domingo, 15 de noviembre de 2015

Capitulo cinco.

'Marcos: Nota de audio.' Abrí la aplicación de Whatsapp y reproducí el audio que me acababa de enviar Marcos, mientras cogía mi mochila y las llaves de casa, suponiendo que ya estaría en mi calle. "Venga espabila, todas las mujeres hacéis esperar.." Escuché sonriendo. Bajé las escaleras de mi piso. Abrí la puerta que daba a la calle y allí estaba Marcos, delante de mi portal. Aunque está no era la única vez que el chico esperaba a que yo bajará de mi casa, él ya sabía dónde vivía. Hace unos días, después de clase pasó por mi casa para que le bajará unos apuntes de economía. Me sorprendió que supiera donde vivía exactamente, '¿cómo sabías que este era mi portal?' le pregunté entregándole los apuntes por la ventanilla del coche. 'Intuición, por cierto, estás muy guapa con el pijama.' Me contestó aquél día. Sí, baje en pijama, que más da, no me vio nadie y que me viera Marcos en pijama no me preocupaba. Ese día apareció con un mercedes antiguo. Ahora llevaba un Renault Megane de color negro. ¿Pero cuántos coches tiene? Volteé el coche para subirme en el asiento de copiloto. 
-Buenos días, pichu. -cuando fuimos cogiendo confianza todos con todos en clase, solían llamar a Marcos pichula, cada cual que saque sus propias conclusiones. En cuanto a mi, acorte el sobrenombre. 
-Buenos días. -contestó con voz de recién levantado y con una sonrisa tímida. 
De mi casa al instituto habían cerca de cinco minutos, los cuáles invertimos en hablar de mis mallas, en quien se durmió antes la pasada noche y tarareando una canción que emitía Radio Ole
-Pide dos cafés con leche. -me dijo Marcos dirigiéndose a la terraza del bar, la cual ya estaba climatizada.
-¿Y por qué no vas tú? -le dije observándolo.
-¡Te toca a ti! -negué con la cabeza y me adentré en el bar para pedirle al hombre dos cafés con leche.
-¿Ya los has pedido? -me dijo Marcos al llegar a la mesa. 
-¿Tú que crees? -me senté delante suyo, sacando la cajetilla de tabaco de la mochila-. ¿Con quién hablas ya, eh? -le pregunté cuando le vi atento a su móvil.
-Ya estas celosa, ¿o qué? -apartó la mirada de la pantalla para posarla en mi y sonrió. 
-Más quisieras verme celosa. -le dije, apartando el cenicero y el servilletero de la mesa para que el hombre del bar pudiera dejar las tazas en la mesa-. Gracias. -le agradecí.
-Está chica, que me sigue mandando fotos desnuda, aunque no le hable o le hable mal. -me explicó-. Estoy borrando las fotos. 
-Ah, que bien. Envidio el amor propio de la gente. -dije riéndome y soplando mi café con leche. Estaba ardiendo.
-A todas les pasa lo mismo, las utilizó un poco y cuando me canso las dejo destrozadas. -dijo con aire chulesco.
-Das tanto asco cuando hablas así... -le dije despreciando su comentario.
-¡Que era broma!
-Sabes que no es broma, pero la culpa no es tuya, es de ellas. Yo te hubiese mandado a la mierda hace mucho tiempo. -me encendí un cigarro.
-Eso dicen todas. -respondió.
-¿Tienes que generalizar siempre?  Aunque no lo creas hay chicas con un par de dedos de frente y los pies en el suelo.
-Como tú, ¿no? Que te has puesto mallas para darme el gusto. -me recalcó riéndose mientras inhalaba el humo de su cigarro.
-Pero no escote, una de cal y otra de arena y no es por complacerte, a mi también me gusta jugar. -se quedó pensativo y sonriendo por lo que di mi respuesta como buena.
-Ay Maria, Maria... Tú solo eres mi amiga. -dijo.
-Sí, una amiga a la que le metes mano en clase. Pero tranquilo, conmigo no hay peligro, nunca me he pillado de nadie. -contesté.
-¿Y por qué me sigues el juego? 
-Diversión. -le guiñe el ojo y me centre en lo que quedaba de café en mi vaso.
-Es imposible que no te hayas enamorado nunca.
-¿Por qué? Tengo otras prioridades en la vida y enamorarse, al fin y al cabo, implica una preocupación más.
-También es algo muy bonito.
-No lo dudo, pero no lo busco. Ya vendrá, si tiene que venir. -di por finalizado el tema-. Venga, acaba con eso y pagamos, que ya es la hora de entrar a clase.
Entramos al aula y esperé sentada en la mesa a que llegaran mis amigas. Aún quedaban cinco minutos para que sonará el timbre así que éramos pocos en clase. Marcos se sentó en su silla con la mirada y los dedos en la pantalla de su móvil. Fueron llegando Xavi y Roger quienes hablaban de algo con entusiasmo. Las dos chicas de color junto con Safa, a la que recibí con un gran abrazo. Darius, quien se dejo caer en su silla con actitud cansada, Ramón dando los buenos días escandalosamente y Ana, a quién saludé con una gran sonrisa. Así llegó Aroha contenta y feliz. 
-¡Hola mi niña! -gritó tirándose a mis brazos. 
-¿A que se debe esta felicidad? -pregunté devolviendo le la sonrisa.
-Me he levantado resplandeciente...
-Sí, te han dado fiesta de buena mañana, que es distinto. -le respondí mirándola fijamente y con cierta envidia. ¿Cuanto hacía que yo no intimaba con ningún chico? ¡Muchísimo! Empezaba a necesitar un poco de alegría. Con mis dieciocho años no había experimentado todo lo que me hubiese gustado. Hasta hace cinco años solía ser una chica muy tímida y los chicos no era un tema que prevaleciera en mí. Y aunque todo aquello cambió y actualmente tener pareja tampoco era santo de mi devoción, si apareció en mí esa curiosidad por experimentar mi cuerpo, como cualquier adolescente con las hormonas revolucionadas. Aún así no había aprovechado todas las oportunidades que se me habían puesto por delante, ya que ni de lejos, era de las típicas chicas que se acuestan con el primero que pasa. 
-Si te contará... -dijo riéndose también y haciendo gestos exagerados. Aroha llevaba más de dos años con Dani, su novio. Era una relación muy sana, mantenían una confianza increíble y aunque existían rachas menos buenas, como en cualquier otra relación, se querían, se respetaban y se daban el espacio que necesitaban para que todo fuera sobre ruedas.   
Llegó Federico, por lo que todos nos sentamos en nuestro lugar. Naira solía llegar tarde todos y cada uno de los días y éste no iba a ser menos. Entró al aula cuando el profesor estaba ya explicando los diferentes tipos de ecuaciones que íbamos a estudiar las siguientes semanas. Sin darnos cuenta, ya quedaban pocos días para que diciembre hiciera acto de presencia. Que rápido había pasado el primer trimestre. Se acercaban las vacaciones de navidad y a decir verdad, no me apetecía nada. Desde hacía cuatro años la época navideña había perdido toda la gracia. A parte de la ausencia de mi padre, también me pesaba la de mi abuelo, el cual falleció un año más tarde y por si fuese poco motivo, perdí toda la relación con mi familia paterna. Así que la mitad de las cenas y comidas navideñas se anulaban y las que permanecían rodeada de mi familia materna, estaban incompletas y casi toda la magia de estos encuentros navideños, se había esfumado. Aún así ya había aprendido a sobrellevar esta época con más ganas que los años anteriores y me limitaba a vivirla con mi madre y mi hermana, a parte de mi abuela y los demás componentes de la familia de mi madre. Cuanto antes llegue, antes acabará. 
-Tía, te tengo que contar. -me susurró Naira al pasar por mi lado para sentarse en su lugar. 
-¿Que pasa? -me giré intentando no llamar la atención de Federico para averiguar de que se trataba lo que tenía que contarme mi amiga. 
-Te explico después. -me contestó. 
-¿Pero sobre que es? -insistí. Temía que fuese sobre Marcos y quería alejar las dudas cuanto antes. 
-Sobre Javi. -me respondió al fin.
-¿Os habéis liado? -le pregunté sorprendida. 
-María y Naira, si tenéis algo de lo que hablar podéis salir al pasillo. -nos sorprendió el profesor. 
-Perdón. -me disculpé, sentándome correctamente y siguiendo copiando la teoría en mi libreta. 
La clase de matemáticas finalizó, mi mirada se desvió hacía Marcos, el cual me miro y sonrió. Le saqué la lengua simulando un gesto de burla. Xavi y Aroha aprovecharon el descanso de cinco minutos para salir a la calle a fumarse un cigarro. Ahora nos tocaba castellano. En cuanto a mi, me acerqué a Naira para que me contará que había pasado con Javi. 
-Pues ayer estábamos en su casa viendo una película, como tantas otras veces hacemos. Siempre viene Alex pero ayer él se fue antes porque tenía entreno y nos quedamos Javi y yo solos. -me explicó. 
-¿Y que paso? -le pregunté con curiosidad.
-Pues que se me lanzo... 
-¿Y le seguiste el royo? -mis manos se posaron en mi boca mientras me reía flojo. 
-Joder, no te rías, le aparté la cara. Yo no quiero nada con él. No me gusta como algo más. -me dijo preocupada. 
-¿Pero esto a el se lo dijiste? 
-Sí, y me dijo que el pensaba igual que yo, que no quiere nada serio, pero que si le apetece liarse conmigo, lo va a hacer. Que la relación de amistad no va a cambiar. Pero yo creo que el siente más que eso y yo no quiero hacerle daño. 
-Pero no le des más vueltas, ¿habéis vuelto a hablar hoy? -le pregunté interesándome por mi amiga. 
-No sé, todo sigue como siempre, de momento. Pero por un momento me apeteció liarme con él, ya sabes, estoy sensible... -dijo riéndose.
-¡Eres una cerda! -exclamé riéndome con ella-. Pues si te apetece, hazlo. 
-No sé, no me gusta Javi, le quiere mucho como amigo. -me dijo ella como conclusión. En ese momento aparecieron Xavi y Aroha entrando al aula-. No le digas nada a Aroha, ya se lo contaré yo, si no se enfadará por no habérselo dicho antes. -me susurró. Acepte.  
Me tire sobre la mesa, haciendo colgar mi cabeza y mis piernas. Marcos se acercó a Naira para despeinarla, cosa que ignoré. Escuché a Aroha gritar desde el otro extremo de la clase, '¡que culo más bien puesto tiene la jodia!' y seguidamente una mano aterrizó en mi nalga izquierda para propinarme un buen cachete. Picaba.
-¡Pero que bruta eres, cabrona! -le grité a Naira, la cual estaba a mi lado. Se puso las manos en la boca y empezó a reírse, al igual que Aroha, Marcos, Xavi y Safa-. Pues no sé donde le veis la gracia. -les dije a todos sentándome en mi sitio. Pereira, mi profesor de castellano entro al aula a la misma vez que yo sacaba el libro de mi mochila. 
-María, no ha sido Naira la que te ha pegado en el culo. -me dijo Aroha en voz baja. 
-¿Y quien ha sido? -me sorprendí.
-Marcos. -me esforcé en inventar una cara de repugnancia mientras que en mi interior, se había formado una gran sonrisa.  Me giré y dirigí mi mirada a la esquina donde estaba el chico, me sonrió y negué con la cabeza. Intentó preguntarme el por qué a mi gesto pero me giré para mirar a mi amiga. 
-Está mañana me ha venido a buscar y hemos tomado un café en el bar. -le admití a Aroha.
Durante unos minutos expliqué a Aroha que habíamos hablado Marcos y yo y otras tonterías más, recalcándole otra vez que solos nos unía una bonita amistad, ya que mi amiga se ilusionaba cada vez que hablábamos sobre el tema.
 -¿A que esperas para meterlo en tu cama? -me preguntó al rato sonriendo. 
-Que no me lo voy a tirar Aroha, Marcos a la que intima con una chica, le faltan días para mandarla a la mierda, así son los tíos y en especial Marcos. A parte, ¿te haces una idea de la lista infinita que tiene este chico de "chicas equis"? ¿Me ves con cara de ser del montón?  Me gusta como es, es una persona con un fondo muy bueno y encaja perfectamente conmigo. Con pocas personas tengo esta confianza y este buen royo, le quiero como amigo y no voy a poner por delante un polvo. -le dije sería. 
-Tienes razón y entiendo lo que quieres decir, pero se ve desde lejos la atracción física. Solo hay que echaros un ojo en clase, o las conversaciones y comentarios que tenéis entre los dos. 
-También es cierto, pero porque somos muy iguales y la mayoría de las cosas es en broma y para hacer la gracia. Un tonteo que no va a llegar a nada más. -puse fin a la conversación y me dediqué a escribir una redacción que había pedido el profesor. 
Sonó el timbre y llego la media hora de recreo. Salimos del centro y juntos nos dirigimos a nuestro habitual sitió. Almorzamos entre risas y conversaciones diversas hasta que Xavi sacó del maletero de su coche un balón de fútbol. Entre Xavi, Roger, Darius, Safa, Marcos, Aleix y yo formamos un circulo en medio la carretera para pasarnos el balón. Aroha estaba con Dani, el cual había venido para estar ese rato con nosotros y para ver a su novia. Hacían muy buena pareja. Ana, Naira y Javi seguían almorzando y hablando de las clases entre otras tantas cosas. Observé la actitud de Javi cuando estaba cerca de Naira, no le quitaba el ojo de encima y a menudo se miraban para regalarse sonrisas cómplices.
-Marcos, ¡pásamela! -le grité al chico, el cual tenía el balón entre las piernas. 
-No quiero. -me contestó sonriendo. Me acerque a él con intenciones de arrebatarle la pelota. Pero me fue imposible. ¿A quien pretendo engañar? No hay persona más torpe que yo con un balón entre los pies. 
-Toma perrito... -me dijo Marcos acercándome la pelota. Cuando ya estaba a nada de conseguirla, me la quito de nuevo. 
-Que te den por culo. -le dije haciéndome la enfadada y dirigiéndome hacía donde estaban los demás. 
-Toma tonta, que era broma. -le escuché detrás mio. Le ignoré. 
Aproveché los pocos minutos que quedaban de recreo para sentarme en el suelo y fumarme un cigarro con tranquilidad. Safa se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro. A pesar del mes en el que estábamos, el cielo estaba totalmente despejado. Marcos me tendió la mano para levantarme del suelo cuando llegó la hora de volver a las clases. "¿Estás enfadada?"; me susurro flojo cuando estuve a su misma altura. "¿Por qué?"; me hice la loca. Me gustaba hacerme la enfadada con Marcos. "Por no pasarte la pelota y llamarte perrito."; me contestó él. Intenté no sonreír para seguir haciéndome la indignada; "te has pasado Marcos."  Me miró serio y me pidió perdón. Se sentía mal y me gustaba ver esta actitud de vez en cuando, sentía que le importaba, aunque fuese lo más mínimo. Entramos a clase todos juntos, allí ya estaban Marta y las demás hablando por lo bajo de algo que ni escuche ni tuve intención de escuchar. Me dirigí al final de la clase, ya que tocaba economía y me senté encima de la mesa, apoyada en la ventana de clase. Naira y Aroha vinieron hacía mí, nos entretuvimos haciéndonos fotos y haciendo tonterías entre risas hasta que apareció Edu.
-¿Que se tenía que hacer para hoy? -me preguntó Marcos rebuscando entre las hojas de su libreta. 
-Para que preguntas si llevas semanas sin hacer los ejercicios. -le dije yo. 
-Me tendrás que volver a dejar la libreta para copiar todos los ejercicios y poder entregarlo el día del examen. 
-Y también habrá que estudiar para que consigas aprobar esto. -le miré. 
-Ya nos iremos a la biblioteca un día. -propuso él.
-¿Que dices? ¡Nos metemos en mi casa y estudiamos allí!
-Nunca entró en casa de chicas. 
-¿Quieres aprobar o no? No pienso pisar una biblioteca. -sonrió. 
-¿Ya no estás enfadada? -me preguntó.
-No estaba enfadada, me gusta que vengas detrás mio. -le confesé sonriendo. 
-Eres una capulla. -apartó la mirada y abrió su estuche. 
-Sé que no ha sido Naira quien me ha dado el cachete en el culo está mañana. -le dije mirándole, esa sonrisa que tanto me gusta apareció en su cara. 
-Esas mallas te hacen un culo que da miedo. -me sorprendió y me reí. 
-La que tiene buen culo, lo tiene con mallas o sin ellas. 
-También es verdad. -le sonreí como respuesta y me puse a hacer la tanda de ejercicios que acababa de poner la profesora. 
-Deja de hacer deberes que me aburro. Divierte me. -me dijo Marcos quitándome el bolígrafo de la mano. 
-¿Como quieres que te entretenga? -le pregunté sin mirarle, cogiendo otro bolígrafo para seguir escribiendo en mi libreta. 
-Sorprendeme. -volvió a hacer lo mismo con el nuevo bolígrafo y lo tiro al suelo. 
-Estás gracioso, ¿o qué? -le dije mirándole-. Recógelo. -señalando el bolígrafo en el suelo. 
-¿Me vas a obligar? -cogí un rotulador que estaba en mi estuche y pinté una larga linea en el brazo de mi nuevo amigo-. ¿Pero que haces subnormal? -intentó quitarme el rotulador. 
-¡Para! -hundí mis dedos de la única mano que me quedaba libre en las costillas de Marcos, el cual empezó a reír sin poder parar. 
-¡Estate quieta María! Cosquillas no, que me da mucha rabia. -empezó a retorcerse en la silla.
-¡María y Marcos! Poneros a hacer los ejercicios, estamos en clase y no en el parque. -nos llamó la atención la profesora. Sin darnos cuenta estábamos haciéndonos notar más de lo necesario. 
-Estos dos acaban liándose. -dijo Xavi.
-Son muy monos... -le siguió Safa. 
-¡Más le gustaría! -les grité yo. 
-¡Solo somo amigos! -exclamó Marcos detrás mío.
Ya había pasado la hora entera y no había adelantado nada con los deberes, para variar. Los haría en casa. La siguiente clase, catalán.  Esta vez la profesora si asistió. Después de hacer un dictado nos repartió una fotocopia. Teníamos que leer un texto bastante largo que estaba escrito en catalán pero mezclando palabras valencianas. No entendía la mitad de las preguntas que debíamos responder sobre el texto, Marcos estaba aburrido, ni siquiera intento leerlo. Se pasó más de media hora paseando su mano por mi pierna para intentar llamar mi atención y dejará de prestarle mi tiempo al texto en catalán. Después de apartarle la mano un par de veces se dio por vencido y apoyo su cabeza en la mesa. Ahora la que se aburría, era yo. Cogí el estuche de Marcos sin que se diese cuenta, lo vacié y le dí la vuelta, para escribir en la tela inversa del estuche, con un rotulador blanco que había en el mío; "los que menos tenemos hacemos magia con poco." Sonreí y después de dejar que se secara la pintura del rotulador, lo volví a dejar todo como estaba. Le miré con la cabeza entre sus brazos y dirigí mi mano a su espalda, susurró sin moverse; "no no, ahora no quiero yo". Ignoré su comentario y con lentitud subí mi mano por la espalda del chico. La adentré por el interior de la sudadera azul marino que llevaba hoy y le acaricié la nuca con la yema de mis dedos. Marcos se retorció levemente en la silla, me hizo reír en silencio y repetí las caricias una vez tras otra, apoyando también mi cabeza en la mesa, con la mirada puesta en Marcos.
-Estate quieta... -con un pequeño movimiento giro su cabeza hacía mí. Sonriendo. 
-¿Por qué? -pregunté sin dejar de jugar con mis dedos en su nuca. Ignoro la idea de responderme y una vez más acerco su mano a mi pierna derecha. No me quejé y sonreí, a ver hasta donde es capaz de llegar. Mis dedos se deslizaron hacía el lóbulo de su oreja, provocando un pequeño escalofrió en su espalda. Marcos guió su mano hacía el interior de mi muslo, cerré los ojos y respiré profundo-. Para ya. -dije incorporándome sobre la silla y alejando mi mano de la nuca del chico. Lo mismo hizo él con la suya. 
La jornada de instituto llegó a su fin y volví a mi casa más contenta de lo habitual. Hacía varios días que no iba a la autoescuela y no estaba dispuesta a dejar colgado una vez más la teórica de coche. Después de comer y de haber estado un buen rato descansando sobre el sofá de mi salón entré por la puerta de la autoescuela. Saludé a la mujer que estaba en recepción, cogí un lápiz, el dossier ocho y me adentré en la pequeña clase para sentarme en mi habitual sitio y centrarme durante largas horas a completar todo aquel montón de preguntas. Durante toda la tarde me tomé dos descansos para salir a la calle y fumarme dos cigarros, para despejar la mente y respirar aire fresco. En una de esas veces, abrí la aplicación de Whatsapp. "Mensaje de Aroha: No podré pasarme por la autoescuela para fumarme un cigarro contigo, me han llamado para ir al bar a trabajar, me da mucha pereza..."; en ese bar tenían a mi amiga muy quemada, muy a menudo la llamaban con antelación de escasas horas para acudir a trabajar y eso agobiaba mucho a Aroha. "Saldré un poco antes de la autoescuela y te paso a ver, así te hago compañía un rato, no te agobies!!"; le respondí. De esa manera me daría una vuelta y estiraría las piernas antes de volver a casa. "Gracias, eres la mejor amiga del mundo."; me contestó. Sonreí. Llevaba más de tres horas delante de fotografías y preguntas sobre señales de trafico, de factores de la vía, humanas y sobre vehículos. Empezaba a dolerme la cabeza y decidí recoger e irme. Por hoy ya había cumplido y me apetecía saborear una buena cerveza. Me coloqué la chaqueta, los auriculares en mis oídos y caminé hasta el bar donde se encontraba mi amiga trabajando.
-Hola morena. -saludé animadamente a mi amiga nada más entrar en el establecimiento. 
-Menos mal que has venido, estoy muy aburrida. -no había casi gente y Aroha no tenía nada que hacer para distraerse. 
-Pon me una cerveza y te entretengo lo que quieras. -le sonreí.
-¿Como ha ido la autoescuela? -me preguntó mientras recorría la barra del bar para servirme una Estrella Damm.
-Bien, es agotador pero ya voy haciendo menos fallos, no creo que tarde en subir a examen, tengo muchas ganas de quitármelo de encima. -le explique volcando la cerveza en la copa. 
-Yo quería ir al gimnasio y al final nada, me ha dicho que tenía que venir a trabajar dos horas antes. -dijo resentida. 
-Bueno, tampoco te agobies, ya iras mañana al gimnasio. -intenté animarla. 
Aroha empezó a sacar vasos y platos del lavavajillas para secar los y colocarlos en sus correspondientes lugares. Para entretenerme saqué el móvil de mi bolso. Tenía notificaciones de Whatsapp. "Mensaje Marcos: Hola nena." Le contesté de inmediato; "hola inútil." Al instante vi como Marcos escribía. "Acabo de salir de trabajar bastante agobiado y nadie me contesta para ir a tomar algo." Sonreí. "Estoy en el bar donde trabaja Aroha, me tomaré una cerveza y me iré a casa, si quieres pásate."; le escribí yo seguido de un guiño. 
-Encima tengo que cerrar yo, tía. -me dijo Aroha. Mi amiga cada día estaba más desmotivada con este trabajo. 
-¿Viene Dani a estar contigo o vas a cerrar tu sola? -le pregunté. El dueño del bar era el tío de Dani, el novio de Aroha. Por esa razón estaba mi amiga detrás de esa barra. Los negocios familiares nunca fueron buenos, pero ella necesitaba el dinero, aunque fuera poco el que sacaba de ese trabajo. 
-Sí, vendrá luego, un poco más tarde. -me contestó. En ese mismo instante vibró mi móvil encima de la mesa, lo desbloqueé. "Quizás sí me paso un rato."; me escribió Marcos-. ¿Con quien hablas que sonríes tanto? -la pregunta me cogió de sorpresa. Deja el móvil sin contestar al chico.
-Marcos, quizás se pasa un rato ahora. -le respondí de manera concisa y cambié de tema para planear que hacer el fin de semana que se aproximaba.
Marcos llegó al poco rato, me bebí otra cerveza con él mientras me explicaba como había ido la tarde. También comentamos la mía en la autoescuela y de ahí me explico como se sacó todos y cada uno de los carnets que ya tiene. Se hacía tarde y Dani ya había llegado para estar con Aroha, Marcos y yo nos despedimos de ellos y nos fuimos. "¿Te llevo a casa, no?"; me preguntó. Y así fue. 
-¿Te apetece más cerveza? -me preguntó una vez ya en el coche. 
-Por apetecerme... -le miré desconcertada. 
-Yo no puedo beberme solo una. ¿Pasamos por el moro y compramos dos latas o quieres irte ya a casa? -propuso. Mañana había clases, pero realmente me apetecía más cerveza y sobretodo, compartir algo mas de tiempo con Marcos. 
-Venga, vamos al moro. -le sonreí. Paró el coche en frente de la tienda y me baje de el, con rapidez cogí dos latas de las grandes, se las pague al hombre y volví a adentrarme en el vehículo. Marcos aparcó en el callejón oscuro de al lado de mi casa, donde solíamos vernos siempre. 
-Me encanta tener una amiga que le gusté hacer estas cosas. 
-¿Que cosas? ¿Beber cerveza? -me reí abriendo una de las latas. 
-Por ejemplo, un martes a estas horas sin importar las clases de mañana. 
-Es que soy la mejor del mundo mundial. -le contesté sonriendo y presionando el botón de la ventanilla del coche.
-Y lo más creído que ha visto mis ojos, también. -me encendí un cigarro.  
-Después de ti, dirás... -me reí. 
Con este chico daba igual el momento, como y cuando. No existían los momentos incómodos, los silencios eternos. Siempre teníamos una conversación debajo de la manga, no se acababan los temas de los que hablar ni las experiencias que contar. En tan solo unos meses conocía casi toda la vida de Marcos, me sentía especial, ya que para él era una locura pensar en tener una amiga del sexo opuesto sin meterle la lengua hasta la campanilla. Nos pasamos las casi dos horas que estuvimos dentro de ese coche conversando entre bromas, viendo vídeos en YouTube de risa, cantando canciones de fondo flamenco a los cuatro viento, compartiendo carcajadas, bebiendo cerveza y fumando, como si no importará que mañana teníamos que madrugar. Empezaba a cogerle el gusto a tener un amigo con el que compartir tantas cosas, entre ellas, esta filosofía de vida, en el que el pilar fundamental era la cerveza, las risas y la desconexión. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario