sábado, 7 de noviembre de 2015

Capitulo cuatro.

-Hola chicas. -saludé a Aroha y a Ana mientras me sentaba en mi silla desprendiéndome de la chaqueta-. ¿Que hace Naira ahí delante? -pregunté entreteniéndome sacando la libreta, el estuche y el libro de matemáticas. 
-No veía bien la pizarra y se ha cambiado de sitió para copiar la teoría. -me respondió Ana. Miré de reojo hacía la esquina donde estaba sentada mi amiga y Marcos.
Me propuse copiar en mi libreta la teoría que estaba escrita en media pizarra. Me esforzaba en no darle importancia, ya que no la tenía, a los gestos que hacían Marcos y Naira. No tenia porque molestarme algo así pero realmente había algo dentro de mi que me mantenía inquieta. Mi mirada se desviaba hacía esa esquina donde estaban sentados, me cruce un par de veces con la mirada de Marcos, él me sonreía pero en ninguna de las veces le devolví el gesto y disimulaba escribiendo en mi libreta.

-¿Como ha ido el fin de semana? -me preguntó Aroha.
-Bien. ¿Y tú? -le respondí inmersa en mis pensamientos.
-¿Te pasa algo? -me preguntó.
-Solo tengo un poco de sueño, he llegado tarde y vengo agobiada. -le expliqué por encima de que había tratado mi sábado y domingo, el viernes nocturno con Marcos y la noche de fiesta con Naira, los valencianos y de más. Ella hizo lo mismo. Sin evitar comentar lo mío con Marcos. No nos habíamos visto desde el viernes, que había ido a verla al bar donde trabaja. Mi amiga había tenido comidas familiares y había invertido su tiempo libre en Dani, su novio. 
-Empezad a hacer el ejercicio ocho de la pagina quince. -dijo Federico al acabar de explicar la teoría. Naira se levantó y con su libreta y estuche en mano volvió a su habitual mesa. 
-María. -escuche a Naira llamarme en voz baja. Aroha y yo estábamos por acabar ya el ejercicio de matemáticas. Me gire, posando mi mirada en Naira-. Ayer Marcos, por la noche, me dijo de quedar un rato. -me explicó. Menos mal que Marcos había cambiado, pensé-. Le dije que no porque ya estaba en pijama y con la mascarilla en la cara. 
-No sé, tía. Ya sabes como es Marcos. Este fin de semana se ha tirado a su ex. Y no sé con cuantas se habrá llegado a enrollar, ya que se ha pasado todo el fin de semana de fiesta. Acaba de salir de una relación muy larga, lo que busca ahora es divertirse. -le dije sin demostrar esa supuesta molestia que me causaba el tema.
-¿En serio? Que asco. -contestó ella y cante victoria interiormente. Sin quererlo, mi intención pasó a ser la de intentar alejar a mi amiga del chico. 
-Sí, pero no sé, deja que pase el tiempo y si te apetece algún día pues te dejas hacer, tú también buscas divertirte, ¿no? -le guiñe el ojo y me di media vuelta para seguir con el ejercicio de matemáticas. 
Después de matemáticas, catalán. La profesora de catalán tendía a faltar. En el mes que llevábamos de curso la había visto tres veces. Estábamos deseando salir del centro para despejarnos y fumarnos un cigarro pero antes debía venir un profesor a pasarnos lista. Invertimos diez minutos en alborotar la clase. Marcos y Jose le cantaban y tocaban las palmas a otro chico, Darius, mientras los demás animábamos el espectáculo. Darius era una gran persona. Le conocía desde varios años atrás, ya que habíamos coincidido en otros cursos. Era un chico muy bueno, pero siempre se habían burlado de él. Ahora, en esta clase, todo era diferente, ya que todos nos reíamos de todos. Pero sin malas intenciones, después nos apreciábamos mutuamente. En este poco tiempo de curso las cosas habían evolucionado. Nos alejamos de Marta definitivamente, a día de hoy, cruzar un ridículo saludo con ella era demasiado. Creamos un buen grupo en clase, muchos de ellos empezaron a venir a las horas de recreo con nosotras, en nuestro rincón. Dejo de ser media hora aburrida para convertirse en un buen rato. Me dediqué a conocer mas a Safa, la chica musulmana. El acercamiento entre nosotras sucedió en el momento en que ella empezó a ver la verdadera intención de Marta y se alejo de ella. Safa era una chica con mucha personalidad, muy activa y alegre. De esas personas que me suelen llamar la atención y coinciden con mi forma de ser. Pasaba ratos muy divertidos con ella y con los días acabamos por entablar una confianza importante. Laia, la chica rubia, decidió dejar el curso ya que tenía oportunidad de trabajar y no podía combinar los estudios. Fue una pena, me parecía buena chica. 
-¿Queréis hacer el favor de comportaros? Se escuchan los gritos y el alboroto que estáis armando desde la sala de profesores. Considero que tenéis una edad para hacer este tipo de cosas. -el tono de voz grabe y con autoridad del director nos sorprendió, a unos cantando, a otros golpeando las mesas, a muchos otros sentados en ellas. Quedó todo en un absoluto silencio-. Ahora viene un profesor a pasaros lista y podréis iros. Mientras tanto conservar las formas y manteneros en silencio. -se fue cerrando la puerta. 
-¿Nos tomamos algo en el bar, chicos? -dijo Marcos. Por fin nos dejaron salir del centro. Teníamos una hora y media libre antes de empezar la siguiente clase, ya que sumábamos la media hora de recreo. 
-Por mi sí. -dijo Roger.
-Yo no llevo dinero... -dijo Xavi. Xavi es alto, rubio y delgado. Es dos años mayor que yo, como casi todos los chicos de mi clase.
-Tú nunca llevas dinero. -le contesto Safa haciéndonos reír a todos-. Vamos, va. -continuo diciendo mientras se dirigía hacía el bar que estaba al lado del instituto.
-Yo me apunto. -dijo Darius uniéndose. 
Hizo falta juntar tres mesas. Naira y Ana tomaban Aquarius. Safa un café. Aroha, Marcos, Roger, Darius y yo cerveza. Ramón se distraía haciéndose uno de sus típicos porros. Jose se distraía bebiendo de su coca-cola y escribiendo en su móvil . La clase se había dividido en dos, los demás iban a su aire sin prestarnos mucha atención, en cuanto a mí, me sobraba con el vínculo que habíamos creado los que estábamos sentados en esa terraza de bar. 
-Mira, ese chaval es el que estoy conociendo. Es muy guapo. -nos dijo Safa a mi y a Aroha señalando hacía la esquina. Se refería a un chico que no conocía.
-Safa, tu no le puedes gustar a nadie, eres mora. -dijo Aleix quien también estaba con nosotros. Sobre el comentario ofensivo hacia la persona de mi amiga musulmana, era broma. Como ya he dicho, nos pasábamos todo el tiempo atacándonos con cierto humor. 
-Safa, no hagas caso. Para ser mora era muy guapa. -dije yo sonriendo. 
-Para ser mora dice la otra. -agregó Ramón riéndose.
-¡Me diréis que no! -exclame.
-Es cierto, es de las pocas moras guapas que he visto. -dijo Marcos. Safa me parecía muy guapa, a demás, tenía buen cuerpo. Bien proporcionada, buenas delanteras y culo bien puesto. No os imaginéis una chica con velo ni mucho menos tapada hasta el cuello. 
-Tiene buenas tetas, si. -intervino Aleix-. Safa, ¿si apruebo este curso me dejaras tocarlas? -le preguntó haciéndonos reír a todos.
-Te queda mucho por aprender, Aleix. -le contestó ella. Todos nos animamos a abuchear a la pareja. Se gustaban y ninguno de los dos lo aceptaba. 
Aroha se pasó más de diez minutos imitando a personajes, la mayoría de telecinco. Me dolía la cara de tanto reír. Este era mi día a día, se me pasaban las semanas volando e ir a clase se había convertido en una diversión en vez de una obligación. Había conocido personas que encajaban conmigo, no me aburría ni me sentaba mal nada de nadie. No nos criticábamos a las espaldas y con los días nos íbamos conociendo mas profundamente. Todos eran buenos chicos, payasos e inmaduros a simple vista pero con muy buen fondo cada uno de ellos. Estaba a gusto y me hacían sentir bien. Marcos se estaba convirtiendo en un gran amigo para mí, le empezaba a valorar y a querer como persona, nos entendíamos, teníamos siempre buenas palabras para el otro, la confianza entre nosotros empezó a ser inmensa, nunca nos faltaban risas, momentos divertidos, muestras de cariño y sobretodo, y lo que más me gustaba de él, conversaciones profundas. Sentía que con el podía ser yo al completo. Nuestra forma de ser era muy parecida, me gusta definir a Marcos como mi alma gemela con polla. 
Llegó la hora de volver al instituto. Nos esperaba economía e ingles. Entre risas llegamos a clase y esperamos a que la profesora llegara. Yo ya estaba sentada al final del aula, al lado de Marcos. 
-Pero bueno, pollito. ¿Que te pasa con esa cara? -le pregunté a Marcos. Él estaba ausente, pensando en sus cosas.
-No me pasa nada. -desvió la mirada hacía mi y me sonrió. 
-A mi no me engañas, suéltalo va. -le propiné un pequeño golpe en el hombro.
-Lo de siempre, mi ex me agobia mucho, me anula. Me hace sentir mal. -me dijo por fin suspirando.
-Lo dejaste con ella por algo, quizás deberíais dejar pasar los días, es mucho tiempo y os tendréis que acostumbrar a estar sin el otro antes de intentar ser amigos. Si ella siente más, no puedes follártela. Se hace ilusiones... Lo estás haciendo bien, en todo momento le dices lo que quieres y lo que no, no dejes que te haga sentir mal. -le dije sin saber si estaba haciendo lo correcto. Pero me satisfacía que confiara y se abriera a mí. Intentaba hacerle sentir mejor.
-Tienes razón y me he propuesto mantener las distancias ya de una vez por todas. -me contestó-. Eres la mejor. -continuó algo tímido. Sonreí, me sorprendía estas cosas de la boca de Marcos. 
-Lo sé, ahora estate feliz y como tu eres que con este estado de ánimo me aburres. -le dije poniendo mala cara. Se río y le imite. Estaba activa, las dos cervezas me habían reanimado. Abri la cremallera del estuche de Marcos y lo tiré todo al suelo.
-¡¿Pero que haces inútil?! -me gritó recogiendo los bolígrafos del suelo. Aproveché para tirarle la libreta que tenía encima de la mesa sin poder dejar de reír. Me miro sonriendo y negando con la cabeza-. Si quieres jugar, juguemos. -dijo amenazante mientras se dirigía a coger mi mochila. Intenté evitarlo pero fue más rápido y la alcanzó. Se me escapó y corrió por alrededor de la clase.
-Marcos, ni se te ocurra... -le grité al ver que mi mochila estaba a poca distancia de la basura. Me miro y deje de correr tras el para fijar mi mirada asesina en él. Abrió la mochila y la puso boca abajo. Todo lo que llevaba en la mochila cayó dentro de la pequeña basura. 
-¿Que ha pasado? -dijo riendo. Todos los demás se divertían con nuestro juego y aclamaron a Marcos. Me puse sería y me di media vuelta para correr a la mesa y coger el móvil de éste, que por fallo suyo lo había dejado olvidado.
-No María, el móvil no. -me miró desafiante. Cuándo se quiso dar cuenta ya estaba casi cruzando la puerta de clase con su móvil en mano. Vino tras de mí queriendo evitar cualquier trastada que pasará por mi cabeza. La que reía ahora era yo. Abrí la puerta y salí corriendo-. ¿Pero donde vas? ¡Dame el móvil ya! -le escuchaba gritar detrás mío. 
-Cuando recojas mis cosas de la basura hablamos. -volteé la cabeza para mirarle y me alcanzó rodeándome por detrás con sus brazos, intentando coger su teléfono.
-Chicos, ¿que hacéis? Volver a clase. -nos sorprendió Edu y la acompañamos hasta el aula riéndonos por lo bajo. 
-Toma capullo. -le entregué el móvil a Marcos y recogí un par de libros y la libreta de la basura. 
-¿Que me miras? -Marcos me miraba fijamente mientras yo buscaba entre las hojas de mi libreta el ejercicio que íbamos a corregir-. Estoy enfadada. -continué sería.
-No sabes enfadarte conmigo, te gusto demasiado. -dijo sin borrar esa peculiar sonrisa. Será creído...
-No todo el mundo se muere por tus huesos, acostúmbrate a ello. -le guiñé el ojo.
-Date tiempo y acabaras como todas. -Marcos era muy prepotente y se lo tenía muy creído con las mujeres. De todas formas sonreí.
-No me compares con tus chicas equis
-Tienes razón, tu eres mi amiga. -dijo, poniendo fin al tira y afloja. Y a la vez, posando su mano en mi pierna y mirándome fijamente a los ojos.
-¿Que haces? -dije tímida sin evitar la sonrisa.
-Nada, ¿que te pasa? -y su mano se deslizo un poco más arriba.
-Estate quieto, anda. -cogí su mano y la coloqué en su mesa-. Ponte a corregir el ejercicio.
-Se nos acumulan los exámenes, menos mal que economía se nos da bien y no tenemos que estudiar. -me dijo Aroha cuando de repente se giró hacía nosotros.
-¿Cuando es? -pregunté.
-Lo acaba de decir, empanada. Es la semana que viene. -no había prestado atención a la clase en ningún momento.
-María, me tendrás que ayudar a estudiar. -me dijo Marcos.
-¿Y que recibo a cambio?
-Mi compañía, que sé que es más que suficiente para ti. -sonreí y me devolvió el gesto.
La siguiente clase se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. Aroha y yo no cambiamos de sitio, así que en ingles también me senté al lado de Marcos. Al salir del instituto, quedé con Aroha y con Naira para ir a mirar tiendas por la tarde, el jefe de mi amiga no la había llamado para trabajar hoy, así que aproveché para saltarme un día más de autoescuela. Llegué a casa acompañada de Ana, ella vivía un poco mas lejos que yo pero siempre hacíamos el mismo camino juntas. Mi madre ya me tenía en la mesa un buen plato de espaguetis, es mi comida favorita. Después de comer me estire en el sofá a ver un poco la tele y cogí el móvil para distraerme hasta que llegara la hora de ir a buscar a mis amigas. Vi el chat de Marcos, ayer noche fue él el ultimo en hablarme. Lo siguiente debía ser mio, después de barajar ciertas opciones lo deje para la noche. Marcos se pasaría la tarde trabajando y sin ánimos de coger el móvil. Empecé a arreglarme, me cambie de ropa, me peine y me aplique más rimel del que llevaba de está mañana. Mi pelo era rizado y castaño oscuro, pero siempre salía a la calle con el pelo liso. Me gustaba mucho más que mis rizos al natural. Después de largo tiempo mirándome al espejo, cogí el bolso y me dirigí a la estación donde me encontraría con Aroha y Naira. Íbamos a ir a un pueblo a una parada de estación del mío. Aunque Granollers no era como mi pueblo, era mucho más grande y tenía todas las tiendas necesarias.

-María, ¡aquí! -vi a Aroha cerca del andén balanceando su brazo de izquierda a derecha. Sonreí y fui hacía ella.
-¿A que hora pasa el tren? -le pregunte después de darle un gran abrazo. 
-En dos minutos. Naira está ya llegando. -contestó. Y al mismo instante vi a mi otra amiga llegar hacía nosotras sofocando.

Pasamos la tarde disfrutando del cálido sol, de un lado a otro. Nos sentamos en una terraza a tomar algo para coger fuerzas y remediar la boca seca de tanto andar. Nos recorrimos casi todas las tiendas, despreciando el dinero y pasándonoslo bien en cada probador. Colocándonos prenda que nunca nos compraríamos para hacer la gracia y escandalizar cada tienda con nuestras exageradas risas. Típica tarde de amigas. Acabamos en el Stradivarius, cogí un sombrero de paja que vi y me lo puse en la cabeza.
-¿Que tal me queda, chicas? -grite a mis amigas para que me prestaran atención. Al girarse me vieron haciendo posturas y gestos tontos, las dos empezaron a reír. Me propuse llegar hasta ellas y en el intento el asa de mi bolso se enredó con la mano de un maniquí, el cual cayó al suelo, causando que todas las miradas de todas esas personas que estaban dentro del establecimiento se posaran en mi. La vergüenza se apoderó de mi y mis amigas no tenían intenciones de ayudarme, ya que estaban casi en el suelo con dolor de barriga de tanto reír. 
-Muy graciosas y muy buenas amigas, sí. -salimos de la tienda después de haberle pedido perdón al dependiente. Naira y Aroha seguían riendo sin parar, abandone la idea de hacerme la enfadada y me uní a ellas. 
-Si no fuera por estos ratos... -dijo Naira. Es cierto, nos lo habíamos pasado en grande que es lo que importaba. 
Pusimos rumbo a la estación de tren ya que se había hecho tarde y debíamos volver a nuestras respectivas casas. El próximo tren pasaba dentro de veinte minutos, muy a nuestro pesar nos sentamos a esperar. Ya creía que Marcos no iba a participar en ninguna de nuestras conversaciones hasta que Naira empezó a contarle a Aroha que el chico le había dicho de quedar la noche pasada. En todo momento dejé que hablaran ellas sin intervenir en la conversación hasta que tanto una como la otra empezaron a calificar a Marcos negativamente, ya que Naira no se pudo callar el tema de Marcos con su ex novia.
-Marcos siempre lleva la coraza de tío chulo y duro pero os sorprendería como es realmente. Habrá hecho cosas mal, como todo el mundo, pero poneros en situación. Después de una relación tan larga, ¿como reaccionaríais vosotras? Es una de esas personas que llega a su casa y piensa las cosas muchas veces, le busca un por que a todo y sobretodo piensa en su bien pero de tanto pensar se acaba sintiendo mal por muchas cosas que ni de lejos tiene el la culpa. Es un trozo pan y durante mucho tiempo ha estado amargado por complacer a su ex novia cuando a él ya no le apetecía, porque realmente la quiere. Pero se dio cuenta que estaba poniendo la felicidad de una persona por delante de la suya y ha decidido empezar a pensar en si mismo. Yo lo veo lo más correcto del mundo y lo que debería hacer mucha gente cuando una relación se acaba, en vez de aguantar por miedo a estar solo en equis tiempo o confundir amor con rutina y costumbre. -dije yo casi sin respirar. 
-Pues sí, mirándolo desde ese punto de vista tienes toda la razón del mundo María. -me admitió Aroha mientras Naira asentía con la cabeza-. Como lo defiendes, ¿eh? -me dijo sonriéndome.
-No le defiendo, pero le entiendo. -contesté seca. 
-Se nota que os tenéis mucha confianza.  -dijo Naira. 
Llegó el tren y en cinco minutos ya estábamos en nuestro pueblo. Hicimos el mismo camino las tres, estábamos cansadas y con ganas de llegar a casa. Naira se desvió la primera, su casa estaba más cerca de la estación. Seguidamente fue Aroha la que me abandonó. Me coloqué mis auriculares y escuchando una de mis canciones favoritas llegué a casa. No tenía mucha hambre, metí un vaso de leche en el microondas y me puse el pijama después de saludar a mi hermana y a mi madre. Una cucharada de Nesquik y mi querido sofá.

"Hola tonto" -le escribí a Marcos. Estaba en línea. Echaba un poco en falta no saber nada de él. Soló un poco. 
"Hombre, ya creía que no me dirías nada." -no tardo en contestarme. 
"También podrías haberlo hecho tú." -escribí. 
"Te tocaba a ti" -sonreí. Marcos era mucho más orgulloso que yo, y ya es decir. 
"Estabas trabajando y no quería molestar. Yo acabo de llegar a casa, he estado en Granollers con Naira y Aroha." -le expliqué. 
"Hace poco que he llegado a casa." -le notaba más borde que otras veces. 
"¿Como ha ido?" -le pregunté.
"Como todos los días, agotado de escuchar a mi padre." -me respondió. 
"Estás tonto perdió, ¿que te pasa?" -le pregunté sin saber con certeza si le ocurría algo.
"¿Que tiene que pasarme?" -me contestó arisco.  "Estoy triste." -me confesó. 
"¿Triste por qué? ¿De que te vale estar triste?" -escribí. 
"No sé, llevo todo el día así."
"Mentira, en clase has estado como siempre." -le dije.
"Por que contigo es imposible no reírse, pero a la que tengo un poco de tiempo para pensar..." 
"Pues no me parece correcto, hay que estar feliz siempre. ¿O a caso necesitas a alguien para ser feliz?" -escribí-. "¿No eres capaz de ser feliz por ti mismo?" -pregunté.  
"No hay razones." -me respondió.
"Si las hay." -le escribí igual de seca que él.
"Sorprenderme." -¿y ahora que María? Piensa algo rápido.
"Vale, pero tienes que hacerme caso." -le dije al minuto. 
"¿En qué?"
"¿Quieres que te sorprenda, o no?" -no podía evitar pensar que se iba a reír de mi con la tontería que se me acababa de ocurrir. 
"Vale, te hago caso." -aceptó.
"Cierra tu mano izquierda." -le ordené.
"¿Y con qué escribo?" 
"Con la derecha, solo tienes que escribir para confirmarme que lo estás haciendo." -sonreí. 
"Vale, mano izquierda cerrada." -tardó algo más en enviar esto ultimo por lo que supuse que estaba haciéndome caso. 
"Observa tu puño cerrado. Ahí dentro tienes mi sorpresa. ¿Estás preparado?" -me reí flojo.
"Creo que si..." -escribió seguido de un "jajajaja" -ya había conseguido una risa, aunque fuera escrita. 
"Vale, pues ahora cuando yo te diga, vas a abrir  tu mano.."
"¿Preparado?"
"A la de tres, eh"
"Una..." "Dos..." "y...¡TRES!"
"ALA, ¿ES UNA SONRISA?"
"Corre, ¡cógela que no se escape..!" -le escribí sin poder dejar de sonreír yo sola por mi estúpida ocurrencia y con curiosidad por saber su respuesta. 
"Eres muy tonta..." -me contestó. "¿Como puedes ser así?" siguió escribiendo. 
"Pero la has cogido o no?" -pregunté.
"Claro que la he cogido." -eso quería decir que estaba sonriendo, me quede satisfecha. 
"Pues ya sabes, conservarla. Que suerte tienes, eh. Quien quisiera una mano que desprende sonrisas siempre que las necesitas." 
"Eres la mejor, en serio." -lo mejor de todo es que Marcos me seguía estos juegos y estás tonterías. Era capaz de ver mucho más allá de las cosas-. "Me encanta tu felicidad, eres muy fuerte y tienes una capacidad increíble de superación. Pocas personas conseguirían algo como lo haces tú."
 "Los que menos tenemos, hacemos magia con poco."  -sonreí al leer lo que escribía Marcos.
La conversación se prolongo algo más de media hora. Era pronto para irse a dormir pero hoy había caminado mucho y estaba agotada. Marcos se quedó dormido entre tres y cinco minutos antes que yo. A la mañana siguiente me desperté antes de que sonara el despertador, solía pasarme cuando me iba a dormir pronto y dormía mis ocho horas necesarias. Me levanté aprovechando el largo tiempo que tenía libre antes de tener que ir a clase para desayunar tranquilamente. "Buenos díaaaaaaas"; Marcos se había despertado ya. Me abandonó anoche por quedarse dormido y no le costó mucho escribirme por la mañana. "Buenos días, ¿como estamos hoy?"; le respondí animada. "Muy bien, he dormido de lujo y me siento feliz." Sonreí al leer. "Yo me he levantado pronto y me aburro bastante, solo me queda vestirme." Aún quedaba una hora y media para empezar la primera clase, ya que hoy entrabamos más tarde. "Nos tomamos un café en el bar?" propuso Marcos. Me pareció buena idea así que acepte. "En un cuarto de hora te paso a buscar, no me hagas esperar." Me escribió. "¡Pero que no sé que ponerme!"; le escribí rebuscando en mi armario. "Ponte mallas y escote, los martes se me hacen más amenos."; me escribió seguido de tres caritas pervertidas. Sonreí y le respondí; "¡No seas capullo!" Bloqueé el móvil y me vestí, mallas y camiseta ancha. Ni para ti, ni para mí, pensé.






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