sábado, 5 de diciembre de 2015

Capitulo seis.

La alarma de mi móvil interrumpió el placido sueño en el que me encontraba. Levanté la cabeza para echar un vistazo al rededor de la cama. Me alegré cuando se cumplieron mis expectativas de encontrar una botella de agua lo suficientemente cerca como para no levantarme. No me dolía la cabeza pero la necesidad de hidratar mi cuerpo se hacía notar. Maldita resaca. Con la tontería anoche llegué a la cama medio mareada. Subí la persiana estirando mi cuerpo en toda su totalidad para evitar retirar el edredón que me cubría, un rayo de sol me cegó obligándome a estampar la cara contra la almohada. María, levántate o no llegaras a tiempo. Primero una pierna, un escalofrió recorrió mi cuerpo, al sacar la otra pierna me replanteé seriamente el volver a taparme hasta las orejas pero me armé de valor. 
-María, ¿te hago el café con leche? -me gritó mi madre desde la cocina. 
-Sí, ¡y sácame un ibuprofeno! -le contesté entrando al lavabo. 
Después de asearme, peinarme, aplicarme una ligera capa de rimel y de vestirme, desayune sin olvidarme de la pequeña pastilla y salí corriendo de casa. Auriculares en los oídos y manos a los bolsillos. Odiaba el frío de las mañanas, ese que se te cala en los huesos. La humedad la detestaba aún más. Llegué a clase, pero tarde. Busqué a Marcos, ya que no estaba en su mesa habitual. Cerré la puerta del aula y me dirigí a mi sitio. Pereira estaba explicando como hacer un resumen en condiciones, con sus típicas bromas de por medio. Vi a un Marcos divertido, mirándome mientras depositaba mis cosas en mi mesa y me desprendía de la chaqueta, estaba en la ultima mesa de mi misma fila, detrás de Naira y al lado de Roger. Aroha y Ana conversaban en voz baja mientras Naira se entretenía y reía con los dos chicos. 
-¡Hola María! -me saludó Aroha con un ligero beso en la mejilla. Le devolví el gesto sacando la libreta y el dossier de castellano junto el estuche. Durante largo rato me centré en acabar un resumen de un texto lo suficientemente largo como para distraerme, cosa no muy difícil cuando solo hacía que escuchar a Naira y la risa de Marcos. 
-Naira, siéntate bien mirando hacía delante. Y Marcos y Roger poneros a hacer el resumen. -les llamó la atención mi profesor de castellano. Respira María. Me giré buscando la mirada de Marcos y lo conseguí, me sonrió y me dijo algo que no logré entender, ya que en vez de hablar, vocalizaba. Extendí mis brazos a cada lado, haciéndole ver que no había comprendido nada. 
-Te tengo que contar una cosa, después.  -me dijo más alto. Acepté con la cabeza y me volví a sentar bien, mirando al frente. Sonreí, Marcos empezaba a tratarme como amiga incondicional y me gustaba esa confianza entre los dos. 
-¿Has visto lo provocativa que ha venido hoy Naira? -Aroha me hablaba en voz baja, la miré y me reí, no esperaba ese comentario de mi amiga. 
-Yo también voy escotada, y tú  igual, guarrona. -le dije sonriendo-. Déjala que se cantoneé delante de Marcos y los demás. 
-Como te molesta, eh. -me guiñó el ojo.
-Pero tu flipas pepinillos, tía. -le dije mirándola mal para soltar una risa al instante. Lo de mi amiga era caso a parte. Sal de mi mente ya Arohita.
Las clases fueron pasando de esta misma manera, ya que exceptuando una hora, la de economía, Marcos mantuvo el nuevo sitio. Me molestaba darle importancia a estas cosas tan simples, me molestaba que me irritara el comportamiento de Naira con Marcos, y que él le siguiera el juego o que fuese el mismo quien lo iniciaba. Me enfadaba conmigo misma y me proponía una vez tras otra ignorarles a los dos. Funcionó a medias. Llegó la ultima hora de la jornada del miércoles. Economía.
-¿Que tenías que contarme? -le pregunté a Marcos acabando un ejercicio que tenía a medias. 
-Pero aquí no, ya te lo contaré cuando estemos solos, es algo que no puedes decir a nadie. -me dijo sonriendo y al instante se levanto de su silla para dirigirse al principio del aula, donde se encontraba la papelera. Vi como Naira tenía intenciones de hacer lo mismo, los dos se cruzaron en el camino y Marcos empujó a mi amiga haciendo que esta perdiera el equilibrio riéndose. Naira le pegaba en el brazo sin quitar la sonrisa de su cara. Agache mi cabeza hacía mi libreta y me concentre en hacer el ejercicio que tenía delante sin prestarles ya atención a ellos dos. 
-¿Te vas a pasar toda la hora haciendo deberes? -me pregunto al llegar de nuevo a su mesa. 
-Sí, quiero tener el dossier acabado, la semana que viene es el examen. -le contesté sin mirarle. 
-¿Que te pasa, eh? 
-¿Que me tiene que pasar? -esta vez si deje de escribir para mirarle por un pequeño instante. Me contestó con una mueca de pocos amigos y seguí escribiendo en mi libreta y tecleando en la calculadora-. ¿No piensas hacer nada? -le pregunte a Marcos cuando finalicé el ejercicio. Tenía el móvil en la mesa y mantenía la cabeza agachada, observando la pantalla del aparato fijamente. Estaba pensativo y pego un bote al escuchar mi pregunta. 
-No tengo ganas. -me contestó seco. 
-¿Que te pasa a ti ahora? -le pregunté extrañada. 
 -Mi ex no deja de hablarme por Whatsapp, quiere volver. -me explicó resoplando.
-¿Y que pasa? -le pregunté interesándome por él.
-Que me sabe mal por ella. Quiere quedar esta tarde y no se que decirle. -me contestó con la cabeza agachada. 
-¿No quieres verla? -le pregunté. Debe ser muy difícil alejarse de una persona con la que has compartido tanto tiempo, no me he perdido nada del otro mundo no habiéndome enamorado nunca. Mi dinámica de pasármelo bien y disfrutar de mi corta edad era acertada. 
-Quedar con ella es seguir dándole vida a esto y a mi no me apetece, necesito alejarme y dejar de pensar tanto en esto. -me contestó. 
-Para ella, aunque ahora no lo vea así, también es bueno no verte. Tenéis que aprender a vivir por uno mismo sin la costumbre de tener el apoyo del otro. -dije creyendo que era la respuesta más correcta. 
-Esta loca, siempre me hace sentir mal cuando no consigue lo que quiere y es una de las pocas personas que logra hacerme sentir mierda, siempre me he visto inferior a ella y me afecta lo que llega a decirme. -me explicó templado. 
-Marcos, no tienes que dejar que nadie te haga sentir mal, ni mucho menos inferior a nadie. Con lo poco que te conozco y te puedo decir que eres una persona con un fondo increíble y que debajo de toda esa coraza de subnormal hay un corazón enorme. Si esta chica te hacia sentir mal siempre que no lograba lo que quería, has hecho bien en decidir romper con todo y empezar a pensar en ti. A veces las cosas se acaban y tardas en acostumbrarte a vivir por y para ti de nuevo, pero con los días estarás bien, relajado y feliz. -le dije con toda la sinceridad del mundo, sonriendo al ver que él empezaba a hacer lo mismo. 
-Me centras cuando más descontrolada tengo la cabeza. -me admitió.
-Para una amiga que tienes y te toca la mejor, tienes una suerte pichuqui... -le dije riéndome
-Cállate imbécil. -me dijo sonriendo y volvió a agachar la cabeza hacia la pantalla de su móvil encendida-. ¿Entonces quedo con ella, o no?
-¿Te apetece? -le miré.
-No. 
-Tienes que hacer lo que te apetezca. Se trataba de mirar por ti y no por los demás, ¿no? -aceptó con la cabeza y sonrió. Contesto algo rápido a la chica y bloqueó el móvil para prestarme a mi todas sus tonterías y buen humor. Se arruino mi intención de mantener distancia con Marcos por el hecho del tonteo que se traía con mi amiga, no podía resistirme a nuestros juegos tontos y se me hacía imposible no reírme con este chico. 
De la misma manera transcurrió el jueves. El viernes me levanté animada, una semana menos, fin de semana por delante. Las clases del esperado viernes se hicieron amenas, la profesora de catalán volvió a faltar así que aprovechamos para hacer lo típico en las horas muertas, directos a la terraza del bar. 
-¿Donde veréis mañana el partido, chicos? -preguntó Safa al grupo mientras esperaba a que se enfriará su café con leche. Mañana jugaba el Madrid contra el Barça, ya no me acordaba. 
-No sé, en cualquier bar. En el Irlandes o en el Quibus. -dijo Marcos nombrando algunos de los bares del pueblo. Le siguió Xavi quien había quedado con unos amigos suyos para verlo en un pueblo cercano. 
-Yo trabajo. -dijo Aroha sin muchas ganas-. ¿Vosotras que haréis? -se dirigió a Naira y a mi.  
-No sé, Javi y los demás han dicho de ir al Irlandes, para así estar contigo también. Pero no se que haremos al final. -contestó Naira. 
-Yo no sé si lo veré con mi madre y sus amigos o me iré con estos, luego os digo algo. -dije yo-. ¿Tú donde lo veras reina mora? -decidí llamar de está manera a mi amiga musulmana, ya que la empezaba a tener un cariño sobrenatural para tratarse de mi, solía pensar que Safa era una persona a la que no se le podía contar las cosas porque se enteraría medio mundo, pero poco a poco se fue ganando esa confianza en mi y a día de hoy la trataba como una más de mis escasas amigas. 
-He quedado con el chico morito, este. -contestó la chica. 
-¿Y donde habéis quedado? Porque a tu casa no puedes llevar tíos. -dijo Aleix riéndose. 
-No seas envidioso. -dijo Safa guiñándole un ojo. Estos dos se iban a acabar pillando mutuamente, se veía venir. 
-Me han pillado para trabajar en el supermercado de la Maquinista. -dijo Xavi, apartando la mirada de su móvil y con especial emoción.
-Y yo trabajo en la Samsung. -dijo Jose.
-Joder, ¡que bien Xavi! -felicito Aroha al chico. 
-A ver cuanto te dura. -le dije yo riéndome.
Me sentía especialmente bien con mi grupo de clase, congeniábamos todos a la perfección y aunque a veces se creara mal rollo entre unos y otros, siempre se acababa solucionando con risas y bromas. Estaba orgullosa de los compañeros que me había encontrado en este curso. Después de un buen rato y unas cuantas cervezas, abandonamos la terraza de ese bar para irnos a casa. Empezaba a ser la hora de comer y algunos de ellos, la mayoría, vivían en otros pueblos. Nos despedimos y nos deseamos un buen fin de semana. El camino hacía casa lo hice sola, Ana no quiso quedarse en el bar con los demás y decidió irse a casa nada más salir de clase. Al llegar a mi casa comí sin mucha hambre y caí rendida en el sofá, beber cerveza me producía somnolencia. Dormí durante gran parte de la tarde, apenas eran las siete y ya era de noche, hacía frío y la idea de salir a la calle me producía escalofríos. Abandoné la idea de salir y decidí invertir lo que quedaba de viernes en vaguear por casa. Alcancé mi móvil que se encontraba en el sofá y revise las notificaciones. Whatsapp; habían siete mensajes de Naira, cliqué en su chat y vi que todos los mensajes eran audios que la mayoría duraban bastante. Salí de su conversación sin contestarle ni escuchar lo que me había explicado mi amiga hacía algo menos de media hora y escribí a Aroha; "hola beba, iba a ir a verte al bar pero me acabo de despertar de la siesta y me da mucha pereza, pero te quiero mucho!" Marcos me había escrito también; "hola xoxo". Sonreí y escribí "hola imbécil, me he pasado toda la tarde durmiendo, a ver quien me duerme esta noche." Enviar. Volví al chat de Naira, escuché todos los audios que me había enviado, resumiendo, mientras yo dormía profundamente mi amiga se había enrollado con Javi, se habían pasado la tarde viendo películas en casa del chico, como de costumbre, pero esta vez él se lanzo a la boca de Naira y ella no lo rechazo. Mi amiga se sentía mal, estaba desconcertada, no quería nada con nuestro amigo Javi, pero sin saber muy bien como y el por qué, aquella tarde se dejo llevar. No le disgustó, pero cree que él siente más que un simple tonteo y no quiere hacerle daño, mucho menos dejar de ser amigos. Le contesté riéndome por el hecho de que se hubieran enrollado, ya que no me lo esperaba en absoluto, en mi opinión no pegaban ni por asomo. Pero también la consolé y le dije que tenía que decirle las cosas claras para evitar malentendidos.

Marcos; "las noches de viernes no están para dormir, nena."  Sonreí poniendo los ojos en blanco y le contesté; "eso tú, que vives en bares y discotecas." Seguido de los típicos iconos llorando de risa. Mi móvil vibró, Naria me había contestado, esta vez por escrito. "No sé, creo que la he cagado... Espero que esto no acabe con nuestra amistad. Por cierto, mañana al final no iremos al bar a ver el partido, ellos lo verán en casa de Javi que tiene Canal Plus, y yo me quedaré en casa." Definitivamente me iría con mi madre y sus amigos a ver el partido. Me siguió escribiendo; "pero en un rato iremos todos al bar donde trabaja Aroha, si quieres vente. Iremos sobre las ocho y media."  

Le contesté que quizás me pasaba, pero que no estaba segura. Seguía con la pereza en el cuerpo, aunque por otro lado, con todo lo que había dormido tenía el sofá aburrido.  Levanté mi culo de esté y conecte mi móvil en los altavoces que tenía al lado de la tele, estaba sola en casa, mientras echaba la siesta tanto mi hermana como mi madre se habían dado a la fuga, así que, que mejor que música a todo volumen para acabar de despertar. Voy a beber y se que voy a enloooooquecer y te llamaré después para hacerte mía mujeeer. Me hizo falta más bien poco para colocarme delante del espejo a mover el culo simulando la típica chica de algún videoclip de canciones latinas. Cualquiera que vea los espectáculos que suelo montar en el comedor de mi casa cuando me quedo sola...; pensé. Antes de adentrarme en el baño para arreglarme y maquillarme por aburrimiento, desboqué el móvil para ver si Marcos me había contestado, y así fue; "esta noche no saldré de fiesta, pero si me iré al bar de la plaza a echarme un par de cubatas." La plaza del pueblo estaba a pocas calles de mi casa, mi pueblo era realmente precioso, aún más la parte vieja, donde vivía yo. Era todo muy de pueblo para estar a viente minutos de una gran ciudad como es Barcelona. "Yo me voy un rato al Irlandes, pero nada, por hacer algo, en poquito rato para casa, que hace frío." le contesté y abandoné el móvil para vestirme, se me hacía tarde.

Tardé unos quince minutos en llegar al bar, entre que mi casa no esta cerca de esta zona y que me lo había tomado con calma, cuando llegué ya estaban todos sentado en una de las mesas del interior del establecimiento. Saludé a todos con dos ligeros besos en las mejillas y le lancé una mirada cómplice a Naira. Dejé el bolso y la chaqueta en la silla que me correspondía a mi y fui a la barra a saludar a Aroha, ella salio de la barra para darme un gran abrazo. Aroha es una chica increíble, es de esas personas que son todo corazón, de las que lo sienten todo mucho, de las que son agradecidas con cualquier detalle o gesto que le regales, de esas amigas que no te queda otra que confiar en ella con plenitud, por su sinceridad, por lo directa que es y porque se le nota por todos lados el apreció que te tiene. Me sentía orgullosa de haber parado los pies en el momento justo para centrarme en conocer a alguien como la persona que tenía delante. Aroha era mi mayor apoyo y la mejor amiga que podría llegar a tener nunca.
-¡Al final has venido! -exclamó sonriéndome y abrazándome. 
-Es que hace mucho frío y me ha costado la vida salir de casa, pero ya que me han dicho estos de salir un rato... A demás, así te hacemos compañía, ¿como lo llevas hoy? -le pregunté. 
-¡Ahora mucho más entretenida! Voy a seguir que se me acumulan los vasos, ¿te pongo una cerveza? -me preguntó ya adentrándose al otro lado de la barra. 
-Si, cuando puedas.  -iba a sentarme en la mesa con todos los demás cuando Naira me sorprendió por la espalda y me dirigió al baño. Una vez en el pequeño cuarto y con el cerrojo cerrado, estalle a reír por la cara que tenía mi amiga. 
-¡¿Pero porque te hace tanta gracia?! -elevó la voz todo lo que pudo para no llamar la atención fuera del baño. 
-No sé, tía. La cara que tienes... ¿Tú no querías un rollete así de vez en cuando? ¡Pues ya lo tienes! Deja que todo fluya y no te agobies... -le dije evitando la risa. 
-Pero que no es eso, es que no se, no me pone nada, no se porque me he dejado llevar, encima lo quiero mucho como amigo y si esto acaba mal, ¿qué? -se le veía algo preocupada, bastante. 
-¿Pero le has dicho todo lo que piensas? 
-Sí, le he dicho que yo no quiero nada serio con nadie y que no quiero que acabemos con la amistad por esto. -me explicó. 
-¿Y que te ha dicho él?
-Que piensa igual que yo.
-¿Y donde esta el problema, entonces? A disfrutar, reina. -le dije con una sonrisa picará y abriendo la puerta del baño. 
Llegamos a la mesa donde estaban sentados todos los demás, Aroha ya me había servido la cerveza junto con una copa. Últimamente no dejaba de beber cerveza, tampoco me preocupaba demasiado. Los chicos hablaban de un partido de fútbol, más que hablar discutían. Así que Naira y yo nos entreteníamos haciéndonos fotos y riéndonos de todo. También me preguntó que tal estaba con Marcos, a lo que conteste que bien, como siempre, evitando entrar en detalle.
-Voy a salir a fumar, chicos, ahora entro. -dije poniéndome la chaqueta y levantándome de la mesa. 
-María, si me das un cigarro salgo contigo a fumar... -me dijo Javi sonriendo tímido. Acepte y salimos los dos a la calle-. ¿Que, eh? ¿Que tal con Naira? -le pregunté descaradamente.
-Bueno, bien. Por mi perfecto el plan que llevamos. -me respondió sin darle mucha importancia.
-Pero, ¿tu quieres algo más con ella? -intenté sacarle información a mi amigo.
-Bueno, no. De momento no, pero esta claro que si se esta enrollando conmigo no me va a gustar si se enrolla con otro chico, aun que sea de fiesta. -acepte con la cabeza pensando en que mi amiga tenía muy presente que iba a hacer lo que le apeteciera cuando quisiera.
-Bueno, ante todo conservar la amistad por que sería una pena que os enfadarais si esto no sale bien. -dije echándole una mano a Naira.
-No, eso esta claro. -dijo Javi tirando la colilla al suelo. Lo mismo hice yo y nos adentramos en el bar para volver con los demás. Antes de llegar a la mesa vi a Marcos con otro chico en la barra del bar. Deje que Javi llegará solo a la mesa y aproveche para saludar a Marcos y pedir otra cerveza. 
-Hola pichuqui. -le saludé sonriendo. Me devolvió el gesto y le propiné dos besos en las mejillas-. Hola. -saludé también a su acompañante alegremente. 
-Hombre niña, ¿que haces por aquí? -me preguntó Marcos apoyado en la barra. 
-Como si no supieras que estaba aquí, inútil. -me reí-. Aroha, ¿me pones otra cerveza? -le pedí a mi amiga cuando la tuve cerca al otro lado de la barra de madera. 
-Como vuelan las cervezas, ¿eh? -dijo el amigo riendo. 
-Es viernes, hay que darse un descanso. -le conteste vaciando el botellin en la copa. 
-Se llama María, va conmigo a clase. -le explico Marcos. 
-Yo me llamo Marc. -dijo el chico. 
-Encantada. -dije sin dejar de sonreír-. Bueno chicos, que vaya bien. -me despedí y volví a la mesa con los demás. 
Compartí mi ultima cerveza con Naira, ya que ella no llevaba dinero y aunque no solía beber alcohol a no ser que fuéramos de fiesta, hoy le apetecía. Aroha se acercaba a nuestra mesa cada vez que podía y salía a fumarse un cigarro cuando no tenía mucho trabajo. Era un pena que no pudiera compartir en toda su totalidad esos momentos con nosotros por estar trabajando. Con ella sería todo mucho mas divertido. Pero necesitaba el dinero y al fin y al cabo no lo combinaba mal con los estudios. Se hicieron las doce en un abrir y cerrar de ojos, fuera ya era de noche y la humedad se notaba en el ambiente. Pagué a mi amiga las cervezas que me había bebido y salí con los demás del bar después de despedirme de ella. También le dije adiós con la mano a Marcos cuando pasé por su lado y puse rumbo hacía mi casa. Necesitaba comer algo para asentar todo el alcohol que hacía presencia en mi estomago. Cuando llegue todo estaba a oscuras, dí por hecho que mi madre y mi hermana ya estarían en sus camas durmiendo, así que me puse el pijama con tranquilidad y me senté en el comedor a cenar unas tostadas con jamón york. Encendí la televisión y me relajé. Con todo lo que había dormido en la tarde no tenía sueño ninguno. Durante largo tiempo me entretuve viendo Callejeros Viajeros en Tokio, me gustaba  conocer mundo, aunque de momento me conformará con hacerlo a través de la pantalla. Alcancé mi móvil, hacía rato que no le prestaba atención. Tenía notificaciones y para mi sorpresa eran mensajes de Whatsapp de Marcos; "que haces?". Hacía algo menos de veinte minutos que me había escrito. No estaba en línea pero de todos modos le contesté; "hace un rato largo que he llegado a casa, he cenado y ahora estoy en el sofá viendo la tele, tu que haces?". Bloqueé el móvil y volví a prestarle atención a la tele. Aunque ahora gran parte de mi mente estaba con Marcos. Era raro para mí eso de pensar en alguien varios momentos al día, en concreto, en algún chico. No consideraba amigo a cualquier persona, de hecho, casi todas las personas que conocía no me llamaban en absoluto la atención, ni les prestaba interés. Con el tiempo aprendí a pensar más en mi y dejar de volcarme tanto en los demás, todo esto fue a raíz de ir perdiendo a amigas que consideraba como hermanas. La gente te acaba fallando y a fin de cuentas pocas se merecen lo más mínimo. Pero Marcos había despertado ese interés y se había ganado casi toda mi confianza en muy poco tiempo. Otra de mis ideologías de vida trataba de aprovechar cuando aparecían personas de este calibré. Al fin y al cabo, todo el mundo necesitamos personas de confianza, aunque intente ignorar este dato.
"Creía que ya estabas dormida." 
"Que va, no encuentro mi sueño."
"Normal, te has pegado tres horas de siesta."
"Ya... jajajajajaja tú que haces?" -le pregunté. 
"Con unos amigos, pero voy a irme en nada a casa, empiezo a estar aburrido." -Marcos no cerraba la aplicación ni salía de mi conversación. Por lo tanto la conversación fue seguida. Me gustaba cuando sucedía esto.- "Siempre te tengo que hablar yo." -siguió escribiendo el chico. Me quedé pensativa al leer esta ultima frase. Tenía razón, siempre esperaba a que fuera él quien me hablara. 
"Pero por que es viernes y sé que estás por ahí, tonto!!!" -le dije excusándome. Me apetecía verle un rato, pero no iba a ser yo quien lo dijera. No me gustaba quedar mal con personas que empezaban a importarme, ni mucho menos dar a ver mi interés en ellas. Me sentía insegura con este tipo de cosas. Sí, soy un poco bastante orgullosa. 
"Te diría de quedar un rato, pero como siempre lo tengo que decir yo, pues ya no quiero." -sonreí. 
"Aunque no lo diga, sabes de sobras que siempre me apetece." -dije tímida pero contenta por el mínimo paso que acababa de dar el chico. "Sí quieres, vente y estamos un ratito juntos, que no tengo sueño." -me tocaba a mi acabar de dar el paso. Pero ya no me costaba tanto trabajo, solo necesitaba ver ese interés de Marcos por mi.
"En diez minutos donde siempre, niña." -sonreí  una vez más detrás de la pantalla. 
"Vale, pero bajo en pijama, eh." -acepto y bloqueó el móvil. 
Me calcé intentando no hacer mucho ruido, cogí la chaqueta del pomo de la puerta de mi habitación y cogí el paquete de tabaco de la estantería. Cerré la puerta y encendí la luz para echar un ojo al espejo. Llevaba puestas mis bambas nike blancas, las mallas grises y el anorak rosa encima de la camiseta de pijama. Di el visto bueno y caminé silenciosamente por el pasillo de mi casa. Me paré en seco y decidí que era mejor avisar a mi madre por si se despertaba al cerrar la puerta y se preocupaba. Di media vuelta y abrí ligeramente la puerta de la habitación de mi madre. Le dí un par de toquecitos en el brazo y cuando conseguí que se despertará le dije que me iba un rato y que no tardaría en volver. Acepto y me dirigí al comedor para revisar las notificaciones. Marcos me había escrito hacía dos minutos, diciéndome que en tres minutos llegaba. Baje las escaleras y salí a la calle. Hacia frío. Recorrí a paso lento el supuesto callejón intentando localizar al chico. Me eche a un lado ya que iba por en medio de la carretera y se acercaba un coche a mis espaldas. Este se paro cuando estuvo a mi lado y reconocí a Marcos, sonreí y me subí al coche.
-Me da muy mala espina esta calle por la noche. -dije nada más cerrar la puerta del copiloto. 
-Eres una miedosa... -empezó a reírse. 
-¿Aún vas bebiendo cerveza? -le pregunté al ver que sostenía una lata en la mano. 
-Sí, he traído una para ti también, para que luego digas, eh. -me acerco otra lata de cerveza.
-Me siento afortunada.. -dije entornando los ojos. Marcos aparcó casi al final del callejón, abrí la cerveza que me había cedido el chico y le di dos grandes tragos-. Pon música, ¿no? 
-Ponla tú que no tengo casi batería. -desbloqueé mi móvil y reproducí aleatoria mente el nuevo disco del Barrio. También compartíamos los mismos gustos musicales.
-¿De donde vienes, eh? -le pregunte dejando de tararear la canción que sonaba.
-De la plaza. Mira, te voy a enseñar un vídeo. -me dijo haciéndome apagar la música y desbloqueando su móvil.  Una vez en Youtube, busco un vídeo y me acerco el aparato para que lo pudiera ver bien. Durante largo rato reímos sin parar viendo vídeo tras vídeo, todos sobre tonterías, canciones chorras y parodias. Hasta que el móvil de este se quedo sin  batería y se apago.  Volví a retomar la cerveza y me encendí un cigarro bajando la ventanilla de mi asiento. Marcos me imitó y sacó el ultimo cigarro que le quedaba, tiró el paquete por la ventanilla y nos quedamos en silencio, disfrutando el cigarro con algún que otro trago de cerveza. No existían los silencios incómodos entre nosotros. Nos mirábamos de vez en cuando y nos sonreíamos. 
-Mira que luna más bonita... -le dije soltando el humo de mis pulmones y señalando al frente. 
-María, eso no es la luna, es una farola. -una vez más estallamos a reír a la misma vez. Marcos lanzo la colilla por la ventanilla y dejo la cerveza sobre el porta vasos. Acerco su mano al asiento del copiloto. Mire sus dedos cerca de mi pierna, le miré y reí por su cara. Empezaba a hacerle demasiado efecto la cerveza, se le notaba en los ojos, en la sonrisa, se ponía tonto. Aparté mi mirada y seguí fumando las ultimas caladas que quedaba de mi cigarro. Tiré la colilla y subí la ventanilla, hacía frío. Marcos había deslizado lentamente su mano por encima de mi muslo, me acurruque en el asiento mirando hacía el y atrapé su mano entre mis piernas. Sonrió y le devolví el gesto.  
-¿Que te pasa, eh? -le pregunté haciéndome la tonta. No me contestó e intento deslizar su mano dos dedos más arriba de donde la tenía. No le dejé y me senté bien apoyando mis piernas en el salpicadero del coche. Aparté su mano-. Para anda. 
-Pero si te encanta. -y volvió a acercar su mano a mi, pero esta vez al objetivo directo. Solté un pequeño grito ya que no me lo esperaba. Le miré quedándome quieta, no se borraba esa sonrisa de su cara mientras movía con fuerza su mano. No era de piedra, así que volví a apartar su mano. 
-Para ya o se nos ira de las manos a los dos.  
-¿Y que problema hay? -preguntó. 
-Que te iras a casa con las ganas. -esta vez se lanzó mi mano a su pierna, deslizándose sobre el pantalón del chico hasta que noto un pronunciado bulto. Apreté sobre él y retiré mi mano riéndome al ver la cara de Marcos. No eran raros estos momentos, sucedían en clase, porque no en el coche. 
-Joder, basta ya. -froto sus manos sobre su cara y rebusco en sus bolsillos buscando tabaco, cosa que no encontró. A mi tampoco me quedaba ni un solo cigarro-. ¿Vamos a la gasolinera del polígono a comprar tabaco? -acepté, puse mis pies en su sitio y me abroché el cinturón. Fuimos en silencio hasta que cruzamos una carretera situada al lado de la riera del pueblo-. Mira, ¿ves esa placa anclada en la tierra? -dirigí la mirada hacía donde me señalaba Marcos, estaba muy oscuro todo y no lograba localizarla-. En esa placa de piedra esta grabado con malas letras "lo que pasó aquí no fue un accidente, fue un sacrificio. 1986." ¿Quieres verlo? -me explico el chico. 
-¿De verdad? No, no quiero verlo. Vuelve a arrancar el coche, venga. -dije yo. Estas cosas me provocaban escalofríos. 
-Solo un momento. -dijo Marcos aparcando el coche a un lado de la carretera. Me hizo bajar del automóvil para acercarnos al lugar exacto donde se encontraba la placa. 
-Que me da miedo... ¡Dame la mano! -le grité acercándome a él y arrebatando-le su mano derecha. 
-Ya quieres ir cogida de mi mano por la calle, eh. -me dijo riéndose. Evité decirle algo, ya que estábamos delante de la placa escrita. Alumbré con mi móvil y comprobé que lo que me había contado Marcos era totalmente cierto.
-Que miedo... Vayámonos ya que luego no seré capaz de dormir.  -me desprendí de su mano y corrí al coche, a parte de la sensación que se había instalado en mi cuerpo al ver tal cosa, hacía un frío fuera de lo normal.
Llegamos a la gasolinera y Marcos me dejo sola en el coche para ir a la cabina que estaba abierta a estas horas  para pedirle un paquete de tabaco al dependiente. Alargue mi brazo al botón que cerraba todas las puertas del vehículo. Sí, soy un poco miedosa. Al volver, Marcos se río de mi al darse cuenta que había puesto todos los pestillos del coche. Le abrí la puerta y dejé que se metiera conmigo durante todo el trayecto de vuelta. Volvió a aparcar el coche en el mismo sitio del callejón, nos fumamos un cigarro cada uno y decidimos volver a casa, era tarde. Una vez más se había pasado el tiempo volando. Me acerco en coche al portal de mi casa, me despedí de él y subí a mi casa con una enorme sonrisa. ¿Por qué me llenaba tanto estar con Marcos? Pensando y reanimando momentos en mi cabeza, caí rendida sobre la cama y tapada hasta las orejas.

Desperté por los leves rayos de sol que traspasaban la persiana de mi habitación. Alcancé el móvil y comprobé que ya iban a ser las dos del mediodía. Había dormido mucho y aún así podría haber dormido mucho más, pero no me apetecía perder todo el sábado. Me levanté y vi a mi madre haciendo la comida, abandoné la idea de almorzar y comer directamente. Me lavé la cara y antes de volver al comedor, abrí la ventana de mi cuarto para que se ventilara la habitación. Me senté al lado de la chimenea, mi madre la había encendido y al salir de la cama el frío se había apoderado de mí. Me encantaba el calor que proporcionaba los troncos ardiendo en la chimenea, me recordaba al pueblo de mi abuelo cuando era una niña. Comí nada más mi madre me puso un buen plato de patatas fritas, con pollo asado y un huevo frito en la mesa. Sobredosis de calorías. Tenía mucha hambre y acabe llena cuando me metí en la boca la ultima patata. Me pasé toda la tarde tirada en el sofá, bajo la manta. Hablé un rato con Marcos por Whatsapp, entre otras tonterías y recordando momentos y frases dichas la noche pasada, aproveche para averiguar donde vería al final el partido de esta noche. "Supongo que iré al Irlandes con los amigos, y tú?" Le contesté al instante; "al final estos no van al bar a verlo así que me iré con mi madre y sus amigos." No tuve que esperar mucho para obtener respuesta del chico; "si quieres vente conmigo y con mis amigos." Me hizo reír; "pero que dices? ajajajajajjaa no pinto nada ahí. Iré al Llevant con mi madre que ya han reservado mesa." Me quedé dormida y no me desperté hasta que mi madre me aviso de que en poco la pasarían a buscar para ir al bar. Sin darme cuenta se me había ido el sábado. Ya eran las ocho y media de la noche, que desastre.
-Que mal esta jugando el Barça. -dijo Javi, el chico gay del grupo de amigos de mi madre. 
-Tranquilo, ahora remontan. -dijo Gustavo.  
A decir verdad no tenía gran interés en el fútbol. Siempre era alegría y una especie de ilusión cuando el Barcelona ganaba partidos importantes, por el ambiente y porque mi padre era un apasionado del FCB, de pequeña veía todos los partidos con él y de alguna forma sigo manteniendo esa pequeña ilusión cuando el Barça juega algún partido importante. Pero si perdían tampoco me suponía decepción ni me afectaba en nada. Iban dos a uno, el primer gol fue a favor del Barça y no dude ni un solo segundo en hacérselo saber a Marcos, ya que él era del Madrid; "uy, ¿que ha pasado? menudo golazo o qué." seguido de varios iconos de risa. No tardé mucho mas de quince minutos en comerme mis palabras cuando el Madrid marcó dos goles casi seguidos. "Te pasa por hablar antes de hora, mira, mira los blancos como remontan." El partido quedo tres a uno, victoria para el Madrid. Risas de Marcos. Durante el partido cene un bocadillo de hamburguesa juntos con varias cervezas. Cuando finalizó el partido los amigos de mi madre se pasaron a los gin tonics y yo les acompañe. Eran personas mayores, pero gran parte de ellos tenían mentalidad de adolescentes, con ellos me lo pasaba igual o mejor que con mis amigos.
"¿Que haces marquitos?" -el alcohol me había afectado demasiado y opté por averiguar que planes tenía Marcos. No quería irme ya a la cama y me apetecía una vez más pasar un rato con él, en poco rato mi madre y yo nos iríamos a casa.  
"Ahora estoy saliendo del bar ya, estos se van para casa pero imposible irme yo a la mía, he bebido como un condenao'." -cuando me contestó yo ya llevaba varios minutos en el sofá de mi casa. Decidí no ponerme el pijama hasta saber si vería a Marcos o no. Pensé en tardar un poco en contestarle, pero no valía la pena hacerse la dura ahora. 
"Buena indirecta para verme un rato." -le escribí. 
"No mientas, eres tu la que quiere verme." -me escribió al instante. 
"Quien sabe..." -escribí yo sonriendo. 
"Pero otra vez en el coche?" -fue una pregunta que me sorprendió bastante. Me quede pensativa durante unos minutos. 
"Sube a casa y estamos en el sofá viendo la tele, mi madre ya se ha ido a dormir." -aún no había estado en mi casa, no me lo había replanteado antes tampoco. Pero por que no, que tenía de malo. Al fin y al cabo lo prefería. Hacía menos frío en mi casa que en su coche. 
"Pero avísale antes, que me da vergüenza." 
"Ya se lo he dicho y me ha dicho que vale. No te preocupes, no vas a ver a nadie, ya están durmiendo." 
Decidí ponerme el pijama, se me hacía casi imposible estar en mi casa con ropa de vestir, aunque tuviera que vestirme y desvestirme cinco veces al día, por mi casa siempre iba con el pijama. Marcos ya me había visto en mis peores momentos y estar a su lado en pijama ya era una cosa normal. No tardo mucho en avisarme por Whatssapp que ya había llegado a mi portal. Le abrí la puerta de abajo y me asomé a las escaleras de mi bloque, observando como subía. Mi bloque no tiene ascensor y vivo en un ático, a mi ya no me suponía esfuerzo alguno pero a muchas personas que no solían subir a mi casa, llegaban sofocadas. Marcos era uno de ellos.
-Joder, si tuviera que subir estas escaleras todos los días más de una vez no me tendría que apuntar al gimnasio.   
-¿Por qué crees que tengo este culo? -le contesté sonriendo.
-Mira que eres prepotente cuando quieres, eh... -lo dijo con cara de asco para dejar salir su típica sonrisa mientras me revisaba de arriba abajo, centrándose un poco más en mi mallas.
-Para, imbécil. -me reí y le empuje hacía dentro. Se sentó en el sofá y resoplo, supuse que por culpa del mareo que llevaba por el alcohol, yo me sentía igual. 
-Que bonita tu casa. -dijo observando a su alrededor. La verdad es que el comedor de mi casa me encantaba hasta a mí. Era todo de madera que le daba un aire bastante rurar. La cocina no estaba cerrada, se empalmaba con el comedor, separada por una especie de barra de bar antiguo, algo mas ancha y también de madera que utilizábamos como mesa. Mi madre era profesora de yoga y le apasionaba la cultura budista, así que el comedor de mi casa estaba decorado con todo tipo de figuras budistas, como elefantes de maderas entre otras muchas cosas-. Inspira tranquilidad.
-Sí, es acogedor. -respondí sentándome también en el sofá.  Marcos cogió el mando y cambio de canal unas quinientas veces hasta dejar La que se avecina, ya que a estas horas no daban otra cosa más interesante.
-Me siento raro, nunca he estado en la casa de una chica. Nunca me ha gustado. -me dijo. 
-Hasta que me conociste no habías hecho muchas cosas. -le respondí sonriendo. 
-Tampoco te flipes tanto. -me estiré en el sofá poniendo mis piernas encima de las de Marcos. La relación con Marcos era un tanto extraña, me atraía mucho físicamente pero no tenía ningunas intenciones de llegar a nada más con él que esa peculiar amistad que teníamos. Así que nos pasamos gran parte de la noche viendo la tele y riéndonos de cualquier cosa en voz baja, para evitar despertar a mi madre o a mi hermana. Él tampoco dio píe a nada más y me alegró, no quería meterme en algo que no me llevará a buen puerto, me gustaba Marcos como persona y me apetecía mantenerlo como hasta ahora. Echaba de menos un amigo masculino con el que compartir tantas cosas. 
Cuando el sueño empezó a manifestarse tanto en mi como en el chico, Marcos decidió levantarse antes de quedarse en el sofá dormido, no le apetecía que mi madre nos despertará a la mañana siguiente. Y a mi, a decir verdad, tampoco. Aun que me apenaba que se fuera. Le acompañe a la puerta y salí con él al rellano.
-Nos estamos acostumbrando a vernos mucho. -me dijo medio dormido, enfrente mío.
-A mi no me desagrada. -respondí yo mirándole.
-A mi me gusta y me parece raro, nunca había tenido una amiga así y me encanta. -me confesó. Sonreí. 
-A mi también me gusta pasar tiempo contigo. -dije yo devolviendole la confesión. 
-Pero no te acostumbres nena, suelo cansarme de las cosas. -me dijo riendo y rompiendo el momento. 
-Tranquilo, se te olvida que hablas con alguien que esta hecha de tu misma materia. -le respondí guiñándole el ojo. 
-No puedes quedar por debajo de nadie nunca, ¿eh? 
-Buena observación. -no pude dejar de sonreír. Al igual que él. 
Me pasé gran parte del domingo recuperando horas de sueño, viendo películas y comiendo guarradas. Me planteé un par de veces hacer algo de provecho y coger algún libro o por lo menos enterarme de si se tenía que hacer algo de deberes. Pero algún que otro síntoma de resaca borraba esa intención, así que el lunes por la mañana, después de ducharme y vestirme, cogí la mochila tal y como la había dejado el viernes. 

2 comentarios:

  1. Hola! me gusta mucho este blog y tu manera de escribir, me he enganchado a este historia desde el capitulo uno
    es inventada o real?
    esperando con ganas el proximo capitulo no tardes tanto como has tardad en subir el seis porfavor.......

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  2. Hola! si que es real la historia. Muchas gracias!!

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