deja de darme el coñazo por whatsapp, no me acuerdo ni de mitad de las cosas." -me explicó. Suspire, menuda vida lleva esté. 
"¿Estás en casa ya?" -le pregunté.
"Sí, hace rato que he llegado pero en estas condiciones no puedo dormir, me apetecía estar un rato contigo pero no estabas despierta.." -leí sorprendida. 
"La gente normal estamos durmiendo a las 5 de la madrugada, listo." -le escribí. "Intenta dormir un poco y mañana lo veras todo de otra manera, tampoco es para tanto." -le seguí escribiendo un poco seca.
"¿Y como que te has despertado ahora?" -me preguntó seguidamente. 
"Me he despertado porque estaba soñando cosas feas, ahora se me hará difícil dormir." -le expliqué. 
"Oh, ¿que ha soñado la nena?"-me preguntó. En realidad le echaba algo de menos. No me importaba estar hablando con él a esas horas y más con la desagradable sensación que me había dejado el sueño en el cuerpo. 
"Tonterías, me perseguían dos perros y acababa cayendo por un precipicio." -le expliqué por encima. 
"¿Y has pasado mucho miedo?" -me preguntó añadiendo caritas pervertidas. 
"Me he despertado asustada, gilipollas. Pero estoy bien, por lo menos no he hecho el capullo toda la noche por ahí." -le escribí enviando las mismas caritas que él.  
"Eh, que me lo he pasado de puta madre también, eh."
"No lo dudo, pero mírate, hasta cuando vuelves de fiesta necesitas saber de mi." -le contesté mientras sonreía detrás de la pantalla.  
"Pero serás subnormal..." -vi como seguía escribiendo algo y lo borraba al instante. 
"Era broma, si a mi me encanta en el fondo." -le escribí. 
"Dime cosas que no sepa, anda." -me escribió algo rencoroso. "¿Como ha ido la noche de reyes?" -me preguntó al momento. 
"Bien, he cenado con mi familia y también se ha venido Aroha, ha sido una buena noche. Se acabó la navidad, ahora vuelta a la normalidad." -le contesté. "Tú te tendrás que levantar en poco para ir a comer con tu familia." -le dije. 
"Cierto." -siguió escribiendo. "Por qué tantas ganas a que acabará la navidad?" -me preguntó sin esperarlo. 
"Mis navidades no son las mismas que hace unos años, ahora todo es más feo. Pero no pasa nada." -le contesté. "Quizás deberías dormir o mañana no te va a levantar nadie de la cama." -le escribí. 
"¿Ya te has cansado de hablar conmigo?" -preguntó el chico. 
"No, no es eso, lo decía por ti. A mi me ha venido bien que estuvieses activo para olvidarme de mi mal sueño." -le dije sincera. 
"Vaya, que solo me has utilizado, eh." -me dijo con tono de broma.  
"Como tú, que me buscas cuando la noche te va mal." -se la devolví no muy segura por la reacción que iba a tener.
"Eh, eso si que no. ¿De veras piensas eso?" -me escribió indignado. Se lo había tomado algo mal. 
"No, pienso que nos apoyamos uno en el otro cuando lo necesitamos y eso me hace sentir bien, así que no dejes de hacerlo." -le contesté.
"Buena respuesta, eres la mejor." -sonreí. 
"Tk pollito." 
"Duérmete nena, en un rato hablamos otra vez. Descansa y sueña conmigo." -me dijo. 
"No quiero tener más pesadillas..." -le escribí. 
"Que gilipollas llegas a ser." -me contestó seguido de un largo "jajajajaja"
"Venga nene, duérmete tranquilo y descansa lo poco que puedas. Hasta luego tonto." 
"Tk imbécil." -bloqueé el móvil.
Me acurruqué de nuevo entre las sabanas de mi cama, estaba a gusto. Conté los días que quedaban para volver a las clases, dos días. Echaba de menos mi día a día. A la gran mayoría de personas de mi clase, a Safa y a los chicos. Las risas y las historias en clase. Echaba de menos a Marcos, aunque habláramos todos los días por Whatsapp y nos viéramos algún que otro rato, no era lo mismo que tenerle en clase todas y cada una de las mañanas. Notaba como me iba acostumbrado a la presencia de ese chico. Sonreí sin querer, abrazando a mi osito de peluche, al recordar algún que otro momento con Marcos en ese primer trimestre. Las vacaciones de navidad me habían consumido al completo, necesitaba un poco de normalidad. También pensé en mi pueblo de Teruel antes de quedarme dormida otra vez, soló quedaba un mes para las fiestas de febrero, tenía muchas ganas de volver a pisar aquellas tierras y me llenaba de ilusión pensar en mi gente y en mis amigos, los cuales había tratado desde siempre como hermanos. Decidí que a la mañana siguiente llamaría a Sonia, mi mejor amiga en Teruel. Me dormí feliz. 

********************
"Hola reina, te bajas a la plaza a echar un café?" -me despertó la vibración de mi móvil. Era Aroha. 
"Buenos días, me acabo de despertar, dame quince minutos y estoy en el bar. Te quiero."  -le escribí levantando-me de la cama. 
"Buenos días imbécil, ¿como estás? ¿mas tranquilo?" -antes de bloquear el móvil aproveche para darle los buenos días a Marcos. 
Me vestí y me arreglé decentemente en tiempo récord. Me despedí de mi madre después de explicarle que me iba a la plaza con Aroha y que volvería para comer. Aprovecho para decirme que por la tarde ella iría a ver a mi prima Judith, la que nos ayuda con el problema judicial con mi familia materna. En realidad no es mi prima, es prima de mi madre pero en está familia todos somos primos o tíos de todos. La acompañaría, me apetecía ver a mi prima y a la pequeña Ruth. 
-Buenos días madrugadora. -saludé a mi amiga nada más llegar a la plaza de mi pueblo. Ya estaba sentada en una de las mesas, daba un poco el sol, por lo tanto no se notaba tanto el frío. 
-Buenos días, ¿como estás? -noté a Aroha un poco rara, poco sonriente y desanimada para lo que era ella.
-Yo bien, pero tu no puedes decir lo mismo, ¿que te pasa? -le pregunté directa mientras le pedía dos cafés con leche al camarero. 
-¿Tanto se nota? -me preguntó extrañada. 
-¿Es sobre Dani? -le pregunté refiriéndome a su novio.  
-No, es sobre mi casa. He tenido bronca con mi madre y con mi padrastro. No dejan de trabajar, llevan días sin venir a dormir a casa. -me explicó. 
-¿Y que ha pasado? -le pregunté.
-Mi padrastro me ha echado una bronca monumental por no tener la casa en condiciones, y eso que no dejo de limpiar en todo el día. Nada es suficiente para ellos. Mi madre no se ha querido poner entre los dos y se ha mantenido al margen. -me siguió explicando.  
-Bueno, pero entiende que están cansados y se sentirán con el agua al cuello tanto trabajar.  No lo tienen que pagar contigo, ni mucho menos, pero también debes entenderlo y no darle tanta importancia. 
-Pero es que yo también estoy trabajando en el bar para sacarme un dinero y no tenerles que pedir siempre, más que nada porque no pueden darme y también me critican que esté trabajando en el bar del tío del Dani. Me he tenido que ir de casa porque no soportaba más gritos. -me acabo de relatar.
-Estoy segura que ha sido todo por el estrés que llevan ellos, después hablaran contigo porque se sentirán mal y ya está. No empieces a agobiarte tu también, estás haciendo las cosas bien, trabajas, estudias y sobrevives por ti sola. No dejes de hacerlo y aunque sean tus padres no dejes que te quiten las ganas de seguir haciéndolo. -le dije bebiendo de mi taza. 
-Ya... Por lo menos tengo una buena noticia. -me dijo dejando asomar esa sonrisa que caracteriza tanto a Aroha.  
-¿Y a que esperas para contarme-la? -le pregunté, sonriendole también.   
-Al final Dani no se va con su prima a China. Necesitan unos papeles y son imposibles de conseguir, así que se va su prima sola.
-¿Ves? ¡Tanta preocupación para nada! Me alegro mucho xoxona.
Durante un rato más estuvimos hablando de varios temas más, no tarde en llegar a casa ya que tenía que comer y no nos iríamos muy tarde a ver a mi prima.  Me despedí de una Aroha mucho más relajada y me dirigí hacía casa. 
"Sí, mucho más tranquilo, ahora estoy en Barcelona, en casa de mi abuela con toda la familia." -me escribió Marcos. 
"Pues ahora a disfrutar de la familia!!!" 
A los cinco minutos de llegar a casa ya tenía en la mesa un buen plato de caldo y de segundo atún a la plancha con ajo y perejil. Después de comer como una reina y fumarme el cigarro correspondiente de después de la comida me adentré en la ducha, aunque no lo estaba, me sentía un poco sucia. No hay nada como disfrutar de una ducha bien caliente. Cuando acabé de arreglarme mi madre ya estaba preparada delante de la puerta de casa con las llaves del coche en mano. Que mujer.
-¿Donde está la pequeña de la casa? -exclamó mi madre nada más entrar en casa de mi prima. Ruth apareció de detrás de la puerta del comedor con esa peculiar sonrisa. Era la niña más feliz que habían visto mis ojos. Saludé a mi prima Judith y seguidamente le arrebaté a mi madre la niña. 
-¿Dónde esta Laia? -mi prima pregunto por mi hermana. La cual había quedado esta tarde con unas amigas y no se había querido venir con mi madre y conmigo.  
 -Laia ya va a su royo, no sé con quien había quedado está tarde. -contestó mi madre. 
-Ya tiene la edad. -dijo mi prima. En realidad mi hermana ya tenía sus doce años-. ¿Queréis tomar algo? ¿Un café? -mi madre y yo aceptamos. 
-Le di las cuentas bancarias de tu suegro al abogado, de momento no me ha dicho nada, pero se ve claramente reflejado la entrada y salida del dinero. -me quedé en el salón con Ruth mientras mi madre y mi prima hacían los cafés en la cocina. No dude en poner la oreja cuando me di cuenta de que estaban hablando.  Por lo visto mi tío, hermano de mi padre, aún no tenía idea de hasta donde había llegado mi madre, estaban esperando a tener todos los papeles en orden para hacerle llegar la notificación a mi tío, esperaba con ansias ese momento, pero también me causaba respeto. Mi familia materna nos había tratado de tontas, creían que no nos íbamos a enterar de nada ni mucho menos creían capaz a mi madre de llevarles a juicio. Perdiéramos o ganáramos, nosotras nos íbamos a quedar a gusto, me gustaba llamarlo dignidad. 
Comimos galletas para acompañar el café, hablamos de mis estudios, de como me iba todo y que pretendía estudiar más adelante. Mi prima y mi familia materna al completo se interesaban de todo. Daba gusto tener una familia así y sobre todo, valorarla como lo hacía. Dedicamos gran parte del tiempo a Ruth y sus juguetes. En mi futuro quería y deseaba una hija como ella. Tan buena, era alegría en estado puro. A ratos iba revisando el móvil, Marcos me explicaba que estaba haciendo, que había comido y otras tantas cosas, en general, chorradas, en los pocos ratos que cogía el móvil. 
"Yo me voy ya a casa." -le escribí a Marcos poco después de despedirme de mi prima Judith y de Ruth. 
"Yo también estoy en camino. Mañana clases ya..." -me contestó al rato.  
"Pues no sé tú, pero yo ya tengo ganas." -le dije mientras me subía al coche. 
"Tú solo tienes ganas para verme todos los días, no nos engañemos." -me dijo sacando su lado más prepotente. 
"Simplemente estoy un poco cansada de no hacer nada. Me aburro demasiado en casa y esté año los horarios de clase son un regalo.  -le dije ignorando-le. 
"Y porque te lo pasas bien conmigo."
"Que pesado, hasta que no lo acepte no vas a parar, ¿eh? A ver si vas a ser tú el que desea verme todos los días. -le contesté seguido de un guiño. 
"Es que te cuesta mucho aceptar lo evidente!!!" -me contestó Marcos. "¿Como ha ido con tu prima, nena? -me preguntó. 
"Bien, he estado jugando con mi primita pequeña." -aunque no fuese mi prima yo la trataba como tal. "También he escuchado a mi madre y a mi prima abogada hablar sobre el juicio ese que tendré en unos meses con la familia de mi padre. 
"Ah sí, lo que me contaste del piso de tus abuelos, ¿no? No me acuerdo bien."
"Sí, la prima de mi padre le comió la cabeza a mi abuela poco antes de que ella muriera para que le vendiera su casa y así ella poder hacer reformas, dejando a mi abuelo en la calle. Así mi abuela le podría dar todo ese dinero a mi tío. Cuando murió nos encontramos con que la parte del piso que nos pertenecía a mi hermana y a mi, no estaba. La cuestión es que lo hicieron a escondidas, pero bueno." -le expliqué por encima. 
"Da mucho asco las herencias y este tipo de personas." -me contestó Marcos. 
"Pues sí, ni de tu familia te puedes fiar."
"Pero tampoco lo llevas tan mal, no?" -me preguntó. 
"No, a mi ellos me dan igual, no tengo interés en volver-les a tratar de familia, pero me da asco que mi madre tenga que estar metida en todo esto después de haber pasado lo que ha tenido que pasar, y sobretodo, el poco respeto que le han tenido a mi padre. Si mi padre estuviese en vida nada de esto hubiese pasado. Pero por lo demás, me da igual. -que fácil se me hacía expresarme con Marcos. 
"Eres una niña muy muy fuerte y con un interior inmenso, debes estar muy orgullosa de ti misma." -me escribió haciéndome sonreír.  
"Jo, gracias inútil."  
 "Uy, a mi no me des las gracias, te las debería dar yo por aguantar todas mis rayas sea la hora que sea." -escribió
"Me gusta tener un amigo como tú, y los amigos hacen eso." 
"Te quiero." -era la primera vez que mis ojos leían esas dos palabras de parte de Marcos. Una especie de adrenalina se instalo en mi pecho. Reí por mi extraña reacción. 
"Olo olo olo, ¿me has dicho te quiero bien escrito? No me lo creo..." -escribí riendo-me.  
"No hagas que me arrepienta..." -me reí aún más.
"Tranquilo, tranquilo... no se lo contaré a nadie..." -le escribís seguido de un oso tapándose los ojos.  
"Que subnormal eres, en serio." 
"Oye. ¿Que día es tu cumpleaños?" -no sé porque me dio por pensar en el cumpleaños de Marcos, lo quería tener presente.  
"El 34 de mayo." -me respondió. 
"Ala.. ¡pues no queda tanto!" -le escribí pensando en la forma de acordarme. 
"jajajajajjajajjajajajajjajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajaja" -envió el chico.  
"¿De que te ríes?"
"Piensa un poco anda... ¿Puedes mirarme en que día de la semana cae el 34 de mayo?" -cuando quise darme cuenta me morí de vergüenza.  Que tonta llegas a ser a veces Maria.
"Hostia.. que imbécil soy y que subnormal eres. Que te den."  -dije queriéndome hacer la enfadada. Pero no pude evitar la risa en mi habitación. Se lo demostré a base de "jajajajajajajajjajajajjaja"
No despedimos escasos minutos para cenar, yo aproveche para lavarme también los dientes y la cara. Para ordenar por encima la habitación y sacar un pantalón y una camiseta para ponerme mañana. Así podría dormir algo más sin temor a llegar tarde a clase. Me acomodé en la cama y volví a coger el móvil. Marcos también había vuelto ya a su habitación. 
 "¿Que has cenado?" -me preguntó. 
"Una ensalada que ha hecho mi madre y una pechuga a la plancha." -le contesté-. "¿Y tú?
"Yo me he hinchado a tostadas, he comido demasiado."
"Morcillita..." -le dije en broma. 
"Que no me llames gordo, tonta del culo." -me reí detrás de la pantalla. 
"Que era broma cara pan. Me voy a fumar un cigarro."
"No, espérame a que me ponga el pijama y nos lo fumamos a la vez." -acepté. "Venga va, ya puedes fumar." -me dijo a los pocos minutos. 
"Descarga-té el triviados ese y jugamos juntos." -le propuse mientras disfrutábamos del cigarro de después de cenar. 
"¿Que es eso?" -me preguntó.  
"Un juego de preguntas, como el trivial." -le explique. 
"Pero que friki eres..." -
"Tienes miedo de que sea más lista que tú, ¿o qué?"  
Estuvimos jugando y hablando hasta tarde, como gran parte de las noches. Me dormí feliz, contenta, riendo y sonriendo, como gran parte de los momentos que compartía con ese chico.  






sábado, 23 de enero de 2016

Capitulo nueve.

Esperé delante de la cafetera observando como dos chorros pequeños de café caían en el interior de una taza. Hacía poco que me había levantado de la siesta, rayos de sol alumbraban el salón. No se exactamente la razón pero hoy me encontraba alegre y con energía. Apagué la cafetera y me senté en el sofá disfrutando de cada trago de mi café con leche. Quedaban dos días para fin de año, el deseo intenso de que se acabara la navidad no había desaparecido en mí, pero pensar que solo quedaba esa noche más y ya enero, nuevo año, me tranquilizaba. Deposite la taza en el mármol de la cocina y me fui a la habitación, me vestí y salí de casa con prisas hacía la estación. Naira aún no tenía el vestido para fin de año y me propuso pasearnos por Granollers a ver si encontraba algo, Aroha tenía que trabajar, por lo tanto, fuimos las dos solas.
"Buenos días nena, ¿como estás?" -por lo visto Marcos ya se había despertado y acababa de dar señales de vida. 
"Buenos días, pollito. Estoy yendo hacía la estación, he quedado con Naira para ir a Granollers." -le escribí yo mientras recorría todo el pueblo andando. 
"Hoy es el día de los Santos inocentes, ¿le hacemos alguna inocentada?" -me propuso el chico.  
 "Vale, va. ¿Alguna idea?" -le seguí el juego. 
"Dile que ayer nos liamos, a ver que dice." -no le quise dar muchas vueltas a porque esa broma, pero acepté.  
"Vale, cuando se lo diga, te hago una nota de voz para que escuches lo que dice y nos echamos las risas." -le dije yo y seguidamente bloqueé el móvil, llegaba justa a la estación.
"¿Ya estás con ella?" -Marcos me volvió a escribir, ¿por qué tanto interés?  
"Estoy llegando, lo próximo que te enviare será la nota de voz, impaciente."  -le dije bajando las escaleras de la estación y observando como Naira me esperaba al final de ellas. 
 -Buenos días, gorda. ¿Como estás? -saludé a mi amiga con el móvil en mano. 
-Buenos días, tía. Me he levantado bien hoy. -me contestó ella y presionando el botón que se encontraba al lado de la barra de escribir en el chat de Marcos, para grabar un audio. 
-Tengo que contarte una cosa... -le dije a Naira de un momento a otro. Me miró extrañada.
-¿Sobre qué?  Cuenta, cuenta. -me dijo sin dejar de mirarme. 
-Sobre Marcos... -le dije haciéndome la loca. 
-¿Te liaste con él? -me preguntó sorprendida. 
-Y me lo tiré también... -le contesté simulando vergüenza.
-¿En serio? ¿Y como la tiene? -me sorprendió la reacción de mi amiga e hice esfuerzos por no dejar escapar mi risa. 
-Increíble, tía.. Pero no sé si hice bien. -le contesté. 
-Claro que hiciste bien, tu disfruta. -su cara me hizo estallar a reír.
-Feliz día de los inocentes, mi niña. -le dije entre carcajadas ahogadas. Deje de presionar el botón para grabar audios y se lo mandé a Marcos. 
-Eres una cerda, en serio. -me dijo queriendo estar enfadada, pero acabó riendo conmigo.
"jajajajajajajjajajaajjajajajajajaja como la tiene dice.... Aún sigo riéndome, que maravilla". -me reí al ver que me había contestado Marcos a la nota de audio. 
-¿De que te ríes ahora? -me pregunto Naira. 
-Nada, es que hemos planeado la inocentada entre los dos y he grabado la conversación contigo para que él también los escuchará, se está riendo mucho. 
-Sois unos cabrones... -dijo ella sonriendo. Quizás le molestará ver la estrecha relación que tenía con Marcos, pero el hecho de que ella tuviera algo con Javi hacía que me fuese indiferente, y en cierta parte, me hacía sentir tranquila darle a ver que entre Marcos y yo existía algo, algo llamado amistad, y lo que tenía Marcos con ella era tonteo y no respeto ni confianza. 
"Luego hablamos feo. Tk" -le escribí a Marcos después de pasarme todo el trayecto hablando con él sobre la broma a Naira.  
"No malgastes mucho, nena. Hasta luego, tkkkk." -me respondió el chico y bloqueé el móvil.  
Naira y yo dimos muchas vueltas, entramos en todas las tiendas, incluso en algunas mas de una vez, nos tomamos un café para descansar y seguir en busca de su vestido, sin éxito alguno. No le gustaba ninguna prenda de vestir, ningún vestido de noche, a decir verdad, ninguno tenía nada especial. Llegué a mi casa cansada y muerta de hambre. Invertí ese día en no hacer nada durante el resto de la tarde.

********
"Mañana fin de año!!!!!!" -la vibración de mi móvil me despertó de la siesta. El mensaje era de Marcos.
Antes de caer rendida en el sofá, quedé con el chico en que nos veríamos un rato a la tarde, ya que él mañana se iría pronto hacía la montaña, a pasar el año nuevo con su ex novia. Estaba sola en casa así que podría hacer un poco el payaso sin reparo alguno. Puse música que rebotaba por toda la casa y me desvestí para colocarme una vez más el vestido que me pondría mañana por la noche, solo que ahora era algo más corto, ya que mi madre lo había arreglado. Me paseé por casa encima de unos tacones de trece centímetros y metida en ese vestido negro que a fin de cuentas no me quedaba tan mal, al contrario, me empezaba a gustar mucho verme de esa manera vestida. 
"Voy a ir a compararme unos guantes y un par de cosas más." -me escribió Marcos.
"Sí, no vayas a coger frío este fin de año." -bloqueé el móvil y volví a cantonear-me delante del espejo.  
"¿Tu que haces?" -leí que me había escrito Marcos cuando percibí la vibración de mi móvil encima de la mesa.
"Nada, moldear los tacones que me pondré mañana para no morir en el intento." -le explique junto con un foto de mis zapatos que hice al instante desde la aplicación. 
"Que culo y que piernas te deben hacer esos tacones. Que maravilla." -me respondió el al momento. Sonreí.  
Empecé tener frío y decidí llenar la bañera con agua muy caliente, deje caer un chorro de aceite que utiliza mi madre para hacer los masajes, y después de dejar el móvil y un cigarro cerca de la bañera, me desvestí y me adentré en ella, dejando que mi cuerpo se acostumbrara a la temperatura del agua. Suspiré cerrando los ojos y sonreí. Me encantaba hacer esto de vez en cuando. 
"No sé si ir a tomarme unas cervezas con estos, me están insistiendo mucho." -cogí el móvil con cuidado de que no se mojara y leí que me decía Marcos. Dí por hecho que no se acoraba que habíamos quedado para vernos un poco, no le dí importancia aunque en el fondo confiaba en que no me haría el feo. 
"Pues ves un rato con ellos." -le contesté yo sin entusiasmo alguno.  
"Después iré a verte, estaré poco rato, no te preocupes." -sonreí. Me conocía de poco tiempo pero sabía cuando me pasaba o molestaba algo por mucho que intentará esconderlo.
"Pues luego me dices algo, nene. Hace nada que me he metido en la bañera." -le contesté.
"Joder, que envidia." -me escribió él. 
Dejé el móvil y deje que mis brazos se sumergieran en el agua, cerré los ojos y lo mismo hice con la cabeza. Sentí una tranquilidad inmensa y aproveche para fumarme el cigarro que había dejado momentos antes en la silla de madera que hay justo al lado de la bañera. Escuchaba la vibración de mi móvil pero me permití un rato para mí. En silencio, fumando y pensando, quizás imaginando fantasías inexistentes con Marcos. Últimamente no me podía sacar al chico de la mente, pero tampoco le daba gran importancia a este hecho. María es una chica que nunca se ha pillado de ningún chico y esta vez no iba a ser la primera, no hay que confundir las cosas.
"Naira y yo hemos quedado, en media hora iremos hacía la plaza, ¿te vienes María?" -Aroha escribió por el grupo que tenemos Naria, ella y yo. Me lo pensé durante varios minutos. 
"Vale chicas, cuando salga de la bañera y me arregle bajo al bar, pero no estaré hasta tarde." -a decir verdad me apetecía más ver a Marcos, pero total, él también iba a hacer sus cosas antes de venir a verme. Que mejor opción que pasar un rato con mis amigas en vez de encerrarme en casa.  
Me costó salir de la bañera, me encontraba muy relajada y tranquila, pero si no me daba prisa tardaría como dos horas en bajar a la plaza y en cierta parte, me apetecía que me diera el aire y por que no, una buena cerveza fría. Me sequé el pelo y me vestí, le pasé un poco la plancha a mi pelo y me pinte ligeramente las pestañas. Suficiente. Cogí el bolso negro y salí de casa. 
"Marquitos, me dices algo después, tk." -mientras caminaba hacía la plaza aproveché para contestar a mi amigo. Alguna vez me apetecía decirle que le quería pero sabía que no era lo correcto y no estaba dispuesta a dar ese paso tan estúpido y tan significante a la vez, utilizábamos el "tk" que sonaba menos serio. 
Guarde el móvil en el bolso y visualicé a lo lejos intentando encontrar a mis amigas en alguna de las mesas del bar. Esa tarde la plaza del pueblo estaba especialmente solicitada, se notaba que la gente tenía fiesta y se respiraba en el ambiente la celebración de mañana. Vi como Ahora me saludaba desde una de las mesas. 
-Hola chicas, ¿lleváis mucho aquí? -las saludé sentándome en la silla que estaba situada delante de Ahroa y al lado de Naira.
-No, hace poco que hemos llegado. Que guapa te has puesto para venir a la plaza, ¿no? -me dijo Naira con su sonrisa en la cara-. ¿Has quedado con alguien después? -me preguntó.
-¿Guapa? Vaya, que los demás días voy horrorosa. Ten amigas para esto.. -conteste yo riéndome. Realmente no me había esmerado mucho en arreglarme.
-Si, si, pero no nos has contestado. -Aroha puso también su granito de arena.  
-Que sí pesadas, que luego he quedado un rato con Marcos, mañana se va con la ex a Andorra y se quería despedir de mi. -dije con una sonrisa. Me esforcé en remarcar que era el chico el que tenía intenciones de verme. No se la razón pero no me apetecía que mis amigas supieran realmente que me estaba pasando con este chico. Inseguridad, posiblemente. 
-¿Pero ya está bien con la ex novia? -pregunto interesada Naira.
-No, pero planearon estos días hace tiempo y se van como amigos, pero vaya. Sabemos como es Marcos. -dije yo, sacando mi tabaco del bolso-. Bueno, ¿ya sabes que te vas a poner mañana, Naira? -le pregunté con la intención de desviar el tema.
-Sí, me he comprado un mono negro, es bastante elegante. Tu vestido me gusta mucho, te queda muy bien. Deberías ponerte más veces vestidos. -me dijo mi amiga, recordando la foto que les pasé el día anterior con el vestido puesto.  
-Ya me enseñaras el mono, tía. Oye, ¿me vendréis a buscar después de cenar? -pregunté, ya que no pensaba ir caminando hasta la otra punta del pueblo, con frío y con medias. 
-Sí, ¿tu cenaras en tu casa? -me preguntó Naira.
-No, en casa de Ana, la amiga de mi madre, pero vaya, que es el portal que hay al lado del mío. -le aclaré. 
-Pues cuando acabemos de cenar y digan todos los demás una hora para salir de aquí, te recogemos. -acepté sonriente. 
-¿Y tu Aroha? ¿Iras al polideportivo después de trabajar? -me dirigí a mi otra amiga. 
-Supongo que me pasaré un rato. No lo sé. -no le hacía ninguna gracia tener que trabajar en fin de año y aún más que no se pudiera venir de fiesta con nosotras. Decidí cambiar de tema cuando el camarero me puso la cerveza con una copa en la mesa.
-Mirar, me compre un tanga rojo y un sujetador a conjunto para fin de año. -les dije mientras buscaba la foto en mi móvil. 
-Ay, que bonito, me gusta el bordado. -dijo Aroha al ver la fotografía.
-Sí, es muy bonito pero tía, eres una cerda. ¿Como te haces estas fotos? -me dijo Naira cuando le deje el móvil y vio la foto.
-Tampoco es para tanto, me diréis que vosotras no os hacéis fotos. Además, se la pasé a Marcos. -dije sin saber muy bien si había hecho bien en decirlo. 
-¿En serio? -dijo Ahora. 
-¿Como se te ocurre? -dijo mi otra amiga alterada.
-Es Marcos, que más da. -dije defendiéndome. 
-Pues por eso mismo, porque es Marcos. ¿Y si se la pasa a alguien, qué? -me dijo Naira 
-Pero que dices, Naira. Marcos puede ser muchas cosas, pero yo me fío de él. No sé la razón, ni el porqué ni como, pero se ha ganado gran parte de mi confianza y que queréis que os diga, yo sé que el me tiene el mismo respeto y el mismo cariño que le tengo yo a él. No me trata como a una más de todas esas, entre otras cosas porque pone mucha atención en mí. Y eso no quiere decir nada, simplemente, somos buenos amigos. -dije yo sin dejar de hablar ni para respirar. 
-No sé tía, tu verás. -me dijo Naira. No lo entendía pero me daba igual, posiblemente fuese un alto nivel de envidia. En cambio Aroha evitó decir nada al respecto. Quizás no le pareciera del todo bien por la imagen que tenemos todos del chico, pero dejaba que hiciera lo que creía o me apetecía. Marcos me había enseñado mucho de su parte buena, y no solo de la parte que se empeña en dar a ver a todo el mundo.  
Durante un buen rato Naira se dedicó en contarnos como iba su historia con Javi. En definitiva seguían igual que siempre, el chico quería dar un paso más e indagar en las partes intimas de mi amiga, en cambió ella no estaba del todo segura y le decía que no cuando el chico intentaba iniciar los preliminares. Naira es así, para todo tiene pegas, no es capaz de dejarse llevar y hacer lo que realmente le apetece en el momento. Javi me daba pena, estaba segura de que él sentía mucho por mi amiga y mi amiga no sabía ni donde estaba ni por donde tenía que tirar. No me desagradaba que tuviera un entretenimiento como Javi para que no se centrará en Marcos. Este me escribió diciéndome que en un cuarto de hora estaría en el callejón, así que alargue un poco la última cerveza para ir directa sin tener que pasar por casa. Me despedí de mis amigas y me dirigí al lugar donde se había convertido punto de encuentro entre Marcos y yo. Esta vez llegue yo antes, me senté en uno de los muros de obras que había apartados para que pudieran pasar los coches y esperé fumándome un cigarro. Marcos apareció a los cinco minutos con el coche blanco de su madre, me acerque a él mientras aparcaba el vehículo. 
-¿Que horas son estás, cara pan? -le dije cerca de la ventanilla del coche para que pudiera oírme. 
-¡Pero sí no he tardado nada! Eso eres tú que de las ganas que tenías de verme te has bajado al instante.
-Pues no listo, estaba en la plaza tomándome una cervecita. -dije yo.  
-Hostia, ¿me estás poniendo los cuernos ya? -me dijo saliendo del coche. Sonreí ante la pregunta.
-Estaba con las chicas, a demás, si ya estás en el nivel de recalcar-me cuernos, yo debería tirarte a las vías del tren. -le dije riéndome.  
-Pero que dices de niveles, tontaca. 
-Marquitos Marquitos... No te vayas a enamorar. -dije convencida. 
-Pero que flipada eres, el día que me enamore yo de ti los cerdos volaran. Aplícate-lo y no te dejes enamorar por mí, me acabaras odiando.
-Hostia, es verdad. No me acordaba que estaba ante el chico más duro y cabrón del planeta tierra.  -dije riéndome, contagiando-le la risa. 
-Que subnormal. Mira que guantes me he comprado, se puede escribir en el móvil con ellos. -me dijo sacando unos guantes negros del bolsillo de su chaqueta.
-A ver, déjamelos que tengo frío.  -se los quite de las manos y me los coloqué en las mías. 
-Pero no fumes con ellos, eh. -me advirtió.
Nos sentamos en el muro donde estaba yo sentada desde un principio, hablando de sus magníficos guantes y del trineo pala que no se llego a comprar. Durante largo rato le hice enfadar por querer fumar con sus guantes puestos, era lógico que se nos pasara el tiempo volando cuando no dejábamos de reír juntos por cualquier tontería insignificante. 
-¿Me vas a echar de menos? -me pregunto de repente. 
-Solo te vas dos días Marcos, sobreviviré sin ti. -le dije sin mirarle y sin dejar de sonreír.
-Ah vale, muy bonito lo tuyo, eh.
-¿Tú si me vas a echar de menos? -le pregunté yo. 
-Para nada, estás loca ¿o qué?
-Uh, ha sonado muy forzado, eh. Puedes confesarme que me echaras de menos aunque solo sean dos días, no se lo diré a nadie. -me miró sonriendo. 
-Cállate, anda. -yo también le iba a echar un poco de menos, aunque eran cosas que no hacía falta decir. Si te relajas con Marcos se te sube a la espalda y se acaba cansando. Por lo menos, era eso lo que me hacía entender y porque yo, en cuanto a ese aspecto, soy bastante parecida a él-. ¿Al final donde iras mañana por la noche? -me preguntó. 
-Pues a Carpas, algo es algo. -le contesté.
-Pues ya sabes, con cuidadito, ¿eh? -me respondió.  
 -¿Te estás preocupando por mi? -le dije riendo. 
-Oye, para ya de ser tan imbécil. Te lo digo en serio, eh. -me contesto serió, aunque no pudo evitar la sonrisa ante mi risa.
-Que sí, que tendré cuidado, te echaré un poquito de menos y te felicitaré el año la primera. -le dije sería. 
-Mira ves, ahora sí. 
Poco después Marcos puso fin al encuentro, mañana se tendría que levantar pronto y empezaba a ser tarde, si por mi fuera me hubiese pasado con él otras tres o cuatro horas más. Me proporcionaba energía y alegría.  Nos fumamos el ultimo cigarro juntos del año y nos dirigimos a su coche. 
-Eh, espera-té. He perdido las llaves del coche... -dijo Marcos rebuscando por todos sus bolsillos. 
-¿Que dices? -dije yo conteniendo la risa. Efectivamente las llaves se encontraba en el bolsillo de mi chaqueta.
-Te delatas tu sola, eres muy expresiva María. -me dijo ya tranquilo.
-Yo no las tengo, no se que dices... -dije haciéndome la tonta.  
-¿No ves que te tengo más calada que a nada? -me dijo sonriendo-. No quieres que me vaya, ¿eh?
-Serás inútil. Toma anda.. -dije riendo y entregándole de nuevo sus llaves.  
-Así me gusta, que seas obediente.
-No te pases, pollito. -dije sería.
-Bueno, pues... Nos vemos en tres días, o cuatro, o cinco... Quien sabe.
-Pero si vendrás a verme nada más llegar, ¿que estás diciendo?
-Que era broma tonta. Bueno... me voy va. -dijo abriendo la puerta del coche pero sin dejar de mirarme. 
-Oye... -dije yo. No me apetecía irme aún.
-Dime. -contesto él.
-Los amigos también se dan abrazos, ¿no? -dije sin mirarle y rodeando su cuello con mis brazos, había sido uno de mis impulsos pero no me arrepentí cuando note sus manos en mi espalda, devolviendo-me el gesto y notando su sonrisa en mi cuello-. Pásate-lo muy bien y disfruta mucho de la nieve. 
-Y tú igual pero con ojo que hay mucho borracho por ahí. -me dijo provocando una sonrisa en mi. Me desprendí de su cuello y le deje libre. 
-¡Adiós pollito! -exclamé dando la vuelta para dirigirme a mi casa. 
-¡Adiós tonta! -escuché a mis espaldas y sonreí, pero sonreí de verdad. 

*********
 -María, ¿cuando piensas levantarte? -escuché a mi madre y entreabrí los ojos. Mi habitación estaba totalmente a oscuras y me encontraba envuelta entre mis sabanas. 
-¿Que hora es? -pregunté desorientada. 
-Las ocho y media de la tarde. Métete en la ducha y arréglate, que luego será la hora de irnos a casa de Ana y no estarás preparada. -me dijo elevando la voz. 
-Vale, vale... Ya voy... -dije aún adormilada y estirando cada una de mis extremidades.  
Me arrastré sobre la cama para llegar a la ventana y levantar la persiana, el sol ya se había ido pero hacía buena noche, lo agradecí, no tenía ganas de pasar frío esta noche. Miré el móvil,  31 diciembre 2014. Estábamos a horas de un nuevo año, una especie de ilusión y ganas recorrió mi cuerpo. Abrí la aplicación Whatsapp, Por la mañana intercambié un par de frases con Marcos, me dio los buenos días y me dijo que ya partía hacía Andorra, me despedí de él. Durante mi siesta nadie más reclamo mi atención mediante mensajes, así que me levanté de la cama y me metí en la ducha, no sin antes, reproducir la mejor lista de música que se encontraba en mi móvil. El agua caliente cayendo sobre mi cabeza y recorriendo mi cuerpo me despejo, me sentía contenta y con energía, ¿por qué no iba a disfrutar yo de esta noche? 

Después de secarme ligeramente el pelo, me coloqué una sudadera que me venía ligeramente grande, unas braguitas y salí al comedor. Líe un cigarro del tabaco de mi madre y me lo fumé tranquila, un delicioso olor me despertó el apetito. Mi madre tenía en el horno una especie de mejunje. Ana, la amiga de mi madre saldría tarde de trabajar, por lo tanto cada uno de los componentes del grupo de los amigos de mi madre y con los que iba a cenar hoy, prepararía algo en sus casas y lo llevaría a casa de la amiga de mi madre, rápido y eficaz. 
"¿Qué os parece chicas?" -después de casi dos horas acabé totalmente arreglada. Me peiné y me planche el pelo, me maquillé algo más de lo normal. Adentré mis piernas en unas medias color carne y dejé caer mi vestido negro sobre mi cuerpo, sin olvidar los temibles zapatos de tacón en mis pies. Definitivamente, me encantaba mi reflejo en el espejo. Hice una foto rapida y la pasé por el grupo que tenía de Whatsapp con Naira y Aroha. 
"Te queda increíble el vestido." -escribió al poco rato Naira. 
"Está noche arrasas, nena." -envió al instante Aroha. 
Naira también nos enseño su mono, era escotado y con bordados rojos por la parte de arriba, de cintura para abajo totalmente negro. Era bonito y estaba también muy guapa. Mi madre se soltó la melena y se vistió con un vestido que parecían dos piezas, arriba una especie de blusa negra y de cintura para abajo una falda roja con lentejuelas totalmente ceñido. Mi madre mantenía un cuerpo esbelto y definido. Estaba preciosa. Sonreí al verla con ilusión y ganas. No tardamos en bajar a la calle para adentrarnos en el portal de al lado. Decidí bajar con tacones, no llevaba ni la mitad de las escaleras que había que subir para llegar al piso de Ana que ya me estaba muriendo. Me compadecí de mis pies. 
-Elena, tu estás insuperable, pero la reina de la noche es tu hija, eh. -dijo el amigo gay de mi madre. Sonreí mientras daba una vuelta sobre mis zapatos y haciendo reír a los que ya habían llegado. Me gustaba el ambiente que creaba esta gente, todos y cada uno de ellos eran especiales. 
Cenamos de pié, dando vueltas de un lado al otro de aquella casa, en el centro del comedor había una mesa con toda la comida que habíamos reunido entre todos. Monica era cocinera y había hecho cosas deliciosas para esa noche. Entre risas, bailes, cervezas y alcohol llegaron las doce de la noche. Con mis doce uvas en la mano y la vista puesta en todo mi alrededor, delante de la televisión, sentí melancolía, la cara de mi madre reflejaba lo mismo que estaba sintiendo yo. Pensé en mi padre y le dediqué un par de pensamientos, también a mi abuelo. Una campanada, una uva. Y así, sucesivamente, liquido de la fruta chorreando por mi boca y risas ahogadas al vernos las caras los unos a los otros. Champan, brindis, abrazos y besos. Bienvenido 2015, confío en que traigas cosas muy buenas para mi y todo mi alrededor. 
"Holita niño, te deseo un feliz año nuevo y un dos mil quince increíble. Me alegro mucho de haberme topado contigo en está nueva clase." -tenía muy presente a Marcos, por lo tanto, no tardé más de los cinco minutos del nuevo año en enviarle el mensaje. Después de él, dedique un par de minutos en leer mensajes varios de diversas personas, no contesté a todos, me limité en contestar a las personas que tenía lejos y echaba de menos, como mis amigos del pueblo de Teruel. Si no lo hacía ahora, no lo haría hasta mañana. También felicité a Aroha, ya que a ella no la vería esta noche. 
Javi y Naira me pasaron a recoger cerca de la una, decidí guardar los tacones en el bolso y dejar respirar a mis pies durante el trayecto a la discoteca. Les felicité el año y me dedique a cantar cada una de las canciones que sonaban en ese coche. Marcos me contestó al mensaje, "Feliz año nuevo nena, pásate-lo muy bien esta noche y sí, yo también estoy contento de haberte conocido." Sonreí y decidí no devolver-le el mensaje hasta mañana, sabía que estaba con su ex novia y preferí centrar mi atención en la gente con la que estaba y no en la pantalla del móvil. 

Nos situamos en un pequeño bosque no muy alejado de la discoteca para beber entre bromas y tonterías, eramos alrededor de diez personas, los conocía a todos pero a escasos les consideraba amigos, quizás ni eso, pero me lo pasaba bien con ellos, eran buena gente. Me sentía ya mareada de todo lo que había bebido en casa de Ana, aún así, acabé con la media botella de Beffeter que compartía con Naira. La ocasión lo merecía. Tanto ella como yo, cambiamos las zapatillas por los tacones y nos adentramos en la discoteca después de hacer una larga cola. La noche se me paso volando, baile como loca sin importarme nada ni nadie, me reí y disfrute de mis amigos y sobretodo de Naira, que estaba igual de afectada por el alcohol que yo. 

Acabé destrozada y con los tacones en las manos, notaba los calcetines pringosos de pisar bebida que había derramada en el suelo, me notaba mareada pero cansada. Agradecí que el padre de Naira viniera a buscarnos, al recuperar mi bolso del guardarropas, me puse las zapatillas, sentí una especie de orgasmo al notar bajo mis pies una superficie blanda y caliente. Me puse la sudadera y salimos de la discoteca, dirección a la cama. 

*********
"¿Como estas María? Y tú, Ahora, ¿como fue ayer?" -Naira hacía poco había escrito por el grupo.
"Trabajando y luego me vinieron a buscar el Aleix y estos para ir al polideportivo, pero nada, sentados en un banco, no tarde en irme a casa. Dani se fue de fiesta y aún no se nada de él." -había contestado Aroha.  Me daba pena mi amiga, se le notaba triste. Su novio también se había ido de fiesta en fin de año y se sentiría sola, por lo menos. Sabía como era. 
"A mi me da vueltas todo, pero no tengo mucha resaca tampoco, me lo pasé bien. Aroha, ¿quedamos en un rato y nos echamos algo en el bar? -escribí yo. 
Aroha aceptó, en dos horas había quedado con ella en el bar de al lado del instituto. Antes de bloquear el móvil vi el chat de Marcos. ¿Le hablo? Presioné sobre su conversación y pude ver que no estaba en línea. Ya te hablará el cuando llegue. No seas impaciente. Me levanté y abandoné la idea de desayunar para directamente comer el plato de espaguetis que me había dejado mi madre preparado. Seguidamente me duche y me arregle  para llegar a tiempo al bar a la hora acordada con Aroha. 
-¿Como fue ayer tía? -me preguntó Aroha nada más sentarnos en la terraza del bar. 
-Muy bien, me lo pase bien, pero ya sabes, me faltas tú en cualquier fiesta, Naira es más parada, la mitad de la noche nos la pasamos bailando todos en redonda sin movernos del sitio, pero bueno. ¿Y tú qué? -le expliqué a mi amiga. Era cierto, Aroha era más como yo, compartíamos la misma forma de pensar y de ser en la mayoría de los aspectos.
-Y ahora que esta así así con Javi, Naira debe ser el doble de aburrida, ¿no? -me pregunto Aroha haciendo gestos con las manos. Me reí.
-Puede ser, están más pegados. Javi se ve que quiere algo más con ella, pero ella va a su royo, bailo con un par de chicos, hasta que Javi empezó a poner malas caras. -relaté yo.
-Y tú, ¿qué? Sé sincera, va. ¿No te molesta que se cantoneé tanto con Marcos? -me preguntó dejándome desconcertada. No me gustaba hablar de este tema.
-¿Qué tengo yo con Marcos? Nada. Entonces, ¿por qué debería molestarme que el chico tonteé con una amiga mía? -dije no muy segura de mi misma. 
-Vale sí, la teoría te la sabes. Pero a ti Marcos te gusta, aunque sea muy poco y no quieras reconocerlo. Se nota. -me dijo Aroha. 
-Pero no me gusta como para tener algo con él. Tonteamos y me gusta el royo que llevamos, pero seamos sinceras, ¿con cuantas tías habla Marcos? No tiene reparo en tirarle ficha a cualquiera. Pero sí, que sea  a Naira me molesta, pero las demás me dan igual. -aclaré a mi amiga recalcando que solo me molestaba cuando se trataba de Naira. 
-¿Y cual es la razón? -me preguntó. Tenía la respuesta correcta a esa pregunta.
-Pues que no me sienta bien que en un momento este Marcos diciéndome cosas a mí, incluso metiéndome mano en clase y equis cosas más y al rato lo esté haciendo con Naira. Sé de que va esté chico y me conozco sus intenciones ya, que haga lo que quiera pero que no se meta entre dos amigas. No quiero tener broncas con Naira por esto. -le expliqué. Aroha aceptó y me dio la razón. 
Llegué a casa y me encontré con mi madre y mi hermana sentadas en la mesa cenando. No tenía mucha hambre, pero aún así, me apresuré a ponerme el pijama y a sentarme con ellas a cenar algo. Mientras me hacía un par de tostadas con tomate y aceite y un poco de embutido, le pregunté a mi madre como había ido ayer, si bailo mucho, si se emborracho y a que hora llego a casa. Sin lugar a duda, se lo pasó en grande. Yo también le expliqué como fue mi fin de año y le ayudé a recoger la mesa una vez acabamos de cenar. 
"Bú" -me sorprendió que Marcos me hablara, me tocaba a mí. 
"Hola pollito, ¿ya estás de vuelta?" -le pregunté acomodándome en el sofá. 
"He llegado no hace mucho." -me contestó seco.
"¿Como ha ido,eh?" -le pregunté interesándome.  
"Increíble, me lo he pasado muy bien. Había mucha nieve, he disfrutado como un crío pequeño." -que envidia, pensé. 
"¿Y con tu ex, todo bien también?" -le pregunté, quizás algo directa. Pero se suponía que nuestra confianza era extensa, ¿no?
"No sé, en general muy bien también, como amigos." -estaba casi segura que este viaje de dos días les iba a servir para reconciliarse, pero Marcos no parecía muy seguro. Quería saber más.
"Fijo que te la has tirado." -le escribí de la manera que me resultaba más disimulada. Seguido de un "jajajajajajajaajja". 
"Lo intenté, pero ella no quiso seguir y yo realmente, lo agradecí. Con ella esta todo perdido, ya. No vale la pena dejarse engañar." 
"Bueno, lo importante es que lo habéis pasado bien y no habéis estado de broncas, no?"  -le pregunté queriendo finalizar el tema. 
"Exactamente, eso es lo que importa." -seguidamente me preguntó por mi fin de año y por otras tonterías más-. "¿Tienes ganas de verme?" -me preguntó.
"Tampoco me muero por verte, eh." -le contesté yo. 
"Pues ok. YNSA." -me reí detrás de la pantalla de mi móvil. Utilizábamos las siglas YNSA, cuando nos enfadábamos en broma. Significaban "ya no somos amigos".
"¿Podrás vivir sin una amiga como yo?" 
"Tú no sabes con quien estás hablando, niña." -me respondió él, algo molesto con mi anterior respuesta. 
"Marcos."
"Uy, ¿que pasa?" 
"Que.. No sé." -me reí flojo.
"Va, dime que pasa." -me respondió serió.
 "A ver Marcos... Es que.." -le volví a escribir pretendiendo hacerle perder los nervios. 
"Joder tío, me pongo nervioso con estas cosas, suéltalo ya o te dejo de hablar." -me reí de nuevo, está vez más fuerte.
"Como te lo digo..." -enviar-. 
"Es que..." -enviar.
"A ver Marcos." -enviar. 
"Que... Que si quiero verte." -enviar. Sonreí. 
"Ala tío, eres tontisima, te lo digo." -me contestó el chico. 
"Tonta la sonrisa que acabas de poner.." -le dije seguido de iconos de risa.
"Pero tu flipas, en serio. Eres una creída, para nada me has hecho sonreír." -me escribió borrando mi sonrisa al instante.
"Vale. YNSA. Adiós." -le escribí totalmente en serio y con intenciones de irme a dormir.
"Cállate anda, si he sonreído..." -me dijo reviviendo de nuevo mi sonrisa. 
"Ya lo sabía..."
"CREÍDA,TE ODIO." -después de esto, nos pasamos largo rato sonriendo y riendo de infinitas chorradas. Quedándonos dormidos,una vez más, con el móvil en las manos.

lunes, 4 de enero de 2016

Capitulo ocho.

La siguiente semana pasó más rápida de lo normal, quizás por qué deseaba con todas mis fuerzas que no llegaran las vacaciones de navidad. Son las únicas vacaciones que no disfruto como solía hacer de pequeña. Mientras la mayoría de personas esperan con ansias e ilusión a que lleguen estas fechas yo las despreció por todo lo alto. Si me dejaran elegir seguiría yendo a clases para acumular horas y poder coger antes las vacaciones de verano, o tener más días en semana santa. 

No me apetecía moverme de la cama, el techo blanco de mi habitación era mucho más interesante que salir a la calle a ver luces navideñas en portales o balcones, como si fuesen la entrada a cualquier club de alterne en alguna carretera perdida. Mi móvil ya marcaba 21/12/2014, domingo. En tres días noche buena, ¿donde la iba a celebrar yo este año? A saber. Me daba pena sentir tal rechazo hacía la navidad. De pequeña disfrutaba mucho. Noche buena y fin de año lo celebraba con mi familia paterna, una noche en casa de mi primo en Barcelona y la otra en mi casa, con todos ellos. A la familia de mi padre no los solía ver a menudo y navidad era una buena excusa para juntarnos, guardo bonitos recuerdos de aquellas cenas. Cenas que no se repetirían nunca más. La comida de San Esteban se celebraba en casa de mis abuelos con todos mis primos y tíos por parte de madre, al igual que la cena del día de reyes. También recuerdo todo aquello con mucha ilusión. Eran cenas, comidas y días señalados que aún se llevaban a cabo, pero ahora todos actuábamos con más independencia. Cada uno hacía lo que quería.  

Resoplé y me dí media vuelta en la cama, acurrucándome y abrazando mi oso de peluche. Desde hacía muchos años dormía con él. Es mi lado más infantil. Pero no es algo que intente esconder, al contrario, estoy orgullosa de tenerle tanto aprecio a un objeto tan inútil para el resto del mundo. Justamente, mi padre y mi madre me lo regalaron para navidad, muchos años atrás. Llevaba rato escuchando la vibración de mi móvil encima de la mesita de noche. Pero no encontraba ni ganas ni fuerzas para moverme dos centímetros y llegar a alcanzar el aparato. 

Me dí media vuelta revolviendo aún más todas las sabanas de mi cama. Me había quedado dormida, ya eran casi las ocho de la tarde. Estupendo, mañana aún tenía que ir a clase. Solo tenía que hacer la primera hora, después me darían las notas del primer trimestre y me dejarían irme, hasta dentro de quince largos días. Cuanto antes empiece, antes acabara, pensé. Esta vez si estire mi brazo en busca de mi móvil. Habían 24 mensajes de cuatro conversaciones distintas. Abrí la aplicación. El ultimó que me había escrito y por lo tanto, la primera conversación que salía en la aplicación, era Marcos. 
"Holaaaaaaaaaa"
"¿Que haceeeeees?"
"Xoooooxo"
"Nena..." 
"Jo, pero que haces que no me hablas"
"Pues vale, adiós"  -el primer mensaje era de hacía horas y horas, este ultimo de hacía un cuarto de hora. 
"No te desesperes, estoy aquí." -le escribí yo.  
Aroha también me había escrito; "quedamos un rato? me aburro...". Le expliqué que me había dormido y que me acaba de despertar sin muchas ganas de hacer nada, ya era tarde.  Algunos otros mensajes eran del grupo de mis amigos de Teruel y los otros restantes del grupo de clase. Leí todos por encima sin contestar en ninguno de ellos. Marcos me contesto, volví a su conversación.
"Como estás?" -me pregunto. 
"Pues aquí estoy, me acabo de despertar, me había quedado dormida."
"Yo también llevo un día de mierda, tengo una resaca que da miedo." -no hablaba con Marcos desde ayer a primera hora de la mañana. Ya no estaba mal con él, había entendido como iba nuestro juego, porque sólo era eso, un juego. Y en el fondo lo agradecía, era lo que quería. Un amigo sin llegar a nada más. No me iba a dejar llevar por esto.
"Saliste de fiesta?" -le pregunté aún sabiendo la respuesta.
"Sí, la cague mucho." -que extraño, pensé sonriendo. 
"Que hiciste, ¿eh?"
"No sé, bebí mucho y me enrollé con unas cuantas." -me explico. Viniendo de Marcos era totalmente normal. 
"Pues eso tienes que hacer, seguro que te lo pasaste en grande, nene." -le contesté yo animándole. 
"Que va María, no quiero esta vida ahora." -me impacto que me llamara por mi nombre. Se acercaba una conversación seria. 
"¿Que tiene de malo? No tienes pareja y solo haces lo que quieres y te apetece." 
"Hace un tiempo, cuando mi ex me dejo a mi y lo pasé tan mal, ¿te acuerdas que te lo conté? Pues aquella vez se me giraron los cables y empecé a ser muy cabrón, salía todos los fin de semanas, me daba igual cuantas cayeran y a cuantas me tirara, me daba igual todo, solo hacía que salir de fiesta, beber y follar. Y ahora no quiero eso otra vez, uno no se siente bien a la mañana siguiente. Es una mierda. A parte, quiero respetar a mi ex novia. Creo que es lo más justo. -me explicó Marcos. Me quede pensativa. 
"Me parece bien que ya no quieras vivir tan a lo loco. No hace falta vivir en discotecas y beber alcohol como rutina, también te apoyo en lo de no tirarte a cualquiera. Pero si algún día puntual te apetece hacerlo, o te encuentras con alguna que te llame la atención de fiesta y te acabas enrollando con ella, no pasa nada. Por algo lo has dejado con tu ex novia, disfruta de tu vida y deja de pensar tanto. No tienes a nadie ya a quien faltar-le el respeto. Ahora eres tú y solo tú. -le escribí yo. 
"Supongo que tienes razón. No sé, el día de después de salir de fiesta me siento muy mal."
"Se le llama resaca, cielo." -le escribí seguido de emoticones de risa.  
"Ya bueno, no sé.¿Tu que has hecho hoy?" -me preguntó cambiando de tema. 
"Nada, por la mañana he estado en el bar de la plaza, con los amigos de mi madre, he comido allí y me he hinchado a cervezas. He llegado y me he quedado dormida hasta hace nada. Yo también tengo la sensación de ahogarme en mi habitación." -le relaté mi día por encima. 
"Menos mal que ya tenemos vacaciones." -acabó diciendo Marcos. 
"Toda la razón." -dije yo pensando todo lo contrario.
"Oh, que asco María.." -me volvió a llamar por mi nombre. 
"¿Por qué me llamas María?" -le pregunté.
"No sé, te suena serio, ¿eh?" -me respondió seguido de un montón de "jajajajaajaj"
"Estoy poco acostumbrada a que tu me llames por mi nombre." 
"Oye,  ¿tú iras mañana a clase?" -me preguntó de repente.
"Sí, y tu también."
"No sé, me parece inútil ir a las dos primeras clases y ya esta." -escribió él.
"Mañana no entramos hasta las diez, solo haremos economía y luego nos dará las notas."
"Con más razón, ¿que hago yo hasta las diez?" -pensé en proponer-le un café en el bar antes de entrar a clase, pero abandone la idea. No iba a ser yo la que fuese detrás de él. 
"Pues dormir, ¿que vas a hacer si no?" -le acabé escribiendo yo. 
"No sé, si alguien me dijera de tomar un café..." 
"Tan fácil con que lo digas tú, eh." -le contesté sin mucho entusiasmo, aunque me estaba gustando la conversación.  
"No, tranquila. Ya he quedado con otra para ir a su casa, que dice que está sola." -¿ves? fíate de este a ver como acabas, pené. 
"Pues ya tienes la mañana completa, ¿ves? Tanto quejarse." -le escribí yo sin darle importancia alguna. 
"En verdad me da pereza." 
"¿Tú? ¿Pereza cuando se trata de follar? ¡No me hagas reír!" -le dije orgullosa, ya no me irritaba esta actitud del chico. 
"Va anda, ¿quedamos mañana a las nueve?" -no pude evitar una carcajada al leer lo que tenía delante. Tampoco la sonrisa de niña tonta. 
"Y tu chica equis?" -le pregunté con emoticones de sorpresa. 
"Prefiero empezar el día contigo." 
"Cuando quieres eres el mejor."
Quizás sobrepasé limites con esta última frase. No era nuevo que el intento de mostrarme indiferente con ese chico acabara en fracaso. Marcos me desconcertaba, ¿os lo he dicho alguna vez? A veces es tan prepotente, chulo y tan gilipollas con todo y otras veces me hace sentir, como lo diría, ¿diferente? Diferente a como me trata en comparación con otras chicas. En algunos momentos tengo la sensación que me vacila o intenta reírse de mí, otras que puede decirme lo que le dice a todas esas chicas equis sin que me siente mal o como si fuese lo más normal del mundo, pero en otros instantes se muestra cariñoso y deja ver ese interés en mi, aunque sea lo más mínimo. Posiblemente sea por la simple razón de que soy su amiga con un alto nivel de atracción física. Marcos tardó en contestarme y eso dio pie a que me quedara dormida. 
-Buenos días, imbécil. -le dije con una sonrisa mientras me acomodaba en el asiento del copiloto. Marcos vino a buscarme con el Mercedes antiguo. Llevaba puesto unos pantalones de chándal negros y una sudadera negra. La verdad sea dicha, cada vez lo veía con más buenos ojos. 
-Buenos días, marmota. -me contesto él mientras arrancaba el coche. 
-Oh, oh, oh. -dije yo con entusiasmo al escuchar como Radiolé emitía la nueva canción del Barrio. Subí el volumen y empecé a tararear la canción. 
-¿Donde esta Suecia? -la conversación se volvió geográfica cuando Marcos ya se disponía a aparcar el coche en una de las calles cercanas al instituto.
-Yo que sé, en el mundo. -dije yo. Siempre se me había dado mal eso de las capitales, las comarcas, en definitiva, la geografía no era mi punto fuerte. 
-Que inculta eres, María. ¿Capital de España? -me miró sonriendo.
-¡Badajoz! -exclamé y a la misma vez estallando a carcajadas que se mezclaban con las de Marcos.
-Eres subnormal. -me dijo cogiendo aire y abriendo las puertas del coche para salir.
Repetimos el mismo procedimiento. Esta vez le tocaba al chico pedir los cafés mientras yo elegía la misma mesa de siempre, la del fondo. Las manos se me quedaron congeladas, al igual que la nariz. Mientras tomábamos el café caliente acompañado de un cigarro, hablábamos sobre la chica que le había dicho a Marcos de ir a su casa por la mañana. Hacía un rato le había vuelto a hablar para insistir-le, como están de salidas las tías de este pueblo, pensé. Marcos le había dicho que no, pero no solo eso, si no que había quedado conmigo para tomar un café. Eso me alegro, ya que la chica me conocía y ella para mí, no era santo de devoción. Te pasa por ser una cerda, todos se acaban cansando de ti; volví a pensar para mis adentros mientras se me escapaba una sonrisa picara. 
-Que sonríes tu ahora, ¿eh? -me pregunto Marcos. 
-Nada, ¿no puedo sonreír? -le guiñe un ojo y le contagie la sonrisa.  
-Como te gusta que prefiera quedar contigo antes que irme por ahí a hacer maldades. -me dijo.
-Lo mismo que te gusta a ti tener una amiga como yo, que te hace sentir bien. Si hubieses empezado el día en alguna cama ajena, te sentirías sucio y una mierda. Ugh, que asco. -dije poniendo una mueca de asco. 
-Toda la razón.  
Al poco rato apareció Safa por la esquina del bar, ella venía en tren y a veces llegaba un poco antes de la hora. Se sentó con nosotros y se tomó también un café con leche. 
-Le habéis cogido el gusto a veniros los dos solos la mitad de las mañanas, ¿eh? -dijo ella. 
-No hay nada más que hacer. -contestó Marcos.
-¿Pero vosotros dos tenéis algo o solo sois amigos? -volvió a preguntar Safa.  Ella era así, se quería enterar siempre de todo, quería todas las informaciones de todas las personas posibles al día. Y le daba igual entrometerse en los asuntos de los demás. Aunque parezca mentira, eso me gustaba de mi amiga musulmana, era tan mete mierda, tan cotilla, tan rebuscada y directa y se sentía tan orgullosa de ser así que no se esforzaba en esconderlo. 
-Safa, solo somos amigos. Nos entendemos, nos lo pasamos bien juntos, no hay más. -dije yo.
Entramos a clase cuando sonó el timbre. La clase de economía fue más bien una clase de riso terapia. Edu acabó harta de la mitad de la clase y se dio por vencida. Era inútil hacernos callar la ultima clase del año. Se fue a buscar los sobres que contenían las notas de cada uno de nosotros y nos la repartió. Ingles y catalán suspendidas. Podría haber sido peor. Durante media hora nos quedamos en clase comentando las notas unos con otros y cuando Edu, nuestra tutora, nos dejo vía libre, salimos del centro. Marcos se iba a Barcelona a realizar unos encargos de su padre y los demás tenían cosas que hacer. Aroha, Naira y yo, antes de salir del centro, nos pasamos por el patio. Repartían croissants y chocolate caliente. 
 -Oh, que rico esta. -dijo Aroha saboreando su chocolate. 
-¿Queréis ir a algún lado?  -preguntó Naira. 
-¿Vamos al parque de aquí detrás y estamos un rato juntas? -propuse yo. 
-¿Como va con Marcos, María? -me preguntó de repente Naira. 
-Bien, está mañana he quedado con él para echar un café en el bar. -dije yo sin mucha importancia.
-Empezáis a cogeros cariño. -comentó Aroha. 
-Puede ser, pero eso es todo. No quiero nada con él. -dije tajante. 
-¿Por qué lo tienes tan claro? -me pregunto Naira. 
-Supongo que podría engancharme fuerte de este niño porque me encanta su personalidad, pero ya conocéis a Marcos, hay que ser gilipollas para ilusionarse con alguien como él. Así que no voy a dar pie a eso. 
-Siempre huyendo del amor. -dijo Aroha riéndose.  
-Pues vivo poco bien así, ¿sabes? -dije yo riéndome con ella.  
-¿Y tú? ¿Como va con Javi? -le pregunté a Naira. 
-No sé. Bien, supongo. Nos liamos de vez en cuando pero no me convence demasiado esto, sigo opinando que él quiere algo más y yo no me veo con él y tampoco quiero hacerle daño. Pero tampoco sé decir-le que no.  A demás, no quiero que se enteré nadie y él se lo ha contado a sus amigos. -nos explico ella. 
-A ti lo que te pasa es que Javi no te pone nada físicamente y te da vergüenza que te relacionen con él. -le dije yo, quizás demasiado directa.
-A ver, no es que me avergüence, pero sí, no es el típico chico que me suele llamar la atención. -admitió ella. 
-Entonces no entiendo por que le sigues el juego. -dijo Aroha.
-Porqué me gusta como me trata, me cuida mucho y siempre esta por mí. -dijo ella.
-No sé, deja que pasé el tiempo, a ver como va surgiendo todo. -le acabé diciendo yo-. ¿Y con Marcos? -aproveché para sacar información que me interesaba bastante. 
-Ahora hace días que no hablamos, pero bueno, yo veo que en clase me mira mucho y siempre me estaba buscando. -dijo ella. No le hice mucho caso, Naira siempre había sido así. Si tenía que exagerar las cosas para fardar, lo hacía.  
Los siguientes días los pasé medio ausente en mi mundo y en mis pensamientos. No hice gran cosa más que ir del sofá a la cama, ver película tras película, vaguear y mentalizarme de que estás fechas tan señaladas no durarían demasiado. Cuando el agobio y la ansiedad hacían efecto en mí me esforzaba en salir a la calle a distraerme, con Naira y Aroha. Las conversaciones con Marcos las utilizaba como vía de escape para despejar la mente y también aprovechaba cuando mi madre salía a algún lado, a algún bar con sus amigos, a pasear o simplemente al supermercado. Me sentía cansada de no hacer nada pero tampoco encontraba las ganas para activar-me, cansancio psicológico. 

Después de tres largos días me encontraba delante de la primera cena de navidad. Noche buena. Mis tíos habían decidido irse al pueblo para Navidad, así que no tendría una cena familiar ni por asomo, ya que se llevaban también a mi abuela. Durante varias semanas atrás intenté convencer a mi madre de hacer lo mismo que ellos y alejarse de todo esto, pasar unos días con la familia lejos de todo, entre las montañas, la nieve y el frío. A días parecía estar convencida, pero era tal la pereza de coger el coche y conducir durante horas, las carreteras heladas y las bajas temperaturas, que no resultó lo suficiente convincente. Necesitaba con todas mis fuerzas huir al pueblo esos días, incluso se me inundaban los ojos de lagrimas cuando veía a mi madre sin ganas de hacer el viaje. Pero no emitía palabra alguna, asentía sin presiona-la, sin exigirle ni insistir-le. Así era yo, lo que me dolía e importaba de verdad lo llevaba por dentro y de ahí no salía. Era incapaz de hacer ver las situaciones que me dolían de verdad, en este caso, la necesidad de esconderme de la realidad en esta nueva navidad y sentirme acogida, acompañada y querida por mis tíos, mi abuela y mis primos. Sentir la seguridad de que mi madre y mi hermana estaban bien, no vernos solas. Pero mi madre decidió que no y lo acepte sin mediar palabra. 
-¿Vamos a cenar lentejas en noche buena? -pregunté yo mientras me sentaba en la mesa de mi casa. Delante mío habían cuatro platos hondos medio llenos de lentejas. Mi hermana ponía mala cara ante la cena, mi madre sonreía y su amiga Ana hacía lo mismo. Si en mi casa apreciamos poco la navidad, Ana superaba limites. Desde que se separo nada era lo mismo para ella. Había costado mucho conseguir que saliera de su casa para venir a cenar con nosotras. No estaba sola, pero ni siquiera tenía ganas de ir a cenar a casa de sus familiares. Sus ojos estaban tristes pero dibujaba una mínima sonrisa en su rostro. A mi también me picaban los ojos. 
-Las lentejas en noche buena dan buena suerte, María. -contesto mi madre, sentándose también en la mesa. Empezamos a comer en silenció, comentando el programa especial que emitían en la tele. Después de las lentejas, fueron unas cuantas gambas las que presidían la pequeña mesa. Por más que lo intentara, por más que buscara el lado positivo, todo me parecía muy triste. Una gran melancolía ocupaba gran parte de mi mente. Mas de una vez tuve que levantarme de la mesa y esconderme en el lavabo para apaciguar las lagrimas que no se contenían. Era estúpido que algo así pudiera conmigo, me sentía débil pero delante de ellas, dejaba escapar carcajada tras carcajada para que se unieran conmigo e intentar olvidar la sensibilidad que compartíamos las tres, por lo menos, ocultarla. 
Después de la cena y las dos botellas de vino que nos fundimos entre las tres en un abrir y cerrar de ojos, nos atiborramos a bombones, turrones y chocolate.  De vez en cuando iba revisando el móvil, echaba de menos a Marcos, él debía estar en alguna cena familiar con muchas personas, pasándoselo bien y olvidado del móvil, como era lógico. Llego el momento de los regalos. Ana le regalo a mi madre un par de pulseras de piedras y minerales, mi madre a su amiga un libro con frases amorosas, así era Ana, muy romántica y moñas. En cuanto a mi le compre un elefante de madera a mi madre, según ella y su ideología yoguica estos animales traen buena suerte. A mi hermana el supuesto papa noel le trajo un neceser, entre otras muchas tonterías y a mi colonia, ropa, dinero y alguna que otra pulsera. Valoraba y me hacía sentir bien el hecho de que aún con poco que tuviéramos podíamos y teníamos la fuerza de hacer de estos momentos algo especial y feliz. Mi madre y su amiga barajaban la opción de bajar a la plaza después de cenar, ya que algunos amigos suyos iban a estar, pero a mi madre le acabo dando pereza y a Ana, más de lo mismo. Esta se fue a su casa y mi madre y mi hermana no tardaron en irse a la cama. Yo después de estar un buen rato en el sofá acompañada de la tele, decidí meterme en la cama, no tenía sueño pero en la televisión ya no hacían nada interesante. 
"Hola nena, ¿que haces?" -aún no estaba completamente dormida y la vibración de mi móvil me desveló. Lo alcancé y lo desbloqueé. Tres y media de la madrugada. El mensaje era de Marcos.
"Estoy en la cama ya, ¿y tú?" -le respondí acostumbrando mi vista a la luz de la pantalla. 
"Estoy llegando de Barcelona, estos se van por ahí a seguir con la fiesta pero a mi no me apetece tanto." -me escribió el al instante. Iba a responder-le cuando vi que seguía escribiendo algo más-. "Te apetece bajar un rato y nos fumamos un par de cigarros?" -la primera reacción fue sonreír.  
"No sé, me tengo que vestir y todo..." -ya estaba metida en la cama, ahí fuera debía hacer mucho frío, me apetecía ver a Marcos pero me daba pereza bajar a la calle. 
"Ponte lo primero que pilles, va..." -¿como le iba a decir que no?
"Bueno.. Vale. ¿Cuánto tardas en llegar?" -escribí. 
"Quince minutos, yo te aviso cuando este llegando." -me dijo él-. "Pero no te duermas, por fa." -siguió escribiendo.
Acepté y bloqueé el móvil. Me costo mantener los ojos abiertos, una vez en la cama el sueño hacía acto de presencia. Al fin y al cabo no había sido tan mala noche. Cuando Marcos me volvió a escribir me levanté de la cama con mucho esfuerzo y me puse unos tejanos encima de la mallas con las que dormía, una sudadera encima de la camiseta de pijama y la chaqueta. También me coloqué los calcetines gordos en los pies, cuanto más abrigada, mejor. Me lavé la cara y me peine por encima, cogí el móvil, el tabaco y salí a la calle intentando no despertar a nadie.
"¿Ya estás en el callejón? No te veo." -le escribí a Marcos caminando por la oscura carretera. 
"Sigue caminando." -me respondió al instante. Le hice caso y me lo encontré detrás de un coche, mirándome sonriendo. 
-¿Has venido sin coche? -le pregunté acercándome a él. 
-Sí, me han dejado aquí, ellos se iban a la plaza un rato. -me respondió. 
-¿Quienes son estos? -le pregunté curiosa. 
-Mi primo y los de las motos. 
-¿Donde has pasado noche buena, eh? -le pregunté mientras saltábamos unas vallas que se encontraban al lado izquierdo de la carretera. Ese trozo de carretera se había desprendido un poco y por razones de seguridad habían colocado ahí cuatro vallas de color amarillo. 
-En Barcelona con toda mi familia. -durante largo rato me explico cosas de su familia, por decirlo de alguna manera me presento a casi todos los miembros sumándole experiencias que había pasado con cada uno de ellos.  
-Eso ya me lo habías contado. -le dije mientras sacaba un cigarro de mi cajetilla de tabaco cuando me contaba cuando su primo y el se fueron a Valencia sin decirle nada a nadie, en plan locura.  
-Joder, con la tontería te conoces toda mi vida. -me respondió mirándome de cerca. 
-Normal, con todas las noches que nos pasamos en este callejón... -le dije riéndome. Mis pies empezaban a quedarse muy fríos, notaba los dedos congelados. Estábamos sentados en la acera que estaba vallada, desde ahí las vistas eran bonitas. Me desprendí de las zapatillas que llevaba y coloqué mis pies entre las piernas de Marcos. 
-¿Que haces, loca? -me preguntó mirando mis pies entre sus rodillas y pantorrillas. 
-Que tengo frío en los pieses, dame calor humano. 
-Pieses dice... -soltando varias carcajadas ante mi palabra inventada-. Oye, no tengo ganas de empezar el año con mi ex y menos en un hotel sin salida. -me dijo de repente.
-Es una chica con la que has pasado media vida, no todo ha debido ser malo, olvídate de todo y disfruta dos días con ella en la montaña, compórtate como su amigo y dejar todo lo malo atrás durante unos días. -le dije creyendo que era lo mejor. En el fondo, muy en el fondo, me gustaría ser yo la que se fuera con él. Lejos y alejada de todo y con una persona con la que me lo paso en grande sea donde sea. Pero no eran celos, no me molestaba nada que tuviera que ver con esa chica, al contrario, me apetecía que Marcos estuviese bien e hiciera las cosas bien, como amiga suya que soy. 
-Sí, eso tendré que hacer. Tú a beber como si no hubiese un mañana y a empezar el año con buen píe, ¿no? -me pregunto.
-Esta claro. -beber iba a beber como nunca, era la única forma de perder la noción del tiempo y pasármelo en grande.
-Me echarás de menos, eh. -me sorprendió de repente. 
-Más quisieras, Marquitos. -le contesté sin pensar. 
-No te pongas a la defensiva, sé que me echaras en falta. -me dijo tranquilo. Será creído.  Sonreí. 
-Lo mismo que tú a mi. 
-Pues quizás si te eche algo de menos. Me tendrás que felicitar el año, eh. Como te olvides ya no seremos amigos. -me reí y él me imito. 
-Tranquilo, me acordaré de ti. 
-No lo dudo.
-Oye, empiezo a tener mucho frío. -le dije aún sin querer irme a casa, pero se había hecho tarde y empezaba a hacer mucha humedad. Hablamos de infinidades de cosas, podríamos pasarnos días y días hablando que nunca se nos acabarían los temas de conversación. 
-Sí, y yo en unas horas tengo comida familiar. -dijo él-. ¿Tú con quien comes mañana? 
-No sé, supongo que en casa como un día normal. Mi madre,mi hermana y yo. -le conteste sin mucho animo. 
-Para que quieres más, comerás mucho más tranquila que yo. -dijo intentando animarme. Me puse las zapatillas y me levanté del suelo-. Hostia, que me tengo que ir andando a casa... ¡que no tengo coche! -exclamó. 
-Sí, pues te espera una buena caminata, eh. -le dije riéndome. Marcos vivía a la otra punta del pueblo de donde vivía yo.  
-Espera espera, vamos a fumarnos un cigarro más mientras averiguo quien viene a buscarme. -me dijo sacando su teléfono móvil. Acepté sonriendo mientras me encendía un cigarro y observaba como el chico llamaba a su primo, el cual no le cogió la llamada. 
-Me se de uno que se va a tener que ir andando... -dije riéndome sin parar.
-Cállate anda. -me dijo sonriendo. Volvió a llamar, ahora a otro numero-. Tú Marc, ¿donde estas? -esta vez si recibió respuesta. Marcos puso el altavoz así que pude escuchar al otro chico como le decía que acababa de llegar a casa y ya estaba en la cama-. Tío, ven a buscarme por fa, que estoy sin coche y en el pueblo. -le dijo Marcos casi rogándole. Su amigo le dijo que no iba a venir, estaba borracho y metido en la cama con el pijama. Empecé a reír por lo bajo-. Va en serio, yo por ti lo haría. -dijo Marcos insistiendo. Al final su amigo cedió-. Estoy donde vive el Eric, te amo xoxo. -acabó diciéndole Marcos-. Arreglao'. -me dijo mirándome cuando guardó el teléfono 
-Eres un desastre, menos mal que tienes unos amigos que se tienen ganado el cielo contigo. -le dije absorbiendo las ultimas caladas de mi cigarro. 
-Toda la razón. Te acompaño hasta casa y le espero en la esquina, ¿vale? -acepté y caminamos hacía mi calle. Me tropecé con una piedra, estaba oscuro y no veía mucho. Grité no muy fuerte y se me cayo el paquete de tabaco el suelo.
-Que patosa eres niña. -escuché a Marcos mientras se reía de mí. 
-Cállate imbécil. -le contesté riéndome yo también. Me agache para recoger mi tabaco. 
-Oh, que culito. -las risas del chico no cesaron. Sonreí al escuchar esto ultimo y me incorpore para seguir a mi amigo. 
-Como te gusta, eh. 
Entre risas y varios comentarios fuera de lugar llegamos a mi portal. Me espere con él mientras llegará su amigo. Eran las cinco pasadas de la madrugada y se me había pasado como su hubiese estado con Marcos media hora. Agradecí que hubiese pensado en mi y no en más fiesta con sus amigos, pero no se lo dije. Con este chico era necesario callarse las cosas bonitas o ñoñas. Si se acostumbraba se acomodaría y posiblemente dejaría de valorarme como lo hacía ahora. Vi como un coche se detenía en la esquina de mi calle.  "¿Es ese?"; le pregunté a Marcos. Él levantó el brazo hacía el coche y su amigo se acercó. Mi amigo me dio un beso en cada una de mis mejillas, acción que me sorprendió, ya que nuestro contacto físico se había centrado en otras cosas y no en saludarnos o despedirnos con besos, me extraño pero no me disgusto. 
"Es muy tarde, el tiempo contigo pasa volando." -me escribió Marcos cuando ya estaba acurrucada entre mis sabanas.
"Sí, yo tengo la misma sensación. Me gusta. Buenas noches, feo." -le respondí despidiéndome de él.  Al instante me quede dormida. 


-María, levántate ya y arréglate. Vamos a comer fuera.  -la voz de mi madre me despertó a las doce y media del mediodía. No había dormido lo suficiente y tenía mucho sueño. Me sorprendió que la comida de navidad no fuera en casa. ¿Donde pretende ir ahora mi madre? Me desvelé un poco.
-¿Dónde vamos?  -le pregunté adormilada a mi madre. 
-Vamos con Ana a algún bar a comer. -me contestó ella. Si fuese un día normal me hubiese quedado en mi cama pero al tratarse de un veinticinco de diciembre, hice el esfuerzo. 
Me levanté y me metí en la ducha, necesitaba despejarme del todo. No me entretuve mucho ya que tenía el tiempo justo para secarme el pelo, planchar-lo, vestirme y maquillarme lo más mínimo. Bajamos a esperar a Ana a que bajara, desde hacía unos años se había mudado al mismo pueblo que nosotras, en la misma calle y casi en el mismo bloque. La intención era ir a algún bar a comer un plato combinado o algo por el estilo pero hoy todo estaba cerrado, menos el McDonald's, claro. Por un momento volvió la melancolía y el odio excesivo a estas fechas. Pero hice que se me pasara rápido, total, tampoco esta mal una hamburguesa con sus patatas fritas. Después del café volvimos a casa, yo me limité a echar la siesta a recuperar las horas de sueño que no había dormido por la noche. También hable un rato con Marcos, como era normal, estaba de comida familiar, así que hoy tampoco estaría por el móvil. Le pregunté a Naira y Aroha si querían hacer algo por la tarde, pero tanto una como la otra tenían familiares en casa. La ultima opción fue ver película tras película y de esta forma, dejar que pasara la tarde, hasta la hora de volver a dormir. Mañana otro día será. 

Los cuatro siguientes días no varío mucho mi manera de pasar las vacaciones de navidad. Había visto más películas en una semana que en todo el año que estaba a punto de acabar. Tenía entrada para pasar fin de año en una discoteca, pero no tenía ni vestido, ni tacones ni nada que poner para esa noche. Me encontraba en uno de los extremos de mi sofá, en el otro lado estaba mi madre. Llevaba rato pensando en la vestimenta que debería ponerme, este tema también me amargaba mucho. Nunca solía llevar vestido, no eran una de mis prendas preferidas, que digamos. Más bien todo lo contrario, pero tenía que hacer algo o él treinta y uno de diciembre estaría estirándome de los pelos. 
-Mamá, necesito algo que ponerme para fin de año. -le dije de una punta a  la otra del sofá. 
-¿Que quieres? ¿Un vestido? -me preguntó ella.  
-Sí, y unos tacones, pero tienes que ayudarme o moriré amargada. 
-Pues cuando quieras ves arreglándote y nos vamos a ver si vemos algo que yo también estoy agobiada de estar aquí encerrada. -tenía la mejor madre del mundo, sin lugar a duda. 
Mi hermana aprovecho que no había quedado con nadie y se vino con mi madre y conmigo. Fuimos a las afueras de Granollers, un pueblo mucho más grande que el mío. Primero entramos en una tienda, entre mi madre y yo estuvimos mirando los vestidos, en cuanto a mi no me gustaba ninguno, a decir verdad, era totalmente cerrada de mente cuando se trataba de arreglarse con vestidos. Pero mi madre empezó a coger todo aquel que le parecía bonito, por lo menos aceptable y así me metió al probador y me obligó a probarme uno detrás de otro.  Por lo menos nos reiremos un rato; pensé mientras me desnudaba entre aquellas cuatro paredes. Me puse el primero y detrás de este, otro. Y así sucesivamente. Dejando que mi madre y mi hermana vieran cada una de esas prendas puestas en mí, haciendo-las reír.  No dejé de hacer el tonto, cantoneando-me por el pasillo de los probadores con esos vestidos que ninguno me convencía y con unos tacones extremadamente altos que mi madre me había traído. No me disgustaba verme con vestido y con tacones, muy en el fondo me gustaba. Quizás por mi prepotencia y por quererme tanto a mi misma, era una de las cosas que más me gustaban de mí. Aunque habían momentos en los que me odiaba entera, como la mayoría de adolescentes. A mi madre le gusto un vestido negro, de tirantes gruesos. Hasta la cintura ceñido y a partir de la cadera suelto, con un buen escote en uve. Me iba un poco grande pero mi madre tenía solución para eso. Hace mucho tiempo trabajo con maquinas de coser. Salí de aquella tienda con un vestido, algo impensable antes de entrar en ella. Me había animado bastante y me encontraba lo suficientemente feliz como para seguir dando vueltas. A continuación fuimos al centro de Granollers, allí dimos vueltas por todas y cada una de las tiendas de ropa. Mi madre también estaba contenta y cedió a comprar-me un bolso negro lo suficientemente grande como para llevarme-lo de fiesta, ya que en invierno siempre me llevaba ropa para abrigarme al salir de las discotecas, cosa que iba a hacer en fin de año. Y por ultimo encontré los zapatos que me iba a poner la última noche del año. Eran unos botines de tacón pronunciado y fino, de color negro con brillantes que no daban mucho el canté. No nos fuimos a casa sin antes entrar en una tienda de lencería. Compramos un tanga rojo para mí y otro para mi madre, unas bragas para mi hermana del mismo color y un sujetador para mí a conjunto con el tanga. Me había quitado algo más de encima, una cosa menos por la que preocuparme. Me sentía mucho más tranquila. 
"¿Que hace la niña?" -cuando llegué a casa preste atención al móvil y sin mirar quien más me había escrito  me centré en la conversación con Marcos que no hacía mucho me había hablado.
"Pues acabo de llegar a casa, he ido de compras con mi madre, me he comprado el vestido de fin de año y los tacones y como no, lencería roja para la ocasión." -le contesté feliz y añadiendo caritas pervertidas. 
"Y me vas a dejar ver esa lencería?" -me contestó Marcos. Sonreí y pensé ¿por que no?.
"¿Que me estás pidiendo, eh?" -le escribí mientras me desprendía de toda mi ropa y me colocaba el tanga rojo que me acababa de comprar mi madre. 
"No sé, una foto o algo para hacerme la idea." -me escribió el chico. 
"No aprendes, eh. ¿Cuántas veces me has pedido fotos picantonas y cuantas veces te he dicho que si?" -le escribí riéndome. Salí de la aplicación y me hice dos fotos estirada boca abajo en la cama de mi madre.
"Ninguna vez me has dicho que sí, pero tampoco lo veo tan dramático. Si cuela, cuela. No te las des de refinada, ahora." -me respondió Marcos. Sin escribirle le pase una de las fotos, no se veía nada del otro mundo, nada más que la silueta de mi culo y la mitad de mis piernas. Se veía perfectamente el bordado rojo que llevaba mi nueva prenda interior.
"¿Que tal? Es bonito, eh. A mi me encanta." -le dije sin más, sonriendo detrás de la pantalla. 
"Joder, si es bonito, si. Muy sexy a demás." -me contesto al instante-. No esperaba que cedieras. Me ha sorprendido. 
"Siempre te acabo sorprendiendo. Soy una cajita de sorpresas." -le escribí. 
"Anda, no te flipes y vente para mi casa." -me contesto él.
"¿A tu casa para qué?" -le pregunté sin dejar de sonreír.
"Tú sabrás, se ha animado el tema."  
"Deberías aprender a controlar a la bestia, pollito..." -le dije riéndome sola.
"Serás cabrona... ya pedirás, ya."
Después de cenar seguí hablando con Marcos, hoy él también se tomaba la noche de descanso y no salía a ningún lado. La conversación duro horas y horas y trato de muchas otras cosas a parte del deseo sexual que se hacía presente la mayoría de veces con Marcos. Me sentía feliz y contenta y casi como de costumbre me dormí riéndome con el chico, ya que, incluso por escrito y sin vernos, todo era diversión, tonterías, risas y muchas sonrisas. Por lo menos, por mi parte, dato que no tenía por que saber mi nuevo amigo.